11. Darla

Cuando Fortis desapareció la niña sintió que su corazón no podría sobrevivir así que se recluyó en su habitación durante casi dos años, al padre no le importaba y le molestaba observar la cicatriz en su cara pues ahora no podría casarla con una buena familia, en comparación con Sabrina era poca cosa y dañada, además.

Cuando llegó a los once años los hermanos la consideraban una mera pieza de decoración, sólo porque Salvador mostraba un poco de interés en ella la mantenían en algunas reuniones privadas con la familia.

-          Yo, lamento lo que ocurrió ese día – dijo el futuro duque Aurum a la niña frente a él, ella había escuchado esa disculpa muchas veces antes dudando que lo sintiera ya que siempre sonreía malévolamente

-          Está bien, fue un accidente – replicó con voz cansada de repetir lo mismo

-          A mí, me gustas – esta vez la niña lo miró con sus brillantes ojos violeta, eso era nuevo

-          Tengo once años - replicó mirando a otro lado tratando de alejarse con rapidez, tembló de sólo pensar si su padre se enteraba

-          Lo sé, además mi padre nunca permitiría que me casara contigo – dijo el chico acercándose a Darla intentando tocar la cicatriz con un brillo extraño en los ojos – esa cicatriz lo impide

-          Yo me comprometí hace mucho tiempo – dijo la niña aferrándose al recuerdo de Fortis, alejándose del futuro duque, por supuesto el padre le dijo que murió, pero el cochero le contó que en realidad le vendieron como esclavo

-          Otra vez ese chico, murió en el bosque – Salvador estaba conteniéndose, cada vez que recordaba esa cara volvía a sentir como Lisandro la había herido lo que excitaba al chico, odiando al muchacho que le acompañaba

-          No es asunto tuyo si deseo desposar un fantasma – contestó testaruda

-          Sólo puedes ser mi concubina, pero vivirás bien – añadió el joven tratando de tentarla

-          NUNCA estaré contigo – enfatizó Darla, no entendía la actitud de Salvador, desde el día en el bosque había desarrollado una especie de obsesión con ella, los duques le enviaban a la academia y asistía, pero cada vez que podía iba a visitarla y ahora sacaba este disparate.

Se alejó de ahí mientras Salvador sonreía, al final se saldría con la suya, podía intuir que ella sería hermosa, ocultaría la cicatriz; por supuesto el padre ya le había comprometido, pero veía todos los días la cara de Darla ensangrentada, eso lo estimulaba, no estaba seguro de porqué, pero eso lo estimulaba, y no estaba dispuesto a dejarla, deseaba verle el cuerpo lleno de sangre, su propia sangre con esa hermosa expresión de dolor.

Las noticias de la primera guerra en Aqua y la rapidez que le puso fin le llenaron de curiosidad se decía que el monarca había llevado a sus dos jóvenes pajes, ya era conocido como un soberano un poco excéntrico, pero esto era la culminación de todo ello, a pesar de eso el padre estaba emocionado pues podría vender a buen precio las mercancías que sus tierras producían.

La joven se detuvo cerca de la escalera, observó a su nana más mortificada de lo normal tomando la esquina de su delantal a punto de llorar.

- ¿Qué sucede? – preguntó con un nudo en el estómago\, el mismo que sintió cuando su abuelo se marchó la última vez que le vió

- El marqués\, me pidió marcharme niña mía – contestó la mujer al borde de las lágrimas

- Pero – expresó la joven mirándola sabiendo que no tenía poder ni de opinar – nana

- Mi niña no quiero dejarte sola\, pero amenazó a mis hijos – la mujer comenzó a llorar – es cruel\, si tan sólo fueras mi hija

- Nana – repitió la joven llorando mientras ambas se abrazaban.

Escondida Sabrina sonrió el plan que su madre y ella planearon estaba en marcha, saldría de sus vidas para siempre esa despreciable mujer, que llamaban hermana. No era justo que Salvador la mirara y le hablara de amor. Aunque era muy niña entendía que asociarse con el duque le daría muchos beneficios.

La idea del Marqués para desaparecer a Darla era muy simple despidió a todos sus sirvientes, excepto al mayordomo y su esposa que le eran fieles, todos los demás salieron a la calle y curiosamente por extrañas

circunstancias fallecieron al poco tiempo; la nana de Darla se salvó porque viajó a la capital en la cual permaneció tres años alejada del territorio.

De pronto Darla fue echada de su habitación y le dijeron que se llamaría Daisy, no merecería ser parte de la familia, sería una doncella, una sirvienta de la casa y que diera gracias que no le echaban a la calle, la razón por la cual no la dejaron marchar, pues algún día podía ser de utilidad, los nuevos sirvientes no la conocían y ella se mudó al ático con las otras chicas, de ahí en más le dijeron a todo el mundo que Darla había fallecido cerca de cumplir sus doce años debido a su depresión y que nunca se recuperó.

La joven Sabrina le hacía la vida difícil y las otras doncellas al saber que no era grata a la consentida niña de la familia Viridi, se unían a hacer de su vida un infierno, a pesar de ello, algunos otros le tenían simpatía y le dejaban en paz. En especial el nuevo jardinero y su mujer, también otra chica de pecas de la que se burlaban otras chicas y a quien había defendido. Y Mario un joven que tenía 16 años y le recordaba a Fortis, Darla se paraba en la ventana y se imaginaba las tardes en compañía de su amigo, los libros que había leído, y las lágrimas se resbalaron por sus mejillas.

-          Bueno, creo que no debes molestarte – Dijo el joven Mario suspirando mientras le desataba el mandil que llevaba atado a la cintura a modo de broma – Cinthia es muy infantil

-          Lo sé – contestó sin apartar la mirada de la puesta de sol – sólo recordaba a un amigo

-          ¿Amigo? – replicó el chico confundido y… un poco celoso

-          Me preguntaba cómo está – aclaró ella un poco sonrojada por el sol que le daba de lleno en la cara

-          MMM me suena algo más que amistad – gruñó el joven

-          No lo veo desde que tenía ocho años – añadió ella con ensoñación

-          Me dan celos – replicó Mario con la cara seria – muchos celos

-          Bah si no fueras el hombre más coqueto de la casa te lo creería – dijo ella sin darle importancia a sus palabras el aludido sonrió coquetamente, él prefirió cambiar de tema

-          Quizá me una al ejército, ¿te gustaría con uniforme? – preguntó acercando la cara – la guerra en Aqua ya lleva muchos meses y al rey no le gusta nada, está llamando reclutas

-          Si gustas puedes enrolarte – contestó la chica, extrañada que le consultara algo así porque no era de su incumbencia

-          Si lo hago, ¿me extrañarás? – preguntó esperanzado

-          Quizá – dijo Darla acostumbrándose a que todos la dejaran, ya no se aferraba a nadie, no después del destino de Fortis

-          ¿Cómo a tu amigo? – inquirió el chico de nuevo

-          No, él es especial - cortó ella de plano sin espacio a decir más

La cara de Mario se ensombreció y cerró los puños, pero esbozó una sonrisa amplia y volvió a bromear con Daisy haciendo que la noche cayera como siempre. Si deseaba llevar lejos a Darla tenía que buscar un futuro brillante, pero esperaba que pudiera sobrevivir.

Al menos era fuerte y bastante espabilada, eso era lo que le gustaba, él no sentía que era un casanova, aunque la mitad de las chicas ya habían pasado por su alcoba, pero era hombre y tenía necesidades, no entendía porque Daisy se lo echaba en cara. No era su culpa ser apuesto y además carismático.

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Comments

Mary Rodriguez

Mary Rodriguez

quiero que queden juntos 😭😭😭 merecen ser felices

2024-07-29

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