Otra Vida

Otra Vida

Capítulo 1

Capítulo 1: Una Historia de Amor

Se cuenta que, hace muchos años, existió una reina a la cual todo su reino amaba, pues era noble y gentil, siempre atenta a las necesidades de su pueblo.

Dicen que un día llegó un joven al reino. Decían que era un príncipe de un reino vecino, guapo y apuesto, lo que muchos llamarían un "príncipe azul". La reina, al verlo, creyó reconocer al amor de su vida. Pero no era así. Aquel príncipe solo deseaba ser rey para acceder a la riqueza de la reina y ejercer poder sobre su reino. Frente a ella, era un caballero encantador; fuera de su mirada, era cruel y ambicioso.

El consejero de la reina, un hombre profundamente enamorado de ella, siempre trataba de advertirle que aquel príncipe no la amaba como ella creía. Había sido testigo de su comportamiento detestable: grosero con los sirvientes del palacio y despreciativo con los pueblerinos. Pero la reina, cegada por su belleza y encanto, no percibía sus múltiples defectos, ni el amor silencioso y verdadero del consejero.

Aquel príncipe comenzó a alejar de la reina a todo aquel que consideraba un obstáculo. La reina, por su parte, empezó a ignorar al consejero y se volvió más estricta en su reinado, dejando de lado parte de su gentileza y amabilidad. Cuando el príncipe creyó que la reina estaba completamente enamorada, comenzó a planear una gran fiesta: su oportunidad para declararle su amor y asegurarse de casarse, consolidando así su poder.

Pero el príncipe fue ingenuo. El consejero, al descubrir que tenía a otra mujer—la hija de un noble—ideó un plan para desenmascararlo. Lo siguió y, al conocer sus encuentros secretos, persuadió a la reina para aceptar un pequeño paseo por los pasillos poco utilizados del palacio.

Allí, la reina escuchó la voz de su príncipe, pero no estaba solo. Juraba su amor a otra mujer y prometía que, cuando fuera rey, eliminaría a la reina para que aquella mujer tomara su lugar junto a él. El consejero pensó que, al descubrir la traición, la reina finalmente rompería con el príncipe. Pero no fue así. La reina dio media vuelta y continuó su paseo en silencio, conteniendo su dolor.

Cuando se reunió con el príncipe, le preguntó si realmente la amaba. Él respondió con un confiado "sí". La reina, mirándolo fijamente, preguntó si sería capaz de traicionarla algún día. Él aseguró que nunca lo haría. Ella lo observó con intensidad y dijo:

—Sabes lo que les pasa a los traicioneros… se les corta el cuello.

A pesar de esta advertencia, todo continuó igual. La relación entre la reina y el príncipe permaneció intacta, y pronto se fijó la fecha de la gran boda.

Pero un día antes de la celebración, la reina planeó una cena especial para ella y su futuro esposo. Todo transcurrió con aparente normalidad, hasta que la reina sacó un regalo para el príncipe. Al abrirlo, él vio una daga incrustada de diamantes y un gran rubí en la empuñadura. La reina se levantó, caminó lentamente hacia él y, posicionándose detrás, le susurró:

—Este es mi reino y quise compartirlo contigo, pero sería una insensata si aceptara compartirlo con alguien más.

En ese instante, el príncipe se desvaneció. Al despertar, vio a su amada atada junto a él, mientras la reina lo observaba fijamente. Le permitió elegir entre su vida y la de su amada. Él eligió morir por ella, lo que hirió profundamente a la reina, pues aún lo amaba. Lentamente, la reina se acercó, levantó la daga y le dijo:

—Dicen que la vida da muchas vueltas. Ten por seguro que en mi otra vida nos volveremos a encontrar, y tendré el honor de cortar tu cuello nuevamente.

Así terminó la vida del que consideraba el amor de su vida. Pero algo escapó de la vigilancia de la reina: aquella mujer logró liberarse y, en medio de la pelea, arrebatarle la daga y clavarla directamente en el corazón de la reina.

Demasiado tarde, apareció el consejero, quien había estado buscándola. Al ver caer sin vida a su amada, corrió hacia la agresora y, de un golpe, la derribó, acabando con su vida. Luego tomó el cuerpo de la reina, le confesó su amor con un último beso y juró que en otra vida nunca permitiría que sufriera.

Días después, se anunció la muerte de la reina. En la lectura de su testamento, ella dejó una única condición: que su consejero, si algún día ella fallecía, se convirtiera en el nuevo rey. Parecía prever que algo malo podría sucederle, confiando su reino al hombre más leal. Así fue: él reinó muchos años, jamás buscó una reina, y guardó luto toda su vida, esperando que en otra vida pudieran reunirse y ser felices por siempre.

"El que avisa no traiciona"

Y este solo es el primer anuncio.

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Comments

Martha Mena Wong

Martha Mena Wong

Wooooo esta estupenda

2024-02-02

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