Raven la empujó hasta la pared frente a su puerta sin dejar de besarla, demostrándole lo encendido que estaba por ella. Carlie apenas podía llevarle el ritmo, era como si él exigiera cada vez más y más y empezaba a faltarle el aliento. Sin duda era un amante intransigente.
Notó sus manos subiéndole la camisa que llevaba y el roce de sus yemas sobre su piel la quemó.
Gimió dentro de su boca y Raven la correspondió con un gruñido antes de empujarla y situar su cuerpo más cerca del de ella. Podía notar una protuberancia en su vientre cada vez mayor que hacía que se contrajera y comenzara a empapar sus bragas.
****************
El paraíso... Había olvidado lo que se sentía en él. Tener en brazos a una mujer fogosa como ella, sentir sus labios pegados sobre los de él, sus lenguas en plena guerra de poder por imponerse una sobre otra y derribar las barreras del otro.
Carlie era puro fuego en sus manos. No se dejaba llevar, estaba intentando resistirse a él con todas sus fuerzas pero no pensaba dejarla escapar. Él había dado el paso e iba a seguir adelante. Quería más de ella desde el segundo que sus labios empezaron a rozarse.
Sus relaciones con encendían todo su ser y también el de ella pero con esa joven... No estaba ardiente; estaba en llamas por ella y no se apagarían hasta que estuviera enterrado en lo más profundo.
Sólo así lograría apaciguar ese estallido de posesividad que estaba teniendo.
No era como Claire, algo de lo que se alegraba. Pero era más potente y adictivo. Si no tenía cuidado, volvería a involucrarse. Debería alejarse de ella y poner distancia, obviar el hecho de que se pareciera tanto a su pequeña Claire, echarla de su vida. Pero no podía. No ahora.
Apartó los labios de los suyos y la miró. Estaba extasiada de deseo, podía verlo en sus ojos. Sonrió y quiso besarle el cuello, recorrer todo su cuerpo con la boca y degustar su sabor antes de penetrarla una y otra vez. Sus colmillos empezaban a aflorar en su boca pero logró controlarlos. No le mordería, jamás lo había hecho con Claire y no lo haría con ella.
Inclinó la cabeza y...
El sonido sordo de la bofetada que acababa de darle Carlie inundó el pasillo y dejó a Raven descolocado. La miraba como si no comprendiera nada mientras ella trataba de recuperar su respiración normal bajándose la camisa que aún mantenía él levantada con sus manos.
—¿Está bastante cuerdo ahora o le atizo otra? —dijo levantando el brazo para volver a golpearle.
—Creí que lo estábamos pasando bien.
—¡Usted lo pasaba bien! Ahora vayamos abajo y terminemos con esto de una vez —exclamó escapando del hueco entre la pared y Raven. Se demoró un poco al ver que el pantalón tenía un bulto bastante pronunciado que le hizo dilatar los ojos ante lo que veía.
Raven se fijó en dónde miraba y bajó hasta sus partes.
—Supongo que me concederá al menos cinco minutos para ocuparme de un asunto antes, ¿verdad?
Carlie se puso colorada cuando conectó su mirada y la apartó enseguida.
—Por... Por supuesto —logró decir antes de darse la vuelta y, literalmente, echar a correr para separarse lo más posible.
****************
Cuando Carlie vio a Raven bajar por las escaleras, diez minutos después, estaba controlada, pero no pudo evitar que su mirada fuera hacia la entrepierna de él para asegurarse.
—¿Podemos terminar con esto? —preguntó molesto.
—Sí. Cuanto antes mejor.
—Completamente de acuerdo —aceptó Raven sentándose en una de las sillas de la mesa.
Carlie lo observó presidiendo la mesa y le pareció una escena hermosa. Tenía parte de príncipe o incluso de un rey, y era lo bastante autoritario como para dar órdenes a otros.
—¿Señorita Mertkis?
—¿Sí?
—¿Podemos empezar?
—Sí, claro —contestó despejándose.
Se sentó, dos sillas separada de él, y cogió los papeles que ya estaban preparados en la mesa.
—No son muchas preguntas. ¿Puede darme su nombre completo?
—Raven Frederick Starlett.
—Suena a nombre antiguo —susurró más para sí que para que él la escuchara.
—Lo es.
Carlie levantó la cabeza asombrada porque la hubiera oído.
—Perdón, no quise burlarme.
—No pasa nada.
—¿Vive aquí? —preguntó continuando.
—Sí.
—¿Ha pensado en venderlo o alquilarlo?
—No. Y no estoy interesado.
—Lo entiendo. ¿Cuál es su edad?
—¿Esa pregunta he de contestarla?
—Es porque cada pocos años puede recibir una visita de la inmobiliaria por si ha cambiado de opinión.
—¿Vendrán cada vez que cumpla años?
—No. Por ejemplo, si tiene treinta años volverán a preguntarle dentro de diez años y después de cinco.
—Comprendo. ¿Y si le dijera que mi decisión será siempre la misma?
—Mi trabajo ahora es recopilar los datos. En realidad yo no me encargo de esto.
—¿No?
—Es trabajo de otros. Pero mi jefe me lo encargó y no pude negarme.
—¿No pudo?
—¿Ha trabajado alguna vez?
—Por difícil que lo parezca, sí, he trabajado.
—Pues entonces sabrá que no es adecuado llevarle la contraria.
—¿Quiere decir que amenazó con despedirla?
—Eso mismo. Así que, ¿podría responderme la pregunta?
—¿Qué pasaría si le dijera que tengo doscientos cincuenta años?
Carlie entrecerró el ceño y giró la cabeza hacia él como si pensara que le tomaba el pelo. Estaba serio y la miraba sin aspecto de que estuviera riéndose de ella.
—Sí, suponía que esa edad no le valdría.
—No... No lo creo.
—¿Qué tal treinta y dos entonces?
—¿Es su edad real?
—Sí.
Carlie apuntó el dato y siguió preguntándole acerca de la propiedad. Le intrigaba que supiera tantas cosas de ella, algunas muy antiguas en el tiempo.
Cuando quiso darse cuenta, la noche había llegado y la casa empezó a quedarse fría. Carlie tembló al sentir una ráfaga de aire helado.
—Encenderé el fuego —comentó Raven.
—No se moleste. Llamaré a un taxi y no tardarán en recogerme.
—Yo puedo llevarla.
—No quiero ser una molestia.
—No lo es. Le debo una disculpa por lo de antes.
—Oh... —A su mente acudieron los recuerdos y eso hizo que ya no necesitara entrar en calor—. Se lo agradezco.
—Si hemos acabado, creo que será mejor olvidarnos del fuego. La llevaré a su domicilio antes de que sea más tarde.
—Sí. Ya no tengo más preguntas. Con esto ya lo dejaré tranquilo.
—Me alegro... —murmuró.
****************
Carlie iba en el coche con Raven demasiado callada. Llevaba rato apoyada en el cristal de la ventana y no le hablaba. Tampoco es que tuviera que hacerlo. Era lo mejor; se parecía demasiado a Claire y tenerla cerca afloraba los sentimientos que sentía por ella.
No cometería dos veces el mismo error; no volvería a implicarse con nadie que pudiera salir lastimado.
Aparcó el coche frente al edificio de apartamentos y se giró para mirarla.
—¿Señorita Mertkis? ¿Carlie?
Le tocó el hombro y zarandeó un poco pero sólo obtuvo un quejido de ella.
—No puede ser...
Salió del coche y dio la vuelta para abrir la puerta de Carlie. El cuerpo cayó hacia él y Raven la sostuvo con sumo cuidado.
—¿Es capaz de quedarse dormida con un extraño? —le susurró. Carlie sólo le dio un gemido por respuesta.
Avanzó con ella en brazos hasta su apartamento siguiendo su olor. Olía a flores silvestres y a canela, el mismo aroma que Claire sólo que más adictivo y sofocante. El hecho de tenerla tan cerca suyo era una tortura. Los colmillos empezaron a manifestarse y recordó que no había comido aún ese día. Iba a tener que irse pronto para no cometer un error.
Abrió la puerta con las llaves de ella y entró. Depositó a Carlie en el sofá y se apartó de ella.
Contemplarla era contemplar a Claire. Adoptaba la misma postura que cuando dormía y le hizo recordar las noches en las que se quedaba esperando a que volviera de alimentarse. Después la cogía y la llevaba a la cama donde le hacía el amor hasta que ella caía dormida de agotamiento.
Sin darse cuenta, Raven se arrodilló al lado de Carlie y le cogió un mechón de pelo. Se lo llevó a la nariz y aspiró su esencia.
No podía creer que estuviera viva de nuevo. Esta vez iba a apartarse de su lado; si se le estaba concediendo una segunda oportunidad, no iba a meterse en su camino para que pudiera tener una vida plena.
Los vampiros como él sólo encontraban a su verdadera pareja una vez. Podía ser vampiro o humana; incluso había casos de parejas entre vampiros y lobos, su mayor enemigo, pero nunca se daba que alguien encontrara dos veces a su amor. Y la de él había sido Claire.
—Raven... —susurró Carlie removiéndose inquieta.
Le acarició la mejilla con suavidad mientras ella se curvaba siguiendo ese toque. Se inclinó y la besó en los labios, un beso casto.
—Hasta siempre, mi pequeña Claire.
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Comments
Mitsuki G
Es que las dos tiene casi el mismo nombre es lo único un poco diferente ya que Carlie y Claire suena casi igual y tiene el mismo aspecto pero al parecer se volvió más adicto con ella pero aún así la aleja por su perdida de antes pero se me hace que volvió a nacer
2023-12-08
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