Viaje a México

No pude salir anoche, por mal tiempo decidimos viajar hoy muy temprano, Eleonora me pidió acompañarnos, ya que ella era su amiga y a ella no se le iba a ocultar, Enrique y Eduardo no me desampararon en ningún momento.

Llegamos al aeropuerto Benito Juárez en horas del mediodía, Alfredo el detective nos esperaba con unas camionetas negras en la pista privada , resulta que yo lo conocía, el era el muchacho espía de la universidad, siempre con una grabadora y un micrófono oculto en su chaqueta todos en la universidad lo molestaban al verme se rió, ya que yo era la que nunca se burló de él y lo había salvado de ser expulsado en dos oportunidades, Eduardo se puso celoso al ver cómo me trataba, me contó como fue su vida después de salir y como hoy tiene la mejor agencia de investigación del mundo, cuando le conté a lo que venía me dijo que mi madre la llamaban la momia viva de Guanajuato, que era muy respetada y que el pueblo cuidaba que nadie se metiera con ella , que muy pocas personas se le podían acercar, ya que siempre unos indios la rodeaban no permitiendo que nadie la molestará, que vivía en un sembradío de flores exóticas que ella los había enseñado a cultivar, que era la fuente de trabajo más fuerte y grande de la región que era más famosa que el cultivo de los agaves, cultivo primario del país.

Nos dirigimos al hotel, para planificar la manera de llegar a ella, en eso Eleonor nos dijo que estábamos haciendo un lío que ella la llamaría para pedirle verse y, ya que a ella no se le iba a negar. Me reí porque Eleonora tenía razón ellas eran amigas, Alfredo puso en duda lo expuesto por Eleonora, pero acepto probar la sugerencia de esta, esperando se nos dé sin mucho problema.

Procedimos a hacer la llamada en voz alta, con temor de que no quisiera recibirla. Pero no quedamos sorprendidos al oír la voz alegre de la mujer cuando Eleonora dio su nombre, le dijo que estaba aquí en Guanajuato y que quería verla, ella le dio la dirección y le dijo que la esperaba en la casa, que se quedaría en la casa con ella, ya que tenían mucho de que hablar. Nos preparamos y salimos rumbo a la finca mi sorpresa fue el nombre de la fina se llamaba mi Niña Mónica.

El ver ese nombre a la entrada me sacaron unas lágrimas Enrique me abrazo y me dijo Mamá ya tu sufrimiento llega a su fin, yo estoy contigo, nunca las dejaré solas, cuando bajamos nos acompañaron a una gran sala hermosamente decorada con artesanía autóctona mexicana, dónde los colores hacia una armonía del color, grandes corredores con patios centrales era una casa muy acogedora.

Al fondo del patio se oyó una voz muy dulce y al mismo tiempo fuerte, que cuando vio a Eleonora se abrazaron y lloraron las dos por un buen rato, de repente se dió cuenta de nuestra presencia y pregunto con duda y ellos quienes son y Eleonora solo le dijo tu hija y tu nieto. Ella quedó estática y se desmayó, me asusté pero Enrique la cargo y la acostó en un gran sofá que se encontraba en la sala, luego salió una señora gorda de crinejas con un frasco con unas ramas y se lo puso en la nariz y le puso en la frente, ella poco a poco volvió en sí y se quedó viéndome y veía a mi hijo y me abrazo llorando y pasando su mano por mi pelo y mi cara solo lloraba yo la abrace y le dije tranquila ya estamos juntas y nadie nos va a separar. Ese fue el gran encuentro con la mujer que por muchos años desie tener a mi lado y que por maldad de otras personas no la tuve.