Capitulo 3

Semira

El viento estaba volviéndome loca. Hacía que mi cabello se pegara en mi rostro y no me dejaba ver con claridad el camino en el que estaba yendo. Pero nada podía ponerme de mal humor. Debía estar más segura que nunca de mí misma.

Me frené al ver las letras rojas de "Empriendas McRocket". Tragué saliva. Cambié de lugar mi piedra de Odin de un bolsillo a otro. Éste me protegía.

Subí por las escaleras, los ascensores me espantaban desde pequeña. Según nuestra lengua, nos deja un mal sabor de boca, es decir, nos deja ver nuestra ansiedad. Y eso no iba a permitirlo.

—Buenos días señorita. ¿Usted tenía la cita de las cuatro?—me pregunta una muchacha bastante cálida. Parecía estar algo distraído con su celular, pero intentaba escucharme.

—Sí. He venido por mis ventas en mercadeo. Me he anotado en su página y me dieron hoy la cita.—continué mientras sostenía mi maleta marrón con fuerza.

—Mmm, bien. Pase por favor, por aquí.—me dirigió hasta la enorme puerta que se abría por sí sola apenas me acerqué.

—Gracias...

—Señor ha venido otra de las entrevistadas en ventas.—agregó ella mientras yo me acomodaba en el asiento. El hombre en cuestión estaba mirando por la ventana. Parecía haber terminado una llamada.

—¿Quién eres?—cuestionó él.

—Semira.—levanto mi mano para que la apriete, pero no hubo respuesta.

—¿Y cuál es tu idea? ¿De qué vienes a hablarme?

—Del mundo espiritual.

—¿De qué específicamente?

—De la videncia. El tarot y las cartas. Todo lo que una persona necesita escuchar antes de que suceda.—continué.

—¿No tienes algo más interesante? ¿Acaso eres una bailarina árabe?—me cuestionó mientras mordía su lapicera en su labio inferior.

—¿Qué? No soy ninguna bailarina árabe.—proseguí revoleando los ojos.

—Por tu vestimenta lo dije.

—Es porque soy Gitana. Una real.—expliqué.

—Oh. Creí que era parte de tu...oficio.—respondió él arrogantemente.

—Soy una vidente profesional.

—¿Y cómo crees que eso ayudaría a la empresa?—cuestionó.

—Es un nuevo punto de vista para las comunidades. Algunos creen y otros no, y lo sé, pero no hay nada mejor que un "despertar", como lo llamamos nosotros, para empezar nuevos ciclos. Como el suyo.

—Disculpa. ¿En qué momento han aprobado tu solicitud?

—Me ha llegado anoche el correo. ¿Por qué?

—Es que no creo que lo que viene a ofrecerme tenga algo que ver con lo que buscamos mi empresa y yo. Es sólo porque...

—¿Usted, señor Sylvester, ha entendido lo que dije o sólo escuchado?—proseguí. Me enervaba el pensar que quería quedar mejor que yo siendo un ignorante por completo.

—No es tan difícil entender lo que intentas...

—Disculpe, señor... su abogado, Arthur está aquí. Viene en busca del nuevo contrato.—interrumpió la secretaría Katia.

—Bien. Gracias por informar. Dile que me reuniré con él más tarde.

—No hay necesidad de eso. Necesito repasarlo antes de mi viaje, Sylvester.—agregó su flamante abogado que intervino unos segundos después de que ingresara su asistente.

—Oh Arthur. Necesito terminar la conversación con ella y proseguiría contigo. Debemos hacerlo en privado.—explicaba él mientras se levantaba de su silla.

—Repito. No es necesario. Simplemente vengo a retirarte los papeles. Y... ¿quién eres tú, jovencita?

—Semira. Me anoté en la pasantía del rubro de concejal espiritual.—expliqué directamente.

—Mmm nunca había oído de eso.

Acércate unos segundos, Sylvester.—continuó su abogado mientras él se acercaba. Noté que hablaban por lo bajo, pero no podía comprender exactamente sus palabras.

Unos minutos después, Sylvester se dirigió hacia mí.

—¿Sabes lo que necesito en este momento? Repasar lo que me has dicho cuando te vayas. Te llamaré si creo que serías conveniente.—agregó acomodándose las mangas de su camisa.

—¿Cómo me llamaría si no nos ha pedido nuestro teléfono en la solicitud?—concluí resoplando y saqué de mi bolsillo una tarjeta con mi número, apoyándola sobre su escritorio. Él me miró sorprendido.

Salí nuevamente por la puerta. Era impresionante la capacidad que estaba aguantando para no maldecirlo. Debía intentar que me ganara su confianza y lo podía echarlo a perder por mi orgullo.

Caminé hasta el apartamento que rentaba. Estaba a tan sólo unas pocas cuadras.

—¿Qué te ha dicho?—me cuestionó Andrew mientras intentaba abrir la puerta con la llave.

—Lo que supuse. Me hablaría si cree que encajaría en su empresa. Algo que me parece patético porque ni él parece encajar en la suya.—cuestioné y él largó una risa que hizo que me diera vuelta a verlo reaccionar.

—Se perderá de una gran aliada.

—De eso no cabe duda.—dije finalmente cuando logré entrar.

Decidí prepararme mi cena. Estaba muy hambrienta. Había pasado, después de la tediosa reunión con el tal Sylvester, toda la tarde en busca de las cosas que necesitaría para seguir insistiendo con el señor arrogante. Había gastado más de lo que esperaba.

Me deleité con mi plato de Andrajo. La típica comida gitana que consiste en un guiso de tortas de harina con un sofrito de tomate, cebolla, ajo, pimiento rojo, a veces bacalao y otras conejo, pero éste último me parecía un espanto. Así que no había forma que lo consumiera.

Me recosté en la cama y apagué el velador. Recé mi conjuro gitano e intenté dormir. Siempre me había costado conciliar rápidamente el sueño. A veces, incluso, llegaba a no dormir en todo el día.

Un momento después el teléfono comienza a sonar. Me levanto y atiendo. Supuse que se trataba de aquellas personas que me "contrataron", pero no, era el mismo Sylvester McRocket, que me confirmaba que podía aceptar mi propuesta. Pero debía entrevistarme una vez más. Y debía ser mañana. No podía creer que esperó a esa hora para decirme eso. Y, a pesar, de que mi gasto había sido en vano, me alegraba de que estaba cumpliendo lo que había prometido.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play