𝙰𝚕𝚐𝚞𝚗𝚘𝚜 𝚍í𝚊𝚜 𝚍𝚎𝚜𝚙𝚞é𝚜...
—¡NIKOS!
Acomodando el costal de maíz mejor sobre su hombro, Nikos giró para ver quién llamaba su nombre y soltó un sonido de queja cuando un pequeño peso se pegó alrededor de su cintura y por poco lo hace caer sobre su trasero.
—¡Pequeño príncipe! ¡Pequeño príncipe! —las niñeras corrieron desesperadas detrás del inquieto niño—. No debe correr así, su pie apenas ha sanado, podría volver a lastimarse si no tiene cuidado.
Xandé les dedicó una rápida mirada disgustada antes de recobrar su sonrisa y mirar a Nikos—. Mamá dijo que podía venir y jugar contigo hoy —se alejó, levantando su pie al tiempo que lo señalaba con ambas manos—. Mira, mi pie ya esta mejor, ahora puedo correr de nuevo.
La alegría del pequeño era difícil de ignorar, por lo que antes de que se percatara, Nikos estaba devolviéndole la sonrisa—. Me alegro de que estés mejor —movió la bolsa—. Pero en este momento tengo trabajo que hacer, lo siento.
Se alejó, pero Xandé, lejos de estar ofendido por el rechazo, saltó detrás de él—. ¿Puedo ayudarte?
Dándole un vistazo, Nikos midió el peso de la bolsa sobre su hombro y calculó que debía pesar más o menos lo mismo que el propio Xandé—. Lo siento, no creo que puedas cargar costales, así que no.
—¡Soy fuerte! ¡Soy fuerte! ¡Yo puedo, enserio!
—¿Puedes cargar uno de estos costales? ¿Estas seguro?
Arrugando su nariz, Xandé flexionó sus delgados brazos intentando probar su punto—. Mira, soy muy fuerte, puedo cargar tantos costales como tu.
—Pequeño príncipe... —una de las niñeras avanzó preocupada, pero fue ignorada completamente.
—Bien —Nikos murmuró, con media sonrisa luego de medir con seguridad a Xandé. Bajando el costal, lo puso sobre el hombro del pequeño—. Ahí, sostenlo con cuidado... ten cuidado, sostenlo... voy a soltarlo ahora, ¿si? Prepárate.
—¡Estoy preparado!
Soltando algo del peso que aun cargaba, Nikos observó con una carcajada contenida en su pecho la forma en que el pequeño y delgado cuerpo cedía bajo el peso del costal. Y ni siquiera le había permitido sostener todo el peso del mismo.
—¡Pequeño príncipe! —las niñeras chillaron aterrorizadas al ver al pequeño niño en el suelo, apresurándose para levantarlo.
—Estoy bien, estoy bien —Xandé palmeó las preocupadas manos lejos mientras observaba a Nikos volver a poner el costal sobre su hombro con facilidad. Sus ojitos brillaban—. Wow, eres muy fuerte.
—No soy fuerte, tu eres un enano —Nikos se burló.
Eso logró que Xandé pusiese mala cara y se apresurase a seguirlo cuando Nikos comenzó a alejarse—. No soy un enano, solo soy pequeño —dijo—. Pero creceré y seré mucho más fuerte que tu y que cualquier otro soldado, espera y verás.
—¿Enserio?
La cabeza de Xandé rebotó de arriba abajo mientras asentía, su oscuro cabello revoloteando alrededor de su decidida expresión—. Creceré tan grande como mi padre e iré a pelear al campo de batalla y tendré muchos logros.
—No me digas —Nikos dejó la bolsa en su hombro en la pila y le echó un vistazo al renacuajo—. ¿Siquiera puedes levantar una espada?
Xandé se desinfló un poco ante la pregunta—. Solo la de madera.
—¿Tienes una espada de madera?
—Mi hermana me la dio, ella tiene una de verdad ahora. —murmuró—. Pero cuando sea mayor podré tener una de verdad también, solo debo esperar un poco más.
Nikos asintió en respuesta, pero no agregó nada. Él había tenido una espada de madera cuando tenía la edad de Xandé, pero en el instante en que fue reclutado, esta cambió por una de verdad y fue lanzado al campo de entrenamiento y dejado a su suerte al enfrentarse a otros novatos. En algún punto, alguien se percató de su facilidad al manejar la misma y fue puesto al cuidado de diferentes maestros, para su corta edad tenía un manejo casi perfecto de su espada.
Como un cachorrito buscando jugar, Xandé rebotó detrás de sus pasos cuando regresó por otro costal—. ¿Sabes usar una espada?
—Si.
—¿Tienes una propia?
Negó—. Algo como eso —evadió antes de simplemente admitir:— Uno de mis maestros me dio una suya, pero no esta alineada correctamente y es algo difícil de manejar.
—¿Por qué no compras una para ti?
Deteniéndose, Nikos miró las prendas manchadas de lodo y con parches mal cosidos que llevaba y suspiró—. ¿Me veo como si tuviese dinero para eso?
Xandé siguió su mirada y rio—. No sé, he visto a otras personas que se ven igual de tontas que tú y si tienen dinero.
Dejando caer el costal en la pila, le arrojó una mirada ceñuda—. ¿Acabas de tratarme de tonto?
—Quizás —evadió, mirando alrededor antes de sonreír inocentemente—. Juega conmigo ahora.
—Te dije que tengo trabajo que hacer, no puedo jugar ahora.
Poniendo mala cara, Xandé caminó hasta un par de soldados que hacían guardia cerca y agitó sus manos—. Ustedes dos, vayan y terminen de mover esos costales, este príncipe se los esta ordenando.
Los hombres parecieron confundidos por un instante, pero un vistazo a la fina ropa del pequeño y al grupo de niñeras que lo seguían de cerca, fue suficiente para inclinar sus cabezas en respeto e ponerse en marcha para obedecer la orden.
Volviendo hacia Nikos, le dedicó una sonrisa orgullosa—. Ellos harán el trabajo —su pequeña mano se aferró a la del mayor—. Ahora juguemos.
—Xandé...
—Es una orden, no puedes desacatar las ordenes de un príncipe —dijo, jalando su mano—. Vamos, vamos.
Nikos lo siguió algo renuente. La reina le había otorgado varios días de descanso como recompensa, los cuales había aprovechado para recuperarse completamente del dolor en su cuerpo. La historia de él "salvando" al pequeño príncipe luego de que se perdiera se había esparcido como pólvora entre los soldados, esto había logrado que el trato hacia él fuese mucho mejor y más suave. Desde sus superiores, hasta sus propios compañeros, todos habían cambiado la forma de verlo y el respeto hacia su persona se había elevado. Eso y la recompensa de la reina había logrado que su vida fuese mucho más fácil.
Si todo fuese de ese modo, quedarse no sería tan malo, pero las palabras y enseñanzas de su propia madre eran difíciles de olvidar. La idea de huir aun seguía flotando al frente de sus pensamientos, pero ahora esa idea chocaba con la de aceptar la propuesta de la reina y quedarse por un tiempo más por allí. Era demasiado joven como para tomar una decisión tan difícil.
Xandé por su parte, a pesar de su corta edad, parecía bastante seguro de las decisiones que tomaba. No dudó ni siquiera un segundo, lanzando duras miradas ceñudas a cualquier soldado que quisiese detener su avance mientras arrastraba a Nikos a través del palacio hasta uno de los jardines laterales. Una vez allí, lo liberó giró a mirarlo.
—¿A que juegos sabes jugar? —preguntó, dedicándole una mirada a las niñeras que venían detrás de ellos—. Tiene que ser algo más divertido que tomar el té.
Agrupándose cerca, las sirvientas ignoraron el obvio desagrado del menor por su juego favorito y se instalaron para cuidarlo desde la distancia mientras jugaba.
Nikos pensó en ello, pero además de peleas con espadas de madera, había tenido poco tiempo para jugar cuando era pequeño—. ¿A que sabes jugar tú?
—¡Escondidas!
Las niñeras se estremecieron en grupo ante la palabra, mirándolos con alarma.
—Mm —Nikos fingió pensarlo—. Esta bien, jugaremos a las escondidas, pero no puedes salir de este jardín, ¿si? Si te pierdes de nuevo, no iré a buscarte.
Xandé asintió con confianza—. Está bien —dijo—. Yo me escondo primero, tu cuenta.
Asintiendo, Nikos se acercó a una columna y cubrió sus ojos, comenzando a contar en voz alta al tiempo que escuchaba las risitas nerviosas del menos mientras buscaba un buen escondite. En el momento en que llegó al final, gritó su advertencia y salió en la caza del pequeño príncipe. El juego se extendió por un largo tiempo, cambiando de roles entre ellos y buscándose a través del jardín. Al más pequeño parecía realmente gustarle esconderse, mientras que Nikos solo se alimentaba de la natural alegría del otro, la cual revivía ese trozo de si mismo que toda la situación había ido apagando lentamente.
Jugaron alrededor hasta que el sol comenzó a ocultarse, sin percatarse en ningún momento de la presencia de unos amorosos ojos azules que los miraban desde una ventana cercana. Ni tampoco de los juzgadores ojos oscuros que se asomaban por la esquina del mismo vitral.
—¿Qué tiene de bueno ese niño? —el rey interrogó, mirando a Nikos correr por el patio como si fuese una pequeña hormiga molesta.
La reina sonrió—. Hace feliz a Xandé, ¿eso no es suficiente para ti?
—No —dijo llanamente—. Nada es suficiente para mi, nadie es suficiente para mi querido bebé, ¡Nadie!
—Afortunadamente, nadie esta pidiendo por tu permiso, así que guárdate tu opinión para quién quiera escucharla. —bufó.
—¡Yo soy el rey!
Ella lo miró con una ceja alzada—. ¿Y?
—Y nada —murmuró, algo acobardado ante su mirada—. Es solo que me gusta decirlo de vez en cuando.
Poniendo los ojos en blanco, ella se alejó de la ventana al ver a Nikos despedirse de su hijo y tomar su camino. Llamando a su sirviente de confianza, ignoró a el puchero que decoraba el rostro de su esposo y dio una orden.
—Comunica al comandante que de ahora en adelante, Nikos tendrá la tarde libre siempre que así lo deseé para venir a jugar con Xandé —dijo—. Y no olvides decirle que ya no se permite hacerle un daño grave a Nikos durante los entrenamientos, nada permanente ni que deje cicatrices.
Asintiendo, el sirviente desapareció para dar el mensaje.
Una vez que se fue, el rey chasqueó su lengua en desagrado—. Tanto cuidado para un simple mocoso.
—Ese mocoso pertenecerá a la familia real en un futuro.
—Pff, sobre mi cadáver.
Ella le dedicó una mirada burlona—. No me tientes, ¿quieres?
El rey volvió a poner mala cara mientras la reina reía suavemente, antes de que pudiese decir nada más, Xandé entró rebotando alegremente y directo a los brazos de su madre.
—¡Mamá!
Atrapándolo en sus brazos cuando saltó hacia ella—. ¿Te divertiste con tu nuevo amigo hoy?
—¡Sii! Nikos es el mejor jugando a las escondidas —asintió con entusiasmo antes de girarse a mirar a su padre—. Papi, quiero comprar una espada de verdad.
—¿Uh? ¿Para que quieres una espada ahora? —el rey preguntó—. Primero debes practicar con tu espada de madera, prometo comprarte una de verdad cuando crezcas.
—No la quiero para mi, quiero regalarle una espada de verdad a Nikos —dijo—. Él no tiene una aun, quiero que sea ¡increíble!
El rey se ahogó con su propia lengua al escucharlo, casi muriendo en el instante.
La reina miró a su esposo revolcándose en el suelo y procedió a ignorarlo completamente, volviéndose hacia su pequeño hijo—. Entonces, iremos a hablar con el herrero ahora mismo, podrás elegir el diseño tu mismo —dijo—. ¿Cuándo es el cumpleaños de Nikos? Quizás puedas dársela como su obsequio.
—No lo sé —se encogió de hombros—. Le preguntaré la próxima vez que juguemos juntos.
Asintiendo en aceptación, la reina salió de la sala con su hijo en brazos, dejando al rey revolcándose en su miseria en el suelo. Y es que, como alguien que había sido entrenado como un soldado y que había estado en los campos de batalla, el rey era completamente consciente de lo que regalar una espada significaba. No era tan simple como solo obsequiar algo, seguramente esa espada seria la que usarías por el resto de tu vida, un recuerdo constante de la persona que te la obsequió.
No, él no lo aceptaba, no con su pequeño bebé.
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Updated 27 Episodes
Comments
Bibi Hernández
/Shame/
2024-11-18
0
JC026
me da mucha risa este papá enamorado y débil frente a su esposa y celoso de su pequeño hijo
2024-04-02
7
JC026
demasiado lindos
2024-04-02
2