No compartí la información que había conseguido hasta sentirme segura de que fuera verdad; Benedict y los demás chicos no parecían estar muy contentos con la decisión que había tomado, dejé que la furia que sentían hacia mí se fuera consumiendo y en ese tiempo ni me acerqué a la casa del club.
Estuve paseando por las calles de Krish y de vez en cuando dormía una pequeña siesta en los techos más abandonados.
Una masa se acercaba a donde yo estaba, la desesperación y el miedo se reflejaban en el rostro de todos como piedras en agua cristalina; y su miedo aumentó cuando me paré. Estaba preocupada, no había algún motivo para que mucha gente se viniera a resguardar al lado más deshabitado de Krish.
Empecé a caminar por la orilla del edificio y todos se percataron de mí, avancé en sentido contrario a su huida, sus ojos me gritaban que necesitaban ayuda y no sabían a quién pedírsela. El viento sopló y el polvo se levantó sobre la multitud, corrí por las orillas y fui saltando hasta donde se volvía a reunir mucha gente. Estaban asaltando un banco y tenían al menos a cincuenta personas como rehenes en el centro y al rededor a ochenta, más o menos; a todos los tenían amenazados con armas, estudié a cada uno de ellos y busqué en las ventanas de los edificios que rodeaban el banco, en total eran veinte hombres los que estaban haciendo esto. La gente que había sido tomada por ellos estaba haciéndose la idea de que morirían, pero yo no dejaría que hicieran eso.
Me moví por los techos y me deshice de los francotiradores, abajo ya estaban indefensos. Bajé del último edificio lo más rápido y silenciosa que pude y busqué una salida que estuviera lejos de ahí para que no me atraparan y acabé al final del cúmulo de gente que había logrado huir. La mayoría me vio salir de un callejón e intentaron empujar a los que estaban delante suyo para seguir huyendo, ignoré por completo esa acción y les di la espalda; hasta este punto no se podía ver nada de lo que pasaba allá. Saqué mi catana de la funda y apenas di un paso cuando una voz me detuvo.
—Por favor, no los asesines. Ya has causado muchos problemas con la muerte del candidato Dukes — di media vuelta y vi a un hombre ce pelo cano hablándome — ¿Acaso no te basta? ¿Quieres hacer una masacre con gente inocente?
—Voy a asesinar a gente culpable.
—¿Disculpa?
—No voy a lastimar civiles.
Volví a darles la espalda y guardé la catana, cuando la multitud empezaba a verse cerré los ojos y tomé aire, saqué una bomba de humo y vi a varias personas correr hacia el lado abandonado. Esperé en mi sitio a que el humo se dispersara, en el centro ya sólo quedaban diez personas, el resto había logrado huir, pude ver claramente después de unos minutos más, todos los hombres estaban alerta a cualquier movimiento. Avancé segura pero sensual.
—Caballeros — grité —, con toda la pena del mundo no puedo dejar que hagan lo que planean hacer.
—¿Tú quién eres?
—¿Yo? — sonreí y di una pirueta para lucir mis atuendos — Soy la Reina de Sangre.
—¿Y?
—No puedo dejar que hagan eso — tomé una postura seria y desenfundé mi catana —. O los mataré. ¡Dejen ir a esa gente! Terminaremos esto sólo nosotros.
—¡Los necesitamos!
—¿Enserio? Que curioso, yo también los necesito.
—Con toda la pena, niñita, no te los daremos.
Ladeé la sonrisa y saqué una cuchilla, la acerqué a mi cien, apunté y la lancé a la cabeza de uno de los malos; todos bajaron sus armas y los civiles salieron corriendo hacia mí, no se detuvieron.
—Cinco menos, faltan quince. - susurré - Ahora, vengan a mí.
—¿Qué quieres?
—Justicia — me fui acercando hasta llegar a su altura —. De rodillas — grité y ellos obedecieron —. Atacan a gente inocente y me amenazan, se burlan de mí y son cobardes; no tienen nada que pueda interesarme.
—Eres la Reina de Sangre, popular entre los delincuentes y asesinos, ¿qué te hace superior a nosotros?
—Todo — susurré en su oído.
De la nada, uno de ellos se paró y me enfrentó, mi daga acabó en su cuello; otro más terminó con la rodilla rota; uno más quedó con un agujero en el pecho y el último se desangró en el suelo. El silencio volvió a invadirnos hasta que otro atrevido se me abalanzó y me tiró al suelo, golpeó mi cara varias veces mientras uno de sus compañeros le quitaba la daga del cuello a su amigo e intentaba clavármela a mí en el cráneo. Como pude le pateé el estómago y se encogió, su amigo quedó paralizado y lo noqueé de un golpe, al otro lo pateé hasta sacarle sangre por la boca.
La policía se acercaba, guardé mi catana y pensé en irme, me detuve en seco cuando un policía me lo pidió, sentí el frío de las esposas alrededor de mis muñecas y bajé la cabeza. Dos policías me obligaron a arrodillarme como los demás criminales, contuve las lágrimas y contemplé a los nueve restantes, la patrulla se acercó y metieron a cada uno de ellos en dos patrullas, llegó una tercera que me llevaría a mí. Le di un cabezazo al policía antes de meterme en la patrulla y salí corriendo, me detuve al ver que la gran masa de gente volvía, aun asustada. Todos me abrieron el paso y las diez personas que liberé corrieron a mi lado, me detuve a descansar un poco y los policías se acercaron más a nosotros. Esas diez personas hicieron una barrera para que no pudieran pasar a mí, entendí que mi corto descanso tenía que llegar a su fin, tomé un último respiro y continué corriendo; esas personas estaban ayudándome a escapar.
Busqué el laberinto de callejones y mis fuerzas se iban acabando, estaba a unos pasos de la puerta y mi vista empezó a nublarse, miré mis manos vendadas llenas de sangre y me dejé caer en la puerta, el sonido que hice al caer los tomó por sorpresa porque todos salieron con armas. Kade pidió instrumentos para cirugía y Lexa me cargó a la habitación, sentía que mi cuerpo ardía y dejé que el cansancio y el dolor me durmieran.
—¿Por qué el cielo no es rosa?
—Porque el mar se refleja en él.
—Pero el agua no tiene color.
—Pero en masa es azul.
—¿Cómo lo sabes, Víctor?
—Las clases sirven de algo.
—¿Algún día me lo enseñarán?
—Cuando llegué ese día ya lo sabrás como una experta — Víctor me acarició la cabeza.
—¿Qué piensas estudiar?
—No lo sé.
—¿Crees que pueda estudiar lo mismo que tú?
—Si te gusta, tienes todo mi permiso. Vayámonos de aquí, ya empieza a anochecer.
Sentí la calidez de su mano rozar la mía y no pude evitar sonrojarme, me sentía feliz a su lado, el Sol nos pegaba en la espalda y no podía ver su rostro con claridad. Mientras más avanzábamos, más fría se volvía su mano e iba cayendo, la noche ya había cubierto el cielo cuando Víctor cayó a las piedras de la calle, su mano estaba helada y le grité para que se levantara, lo sacudí para que me mirara, le rogué para que siguiéramos caminando; su rostro había quedado oculto en las piedras. Lloré con furia y en un abrir y cerrar de ojos ya había crecido, pero el cuerpo de Víctor seguía ahí, ahora con una mancha de sangre en el suelo.
Me desperté sobresaltada y sin querer había apoyado mis manos en la camilla, reprimí una queja y me levanté. El día parecía estar lindo y esta vez no quería encerrarme, utilicé los codos en vez de las manos para abrir cajones y tomar la ropa. Salí del cuarto con los zapatos desatados y me detuve al final del pasillo, asomé la cabeza para ver el comedor y me acerqué a la cocina. No había nadie. Caminé hacia la sala y tampoco había nadie, mis ojos buscaron en cada rincón alguna posibilidad de broma o algo raro, pero todo estaba quieto. Fui a buscarlos por el otro pasillo, bajé unas escaleras descuidadas y encontré la sala donde los vi por primera vez, seguí avanzando hacia la izquierda y encontré una puerta más moderna, tenía una pequeña ventana arriba y me paré de puntitas para ver a través de ella.
Un jardín enorme estaba detrás de la puerta, parecía estar encantado y silencioso, tomé la manija y la abrí con cuidado para que no hiciera ruido; avancé unos cuantos pasos y el sonido de un balazo me detuvo en seco. Busqué por todos lados de dónde podía haber venido ese sonido, me quedé quieta un momento y sonaron dos disparos más y después la voz de Benedict gritar, mi sentido de protección se activó y avancé por el jardín; no traía armas conmigo así que tomé una vara del suelo con cuidado de no lastimar mis manos.
Me detuve al ver a todos en el jardín practicando tino con las pistolas, sonreí nerviosa y quedó un silencio incómodo.
—¿Y esa vara? — preguntó Benedict rompiendo el hielo.
—Creí que estabas en peligro.
—No hace falta una vara, Aidah, arrójala por ahí.
Dejé caer la vara al pasto y parpadeé para pensar un poco en la situación.
—¿Qué haces aquí? — Kade se acercó a mí y me tocó la frente.
—Los estaba buscando.
—¿Cómo abriste la puerta sin que nos diéramos cuenta? - la curiosidad se notaba en la voz de Wade.
—No lo sé.
—Deberías estar en la cama — Malcom se había sentado en el pasto.
—Lo sé, no podía dormir y me levanté. ¿Cómo voy?
—Tu temperatura ya está nivelada, sólo falta que tus manos deshagan los puntos y que no hagas esfuerzos con ellas.
—Entiendo.
—No, no digas que entiendes cuando no entiendes. Ayer llegaste casi desmayada a la casa y sólo nos preocupaste.
—Lo siento, tenía que defenderlos.
—¿A quiénes?
—Olvídenlo. ¿Dónde está Raven y Lexa?
—Salieron a dar un paseo, ya estoy planeando la boda - dijo burlón Wade.
—¿Boda?
—Wade sólo bromea, Raven y Alexander llegaron al mismo tiempo a mí y Raven era el único apoyo de Lexa. No es raro que sean muy apegados.
El crujir de la puerta abriéndose nos trituró los oídos a todos y vimos llegar a Raven y Lexa con mucha prisa, ambos traían en sus manos un periódico.
—Chicos, encontramos algo interesante — me miró unos segundos —. Oh, estas aquí.
—¿Sorpresa? — dije incómoda.
—Explícanos ésto.
Lexa acercó a mi rostro la portada del periódico con una foto mía y los quince asaltantes; ayer no me percaté si había cámaras en los edificios que pudieran obtener todo lo que pasó. En la primera plana tenía escrito con letras negras y muy grandes: "¿LA REINA DE SANGRE PROTEGE A LA SOCIEDAD?".
Mis ojos se abrieron más cuando leí la pequeña introducción a la noticia: "Se capturó un vídeo de todo lo sucedido. La más buscada delincuente de Amyra salva a civiles de un atraco al banco. Visite nuestra página para verlo". Me alejé de Lexa y salí del jardín, Benedict y Kade me siguieron y detrás de ellos iban los demás.
—¿Es verdad? — preguntó Kade.
—¿Esa es tu pregunta? - dije molesta — Tiene una maldita foto ahí y me preguntas si es verdad.
—¿Por qué no nos dijiste nada? — Benedict parecía sorprendido.
—Me estaba desmayando, ¿de acuerdo?
—Arrestaron a todos los que dejaste vivos, ¿por qué a ti no?
Guardé silencio mientras Lexa buscaba el apartado de mi noticia, azotó el periódico contra la mesa y esperó a que lo leyeran todos para volver a llevárselo.
—Te protegieron los civiles — susurró Benedcit —, ¿qué hiciste?
—Sólo los ayudé a salir de ahí, estaban como rehenes y exploté una bomba de humo, entonces la mayoría escapó y sólo quedaron esas diez personas.
—Eres una criminal, ¿cómo pueden protegerte?
—No lo sé — grité furiosa — No sé por qué me ayudaron ni por qué yo los ayudé, fue sólo un pequeño impulso que me lo hizo hacer; ya no me pregunten qué fue lo que hice porque en verdad no lo sé. Tengo una explosión de emociones en mi mente justo ahora, mi pasado me está lastimando, ¿de acuerdo? Dejen de hacer preguntas estúpidas.
Las lágrimas se desbordaron de mis ojos y hui a mi cuarto, sentí que mis manos ardían cuando, desesperada, le puse seguro a la puerta. Escuché el golpe que se dio alguno de ellos para intentar abrir la puerta, Kade me gritaba que abriera la puerta y que los dejara ayudarme. Me metí bajo las sábanas y dejé que todo mi dolor saliera, el recuerdo de Víctor estaba afectándome y había logrado vivir con él sin tener que sufrir tanto, pero esta vez todo era muy diferente.
Después de unos minutos de silencio escuché la cerradura abriéndose, no eran idiotas y tenían llaves para todos los cuartos. La puerta se abrió pero después no hubo ningún sonido, sentí la pesadez de sus miradas sobre mí.
Una mano se posó en mí y empezó a acariciar mi espalda, Kade intentaba calmarme.
—Aidah, no era para que te pusieras así. Deberías sentirte bien porque la sociedad te defendió. ¿Qué pasa? ¿Hay algo más que te afecte?
—No — dije algo dudosa y me descubrí la cabeza.
—Sé que apenas nos conocemos, no hay confianza, pero siempre que quieras hablar puedes ir a cualquiera de nosotros. ¿Vale?
—Sí.
—¿Me dejas ver tus manos? Supongo que te estabas muriendo cuando cerraste la puerta con seguro.
—Algo.
Kade tomó en sus manos las mías y las desvendó, las revisó y pidió un poco de alcohol para limpiar la sangre que había empezado a salir.
—¿Otra operación?
—No, esta vez te puse un hilo que causaría reacciones secundarias pero se quitarían más rápido, así que cuídate bien esas manos y no te metas en problemas.
—Claro.
—Eso es todo, si quieres descansa.
Todos se fueron junto con Kade, parecía que estaban ahí por si reaccionaba mal, y si fue así, realmente no me importa, al fin había podido escuchar unas palabras sinceras de apoyo.
Gracias.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 29 Episodes
Comments