Libelle Lanira

El clan Lanira era poseedor de muchos secretos y uno de los más importantes era la razón de la delicada salud de Libelle, en el clan era muy raro el nacimiento de gemelos, aún más que el de trillizos, y cuando ésto ocurría, uno de los bebés moría al poco tiempo, sólo se sabía que estaba relacionado con el origen de su antagonismo con los dragones, pero la información se había perdido cuando el clan huyó del viejo continente, por lo que la existencia de Libelle era, para ellos, un milagro, y como a cualquier milagro, era tratada con mucho cuidado y sobreprotección.

Lo que sí se conocía de su problema era que ella generaba más poder mágico del que su cuerpo podía soportar, su cuerpo era como una presa apunto de reventar, por lo que si no fuera por su padre y su tío que se esforzaban por mantener su nivel de energía en un limite razonable, seguramente ya hubiera muerto hacía mucho. Aun así ella trataba de llevar una vida lo más normal posible, sin embargo, tras la desaparición de su hermana su salud se deterioró de forma acelerada, descubriendo un nuevo componente de su padecimiento, la cuestión emocional. Cuando todo el clan había entrado en modo supervivencia, la angustia invadió el corazón de Libelle provocando que la primera crisis severa se presentara, y a partir de entonces, estas crisis se convirtieron en una contaste en su vida, por lo que las emociones fuertes habían quedado fuera de la lista de cosas que podía disfrutar, y eso incluía el amor y sus derivados, pero ella, sabiendo que su tiempo inevitablemente se iba reduciendo, deseaba vivir todo tipo de experiencias intensas.

Cuando Libelle conoció a los ejecutivos de NR; gracias a su don, que consistía en ver el sutil tejido que conforma la creación, apreciando a veces sin esforzarse, el hermoso entramado que enlaza lo material y lo espiritual, lo mágico y lo mundano; ella pudo observar como se abrió un gran abanico de posibilidades para su propia existencia, al tiempo que ellos entraban en esa sala de juntas. Y debido a esta habilidad es que ella logró notar en seguida que ellos no eran humanos, no sabía con exactitud a qué raza pertenecían, porque no había visto muchas criaturas a parte de las que componían a su familia, pero estaba segura que eran de una estirpe poderosa. y fue entonces que vislumbro a su gran oportunidad. —Quizás uno de ellos tenga el poder suficiente para sostener mi mano, aunque me ponga nerviosa, tal vez pueda llegar a besarlo sin hacerlo colapsar, incluso, si soy afortunada, podría llegar a algo más...— se dijo llena de entusiasmo, y pudo sentir que su corazón se aceleraba ante la posibilidad de poder experimentar todo lo que hasta ese momento se le había negado.

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Cuando su padre le contó, de forma resumida, lo que había sufrido Ragnar, en un inicio Ejder se quedó en silencio sin saber qué sentir, fue hasta que recordó que alguna vez escuchó a su hermana hablar sobre sus teorías locas del porqué Ragnar se comportaba diferente en las que argumentaba que probablemente su hermano había perdido a una compañera o algo parecido, porque ya no salía con nadie y a veces lo veía taciturno, que Ejder se comenzó a llenar de un sin número de emociones que hasta ese momento había ignorado y le eran difícil de identificar. Él nunca se habría imaginado que algo tan doloroso le estuviera pasado, al que consideraba su hermano más fuerte, entonces supo que se sentía enojado, pero no con la bruja, sino con él mismo, por no notarlo, a pesar de que su hermana le compartió sus sospechas, a él en ese entonces no le importó, Ejder en ningún momento consideró relevante lo que pudiera estar pasando fuera de la burbuja que había formado con su melliza. Ingenuamente creyó que lo que llegara a pasar más allá de ellos, carecía de importancia, pero esa noche había estado a punto de perder a la mitad de su familia, por lo que se comenzó a preguntar si ya era el momento de salir de su cascaron.

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A la mañana siguiente Fafner aún se encontraba muy débil, su padre le había dicho que su hermano necesitaría dormir la mayor parte del tiempo, en el transcurso de la madrugada Fafner había vomitado algunas veces más, hasta que lo que arrojaba dejó de ser negro, lo que en palabras de su padre era buena señal.

Ejder había planeado quedarse junto a Fafner hasta que la maldición fuera retirada, sin embargo, su padre le había pedido que por el momento continuara con su fachada, ya que aparentemente los Lanira se encontraban bajo la protección de aquel demonio y contrariarlos podría ser perjudicial. Así que acudió a su reunión a la hora programada, disculpando a su hermano con la excusa de una alergia, a lo que Libelle le recomendó pasar por la botica que regenteaba su su hermano Caerus junto a su tío Lugus. Al escucharla se sintió intrigado. ¿Cuál era la razón para que todos ellos le llamaran tío a aquel demonio? ¿Era posible que todos ellos estuvieran bajo un hechizo colectivo con el que la bruja y el demonio se adueñaron de esa familia? ¿O en verdad todos ellos compartían lazos consanguineos con él? Y si esto último era verdad, eso significaría que esa encantadora chica que tenía delante de él, en realidad era un demonio...

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Libelle por su parte, no podía dejar de admirar lo guapo que era Ejder, desde la primera reunión los hermanos Nithe le habían gustado, y si bien ella tenía claro que para ella el amor era un lujo al que no podía aspirar, y para el que no tenía tiempo, Libelle estaba muy interesada en muchas de las actividades que podían desarrollarse entre un hombre y una mujer, y esto era debido a que ella poseía una mentalidad bastante liberal, y ya que ni siquiera vivían en la misma ciudad, ni pertenecían al mismo circulo social, una pequeña aventura que le diera sabor a su vida no le haría mal a nadie.

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Y es que aunque en un principio le atrajó más Fafner con ese aire asesino que tenían sus ojos azul acero y su piel lechosa que contrastaba con su cabello negro azabache y unas facciones angulosas que resultaban bastante atractivas, sin mencionar que era alto, no como sus hermanos pero seguro media el 1.80 y tenía una espalda ancha y músculos bien definidos que se le alcanzaban a marcar a pesar del traje, por lo que seguramente sería un amante experimentado. En cambio Ejder había mantenido una actitud más fría y desinteresada ante ella, y a pesar de que también era muy guapo, con esos ojos azul oscuro, casi violáceos, de facciones menos angulosas y de toque más juvenil, con la espalda ancha, pero más delgado y alto que su hermano, se le figuraba alguien tierno y Libelle se preguntó si a pesar de su personalidad apática él podría llegar a ser un amante apasionado. En especial porque esa mañana parecía un poco más atento para con ella, por lo que quizás esta era su oportunidad, pero para ello tendría que escapar de sus chaperones.

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