capitulo 5

El gremio se había quedado en silencio, al ver a la joven bruja llorar mientras se disculpaba. Por otro lado, Erick se hallaba fuera de sí, sin saber que hacer o decir para que dejara de llorar.

Era su hermana menor quien tenía en frente, pero ya no se veía como la pequeña niña con quien había vivido una temporada en Rusia. Ahora se veía como toda una señorita de su edad, con una belleza que embelesaría a cualquier hombre o mujer de este plano.

Dando un paso adelante, Erick decide tocarle la mejilla, para comprobar que lo que tenía en frente realmente era su hermana y no una ilusión por su falta de sueño.

Al tocar su cálida y húmeda piel, el demonio no puede evitar sentirse aliviado de saber que lo que tenía en frente realmente era su hermana. Aun cuando su apariencia era diferente, sus ojos verdes seguían siendo los mismos, al igual que su aroma y la forma de su sombra.

Por otro lado, Jonathan aún sobre el último escalón, se hallaba sorprendido por lo cambiada que estaba. Era como ver a una persona completamente diferente frente a él, aunque su instinto le decía que se trataba de ella, no podía quitarse de la mente la voz que le decía que no lo era. Pues su aroma estaba mezclado con el olor de la sangre fresca, que normalmente tiene un depredador, luego de devorar a su presa.

-había olvidado lo llorona que eras. -dice Erick casi como un susurro, mientras le limpiaba las lágrimas que seguían saliendo.

-Realmente es ella. -no puede evitar decir Gael, inquieto por el aura divina que le rodeaba.

-Lo es. -le responde Jonathan tratando de convencerse a sí mismo.

-si tú lo dices. -le mira de reojo, notando también la inquietud en su sobrino. -Es una buena noticia que tú hermana se haya recuperado. -mira a Erick y luego a la joven, quien parecía incómoda en el lugar. -puedes tomarte la noche libre. Por lo visto no hace poco despertó, y dudo mucho que le hayan dado de alta tan pronto, por lo que la deben estar buscando.

-entiendo. -le responde su hermano, sin soltarla. -la llevaré a casa por hoy… Si se fue de ese lugar, debió de ser por una buena razón.

A lo que ella solo puede decir casi como un susurro. -perdón.

-debiste estar muy asustada, verdad. -le manifiesta Erick con un tono más gentil mientras le acariciaba la cabeza.

Jonathan al ver como la joven asentía con la cabeza, no tuvo más remedio que decirle. -si es así, enviaré mañana a un doctor para que la revise. -para estar más seguro, ya que algo en la señorita no le parecía normal.

-muy bien. -Erick no discute la decisión del lobo, ya que no quería preocupar a su hermana, así que solo se retira en silencio con el zorro detrás de ellos.

Cuando los tres se retiran, Jonathan no puede dejar de sentir un dolor pulsante en el pecho. Por alguna razón se hallaba más molesto, que aliviado con el despertar de la señorita.

-está bien dejarlos ir así? -le pregunta Gabi con preocupación.

Luego de todo lo sucedido, muchos en el pueblo aún le costaban creer que una pequeña niña fuera no solo un Daimon, sino que también la hija del bosque. Albergando temor y desconcierto en los habitantes más viejos que veían a Caronte como un paraíso donde vivir.

-por ahora solo los vigilaremos. -es lo único que le responde, regresando al segundo piso. -aún hay muchas cosas que se tienen que arreglar… Concéntrate en hacer lo que está al alcance de tu mano.

-sí.

...****************...

De camino a casa, Lilibeth no dice nada por un tiempo, aunque estaba llena de dudas no sabía por dónde comenzar.

-recuerdas la última vez que la familia se reunió. Fue hace tanto tiempo, antes de que estallara la guerra entre las sombras. -empieza a decir Lilibeth, mientras Erick conducía por las calles del pueblo.

-sí. Fue la primera vez que viste a los tíos, y a mi padre.

-la verdad me dio mucho miedo… Ya que era uno de los más viejos en la sala, aparte de papá.

-Neizan, es al igual que yo, un demonio que puede cambiar su apariencia fácilmente. -la mira de reojo. -escuché a la tía Cloe decir una vez, que mi padre era más joven que ella, pero como a mamá le gustaban los hombres mayores, tomó esa forma solo para atraerla.

-Heee… No sabía eso… entonces… Cuántos años…

-madre tiene 44 años, por lo que sé, Neizan era 4 años menor a ella. Debe estar entre los 41.

-eso quiere decir que tú padre tenía 18 años cuando mamá quedó embarazada.

-sí. Supongo. ¿Pero porque la pregunta?

-bueno. La verdad, me vino a la mente, luego de que Ziel digiera que la familia se hallaba en Caronte.

-bueno… En realidad, no se encuentran todos, exactamente. Solo está Víctor, Carlos y Ágata.

-en verdad. -exclama sorprendida de escuchar que su padre se hallaba en el pueblo. -espera. Si mi padre está aquí… Madre.

-ella no esta aquí. Al menos aún no.

- ¿Qué pasó?

-muchas cosas, pero bueno, cuando lleguemos te lo explicaré todo.

Lilibeth lo mira por un momento. -estas… Diferente. -observando lo cambiado que estaba su hermano.

Su cabello lacio les llegaban a los ojos, revuelto y oscuro como la noche. Con brazos largos y manos gruesas. Una nariz perfilada y labios carnoso en dónde se podía ver una cicatriz en la comisura de la boca.

-cuantos años tienes ahora.

- 23. -le mira de reojo. -y tu hace poco cumpliste 18.

-tienes… Tienes pareja.

-aun no.

-puedo…

-Lilibeth. -la mira con molestia, antes de suspirar. -eres mi hermana. Diga lo que diga madre… Solo te puedo ver cómo mi hermana.

-es porque yo… No soy capaz de engendrar. -aprieta la mano en la falda del traje.

-ya tienes. -ase una pausa, frustrado con solo pensar en eso. -No tienes que seguir las tradiciones de la familia… Eres libre de escoger con quien quieres estar.

Mirándolo por un segundo termina diciendo le. -aun… No sientes interés por las mujeres.

-Solo. No he encontrado una con quién quiera estar. -se queda cayado por un momento, dudando si preguntar, pero sabía que no llegaría a nada, así que decide ser directo, aun sabiendo cual sería la respuesta. -realmente perdiste la memoria de los últimos años.

-no del toda. -le quita la mirada. -puedo recordar ciertas cosas, pero es como ver una película en mal estado.

-pretendes seguir fingiendo. -murmura sin dejar de mirar la carretera.

-porque no… Después de todo… Fue ella quien hizo todo eso… No yo.

-sí tú lo dices.

Saliendo del pueblo, Erick se estaciona en una pequeña cabaña hecha de piedras rústica y madera. Bajando del auto, Lilibeth no puede evitar sentir nostalgia al estar rodeada de tanta naturaleza en armonía.

-entremos. -dice Erick señalándole el portón de la cabaña.

Siguiendo a su hermano, la joven bruja entra a la sala dónde se hallaba parado su padre, quien al verla la aprieta en un fuerte abrazo.

-cuánto tiempo ha pasado. -dice acurrucándose en los brazos de su joven padre. -desde la última vez que sentí tu cálido abrazo.

-cuando leí el mensaje de Erick, no me lo podía creer. Realmente eres mi pequeña niña.

-sí lo soy. -se aparta un poco para verle la cara. -solo crecí un poco.

-pensé que nunca más te volvería a ver. -le manifiesta su padre, con un semblante triste. -cuando ella apareció… No me imaginé lo difícil que pudo ser llevar tanta carga desde una corta edad.

-no estés triste. Yo… Yo realmente… Realmente lo siento.

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