CAPITULO 3

Ian tenía el ceño fruncido, aunque poco a poco lo fue suavizando a medida que se iba acercando a mí.

—¿Qué haces aquí? ¿Para qué has venido? —me dijo con un tono de voz bajo mientras miraba a su alrededor como si no quisiera que lo vieran hablando conmigo.

—Ten por seguro que no vine a verte a ti. Solo vine a acompañar a mi padre, pero puedes estar tranquilo porque ya me voy y no tendrás que seguir soportando mí presencia —le respondí de manera indiferente siguiendo en dirección a la puerta.

—Espera Ling, no me malinterpretes...—él me detuvo tomándome del brazo.

Yo estaba a punto de pedirle que me soltara, cuando de repente, ambos fuimos sorprendidos por un hombre mayor que apareció junto a nosotros.

—Muchacho, quiero que conozcas al doctor Phillips, él es una eminencia en el área de la cirugía ocular y le he hablado muy bien de ti —le dijo ese anciano.

Ian lo miró brevemente y después volvió la mirada hacia mí como si no quisiera dejarme ir, por eso decidí ser yo misma quien pusiera fin a esa incómoda situación.

—Ve, no hagas esperar a los invitados —le dije quitando su mano de mi brazo.

Sin siquiera voltear a verlo, caminé lo más rápido que mis pies podían hacia el vehículo en donde me quedé esperando a mí padre. Para ser sincera, me sentía confundida con la actitud de Ian, porque a veces es frío e indiferente conmigo y otras veces se comporta como si aún sintiera algo por mí. Lo más frustrante de todo esto es que yo sigo ilusionándome como una estúpida con cada mínima cosa que él hace.

Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que mi padre ya estaba dentro del vehículo sino hasta que él tocó suavemente mi hombro.

—¿Estás bien, cariño? —me preguntó preocupado.

—Sí, papá. Estoy bien — tuve que esbozar una leve sonrisa para dejarlo tranquilo.

Después de cruzar esas breves palabras, ninguno de los dos volvió a hablar. Además, se notaba que tanto él; como el tío Li, estaban tensos ya que constantemente fueron observando hacia atrás durante todo el trayecto a casa. Al parecer, alguien nos estaba siguiendo.

En cuanto llegamos a la mansión, noté que había demasiado movimiento alrededor de la propiedad, también había más guardias de lo habitual, lo que significaba que la situación es grave.

—Ve a tu habitación y espera ahí hasta que te mande a llamar —me ordenó mi padre en cuanto cruzamos la puerta de entrada.

—De acuerdo —respondí obedientemente.

Me encaminé hacia las escaleras para que él viera que estaba obedeciendo su orden, pero en cuanto escuché que entró a su despacho, regresé rápidamente a la planta baja para averiguar lo que estaba pasando. Entonces, me acerqué a la puerta de su oficina desde donde podía oír lo que estaba conversando con mi madre y con el tío Li.

—¡No deberías haberte llevado a Mei, la pusiste en peligro! —le reclamó mamá.

—Tienes razón, fui muy descuidado. Lamento haber hecho que te preocuparas.

—Gracias al cielo ya están aquí, sanos y salvos —la voz de mi madre temblaba ligeramente como si estuviera asustada.

—De camino a casa nos siguió un vehículo durante algunos minutos, pero logramos deshacernos de el —le confesó mi padre.

—Deben haber sido los mismos sujetos que atacaron el casino de los Wang —esta vez fue mi tío Li quién habló.

—¿De qué estás hablando? ¿Qué fue lo que ocurrió? —pregunto mamá.

—Hace un momento me informaron que un grupo de hombres les dispararon a los guardias que están en la entrada del casino Montreal, matando a uno de ellos. Y por la descripción que me dieron, sospecho que se trata de los yakuzas.

—¿Y qué carajo hace la mafia japonesa en mi territorio? —mi padre elevó el tono de voz, se notaba que estaba furioso.

—No sé que es lo que quieren, pero hay que estar alerta. Esa gente son asesinos despiadados y son capaces de cualquier cosa —agregó Li.

—Hay que reforzar la seguridad inmediatamente. Tenemos que proteger a Mei —oir a mamá tan angustiada hizo que mi temor se hiciera más profundo.

—No te preocupes, mi amor. Yo no permitiré que nadie te lastime ni a ti, ni a nuestra hija —le contestó papá.

En ese momento oí voces que provenían desde la sala, lo que indicaba que alguien venía en dirección al despacho, por eso tuve que irme de inmediato o iban a darse cuenta que estaba oyendo a escondidas otra vez.

Corrí lo más rápido que pude hacia mi habitación sin detenerme. Lo que acababa de oír me había dejado literalmente en shock.

Anteriormente, había oído hablar de los yakuzas, pero tenía entendido que ellos solo se mueven en las grandes ciudades como New York o Los ángeles. Entonces, ¿por qué están aquí? ¿Qué es lo que quieren?, ¿y por qué mis padres están tan preocupados? ¿Será esta la organización a la que se refería aquel sujeto que estaba vendiendo drogas en la universidad? De alguna manera tenía que averiguarlo.

No sé cuánto tiempo pasó, estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no presté atención al reloj sino hasta que mis padres me pidieron que fuera a la sala para hablarme de algo importante.

Al llegar ahí, vi que mi madre estaba sentada en el sofá mientras papá estaba parado junto a la chimenea. Lo más raro es que ambos estaban dándose la espalda en completo silencio.

—Ya estoy aquí —les dije para llamar su atención.

—Ven, cariño, siéntate a mi lado —me pidió mi madre.

En cuanto me senté en el sofá, ella me tomó de las manos mientras mi padre se sentaba en el sillón que estaba frente a nosotras.

—¿Qué está sucediendo? —pregunté mirándolos a ambos.

—Nada de lo que tengas que preocuparte, mi amor. Nosotros nos encargaremos de todo como siempre lo hemos hecho —mi madre me sonrió tratando de tranquilizarme —. Solamente quiero que sepas que vamos a reforzar la seguridad en la compañía y aquí en casa, como también, tú seguridad personal.

—¿Y eso que significa? —de cierto modo no me gustaba para dónde iba esta conversación.

—Lo que tu madre quiere decir es que, desde mañana tendrás un guardaespaldas personal que te acompañará a todas partes —dictaminó papá.

—¿¡Qué!? ¡Claro que no! Me rehuso a tener a alguien detrás de mí las 24 horas del día —me levanté del sofá indignada —. ¡Jamás he tenido guardaespaldas y no lo tendré ahora!

—¡A mí no me levantes la voz, señorita! —mi padre me gritó por primera vez en su vida dejándome boquiabierta —. No me importa lo que tú quieras. ¡Te guste o no, vas a tener un guardaespaldas y se terminó!

—Cariño, entiende que es por tu seguridad.

Mamá trató de acariciar mi rostro, pero yo estaba tan enojada e indignada que evadí su caricia y salí corriendo hacia mi habitación.

Siempre odié tener que ir a todos lados con los guardias siguiéndonos, pero tener un guardaespaldas personal que me siga hasta adentro del baño, es algo que no voy a tolerar.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play