007

Ellie despertó en medio de la noche, estaba la habitación en suma oscuridad; se sentía sola. Se levantó de la cama y fue directo a su balcón, admirando la vista y el palacio del emperador. ¿Estaba haciendo bien? ¿Estaba tomando las decisiones correctas? ¿Su vida iba por un buen rumbo?

Ellie observó las rosas florecer en el jardín que había hecho su padre, especialmente para ella.

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“Esta es tu recompensa, Ellie”. La mirada de la pequeña fue directo a las rosas que florecían de un color azul, hermoso; similar al de sus ojos. Tan solo bajó de los brazos de su padre corrió alegremente, a olerlas y cortar un ramo para su padre.

Empezó a toser, las rosas estaban envenenadas. Su pequeño cuerpo no pudo resistir y cayó desmayada observando la figura de su padre a lo lejos, decepcionado.

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Ahora Ellie se había vuelto inmune al veneno y podía oler las rosas, esa era su recompensa; la libertad de oler aquella flor. Su padre le había enseñado desde pequeña que todo tenía un precio, esto la volvió consciente que los favores que te hagan siempre vendrán con dobles intenciones. No debía confiar en nadie a excepción del archiduque, él solo la cuidaba.

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Sin darse cuenta Ellie ya se encontraba en el jardín, su cuerpo se movió por sí solo hasta llegar a aquel lugar. A veces se preguntaba que clase de persona había sido su madre, no tenía absolutamente nada de ella, ni un retrato; su padre siempre le dijo que era innecesario.

Se sentó en el pasto, sintiendo el sereno de la noche y observando la luna de esta noche, los secretos que había entre Ellie y la luna se revelan cada vez que se vuelven a ver. Sus pensamientos, sus sentimientos y emociones. Todo se lo había entregado a ella.

“Eres mi única amiga ¿lo sabes?”. La luna solo se limitaba a observar a la triste joven, sentía pena por ella, como todos. Ellie era fuerte, era una arma después de todo, pero no le era permitido sentir porque ¿Cómo una espada puede valorar la vida de a quién mata? Imposible, sería un arma inútil si no matará solo por considerar que merece la vida su oponente.

La rubia arrecostó su mentón en sus propias piernas, haciéndose "bolita", las rosas seguían igual de hermosas que la primera vez que las vio. Eran la creación de su padre, todo lo que él creaba era perfecto.

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“Señorita Ellie, el vestido necesita ser más ajustado de la cintura”. Le dijo la diseñadora mientras volvía a copiar las medidas de la cintura de Ellie, ya solo faltaban un par de días para su debut en la alta sociedad y faltaban los últimos detalles. Todo debía salir perfecto.

El vestido estaba inspirado en Ellie. Un azul profundo que haga juego con sus ojos de zafiro, con destellos plateados que recuerden a las estrellas en el cielo nocturno. Hecho de seda y tul de alta calidad, con incrustaciones de pequeñas gemas que brillen sutilmente con cada movimiento, su diseño A-line con una cintura bien definida que fluye hacia una falda voluminosa, dando un aire de gracia y majestuosidad y con un escote en forma de corazón que resalte su cuello y clavículas, adornado con delicados bordados de hilo de plata. El vestido no posee mangas, para mantener la atención en el detalle de las clavículas y permitir que se vea la piel ligeramente iluminada por el brillo de las gemas.

Para complementar el vestido elegante de Ellie, los zapatos y las joyas deben ser igualmente sofisticados y refinados. El estilo de estos serian unos racones stiletto de punta cerrada, azul medianoche con detalles plateados para armonizar con el vestido. Hecho de satén suave con incrustaciones de cristales que reflejen la luz sutilmente con una delicada correa de tobillo con un pequeño dije en forma de rosa, haciendo eco del motivo floral del vestido.

Un sencillo, pero elegante collar de plata con un colgante de zafiro que caiga justo sobre el escote, resaltando la zona y complementando sus ojos. Pendientes de gota de zafiro y diamantes, no muy largos, para no distraer de la simplicidad del vestido. Una pulsera de tenis de plata con zafiros incrustados, añadiendo un toque de brillo a su muñeca y un anillo de cóctel con un gran zafiro rodeado de diamantes, un punto focal sutil pero impresionante.

Al archiduque se le había dado el palacio de la emperatriz en honor al compromiso entre el príncipe heredero y Ellie, el cual llevaba siendo preparado desde hace más de una semana. El salón había sido supervisado por Dietrich quien se aseguró que todo saliera perfecto.

Para el debut de Ellie, el salón debe ser tan magnífico como su presencia. La entrada tiene detalles en plata forjada, da la bienvenida a los invitados. En el interior colocaron candelabros de cristal que cuelgan majestuosamente, proyectando una luz cálida y acogedora, las paredes fueron decoradas con paneles de madera tallada y espejos dorados que reflejan la luz y crean una sensación de espacio infinito. El suelo con un diseño intrincado que guía a los invitados a través del salón, las mesas redondas con manteles de satén azul y centros de mesa bajos que no obstruyan la vista, permitiendo la conversación fluida entre los invitados; donde podías encontrar arreglos florales elegantes y discretos, con rosas azules y blancas, que complementan el tema del vestido de Ellie.

Su compañero en su debut es su padre debido a que el compromiso con Arthur todavía no era oficial, primero Ellie debía hacer su debut para volverse la futura esposa del príncipe. Ese era su destino o al menos eso ella creía.

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