La relación entre Lia y Mateo había florecido en las semanas siguientes, cada momento compartido los acercaba más y más. Sin embargo, a pesar de su creciente cercanía, había una tensión palpable entre ellos, una electricidad que ambos sentían pero que aún no se había manifestado de forma física.
Una tarde de viernes, después de clases, Mateo invitó a Lia a dar un paseo por el jardín botánico de la ciudad. Era un lugar tranquilo y hermoso, lleno de flores exóticas y senderos serpenteantes que prometían una tarde relajante y especial.
“Este lugar es increíble,” comentó Lia mientras caminaban por un sendero cubierto de arcos florales. “Gracias por traerme aquí, Mateo.”
Mateo sonrió, feliz de ver a Lia tan contenta. “Sabía que te encantaría. Es uno de mis lugares favoritos para pensar y relajarme.”
Mientras exploraban el jardín, encontraron un rincón apartado con un pequeño banco rodeado de rosas. Se sentaron juntos, disfrutando del perfume de las flores y la paz del entorno.
“Lia,” dijo Mateo, rompiendo el silencio, “hay algo que he estado queriendo decirte. Estos últimos meses han sido complicados, pero también han sido algunos de los mejores de mi vida porque te he tenido a mi lado.”
Lia lo miró, sintiendo su corazón latir más rápido. “Mateo, yo también he sentido lo mismo. A pesar de todo, estar contigo ha sido increíble. Me has apoyado y has estado allí para mí de maneras que nunca imaginé.”
Mateo tomó la mano de Lia, sus dedos entrelazándose con los de ella. “Quiero que sepas lo mucho que significas para mí. Lo que siento por ti es real, y cada día que pasa, me doy cuenta de que...”
Antes de que pudiera terminar su frase, Lia se inclinó hacia él, sus labios encontrando los de Mateo en un suave y dulce beso. Fue un momento lleno de magia y emoción, donde el mundo pareció detenerse y todo lo que importaba era el contacto entre ellos.
El beso fue lento y tierno, una expresión de todo lo que habían sentido pero no habían dicho. Lia sintió una mezcla de alivio y felicidad mientras se perdía en el momento, sintiendo la calidez y la sinceridad de los sentimientos de Mateo.
Cuando finalmente se separaron, ambos se miraron con sonrisas radiantes y ojos llenos de amor.
“Wow,” dijo Mateo, ligeramente sin aliento. “Eso fue...”
“Increíble,” completó Lia, sonrojada pero feliz. “Mateo, te quiero.”
Mateo sonrió, sus ojos brillando con una mezcla de alegría y amor. “Lia, yo también te quiero. Más de lo que puedo expresar con palabras.”
Pasaron el resto de la tarde caminando de la mano, explorando el jardín y disfrutando de su nueva intimidad. Cada rincón del jardín se sentía más hermoso, cada flor más brillante, mientras ambos se sumergían en la felicidad de su primer beso y la promesa de un futuro juntos.
El sol comenzó a ponerse, y mientras salían del jardín botánico, Mateo se detuvo y miró a Lia. “Gracias por este día, Lia. Ha sido perfecto.”
Lia sonrió, sintiendo que su corazón estaba lleno de amor y esperanza. “Gracias a ti, Mateo. Este es solo el comienzo de algo maravilloso.”
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