#18

Berta estaba estallando de celos. Ver cómo Sergio salía a almorzar con esa mocosa que le había robado era más de lo que podía soportar. Había sido su asistente durante muchos años, y también su amante, compartiendo momentos de pasión y complicidad. Ahora, sentía que su mundo se desmoronaba al ver a Sergio actuando con Ariana de la misma manera en que lo había hecho con ella: remodelando su casa, regalándole flores y conquistándola con gestos románticos.

Conociendo su modo operandi, Berta pensaba que sería fácil dejar a Sergio en la calle, destrozado y solo. Mientras observaba a Sergio y Ariana salir juntos, un pensamiento sombrío se apoderó de ella: debía encontrar el momento preciso para atacar a la chiquilla que le había robado a su hombre.

Al volver a la oficina, Berta intentó de nuevo seducir a Sergio. Se desnudó frente a él, dejando claro su deseo. Sin embargo, como en días anteriores, Sergio la rechazó con firmeza. Esta vez, estaba verdaderamente molesto.

—Berta, ¿qué crees que estás haciendo? — dijo Sergio, su voz llena de frustración.

—Solo estoy recordándote lo que teníamos— respondió ella, con una sonrisa provocativa.

Sergio la miró con frialdad. —Lo que teníamos se terminó. Te lo he dejado claro muchas veces. Si sigues con esto, voy a tener que despedirte—

Berta se quedó helada. Nunca había visto a Sergio tan serio y decidido. Sabía que estaba perdiendo el control de la situación y que su posición estaba en peligro. Sin embargo, los celos y la desesperación nublaban su juicio.

—¿Por ella? ¿Vas a dejarme por esa mocosa? Ni cuerpo tiene, mírame Sergio, soy una mujer de verdad, ¿crees que ella te dará placer? — espetó, su voz temblando de rabia.

Sergio sale que ella puede tener razón, Ariana es una niña delante de ellos, la maldad con la que hacen el amor, la furia y el fuerte deseo no sería soportable para la joven, pero Sergio cambiaría sus deseos por Ariana, aprendería a hacerle el amor con paciencia.

—Basta, no digas cosas sin sentidos, y te lo digo desde ya, ni se te ocurra a acercarte a ella, mantén el margen, ya estas grande y sabes lo que te conviene Berta— su voz era de amenaza.

—De verdad Sergio, ¿Me cambiaras por ella? — Berta estaba como a él le gustaba mirarla, su cuerpo era una obra de arte, Sandro se encargó de conseguir los mejores cirujanos, para que pudiesen crear cada parte de su cuerpo como él quería tocar.

—No se trata de ella, Berta. Se trata de que ya no quiero nada contigo. Respeta eso o enfrentaremos las consecuencias—

Sergio se dio la vuelta y salió de la oficina, dejando a Berta sola y desnuda, envuelta en su propio odio y resentimiento. Se vistió rápidamente, sus manos temblando de rabia y humillación. No podía aceptar que Sergio la rechazara por una joven inexperta y sin ningún mérito.

Durante los días siguientes, Berta observó con creciente frustración cómo la relación entre Sergio y Ariana florecía. Cada gesto de cariño, cada sonrisa compartida, alimentaba su ira. Se dio cuenta de que tenía que actuar con más astucia si quería recuperar lo que creía que era suyo.

Berta comenzó a investigar la vida de Ariana, buscando cualquier debilidad que pudiera explotar. Encontró que Ariana había pasado por tiempos difíciles y que su vida no estaba en las mejores condiciones económicas. Decidida a usar esta información a su favor, Berta elaboró un plan.

Sergio salió molesto de la empresa y se fue directo a la casa de Ariana, él era un abusador que entra y sale como perro por su casa, esta noche él decidió organizar una cena para compartir con ella, pensó en engañarla para ver su reacción al verlo.

“Hermosa, discúlpame, tengo mucho trabajo y hoy no podremos vernos”

Ariana que estaba a las afueras del restaurante esperando a su guapo pretendiente, sintió tristeza al saber que hoy no podría ver a Sergio, ella miró el mensaje y ni ganas de responder, con tristeza camino hasta su casa, cada paso que ella daba le pesaba en el corazón, en su viaje se dio cuenta que lo que comenzó con huidas ahora era un florecer en su corazón, ella sintió en su interior que estaba extrañando a Sergio, cuando estuvo cerca de casa no vio su auto, era real, Sergio no estaría hoy con ella.

Con su mano pesada, ella abrió la puerta, la casa estaba oscura, pero al cerrar la puerta detrás de su cuerpo, ella escuchó la voz de Sergio.

—¿Pensaste que hablaba enserio? — Sergio sujeto su cuerpo por la espalda y por primera vez dejo un beso en el cuello de la mujer.

Ariana se volteo entre los brazos de Sergio y en un movimiento rápido, ella se subió sobre el cuerpo de Sergio, no sabe porque, pero ella solo quiere besarlo como nunca, sentir los brazos dominantes de ese hombre de ojos grises.

Sergio era un hombre activo, y desde q sus ojos se fijaron en Ariana, a dejado sus noches de lujuria atrás, pero sentir el cuerpo caliente de Ariana sobre él, lo hace reaccionar y despertar las ganas que lleva por dentro.

—Te extrañe Ariana— La voz ronca de Sergio resonó en los oídos de Ariana, quien estaba feliz en los brazos del hombre, Sergio solo soltó sus labios para explicar que tan bien lo hace sentir, pero jamás esperó que fuese ella nuevamente quien buscará sus labios y se sintiera feliz en ellos, Sergio no pudo hacer más, su pantalón se estaba abultando, pero si quiere disfrutar de sus besos y no asustarla con su tamaño, el decidió sentarla sobre la mesa, quedando su cuerpo parado y su amiga debajo de ella, ahí sólo sentirían sus pechos, la comida fue colocado a un lado mientras los besos son cómplices de dos personas que se estaban extrañando, así estuvieron por una largo rato, Ariana nunca había experimentado algo como esto, esos besos que le calientan el cuerpo y erizan la piel.

—¿Quieres comer? — Sergio al sentir que explotaría si no se separa de ella, decidió que era momento de comer, y no habla del cuerpo de la mujer, habla de la cena que él mismo preparó para ella.

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