Ariana se levantó temprano, como de costumbre, para prepararse para su jornada de trabajo en el restaurante. La rutina matutina la ayudaba a despejar su mente y enfocarse en sus tareas. Sabía que su tiempo extra junto a Sergio había levantado algunas cejas entre sus compañeros de trabajo, pero no iba a permitir que eso la desanimara.
En el restaurante se sumergió en sus deberes con la misma dedicación de siempre. A pesar de las miradas curiosas y los susurros ocasionales, Ariana se mantuvo firme en su decisión de no dejar que nadie pusiera en duda su ética laboral. Sin embargo, algo diferente pasaba por su mente: ya no sentía la necesidad de esconderse de Sergio ni de huir de su presencia. Después del almuerzo que compartieron y la conexión que habían comenzado a construir, Ariana sentía que podía ser ella misma sin temor a ser juzgada.
A medida que avanzaba el día, Ariana se encontró pensando en su pequeña casa y en la vela de su padre, que no había tenido la oportunidad de encender en los últimos días. Esa vela representaba su conexión con su padre y su forma de mantener vivo su recuerdo. Decidió que esa noche, después de sus horas extras, volvería a casa para honrar esa tradición tan importante para ella.
Cuando su turno finalmente terminó, Ariana salió del restaurante con una sensación de alivio y felicidad. Estaba emocionada por volver a su casa, a su espacio personal, y reconectar con los recuerdos de su padre. Sin embargo, al llegar a la acera fuera del restaurante, vio una figura familiar esperándola. Era Sergio, de pie, con sus penetrantes ojos grises fijos en ella.
Ariana sintió una mezcla de sorpresa y timidez mientras se acercaba a él. —¿Qué haces aquí, Sergio? — preguntó, tratando de mantener la compostura.
Él sonrió, una expresión cálida y sincera que le hizo sentir mariposas en el estómago. —Te extrañaba, Ariana. Quería verte y llevarte a casa, si me lo permites—
Ella no pudo evitar sonrojarse ante su franqueza. —Claro, me encantaría— respondió, sintiéndose extrañamente feliz por su presencia.
Durante el trayecto, Sergio le preguntó si planeaba volver a vivir en su casa en lugar de quedarse en el restaurante después del trabajo. Ariana asintió, explicándole lo importante que era para ella ese lugar, lleno de recuerdos y significados personales. Sergio escuchó atentamente, notando la pasión y la emoción en su voz.
Mientras la conversación fluía, una idea comenzó a formarse en la mente de Sergio. Quería hacer algo especial por Ariana, algo que demostrara cuánto le importaba y cuánto valoraba su bienestar. Decidió en ese momento que haría todo lo posible para mejorar su casa, añadir algunos lujos y comodidades que ella merecía pero que tal vez no tenía. Sería una sorpresa, un regalo para mostrarle cuánto significaba para él.
Al llegar a la casa de Ariana, Sergio se ofreció a acompañarla hasta la puerta. —Gracias por traerme, Sergio— dijo ella, sintiéndose más cerca de él que nunca.
—Siempre estaré aquí para ti, Ariana— respondió él, sus ojos grises reflejando una sinceridad que la conmovió profundamente.
—Gracias, que tengas buenas noches—
Ariana entró a su casa, encendió la vela de su padre y se sentó a contemplar la llama, recordando los momentos compartidos y sintiéndose más conectada que nunca con su pasado. Sin embargo, en el fondo de su mente, también estaba la presencia constante de Sergio, y la promesa de un futuro lleno de posibilidades.
Mientras tanto, Sergio comenzó a planear su sorpresa. Quería asegurarse de que todo fuera perfecto, desde los detalles más pequeños hasta los más grandes. Contactó a diseñadores de interiores y proveedores de muebles, todo mientras se aseguraba de mantenerlo en secreto para que Ariana no sospechara nada.
Pasaron los días, y Ariana notó que Sergio parecía estar ocupado con algo, pero él siempre encontraba tiempo para estar con ella en la hora del almuerzo, para escucharla y apoyarla. Cada vez que pensaba en él, sentía una calidez en su corazón, una sensación de que, a pesar de las circunstancias inusuales que los habían unido, había encontrado en Sergio a alguien en quien podía confiar completamente.
—Estas algo distraída, no me digas que te has enamorado— Dijo Martínez mientras esta recostado a un pilar del restaurante, los ojos de Ariana estaban ligeramente perdidos mientras piensa en los almuerzos compartidos con Sergio, cada día era una rosa nueva, el estaba llenando su mundo de detalles y hermosos recuerdos.
Ariana no pudo evitar sonreír con inocencia —Deja de ser tan preguntón, vamos cada uno a trabajar— Ariana se escapo para no dar explicaciones, mientras que el hombre entendió que ella se había enamorado de Sergio.
Finalmente, llegó el día en que la sorpresa de Sergio estaba lista. Se aseguró de que Ariana estuviera en el trabajo para poder supervisar los últimos toques sin que ella se diera cuenta. Cuando todo estuvo perfecto, fue a buscarla al restaurante.
—Ariana, ¿puedo llevarte a casa esta noche? — preguntó, tratando de ocultar su emoción.
—Claro, Sergio— respondió ella, sin sospechar nada.
El camino a casa fue tranquilo, ambos disfrutando de la compañía del otro. Al llegar, Sergio la guio hasta la puerta y le pidió que cerrara los ojos.
—Confía en mí, cierra los ojos— dijo suavemente.
Ariana, intrigada, cerró los ojos y permitió que Sergio la guiara dentro de la casa. Cuando finalmente le pidió que abriera los ojos, quedó sin aliento.
—Puedes abrirlos—
La casa estaba transformada. Lo primero que notó fue la calidez y la elegancia del nuevo mobiliario, los detalles cuidados y la atmósfera acogedora que llenaba cada rincón. Había nuevos muebles, una alfombra suave bajo sus pies, y una iluminación que hacía que todo se viera aún más hermoso.
—Sergio... esto es... increíble— dijo Ariana, con lágrimas de felicidad en sus ojos. —¿Cómo hiciste todo esto? —
Sergio sonrió, satisfecho de ver su reacción. —Quería hacer algo especial para ti, algo que te mostrará cuánto significas para mí. Sé lo importante que es esta casa para ti, y quería que fuera un lugar donde te sintieras cómoda y feliz—
Ariana no pudo contener las lágrimas mientras se lanzaba a los brazos de Sergio. —Gracias, Sergio. Esto es más de lo que podría haber soñado. Significa mucho para mí— el primer abrazo, y estaba lleno de mucho amor.
Sergio la abrazó con fuerza, sintiendo que había logrado mucho más que mejorar una casa. Había conseguido que Ariana se sintiera amada y valorada, y eso era lo más importante para él.
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Comments
Leidism Sivila
Dios que hermoso me encantó como me gustaría que usarás unas imágenes para así darle mejor brillo a tus historias mi bella Meche 😘🥰🫂 se que pronto la incluiras
2024-07-18
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Griselda Enrique
hayyy Dios que susto 😱 pensé no le gustaría
2024-07-02
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