Rocío una mujer de treinta años de edad, su cabello de un castaño claro semi arreglado recogido en un rodete, lleva puesto un vestido superescotado de un azul intenso brillante enseñando gran parte de su pecho, en su cuello adornado por un collar de perlas blancas aunque en realidad a ella le hubiese encantado que su amado esposo le compré originales, pero bueno con el puesto que tiene actualmente en la empresa, deberá de esperar unos dos o tres años más para poder darse con ese lujo. Se sacó los tacones de color negro bordo los lanzó en alguna parte del pasillo del departamento, encendió las luces camino descalza hasta la cocina, justo cuando está por abrir la puerta de la heladera.
Se paso casi toda la noche recorriendo la ciudad, en búsqueda del restaurante en el que iban a pasar en su séptimo aniversario, busco en todos los restaurantes elegantes de la ciudad, y nada, trato de comunicarse con Teodoro pero tambien nada. Su esposo le hizo una promesa, y le aseguro que estaría juntos en el día de hoy, que tendrán una romántica velada y lo peor de todo es que ni siquiera apareció, la abandonó. Soltó un suspiro de frustración.
Ese día se comunico con el trabajo de su marido, porque no podía dar con él, los de la oficina le dijeron que se retiro temprano, ella supuso que se fue una o dos horas antes de lo habitual, como a eso de las tres o cuatro de la tarde, ya que el horario de salida suele ser a eso de las cinco o cinco y media de la tarde todo depende de la situación y de las circunstancias.
Esta realmente cansada, frustrada, molesta, sobre todo está decepcionada, como es posible que su marido, Su marido la dejo plantada, abandonada en este día de gran importancia, solo hace tan siete años que se caso con el hombre que no solo le prometió la luna, sino que el mundo, aquellas promesas de amor bajo una noche estrellada, que nunca le llegaría a faltar nada en la vida, sin embargo, justo en este día la decepciono como ningún otro día.
Sus ojos negros azabache como la obscuridad de la noche se fijaron en la pequeña nota pegada en la puerta del refrigerador la tomó entre sus manos, se percató que es la misma letra de su esposo. Sus ojos leen cada sílaba, palabras, que conforman tres oraciones y un simple párrafo, haciendo que en la boca del estómago sienta un malestar.
-"Siento no haber sido lo suficientemente bueno para ti, te deseo felicidad. Pronto sabrás de mí y de mi abogado. Teodoro Thompson"- Rocío terminó de leer en voz alta, con lágrimas en los ojos.
En el día siguiente, en el lugar de trabajo de Teodoro, como siempre puntual, pero a diferencia de otras ocasione, que el hombre llega con una sonrisa reluciente al trabajo y una alegría que tiende a contagiar y de simpatizar con sus compañeros de trabajo, está vez lleva puesta una sonrisa, una simple sonrisa, una sonrisa en la cual se ve que es totalmente forzada, como si quisiera demostrar que su mundo está obligado a sonreír para los demás y para hacerles saber a sus compañeros que todo está perfectamente bien. Él no es tonto, se percató de cada una de las miradas penetrantes que le dan sus compañeros, como desvían la mirada y fingen concentrase en su trabajo, sin embargo, algo en sus interiores algo les dice, que Teodoro no está pasando por un buen rato, Teodoro cree que es mejor de esta manera evitar dar explicaciones innecesarias.
Justo en el momento en que está a punto de tomar su lugar en su cubículo habitual, una mujer de porte serio lleva puesto una camisa color bordo en conjunto con una falda ajustada hasta la altura de las rodillas de un color azul negro junto con unos zapatitos negros. Siendo acompañada por un hombre, un hombre bastante alto, un poco más alto que ella, ella le llega a la altura del codo, la secretaria del CEO mide por lo menos un metro sesenta y nueve, se quedó pasmado e impresionado al observar la altura del hombre, es realmente impresionante.
- Señor Thompson.- una voz femenina lo llamó por su nombre, dejó de mirar al hombre alto para luego mirar de forma directa a los ojos de la mujer.- el señor Ramírez lo está esperando en su nueva oficina.- Teodoro abrió los ojos en sorpresa, se había olvidado por completo del mensaje en donde se le avisa del nuevo ascenso, se refregó el rostro con una mano en señal de frustración y de cansancio.
- Okay, vamos.- menciono de manera sencilla y simple, tomando entre sus manos su maletín que había dejado a un lado junto con su saco, pero antes de seguir a la secretaria de su jefe, se quedo mirando por un breve instante la fotografia que esta encima de su escritorio, la foto que fue tomada en el día de su boda, sonrió con tristeza. La recogió, para segundos después arrojarla en el tachito de basura, esta acción no paso por desapercibida por ninguno de sus compañeros de trabajo.
Una vez que Teo se retiró, los oficinistas entre ellos empezaron hacer especulación con respecto a lo que le está pasando su compañero, algunas de ellas fueron desde pequeñas mentiras e inventar falsos rumores, también se hicieron pequeñas teorías, pero si algo estaban totalmente seguros que las cosas están por cambiar.
Teodoro siguió los elegantes pasó de la sexy y atractiva secretaria del CEO de la empresa. Varios de sus compañeros masculinos han comentado que es la mujer más hermosa y friolenta que han conocido en su vida. Pero él no lo cree de esa manera, su opinión sobre la secretaria es totalmente diferente, es una mujer que le gusta dedicar su tiempo al trabajo. Ha llegado a presenciar como algunos de ellos la han visto con otro tipo de "ojos" y eso lo molesto porque nadie debe de ser objeto de "burla", por supuesto que no se quedó de brazos cruzados, hizo varias denuncias anónimas con RR. HH, fue realmente satisfactorio ver el rostro de esos hombres totalmente derrotados y de aquellas mujeres que querían causar problemas, ver como reciben una cucharada de su propia medicina, que no solamente reciben no un simple aviso sino que también una amenaza de despido y una habitación segura en la cárcel, por intento de acoso.
Observo a la secretaria abrir una puerta de vidrio, primero ingresó la secretaria, después el enorme hombre desconocido y por último él, cuando entro quedó entre pasmado e impresionado al ver con total atención su nueva oficina. Adentro en la oficina se encuentra un hombre mayor de unos cincuenta años de edad con la vista fija en el enorme ventanal, con vista panorámica a la ciudad.
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Comments
Nidia Mojica
Una nueva etapa empieza y que sea para mejor, se me hace que el grandote será el nuevo galán.
2025-02-22
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