Sentada en un banco con vista a la fuente en medio de la plaza, la joven bruja, no para de admirar todo a su alrededor, curiosa por saber como funcionaba cada cosa en el lugar.
-aquí tienes. -le entrega un batido de fruta, ya que su cuerpo todavía no podía comer cosas sólidas.
-gracias. -tomando el vaso de plástico, se hace a un lado para que el zorro se siente.
-está rico?
-sí. “aunque me gustaría un poco de sangre.”
-eso será difícil de conseguir. -le responde colocando una mano en su mejilla.
-lo sé.
-ven. -la acerca a él, para mantenerla caliente, debido a que su temperatura no había subido ni un poco. “Si tomas sangre… Te sentirá mejor.”
-es lo que ella tomaba cuando el cuerpo no daba más. -le mira el cuello, sintiendo un aroma familiar en él. -así se mantenía fuerte.
-no recuerdo haberla visto tomando eso… creo. -dice pensativo tratando de recordar los momentos que estuvo a su lado.
-no tiene que ser mucho. -menciona recostando la cabeza en su pecho. -un pequeño frasco es suficiente.
-muy bien. -se para, mira su alrededor por un momento antes de extenderle la mano. -vamos.
Lilibeth sin saber que haría el zorro, solo le sigue la corriente. Dejando que la llevara nuevamente a los callejones, pero en esta ocasión a unos más alejado y silenciosos.
Bajando por unas escaleras, llegan a un pequeño poso frente a un edificio antiguo y en ruinas. Llevándola dentro, empieza a escuchar la voz de dos hombres, junto al grito de una mujer, cada vez que se adentraban más al deteriorado lugar.
-pero que ruidosa es está perra. -manifiesta malhumorado uno de los hombres.
-es mejor que dejes de gritar, o te dolerá más cuando entre. -le dice el otro con diversión.
“espera aquí.” -le dice mentalmente mientras le soltaba la mano.
Recostándose a la pared, mira como el zorro entra en la habitación donde se hallaban esas desagradables personas. Luego de escucharlos amenazarlos, un fuerte ruido se escucha seguido del grito de la mujer.
“-puedes entrar.” -le avisa, a la vez que ella empieza a oler la sangre que la hace sentir más hambrienta.
Acercándose a la habitación, comienza a percibir con más fuerza el aroma a sangre, la cual salía de los dos hombres noqueados a un lado del cuarto, mientras que la mujer, era desatada por el zorro.
-cuando salgas, puedes llamar a la policía. -le indica a la mujer al ayudarla a pararse. -mi hermana y yo nos aseguraremos de amarrarlos para que no escapen.
-sí… Gracias.
Haciéndose a un lado, mira como la chica se va corriendo a la salida.
-es mejor que te apures, antes de que la policía llegue al lugar. -se para a su lado con una sonrisa. -no te preocupes, están inconscientes.
-bien. -es lo único que dice al caminar hacia uno de los hombres con un aroma dulce.
Arrodillándose a su lado, toma su brazo y le mueve la manga de la camisa. Mordiendo la parte sin vello, empieza a saborear la sangre caliente en su boca, sintiendo como su cuerpo se fortalecía. Lamiendo la herida, termina curando la mordida para no dejar rastro.
Al pararse, siente el cuerpo más ligero y lleno de vida. Sus labios ahora tenían mejor color, al igual que su piel. Alejándose del hombre, toma el brazo del zorro quien seguía vigilando en la puerta.
-terminé. -le dice con más entusiasmo que lo tranquiliza.
Tocando su frente, siente su cuerpo más caliente. -qué bueno. -le sonríe dulcemente. -es hora de irnos.
-sí. -mira a los hombres en el suelo. -no los ibas a amarrar.
-cierto. -truena dos dedos, haciendo aparecer dos sogas que se enrollan en los hombres, con un lazo al final. -listo.
Tomándola por la cintura, vuelve a aparecer frente a la plaza comercial, dónde las personas empezaban a marcharse a sus hogares.
-se está siendo tarde. -comentó el zorro mirando a las personas caminar a su lado.
-a dónde vamos ahora? -le pregunta al ver que los locales empezaban a guardar todo.
-bueno… Si no mal recuerdo, la casa fue destruida.
- ¡He! En serio. ¿Qué pasó?
-bueno. -la mira fijamente por un momento. -la verdad tampoco lo sé. Mientras dormía, escuché a Carlos decir que los escombros de la casa tenían rastro de magia oscura.
-que malo. -mira a su alrededor. -entonces, en dónde estarán viviendo ahora… Hemos caminado por un largo rato por el pueblo y aún no he sentido la presencia de mis hermanos, ni de mi padre o, de madre.
-yo menos. Esperaba que vinieran a vivir a uno de los hoteles del pueblo, pero parece que no es así.
-talvez… Mi padre arregló la casa… Es un mago después de todo.
-supongo. -aprieta su mano, mientras observaba la calle que daba al gremio. -talvez él esté ahí.
Yendo por la avenida Elfiria, empiezan a caminar por un barrio más antiguo con edificios construidos de piedras, con caminos de ladrillo.
-que lindo. -murmura ella cada vez que pasaba por un local rústico pero elegante.
-ya estamos aquí. -comenta el zorro al vislumbrar el edificio con el cartel en grande que decía Klein. En dónde varias personas inusuales entraban y salían del lugar.
-ese lugar parece peligroso. -dice percibiendo la energía que fluía alrededor del edificio.
-ahí trabaja Erick. -señala Ziel, animando la a seguir.
-de verdad. -le mira dudando por un momento, pero conociendo a su hermano, tampoco podía negar que a él le gustaba estar en lugares peligrosos.
Siguiendo al zorro casi a rastras, llegan a la entrada del gremio, en dónde un aroma familiar le motivó a entrar. Ya dentro, siente como las miradas se posaban en ella mientras avanzaban a la recepción.
-Lilibeth. -la llama su hermano desde el balcón del segundo piso.
-hola. -le saluda con una mano, aliviada de ver una cara familiar.
-como… Cuando… Despertaste. -dice Erick, al bajar por las escaleras con Gael y Jonathan detrás.
-no hace poco. Ziel, me dio un paseo por el pueblo y me dio de comer. -aprieta la mano que aún sujetaba el brazo del zorro.
-ya veo. -es lo único que puede decir, al sentir un nudo en la garganta.
-este lugar… Este pueblo, es interesante. -fuerza una sonrisa, mientras sentía como su estómago se revolvía. -es la primera vez que veo un lugar con tantos seres conviviendo entre sí.
-primera? -repite sintiendo un mal presentimiento. -dime, que es lo último que recuerdas.
-lo… Último… Bueno. -ase una pausa para pensar en que decir para no preocupar lo más de lo que ya estaba en ese momento. -fuego.
-fuego?
-sí, dentro de una bodega.
-acaso hablas… Del incendio en las bodegas Alain en Suiza.
-Perdón… Es lo último que recuerdo.
-eso fue hace cuatro años. -mira a Ziel, quien solo suspira con cansancio.
-parte de sus recuerdos se sellaron luego de tomar el control. No me preguntes cómo, porque tampoco lo sé.
-entiendo. -se lleva una mano a la cabeza. -cuando ella apareció, sucedió lo mismo.
-Lo siento. -no puede evitar decir Lilibeth sintiendo su pecho apretado.
-no es tu culpa. -le dice Erick a mirarla, sorprendiéndose por las pequeñas lágrimas que salían de sus ojos, algo que no había visto en años.
-lo sé. Pero aun así… Yo la dejé se libre aun sabiendo como era ella… Lo siento… Lo siento mucho. -las lágrimas no dejaban de salir, el miedo de ser odiada por su hermano era lo que más temía en el mundo, ya que era lo único que tenía, que la hacía seguir adelante en un mundo tan cruel, en el que había crecido.
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