Capítulo 20

Fui a la cama y le di el beso de buenos días a mi marido, volví y seguí con mis tareas, cambié la cama, lo aseé y cambié el Uripen.

Me quedé parada mirando su pene.

"Puedes cogerlo, no te va a morder, al menos no mientras yo esté durmiendo".

Respiré hondo e hice lo que tenía que hacer. Cuando estaba preparando la dieta, D. Aurora vino a dar los buenos días y a avisarme de que mi médica me atendería esta tarde.

Ella se va al trabajo y Renato decide manifestarse.

_ ¿Quién es esa médica? ¿Estás enferma?

_ No, Renato, es la ginecóloga, vamos a empezar a preparar mi cuerpo para que me quede embarazada de ti.

_. ¡¿Pero ya?! Estamos de luna de miel, mi madre también, no hay respiro.

_ Voy a la consulta esta tarde y tú te portas bien, que enseguida vuelvo.

Fui a mi médica, le conté lo que vamos a hacer, le pregunté si la virginidad era un problema, me dijo que no, que todo ocurre con normalidad y que si no quiero tener un parto normal, mi virginidad seguirá igual, me dio una lista de exámenes, pedí cita y salí de la consulta, me tomé un helado. Después volví a casa, llegué, me lavé las manos, me cambié de ropa y fui a ver a Renato.

_ Buenas noches, mi amor.

Le toqué la cara y le di un beso, pero no quiso responderme. Me tumbé sobre su pecho y me quedé escuchando su corazón. Al poco tiempo me dormí, me desperté, estaba amaneciendo, salí de la cama, fui a hacer mi higiene y tengo que salir porque voy al laboratorio a sacarme sangre.

Le di un beso a Renato y me quedé un poco triste porque ni siquiera me dio los buenos días.

Me extrajeron sangre, aproveché e hice la ecografía, y ya he concertado la próxima cita para dentro de 15 días. Volví a casa y Julia me avisó de que Lucas había venido a hacer el mantenimiento del aparato. Subí corriendo, llegué a la habitación y Lucas me sonrió.

_ Buenas tardes, Isabela, ¿qué tal?

_ Yo estoy bien, ¿y tú, Lucas?

_ Estoy mejor ahora que te veo, estás guapísima. Me he enterado de que te casaste con Renato, si necesitas un hombre de verdad, acuérdate siempre de mí.

_ No lo olvidaré, pero te pido que respetes mi decisión.

_ ¿Qué se le va a hacer? Pero una mujer joven y guapa necesitaba un hombre a su altura.

_ ¿Ya has terminado?

_ Ya he entendido, me voy, pero no pierdas mi número.

Renato empezó a refunfuñar.

_. Pero tu amiguito es muy descarado, eres una mujer casada y él sigue tirándote los tejos abiertamente y al lado de tu marido.

_ Él no sabe que estás aquí, es normal, todo el mundo cree que eres un vegetal.

_. Y lo soy, pero debería respetarte.

_ Vale, Renato, me he hecho las pruebas y he concertado la próxima cita para dentro de 15 días. Si los resultados de las pruebas son buenos, empezaremos el proceso para que me quede embarazada de ti.

_. Vaya, qué ilusión, voy a ser padre, qué guay, no voy a poder jugar con mi hijo, ni enseñarle lo que está bien o mal, voy a tener que verte a ti enseñándole todo y ya está.

_. Sal de ese estado de sueño y vuelve, así estarás con nosotros en todo momento.

Intentamos algunas veces más hacer que Renato se despertara, pero cada vez que intenta recordar se queda más tiempo inconsciente, una vez estuvo tres días sin hablarme, sé que no está aquí porque su piel se enfría y los latidos de su corazón son débiles, como si estuviera en coma profundo, mañana ya es el día de ver los resultados de los exámenes, está agitado, quiere que me niegue a traer un niño al mundo sin padre, ya he intentado razonar, pero nada hace que Renato cambie de opinión.

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