Me miré una vez más en el espejo para constatar que mí atuendo estuviese impecable como de costumbre y luego me dirigí hacia el comedor de la mansión en donde estaban mis padres.
Al llegar frente a ellos hice una pequeña reverencia para mostrar mis respetos, sin siquiera levantar la mirada del piso.
—Padre, madre. Buenos días.
—Cariño, ya te he dicho que no seas tan correcta con nosotros —me dijo mí madre.
—Es mi manera de mostrarles cuánto los respeto —respondí con humildad mientras ambos me sonreían.
—Siéntate a desayunar con nosotros —me pidió papá.
—Lo siento padre, pero hoy no podré acompañarlos. Tengo un examen muy importante y quiero llegar temprano a la universidad.
—Está bien mí amor, pero por favor, come algo en la cafetería. No es bueno para tu salud que estés tantas horas sin comer.
—Si, mamá. Lo haré —les di un beso en la mejilla a cada uno de manera amorosa y de inmediato me encaminé hacia la puerta del comedor —. Los veo más tarde.
—Que tengas un buen día, cariño —me deseó papá.
—Ustedes también —le respondí para después dirigirme hacia la salida en donde me esperaba mí chófer.
«Gracias al cielo, la relación que tengo con mis padres es muy buena. Ellos constantemente me hacen saber cuánto me quieren y lo orgullosos que están de mí, aunque no es para menos, ya que tengo excelentes calificaciones; soy buena en las artes marciales, toco el piano y el violín, también sé hablar varios idiomas y además, poseo una conducta intachable. En pocas palabras, soy la hija que todo padre desearía tener, solo que hay un pequeño detalle, no soy tan perfecta como todos creen.»
Después de veinte minutos que dura el recorrido, el automóvil se detuvo en la entrada de la institución más prestigiosa de la ciudad, y a la cual acuden únicamente hijos de millonarios y algunos becados de la fundación Liu.
Antes de salir del automóvil, le agradecí amablemente al chófer por haberme traído y después me encaminé hacia el interior del edificio yendo directamente hacia el final del corredor dónde está la salida de emergencia que da al patio trasero de la institución, y en donde por cierto, ya me estaban esperando mis muchachos.
—¡Jefa! —pronunciaron al unísono haciendo una reverencia en cuanto me vieron.
—¡Ya les he dicho que no me llamen así, manga de idiotas! —los regañé a los cuatro —. Ahora díganme dónde está esa escoria.
—Lo tenemos dentro del depósito del conserje —me respondió Snake, a lo cual asentí.
Seguí a los muchachos hasta el final del patio en donde se encuentra aquel cobertizo en desuso, y una vez que crucé la puerta vi que adentro estaba el idiota que ha estado vendiendo pastillas en los alrededores de la universidad. Estaba de rodillas con sus manos atadas en la espalda, su rostro comenzaba a hincharse producto de los golpes que le habían dado y un delgado hilo de sangre caía desde su boca directamente hacia el piso.
—Así que tú eres el imbécil que está vendiendo drogas en mi territorio —le di una patadita en la pierna para que me mirase —. ¿Creíste que podías vender esa basura aquí y no habría consecuencias?
Él levantó la cabeza mirándome directamente a los ojos y se rió como si le estuviera haciendo una broma.
—¿De qué te ríes, idiota? ¿Acaso no sabes quién soy?
Al decirle eso, soltó una carcajada más fuerte que hizo enfurecer a Snake, quien inmediatamente le dio un puñetazo en el estómago para que dejara de reírse.
—¡Te enseñare a respetar a la señorita Liu, bastardo! —le gritó enfurecido.
Debido al golpe ese sujeto comenzó a toser y a escupir sangre, pero en cuanto se recuperó, volvió a mirarme de manera desafiante como si no me tuviera miedo.
—La familia Liu tiene los días contados —volvió a sonreír de manera burlesca —. La organización a la que pertenezco acabará con todos ustedes y tomará el control de esta ciudad.
—Y se puede saber, ¿cuál es esa organización de la que hablas? —pregunté de forma sarcástica haciendo comillas con mis dedos — Sabes cuántos idiotas como tú han dicho lo mismo y, sin embargo, mi familia sigue controlando todo Portland.
—Solo espera y verás. Ya no les queda mucho tiempo. La organización Liu, tiene los días contados.
Es cierto que muchos han dicho lo mismo, pero esta era la primera vez que alguien me lo decía tan seguro de sus palabras. Incluso me hizo pensar que podía haber algo de verdad tras sus dichos. Aunque si eso fuese cierto, ¿cuál es esa organización a la que se refiere y que es lo que ellos planean hacer?. De alguna manera tengo que averiguarlo para advertirle a mí padre.
Les pedí a los muchachos que lo siguieran interrogando por mí, ya que yo no podía quedarme porque faltaba poco para que comenzara la próxima clase. Después de todo, es mi deber mantener intacta la imagen de estudiante modelo frente los demás.
Ni bien entré al edificio, seguí por el corredor en dirección al salón en donde debía tomar la clase de economía, solo que antes de llegar (alguien que por cierto no quería ver), se interpuso en mi camino.
—¿Por qué no asististe a la clase de francés? —me preguntó sin levantar la mirada de su tonta planilla —. Es la segunda vez que te saltas esa clase en esta semana.
—No necesito tomar esa estúpida clase. Es una perdida de tiempo para mí. Además, ¿desde cuándo te importa lo que haga?
Él soltó un leve suspiro y luego me miró con sus hermosos ojos color miel. Esos ojos que logran despertar un profundo sentimiento de nostalgia y tristeza en mi interior.
—Soy el presidente del centro estudiantil y es mi responsabilidad monitorear que los estudiantes acudan a sus clases —me respondió —. Si sigues faltando a las clases de francés tendré que darte un apercibimiento.
—Y yo que pensé que te preocupabas por mí —esbocé una sonrisa irónica —. ¿Sabes qué? Tu ferais mieux de t'occuper de tes affaires et de me laisser tranquille *
En cuanto dije eso, Ian se puso completamente colorado, era obvio que no sabía lo que le había dicho y eso le molestaba en demasía.
—¿Qué fue... lo que me dijiste? —murmuró entre dientes mientras apretaba la planilla con sus manos.
Lo miré con arrogancia y luego solté un largo suspiro. Lo cierto es que, es un poco divertido ver cómo se frustra cuando hay algo que no puede controlar.
—Creo que las clases de francés te hacen más falta a ti que a mí. Porque mejor no te pones un apercibimiento a ti mismo —le respondí, dejándolo sin saber que responder.
Cómo ya no había más que discutir, seguí mi camino sin voltear a verlo.
«Puede que disfrute provocar a Ian hasta sacarlo de sus casillas, pero debo admitir que en el fondo, me entristece ver cómo nuestra relación terminó de esta manera... Antes éramos muy unidos y nos queríamos mucho, pero él de un día para el otro se distanció de mí sin darme una explicación. Quizás dejó de quererme o se enamoró de alguien más, la verdad no lo sé. Lo único que sé es que cada vez que lo tengo enfrente, mi corazón se exprime dentro de mi pecho sin que lo pueda evitar.»
Traducción:
* Mejor ocúpate de tus propios asuntos y déjame en paz.
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