El Sacrificio De Meskhenet

El Sacrificio De Meskhenet

El hombre en sus sueños

Es el mismo inmundo lugar en el que siempre nos hemos reunido, un desierto de podredumbre plagado de huesos y cadáveres en proceso de descomposición, todo luce seco, incluyendo el único árbol que adorna el centro de este lugar y bajo el cual nos hemos reunido a lo largo de mi existencia. A veces me deleito imaginando lo que alguna vez fue éste lugar, porqué estoy segura que alguna vez estuvo rebosante de vida, sin embargo, hoy todo está marchito. Escucho sus paso crujir en el suelo y no puedo evitar temblar de miedo, volteo a mi alrededor buscando la dirección de la que viene, pero antes de que yo pueda verlo soy arrastrada por el cuello hasta estrellarme contra el tronco podrido que alguna vez fue un frondoso árbol cargado de fruta, puedo sentir como sus garras se clavan en mi piel, rompiéndola hasta que surgen los delgados hilos rojos que me hacen parecer viva, entonces siento el calor asfixiante de su aliento rozar mi piel, al tiempo que su voz resuena en todo mi ser.

–Se nos acaba el tiempo, si no quieres desaparecer debes cumplir con la tarea para la que te he creado...

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—He vuelto a soñar con él y me he sentido ansiosa; creo que ya es tiempo de encontrarnos, pero no sé por donde comenzar a buscar...

—Y, ¿por qué tienes que ser tú quien lo localice?, en mi opinión debería hacerlo él; después de todo ha sido él quien a tenido el descaro de estar presente en tus sueños desde siempre— Meskhenet sólo se limitó a sonreír, y con eso me dijo todo; así de unidas somos.

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Meskhenet ha sido mi mejor amiga desde siempre, no estoy segura cuando nos conocimos, y tampoco recuerdo el momento en que comenzó ha hablar de él; quizás venía incluido en su alma, un dos por uno. Éste ser misterioso primero fue nuestro maestro, aprendimos a leer las cartas del Tarot y esas cosas, ella decía que él; el hombre de sus sueños, le había mostrado cómo hacerlo, e igual que muchas otras cosas, ella lo compartió conmigo. Nunca le pregunté si ese ser misterioso estaba de acuerdo, o si siquiera sabía de mi existencia, pero sentía que de haber estado en desacuerdo ella probablemente hubiera tenido que alejarse de mi, por lo que siempre tuve cuidado con ese tema. Y es que sólo nos teníamos la una a la otra, ya que a la mayoría de las personas les causábamos miedo, incluso nos llamaban brujas, insulto que Meskhenet tomaba con mucho orgullo como parte de su naturaleza y con el paso del tiempo yo también lo fui asumiendo como parte de la mía. Y en todos esos días oscuros, llenos de rechazo, siempre estuvimos juntas; nosotras y su sueño.

La vida, aunque pudiera parecer lo contrario, no era muy sencilla para nosotras, asistir a una escuela católica para señoritas fue duro, en un principio porque no estábamos dispuestas a encajar como piezas a la medida en aquel mundo perfecto; quizás porque sí no lográbamos ser intachables tocaba asumirnos como culpables y buscar, con nuestras pequeñas almas pecadoras a cuestas, la redención por medio de actos de contrición sin sentido. Asistir cada mañana a misa antes de clases, portando nuestros uniformes inmaculados, sólo era la entrada al mundo ritualizado al que teníamos que pertenecer; ahí debíamos enfrentar el cuchicheo y las miradas despectivas de las que sí lograban alcanzar la perfección requerida, o por lo menos estaban dispuestas a recortar sus bordes para ser esa pieza que encajara, ellas constantemente nos rodeaban con su rechazo en el semblante, lo cual nunca pareció intimidar a mi amiga, a pesar de ser acusada constantemente de hechicería, herejía y más.

Sé que ella, a diferencia de mi, no concebía la necesidad de encajar con el resto y no trataba de disimular su forma tan peculiar de pensar; por ello Meskhenet era amenazada e insultada con frecuencia y muchas veces ella no parecía darse cuenta del riesgo en el que se colocaba, ya que la ferocidad de las agresiones siempre parecía ir en aumento; así me convertí en una excelente peleadora; de lengua rápida y pensante, porqué no podía permitir que todos esos prejuiciosos ignorantes la lastimaran; ella ha sido mi amiga desde siempre y sólo me tiene a mi y a sus sueños para protegerla y yo sólo la tengo a ella, para sentirme aceptada en un mundo tan superficial.

Las salidas escolares siempre han sido un respiro para nosotras y la oportunidad de disfrutar del mundo fuera de nuestra burbuja. Si éramos astutas, incluso podíamos escapar del grupo para explorar sin la intervención de nuestras cuidadosas guías; investigar y jugar en un mundo al que no pertenecíamos, y al cual soñábamos con ingresar muy pronto, era la única razón por la que nunca nos perdimos ninguna de las salidas. Y durante una excursión ocurrió que por fin lo encontramos; ni siquiera debíamos pasar por ese lugar, pero el camino habitual estaba cerrado y las compañeras en el autobús comenzaban a inquietarse, el calor aumentaba conforme avanzaba el día, y con ese retraso era probable que no pudiéramos cumplir con nuestro itinerario, lo que era imperdonable para las guías a cargo.

Por fin el conductor logró salir del congestionado trafico y tomar una ruta alternativa. Meskhenet estaba pegada a la ventana, llevaba días buscando por todas partes, en toda oportunidad que tenía de asomarse al mudo exterior, pues decía que en cualquier momento podía aparecer y si no estaba atenta se perdería la oportunidad de encontrarlo y ella no sabía a ciencia cierta si volvería a haber otra. Yo nunca la contradije, a pesar de ser demasiado escéptica. ¿Qué posibilidad hay de encontrar a un sueño caminando por la calle para ser encontrado por nosotras? Y casi al llegar a nuestro destino el milagro que Meskhenet esperaba se produjo:

—¡Es él!— gritó mientras me sacudía.

Al escucharla me puse de pie de un salto, para de inmediato ser fulminada con la mirada por una monja de mal humor, no pude evitar sonreír; ya llevaba rato imaginando la angustia que vivían esas mujeres bajo sus pesados hábitos; todas sudorosas y desesperadas por llegar a un sitio con aire acondicionado, porque para colmo, el del autobús no funcionaba. Por eso me disculpe de inmediato y me senté despacio, preguntándome por qué no tenían una versión más ligera de esos uniformes para los días calurosos, y si esa tortura era parte de su camino al cielo o sólo una forma de acortar su estancia en el infierno viviéndolo por adelantado.

—Estoy segura que es él— dijo mi amiga más controlada —Voy a tomar una foto con mi celular— yo sólo atiné a asentir, dándome cuenta que había vuelto a divagar olvidándome de todo, sin embargo el entusiasmo de mi amiga me regresó al aquí y ahora. El autobús avanzaba tan lento que la foto salió perfecta, cuando me la mostró vi a un hombre caminando con despreocupación, era extraño ponerle un rostro tan joven a un ser atemporal; ya que no parecía encajar con lo que había imaginado.

—¡Si pudiera bajarme! —exclamó descorazonada.

Meskhenet se veía angustiada, yo aproveche para asomarme a la ventana, aún se encontraba a la vista y me pareció guapo, si tenía que ver a mi amiga con alguien, era bueno que ese alguien fuera joven y atractivo. Entonces me apresuré a tranquilizarla, antes de que tratara de saltar por la ventana; ella podía ser así de apasionada, aunque muchos llegaran a creerla apática.

—Tranquila, mira, esta entrando en ese local, tal vez podamos escaparnos para ir a buscarlo más tarde —le hice ver, Meskhenet sonrió y se calmó, el resto del camino hacia el museo me la pasé tratando de no quedarme dormida debido al calor, mientras mi amiga memorizaba la ruta para volver después.

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Comments

Karoyu Hamilton

Karoyu Hamilton

me encanta

2024-08-12

2

badboys

badboys

Jeje para qué uno necesitaba una película de terror si puede leer esto vaya caballero me sorprende tu primer capítulo vaya que me dejo con muchas preguntas/Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle/

2024-05-26

3

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