CONTRA EL JUICIO DE LOS INMORTALES
El Peso de un Nombre
El retumbar de las puertas del palacio de Hades despertó abruptamente a Adrián. Un mensajero lo esperaba al otro lado, con el rostro rígido y la voz firme:
Mensajero
Tu padre requiere tu presencia. Ahora
Adrián se levantó de mala gana, todavía sintiendo el agotamiento de días sin dormir bien. Sabía que nada bueno saldría de esta conversación. Entró al salón principal, donde Hades lo esperaba, sentado en su trono de ónix
Hades (D.D)
¿Por qué siempre pareces tan ausente? *preguntó Hades con una severidad helada*
Adrián (D.D)
Porque todo esto me asfixia *respondió sin rodeos*
Hades frunció el ceño, claramente irritado
Hades (D.D)
Tienes responsabilidades. No puedes escapar de lo que eres
Adrián (D.D)
¡Lo único que quiero es ser feliz! *exclamó Adrián, con la voz quebrada. Su pecho subía y bajaba por la intensidad de sus emociones* ¿Por qué no puedo decidir mi propio camino? Cada vez que intento vivir mi vida, tú te encargas de lanzarme rocas con tus expectativas y obligaciones. No puedo respirar
El salón quedó en silencio por un momento, pero no por empatía. Hades se inclinó hacia adelante, con los ojos ardiendo de furia
Hades (D.D)
Si no puedes soportar lo que significa ser mi hijo *gruñó, como si cada palabra fuera un golpe* entonces no debiste haber nacido bajo mi linaje
Hades (D.D)
Adrián sintió el peso de esas palabras aplastarlo. Quiso gritar, pero la furia y el dolor lo paralizaban. Finalmente, apretó los puños y abandonó el salón sin decir nada más
Esa noche, desesperado y buscando refugio, Adrián se dirigió al único lugar donde sabía que podría encontrar consuelo: el viñedo celestial del hijo de Dionisio
Jan (A.D) Hijo de Dionisio
¿Qué haces con esa cara larga *preguntó el joven dios, ofreciéndole una copa rebosante de vino*
Adrián tomó la copa sin pensarlo y se sentó junto a él. Pronto, las risas y los brindis inundaron la noche, aunque por dentro, el dolor seguía latente
Jan (A.D) Hijo de Dionisio
Olvídate de tu padre *dijo inclinándose hacia él con una sonrisa traviesa* Si te castiga, al menos que sea por algo que realmente valga la pena
Entre copas, Adrián recordó a Mateo. Su rostro apareció en su mente, trayendo una calidez que no había sentido en todo el día
Adrián (D.D)
Tengo que verlo *murmuró, tambaleándose mientras se levantaba*
Jan (A.D) Hijo de Dionisio
¿Ver a quién? *preguntó el joven dios con curiosidad, pero Adrián ya había desaparecido*
En el mundo humano, Mateo estaba terminando de lavar los platos cuando sintió un fuerte golpe en la puerta. Al abrir, se encontró con Adrián, tambaleándose y con una expresión que mezclaba cansancio, tristeza y un leve rubor en las mejillas
Mateo (G)
Adrián… ¿Qué haces aquí? *preguntó, confundido y un poco alarmado*
Adrián no respondió. En cambio, avanzó lentamente, mirándolo fijamente antes de tomarlo por los hombros y besarlo. Fue un beso torpe, desbordante de emoción
Cuando el beso terminó, Mateo se quedó en shock, mientras Adrián murmuraba
Adrián (D.D)
Lo siento… yo… no sé qué estoy haciendo
Antes de que pudiera decir algo más, se desmayó, dejando confundido a Mateo
La mañana siguiente, Adrián despertó con la cabeza a punto de estallar. Cuando abrió los ojos, se encontró con Mateo, quien estaba de pie junto a él, sosteniendo una bandeja con comida
Mateo (G)
Parece que alguien tuvo una noche complicada *comentó Mateo con una sonrisa divertida*
Adrián se sentó, rascándose la cabeza con vergüenza
Adrián (D.D)
¿Cómo llegué aquí?
Mateo (G)
Apareciste en mi puerta ebrio. Me preocupaste, así que decidí traerte aquí para asegurarme de que estuvieras bien
Adrián murmuró una disculpa, pero Mateo se sentó junto a él y lo miró con seriedad
Mateo (G)
¿Qué está pasando contigo?
Adrián tomó aire antes de responder y en esa conversación le menciono que es el hijo de Hades. La conversación se volvió más seria, y entre confesiones y disculpas, Adrián reunió el valor para preguntarle:
Adrián (D.D)
¿Te gustaría salir conmigo?
Mateo lo miró por un instante antes de sonreír
Mateo (G)
Esta bien, acepto… pero, por ahora, necesitas descansar
Adrián rió levemente, sintiendo que, por primera vez en días, había un rayo de esperanza en medio de la tormenta
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