capitulo 3

-Lilith…

Abriendo los ojos, de lo que pareció un profundo sueño, la joven bruja, se sienta en la cama del hospital, sintiendo su cuerpo pesado como si hubiera dormido por un año.

Su larga cabellera blanca, cae por sus hombros, mientras esta mira sus manos, aun sintiendo los dedos entumecidos. Observando su alrededor, nota la máquina que monitoreaba sus signos vitales y la percha dónde habían dos bolsas de sueros.

El cuarto estaba a oscuras y las ventanas serradas con las persianas abierta, dejando a la vista el cielo nublado que se iluminaba con pequeños rayos.

-cuánto tiempo estuve dormida. -murmura mirando de reojo al pequeño zorro sentado a sus pies.

“dos semanas. Por lo que escuché.” -le responde moviendo sus colas.

Lilibeth lo mira preocupada intentando recordar su nombre, pero al final se lo termina preguntando. -cómo te llamas?

“-Ziel. Ese es el nombre que ella me dio.”

-Lilith. -cierra los ojos por un momento, sintiendo a su otra mitad aún sumida en sus sueños. -entiendo. Ella aún está dormida. -lo mira fijamente. -tú, sabes quién soy.

“-no lo recuerdas.” -se para y camina hacia ella.

-te lo pregunto, porque recuerdo haber escuchado tu voz mientras dormía en el abismo.

“-comprendo. Pero no creí que despertaras tan rápido.”

-lo sé. -su tono se apaga. Apretando las sábanas entre sus manos dice. -la verdad no esperaba volver a despertar.

“-pretendías darle el cuerpo a ella?”

-Ya no tenía razón para seguir.

“-vi algunos de tus recuerdos, mientras dormías… Tengo una duda al respecto.”

-es por los recuerdos.

“-sí. Acaso tú los borraste antes de darle el cuerpo.”

-no… Es complicado. -mueve su cabello hacia tras. -Lilith y yo, compartimos un mismo cuerpo, pero nuestras personalidades son completamente diferentes. Cuando ella toma el control, cubre el cuerpo con un manto de oscuridad.

“-como una transformación.”

-sí. Y a causa de eso, nuestra memoria queda dividida. Muchos de mis recuerdos quedan sellados hasta que yo tome el control. De la misma forma sucede con ella. Hay cosas que no logro recordar de los últimos años, como el hecho de que tenga un familiar.

“-eso explica muchas cosas.”

-debió ser difícil lidiar con ella. Ya que suele jugar con las vidas de las personas a su gusto.

-no fue tan malo. Pero ahora que estas tú, no sé si las cosas cambiarán.

-yo no soy ella. No me gusta lastimar a las personas sin ningún motivo. -levantándose de la cama, siente el piso frío aún con las medias puesta. -mi cuerpo es aún débil.

El pijama del hospital era largo y de color rosa pastel, que la hacía ver más pálida de lo normal. Al tratar de caminar, pierde el equilibrio, quedando sentada en la cama.

“-quieres mi ayuda.”

-no... Tú también acabas de despertar, no quiero que malgastes la poca energía que tienes en mí.

“-soy tu guardián.”

-eres guardián de ella. -le mira de reojo con un semblante triste, que lo desconcierta.

Volviéndolo a intentar, la joven logra pararse y dar dos pasos antes de recostarse a la pared del baño. Entrando en él, se mira en el espejo al perder la luz.

Su rostro se hallaba demacrado, y el cabello revuelto, había perdido mucho peso y ahora se le veía la clavícula más que antes. Por otra parte, parecía haber crecido algunos centímetros y su cuerpo ya no se veía como la de una niña.

-deberías cambiarte, si aún quieres dar un paseo por las calles. -comentó Ziel, en su forma humana, extendiendo le la ropa que habían dejado en uno de los muebles de la habitación.

-no es justo. -le mira sorprendida al ver al chico parado en la puerta. -eres más lindo de lo que esperaba.

Aquellas palabras lo divirtieron, dándole una sonrisa coqueta le pregunta. -quieres que te ayude a cambiarte?

A lo que ella sonrojada niega con la cabeza. -puedo sola. -agarrando la ropa, le cierra la puerta en su cara.

-segura. -dice Ziel apareciendo detrás de ella.

-no hagas eso. -le regaña con la ropa apretada en su pecho.

-segura que puedes hacerlo tú sola. De milagro te puedes mantener parada. Podrás quitarte la ropa y ponértelo sola.

-sí puedo. -sus mejillas se sonroja, divirtiendo lo aún más. -acaso a ella también le cambiabas la ropa.

-no. Pero si la he visto desnuda. La verdad no siento interés sexual hacia ustedes dos. Pero como soy su guardián tengo el deber de cuidarlas.

-lo dices en serio. -aun dudosa, lo mira, pero no es capaz de dejarla tocar con esa cara.

-sí quieres cambio de forma. -suspira, volviéndose una hermosa mujer con una apariencia parecida a la de ella. -así está bien. -incluso la voz era otra, pero seguía siendo él, eso se lo decía el aura a su alrededor.

-supongo. -le entrega la ropa nuevamente.

Quitándose la ropa del hospital, deja que el zorro la limpie con un trapo húmedo, antes de ayudarle a ponerse el sostén y luego el vestido con línea al cuello y falda hasta la rodilla, dejando a la vista los hombros, las mangas eran largas y anchas hasta las muñecas. Junto con botas negras que le llegaban a la rodilla, que combinaba con el vestido de color verde oscuro.

El cabello se lo dejo suelto, con una trenza por encima de las orejas. Dejando a la vista el cascabel en su oreja derecha.

-listo. -manifiesta el zorro con orgullo.

-Gracias.

-de nada. -le sonríe dulcemente, agarrándole la mano exclama con diversión. -es hora de irnos.

-sí.

Apareciendo sobre el techo del hospital, la joven bruja se sorprende de la hermosa vista que tenía en frente. El pueblo se hallaba alumbrado y lleno de vida a pesar de las oscuras nubes que cubría el lugar.

-debe ser temprano todavía. -comenta Ziel, volviendo a su forma masculina. -normalmente este lugar queda en silencio luego de las 12 de la noche.

-no puedo percibir muchos humanos en este lugar.

-estamos en Caronte, un pueblo oculto entre las montañas de España.

-España? -exclama sorprendida. -cuando… ¿Como… Porqué?

-no lo sé con exactitud, pero al parecer tú y tu familia se metieron en muchos problemas y ahora están aquí.

-mi familia? Ellos se reunieron.

Ziel al notar nuevamente el tono decaído, trata de cambiar de tema rápidamente. -porque no vamos a caminar un poco.

-está bien. -se golpea las mejillas con las manos, para dejar de pensar en cosas triste. -vamos.

Cargándola entre sus brazos, salta de la terraza a un árbol cercano, y luego en otro hasta caer sobre el techo de un local. Dando otro salto, caen en un callejón oscuro, en dónde la baja. Tomándole la mano, la lleva por los callejones hasta llegar a la plaza comercial en dónde ella no puede dejar de sorprenderse por la cantidad de seres no humana que se hallaba por todos lados.

Mirando los alrededores mientras caminaba aún agarrados de las manos, empieza a sentirse con energía gracias a la ayuda del zorro.

-eso es un perro en dos patas. -murmura asombrada al ver como el hombre tenía una apariencia humanoide, peluda, pero con un buen gusto en ropa. -haya hay otro. Y por ahí.

-en este lugar los seres de muchas razas conviven entre sí. Orco, Gorgonas, goblins, arpías, hombres bestias, entre otros.

-increíble. -dice con entusiasmo, soltando su mano.

Al hacerlo, la energía que sentía se fue desvaneciendo, dándole la sensación de hambre y sueño, nuevamente.

-comamos algo. -comenta el zorro volviendo a agarrarle la mano.

-suena bien.

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