La Reencarnación De Mi Amada

La Reencarnación De Mi Amada

Prólogo

A las afueras de la ciudad, 1853

—¡Raven! ¡Sal de una maldita vez! ¡Raven, sé que estás aquí! —Faye cogió un mechón de pelo y tiró de Claire hacia arriba arrancándole un grito de su boca—. ¡Raven!¡La mataré! ¡Si no te dejas ver, juro que la mataré lentamente!

Agarró con una mano las muñecas de ella y, con la otra, le dio un tirón al cabello para inclinarle la cabeza y exponer el cuello. Acercó su labios y los colmillos se alargaron y afilaron rozándole la piel.

—¡Detente! —gritaron en las sombras.

—¡Raven, no! —exclamó Claire suplicándole.

Faye la zarandeó sacándole otro chillido.

—Suéltala, Faye. Ella no tiene nada que ver en esto.

—No lo creo, Raven. Te importa, ¿verdad? —replicó hablando con acento por los colmillos.

Raven salió de la oscuridad que le había servido de protección desde que había llegado segundos antes para valorar la situación en que se encontraba. Sus pantalones negros estaban rasgados y llenos de barro y lodo dejando ver parte de sus largas piernas con cortes y heridas sangrantes. La camisa blanca dejaba constancia de los amplios hombros y un pecho musculoso; una fina capa de vello oscuro se transparentaba sobre lo que quedaba de ella. En una de las mangas, así como en el costado derecho, se hallaba una mancha negra que pegaba la ropa en esas zonas.

Estaba despeinado, su lazo apenas recogía su cabellera negra y larga detrás de la cabeza, y sudoroso. Los ojos azules eran lo más llamativo de su rostro afilado y pálido. Había ira y temor por igual posando la mirada tanto en Faye como en Claire.

—¿Has tenido problemas por el camino? —le preguntó con ironía.

—Ya sabes la respuesta. Tú los mandaste tras de mí.

—Pensé que en estos años ya habrías ganado más experiencia en las batallas.

—Déjala ir, Faye.

—¿Crees que va a ser tan fácil, Raven? Tú te llevaste a mi esposa. Ahora yo haré lo mismo con la tuya.

Raven avanzó hacia él hasta que sintió la alerta en su mente. Varias sombras negras de ojos rojos se situaron detrás de Faye y Claire.

—Smokous... —susurró refiriéndose a las apariciones.

Físicamente parecidos a los lobos, los smokous eran sombras oscuras tan poderosas como el señor al que servían. Tenían colmillos que podían desgarrar tejido, músculo y hueso de un solo bocado y sus ojos eran capaces de crear fuego para cercar a sus víctimas.

—Sí. Me alegro que los conozcas. Así no tendré que explicarte nada.

Faye lamió el cuello de Claire y ésta tembló. Sollozó intentando apartarse sin resultado.

—Huele bien y sabe a gloria por fuera. ¿La has probado, Raven? ¿Has hincado tus colmillos en ella, hermano?

—No te atrevas... —amenazó sin poder moverse para no alentar a las bestias a atacarle.

Ambos mantuvieron la mirada fija en el otro, retándose. Esperaban un movimiento que desatara lo que estaba por llegar. Fue Faye quien acercó sus colmillos a la suave piel de Claire rasgándola y un hilo de sangre se deslizó a lo largo. La lamió hasta llegar a la herida, cerrándose en el momento en que la saliva de éste la rozó.

—¡Joder! Está buenísima, Raven. Dime que la has probado —exclamó eufórico por el sabor de ese líquido.

—Deja a mi esposa irse, Faye. No es como nosotros.

—No. No la has convertido aún. ¿Planeabas hacerlo? Los humanos envejecen rápido, Raven. Llevas casado cinco años con ella ¿y no le has mostrado tu verdadero ser? ¿Le has dicho siquiera el monstruo que eres?

—Raven... —gimió Claire suplicando que la ayudara.

Él la miró incapaz de prestarle auxilio en esos momentos. Estaba solo contra tres smokous y Faye. No tenía muchas oportunidades de salvarla, o de salvarse él mismo.

—Sí, Raven... Inténtalo... —le dijo con una sonrisa antes de inclinar la cabeza y clavarle los colmillos en el cuello.

El grito de Claire perforó sus oídos y corrió hacia ellos. Tenía que rescatarla porque, de lo contrario, él moriría si no estaba a su lado.

Las bestias se separaron de Faye, ocupado en acabar con la vida de la muchacha al tiempo que se daba un festín con ella, y le hicieron frente a Raven. Éste golpeó al primero enviándolo varios metros fuera de su dirección y detuvo al segundo con su poder mental lo suficiente para clavarle el cuchillo que llevaba escondido tras la espalda, en el corazón oculto en el cuello. Cayó al suelo y su cuerpo se deshizo en apenas unos segundos cuando el tercer smokous alcanzó a Raven y lo empujó con sus patas hacia la tierra. Rodó por ella evitando las dentelladas que lanzaba el animal en un intento por encontrar una forma de controlarle y arrancarle el órgano de su poder.

Un círculo de fuego se creó entre ambos y Raven siseó al sentir en su hombro la quemadura indicándole que no podría avanzar más. Estaba sobre el animal pero tenía sus manos ocupadas en mantenerlo inmovilizado.

Los colmillos de Raven crecieron con rapidez y se abalanzó hacia el cuello desgarrándolo con violencia buscando el corazón del mismo y arrancándolo con dureza. En el momento en que este fue extirpado, el smokous gruñó y se desintegró entre sus manos.

Sus sentidos le alertaron entonces del tercero justo antes de que soltara las llamas y presentara batalla. Se dio la vuelta dejando que la sangre del animal que acababa de matar se derramara por su cara y goteara por la ropa. Desvió la vista al observar a Faye soltar a Claire quien cayó inerte. Éste lo miró y le sonrió. Se despidió con la mano antes de desaparecer y, junto a él, la última criatura viva, a regañadientes, por tener que dejar con vida a su presa.

Raven saltó las llamas y corrió hacia su amada limpiándose los rastros de sangre de la boca y escondiendo los colmillos. No quería que lo viera así.

Se arrodilló a su lado y recogió a Claire acunándola entre sus brazos.

—Claire, pequeña, estoy aquí... —percibió el débil latido de su corazón y la palidez de su piel. No le quedaba mucho tiempo.

Ella abrió los ojos llorosos y lo miró.

—Raven... por favor, no me dejes morir... —le suplicó.

Las lágrimas afloraron y negó con la cabeza.

—No puedo, pequeña. No puedo condenarte a esto. Lo hemos hablado, no puedo hacerte ser un monstruo como yo...

—Raven, por favor... hazlo... conviérteme... no quiero morir... —sollozó sintiendo que su vida se agotaba.

—No puedo... esto no es vida... —negó de nuevo abrazándola con fuerza para sentirla contra su cuerpo—. Por favor, aguanta Claire, no me dejes...

—Raven... —susurró en su oído antes de exhalar su último aliento.

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Comments

Maria Briceño De Barreto

Maria Briceño De Barreto

Porque no la convirtió siendo la esposa la mujer que ama

2024-08-20

2

Mitsuki G

Mitsuki G

Así que Raven es vampiro pero no lo acepta y no quiso transformar a su amada siendo matada por uno en contra de él

2023-11-25

5

Aracelis Durango

Aracelis Durango

Interesante. Me gusta

2023-11-24

3

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