Capítulo 3: Inicia la aventura
Sábado por la mañana, y mi celular no dejaba de sonar. Mi madre estaba llamando; olvidé decir que no estaba en casa, pues se había ido unos días con mi padre.
—📱 ¿Aún estabas dormida?
—Es muy temprano aún…
—Son las 10, señorita. Deberías estar desayunando.
—¿Llamas solo para regañarme?
—No, llamaba para decirte que me quedaré unos días más.
—No hay problema; además, me voy de campamento con André y Lina.
—¿Y no pensabas avisarme?
—Claro que sí, solo que ayer olvidé llamarte.
—Pues, aunque ya sean mayores, tengan cuidado y no se metan en problemas. Por favor, levántate y ve a desayunar.
—Claro, mamá, no causaremos problemas. Adiós, te quiero.
—Yo también te quiero, hija…
Tal vez ya era hora de levantarme. Fui al baño, tomé una ducha rápida; no lavé mi cabello porque lo haría más tarde. Preparé un desayuno sencillo: huevo revuelto y pan tostado, nada del otro mundo, pero suficiente para empezar el día. Mientras desayunaba, miraba la televisión distraídamente.
Al terminar, le mandé un mensaje a Lina:
💬 —¿A qué hora llegarás a mi casa?
💬 —Acabo de despertar; primero desayunaré y luego iré a tu casa.
💬 —Casi son las 12, ¿y todavía no desayunas?
💬 —Me quedé viendo series hasta muy tarde; llegaré a tu casa a la 1:30.
💬 —Está bien, aquí te espero.
Ahora solo faltaba escribirle a André.
💬 —Hola, André 👋
💬 —Hola… ¿por qué ninguna de las dos se había reportado hasta ahora?
💬 —Teníamos cosas que hacer.
💬 —Déjame adivinar, ¿se despertaron tarde?
💬 —Algo así, aunque tú tampoco habías escrito.
💬 —Tenía que arreglar el desastre que dejé ayer buscando las cosas. Espero que estén listas a las 3; ahora tengo que ayudar a mi padre con algunas cosas.
💬 —Nos vemos después.
El tiempo pasó volando mientras revisaba cosas en mi celular, hasta que alguien tocó a la puerta.
—Hola, Lina, adelante.
—Oh, tengo tanto sueño…
—Solo a ti se te ocurre ver series hasta tan tarde.
—Dei, créeme, no era mi intención, pero la historia era tan interesante que no podía parar.
—Bueno, al menos casi tenemos todo listo para mañana.
—Sabes, estuve investigando y dicen que han cambiado algunas cosas en el bosque donde iremos a acampar.
—¿Qué cambios?
—Cerraron algunos caminos, pero no explican por qué.
—Supongo que no son lugares seguros, o algo así.
—Sí, puede ser.
—¿Y tus padres qué dijeron acerca del campamento, Lin?
—No les importó mucho, así que no hubo problema con pedir permiso. ¿Y los tuyos?
—Mi madre me llamó esta mañana; solo me dijo que tuviéramos cuidado y que no causáramos problemas.
—Bueno, “no causar problemas” puede ser complicado, especialmente con André.
—No solo él causa problemas, hay que admitirlo; algunas veces tampoco sabemos comportarnos.
—Tienes razón, solo un poco. ¿Qué te parece si mientras llega André vemos una película y comemos palomitas?
—Claro, buena idea.
Hicimos eso: Lina escogió la película, yo preparé palomitas. Terminó la película y enseguida llegó André.
—Llegas tarde, Andy.
—No me digas Andy, Lina…
—Uy, alguien está de mal genio hoy.
—Chicos, no empiecen. André, ¿quieres sentarte un momento?
—Claro que sí. ¿Recuerdas que te dije que había ocasionado un desastre buscando las cosas para el campamento?
—Tú siempre haces desastre —dijo Lina.
—Basta, Lina. Sí, lo recuerdo… ¿qué pasó?
—Fue difícil acomodarlo, y mi padre no me dejaría salir hasta que lo arreglara.
—Oigan, ya podemos irnos, quiero dormir.
—Al parecer quien tiene mal humor es otra…
—Antes de que comiencen de nuevo, mejor vamos a comprar todo.
Nos fuimos en el carro de André —el único con licencia— a una tienda grande para conseguir todo. Pasamos tanto tiempo buscando que, cuando nos dimos cuenta, eran casi las 7. Antes de volver a casa, paramos a cenar y conversamos sobre la universidad, aunque los temas no eran muy interesantes.
Después, André pasó a dejar a Lina a su casa y, por último, a mí. Nos despedimos y acordamos vernos a las 7 de la mañana siguiente.
Cuando llegué a casa, eran las 9:30. Tomé un baño largo y me preparé para dormir temprano, decidida a no distraerme. Puse mi alarma a las 6:00 para tener tiempo suficiente por la mañana. Me cambié y desayuné un poco de cereal con frutas.
André y Lina llegaron exactamente a las 7:00; vaya, qué puntuales.
—¡Buen día, Dei! —dijeron los dos al unísono.
—¡Buen día, chicos! ¿Cómo es que están tan felices hoy?
—Yo dormí muy bien —dijo André.
—¿Lo dices en serio? Será una gran aventura, ¿cómo no estar emocionado?
Tenía razón: hacía mucho que no acampábamos, así que era motivo suficiente para emocionarse. Subimos nuestras cosas y emprendimos el viaje; el lugar estaba a unos 40 minutos manejando.
Al llegar al campamento, ya había muchas personas reunidas. Buscamos un lugar para montar nuestra casa de campaña, la armamos y luego salimos a buscar algo para almorzar y explorar un poco el lugar.
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