Un juramento cumplido

Gabriele

Le sonrío con suficiencia cuando sus ojos oscuros miran los míos. Sin embargo, Sofi nunca reacciona como lo espero. Debería haber previsto eso, pero no lo hice.

Antes de darme cuenta la tengo encima de mí, como he soñado muchas veces, pero no exactamente de la forma en que me gustaría tenerla.

–Basta –ordeno intentando sujetar sus manos, que intentan golpearme donde sea que encuentran un espacio libre–. Basta –insisto.

–Idiota –masculla–. ¿Cómo se te ocurre sacarme así? –pregunta mientras intenta morder mi mandíbula. De nuevo, no exactamente como he soñado que lo haga.

Sus uñas se entierran en mi cuello y su boca alcanza mi oreja.

–Quieta, fierecilla.

–¡No me llames así! –grita mientras intenta seguir golpeando mi pecho.

Finalmente, decido que con palabras no podré detenerla. Tomo sus manos con una mano y con la otra tomo firmemente su cintura, inmovilizándola a horcajadas sobre mis piernas.

Sus rizos negros cubren parte de su rostro. Sofi sopla y estos se alejan de su cara, dejándome ver como una furia implacable consume sus hermosos ojos.

–Casi me provocaste un infarto –masculla.

–Tenía que encontrarte sola.  Sabes cómo defenderte cuando hay gente a tu alrededor.

–No volveré a trabajar contigo. No después de cómo me echaste de tu casa.

Un lo siento quiere salir de mis labios, pero lo retengo, el Capo de la Camorra nunca se disculpa con nadie.

–Ya sabes por qué te despedí.

–Y dale con lo de tu padre. Ni siquiera conozco al hombre, podría caminar a su lado y no lo reconocería.

–Sabes que no es a lo que me refiero.

Suspira. –Y volvemos con lo mismo. No sé a qué te refieres, Gabriele –insiste.

Callo al escuchar mi nombre en sus labios. Creo que es la primera vez que me llama así. Idiota, imbécil, seguro, pero nunca por mi nombre.

Me gusta mi nombre en sus labios. Suena más tentador de alguna manera. Mi mente fantasea con qué otras palabras podré sacar de esos labios, pero decido volver al ahora.

Estoy en una misión. Recuperar la niñera para Mía.

No para mí. Supongo que debo repetirme eso una y otra vez hasta que mi cerebro consiga entenderlo.

–Estoy hablando de lo que pasó en mi habitación.

–¿Tu habitación? –pregunta escandalizada.

–Fuera de ella, supongo que es más correcto decir.

–Ni siquiera sé dónde está tu habitación.

Frunzo el ceño. –Pero eso no te impidió ir a fisgonear mientras estaba divirtiéndome con una puta.

–No sé de qué estás hablando. Definitivamente, estás loco.

La acerco más a mi pecho. –Hablo de la noche que prácticamente me rogaste que te tomara cuando te excitaste al escucharme con la puta. Hablo de la noche que me dijiste que lo tenía grande y que querías tocarlo.

Se ríe. –Estás alucinando. Es imposible que yo haya…–Se calla y su rostro se vuelve color granate–. Oh, mierda. ¿No estaba soñando?

–¿Pensaste que era un sueño?

Asiente y luego oculta su rostro en mi cuello. –Lo siento, lo siento mucho. Por favor, olvídalo.

–Ese es el maldito problema. No puedo olvidarlo, Sofi.

–Por favor –ruega en casi un sollozo.

Respiro profundamente y la suelto al notar que su cuerpo está muy consternado para volver a atacar.

–Lo olvidaré solo si vuelves conmigo.

Levanta su cabeza. –No puedo, tengo un buen trabajo. Por fin tengo un lugar para mí.

–Mía te extraña –la detengo–. No ha parado de llorar. He probado con dos niñeras y con algunas empleadas, pero nada. Incluso yo he tratado de calmarla, pero no lo he logrado. No quiero que enferme por mi culpa –confieso.

Se separa de mi cuerpo.

–Llévame con ella –exige.

Golpeo el vidrio que nos separa del chofer y el auto comienza a andar.

–Mis hombres se encargarán de traer tus cosas personales. –Asiente, pero no dice nada–. Te pagaré más que antes. Tendrás días libres, los que quieras.

–Está bien. Solo necesito hablar con mi ex jefe y explicarle la situación. Él entenderá es un buen hombre.

–¿Buen hombre? –pregunto.

–Sí, el mejor.

Me cruzo de brazos. –Veo que te encariñas rápidamente –suelto.

–Cuando la gente lo merece, sí, lo hago –devuelve, sin dejar de mirar ansiosa por la ventana–. ¿Cuánto falta?

–Un poco más.

–¿Cuánto?

–Veinte minutos, quizá más.

Niega con la cabeza y unas lágrimas comienzan a correr por su rostro. Se inclina y golpea la ventana que nos separa del chofer sin detenerse.

Cuando la ventanilla baja Sofi mete su cabeza en ella. –Aumente la velocidad, por favor –pide–. Es una emergencia.

–¿Te sientes mal?

Asiente. –Claro que sí, la pequeñita está sufriendo por mi culpa.

–Mía podrá resistir unos minutos más.

Se gira hacia a mí, sorprendida. –¿La llamaste Mía?

Miro por mi ventana. –Tenía que ponerle un nombre, ¿no? Mía es tan bueno como cualquiera.

–Gracias –dice y aunque no pueda verla, estoy seguro que está sonriendo en este momento–. Es un bello nombre –agrega.

–Lo sé –devuelvo y luego ambos quedamos en silencio.

El auto avanza rápidamente por la autopista mientras pienso en qué haré con este deseo que me consume. Sofía es muy joven para mí, y no creo que le interese una relación sexual sin compromiso, menos si es virgen como me dijo esa noche.

Supongo que tendré que enfocarme en mi trabajo nuevamente. Mis heridas ya sanaron, debo volver al campo de batalla. Necesito matar a unas cuántas ratas y conquistar su territorio.

El Cártel de Sinaloa está perdiendo la paciencia y no quiero perderlos como proveedores. Quiero evitar que hagan trato con los cobardes del Outfit de Chicago. Esos conformistas no podrán quedarse con mi proveedor. Menos los de La Cosa Nostra ya que no habrá ninguno con vida en los próximos meses, si todo resulta según lo planeado.

Quiero eliminar esa sangre contaminada. Quiero terminar con los responsables de la muerte de mamá, y de algunos de los mejores capitanes y soldados que ha tenido la Camorra en su historia, como Leonardo.

Miro a Sofía, y sé que tendré que mantenerme alejado. Ella es un peligro para mis planes. Si la tuviera no podría pensar en otra cosa, no podría concentrarme en nada más, y eso no puedo permitirlo.

Sofía comienza a moverse cuando ve que estamos entrando a la casa.

Antes de que el auto se detenga por completo ya está afuera, corriendo hacia la puerta.

La sigo y la veo subir las escaleras de dos en dos, persiguiendo la fuente del molesto llanto.

De pronto, éste cesa, y cuando entro a la habitación no me sorprende ver a Mía en brazos de Sofi.

–Lo siento mucho, cielo. Prometo nunca más irme –le jura, y esas palabras consiguen tranquilizarme.

Mía suspira y comienza a chupar el mentón de su niñera. Y mentiría si dijera que no me gustaría estar en el lugar de mi hija en este momento.

Lo hice, Mía, cumplí mi juramento, pienso antes de salir de la habitación y dejarlas solas.

Ahora debo trabajar.

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Comments

Olga Lopez

Olga Lopez

que bueno que Gabriele se preocupa por su hija, por qué el le quitó a su niñera y el se la devolvió ahuque la tuvo que secuestrar, y le recordó lo que le agarro, 🤭😂 jajaja para convencerla,y claro decir que mía la extraña fue todo para que Sofía vuelva,, pero ahora él tiene que huir porque está consiente que no la puede tomar sólo sexualmente,, y como no quiere compromiso por eso mejor se va a consentrar en el trabajo,, bueno veamos cuánto aguantan los dos,, por los dos se tienen muchas ganas,,🤭🤣

2023-10-29

102

Aydil

Aydil

ojala y de verdad ya empieces a sentir amor x Mia

2024-05-07

1

Maria Coromoto Perdomo Cano

Maria Coromoto Perdomo Cano

Por fin cedió ante su hija jajaja 😂

2024-05-15

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