Capitulo Cuatro.

De pie entre la multitud entorno al campo de entrenamiento, Xandé observó con ojos ávidos el enfrentamiento que estaba teniendo lugar en el centro de la misma. Como un joven príncipe, y debido a su edad, solo había estado allí un par de veces y siempre lo hacía en compañía de su padre, el cual cubría sus ojos y oídos ante la más mínima insinuación de violencia.

Así que allí, de pie entre aquella multitud, no pudo evitar que sus ojos se ampliaran y su corazoncito se acelerara al ver como el par iba y venía repartiéndose golpes como si estuviesen solo jugando a palmear sus manos. Cada impacto producía un ruido espantosamente fuerte que hacia eco en el pabellón y enviaba a la multitud a gritar su aprobación cada vez.

Sinceramente, Xandé no lo comprendía. Su padre le había explicado que era una forma de aprender a pelear para cuando los soldados estuviesen en el campo de batalla. Y podía entender eso, enserio. Pero no entendía porque tenían que lastimarse hasta sangrar para lograrlo. ¿Acaso eran tontos? ¿No podían entenderlo solo explicándoselos?

Mm, obviamente Xandé era mucho más inteligente que ellos, él ya se sabía el abecedario completo y nadie lo había golpeado en el proceso de aprenderlo.

Enfocando sus ojos en Nikos de pie en el campo, siguió cada uno de sus movimientos con ojo critico y lo comparó con el entrenamiento que había visto a su hermano mayor realizar. Tenía cinco años y podía decir con seguridad, que al lado de Nikos, su hermano era un gran perdedor.

Luego de varias idas y venidas alrededor del campo, los golpes fueron repartidos sin parar entre ambos, pareciendo bastante parejos hasta que alguien dio un grito desde el exterior y dos brillantes espadas volaron hasta las manos de los contendientes. Arma en mano, el rostro golpeado de Nikos dio un giro de ciento ochenta grados, pareciendo mucho más confiado y capaz que un segundo antes, lanzándose al ataque como si no tuviese nada que perder.

Apretando su pequeña bolsa de alimentos entre sus manos, Xandé contuvo el aliento mientras las espadas tintineaban alrededor del campo. Nikos llevaba una obvia delantera ahora, haciendo retroceder a su enemigo sin parar y logrando que este se estremeciese tras cada ataque. Era obvio que, aunque era bueno en una pelea con los puños, era mucho mejor con una espada en su mano.

Cuando la multitud gritó alabanzas, Xandé gritó con ellos—. ¡Si, Nikos, patéale el culo! ¡Si!

Alguien, sin percatarse de que se trataba del príncipe más joven, le dio un pequeño golpe en la cabeza—. Cuida tu lenguaje, mocoso, eres demasiado pequeño para decir cosas como esas.

—¿Acaso eres mi padre? —Xandé replicó con facilidad—. Bastardo metiche.

—Tu, mocoso...

Dándole un bufido altanero, Xandé se alejó algunos metros y le dedicó otro vistazo molesto antes de regresar la mirada al enfrentamiento. Dentro del campo, Nikos atacó a su contrincante de todas las formas que pudo, pero de alguna manera, este último siempre logró reponerse y acertar sus propios golpes en el joven. Antes de que pudiese declararse un ganador o un empate, el entrenador entró al campo y detuvo la batalla.

Nikos parecía molesto por haber sido detenido, pero fue ignorado por el entrenador antes de que este llamara a los siguientes contrincantes. A Xandé también le pareció extraño, pero él no comprendía muchas cosas que sucedían alrededor, así que le fue mucho más fácil olvidar la extrañeza de la situación.

Con su bolsita en la mano, se apretó entre la multitud y corrió detrás de Nikos mientras este salía del campo de entrenamiento—. ¡Nikos!

Girándose, Nikos observó con media sonrisa al pequeño que corría directamente hacia él—. Detente —puso su mano en señal de alto cuando Xandé quiso lanzarse a abrazarlo—. Estoy sudado, mancharía tu bonita ropa si me abrazas.

—Uhm —su expresión se torno resignada—. Bien, te abrazaré luego.

Eso hizo que Nikos no pudiese evitar reír—. ¿Qué estas haciendo aquí? —miró alrededor—. ¿Y donde están tus niñeras?

—Buscándome en el jardín, les dije que jugaríamos a las escondidas y me escapé hasta aquí —levantó su bolsita para enseñársela—. Mira, robé el almuerzo para nosotros.

—Robar no es algo que un príncipe haría, Xandé.

Los oscuros ojos rodaron cuando el menor puso una expresión exasperada—. Tampoco lo es decir groserías, ni correr alrededor de los soldados ni tampoco ser caprichoso, pero hago todo eso y no me da vergüenza.

—Eres demasiado desvergonzado para ser tan pequeño —dijo luego de contemplarlo por un tiempo, conteniendo la risa—. Espera aquí, me daré un baño rápido y regresaré.

Xandé asintió obedientemente, regresando a la multitud del campo de entrenamiento en cuanto Nikos se perdió de vista. Los contrincantes ahora eran mucho mayores, sus ataques eran más violentos y parecía que esta vez nadie estaba dispuesto a parar la pelea. Sonidos de dolor le seguían a cada golpe, la sangre goteaba de sus rostros de forma grotesca, pero ni siquiera eso los detenía de atacarse como animales salvajes.

En su corta vida, Xandé jamás había visto tal grado de brutalidad. No había forma de que los reyes permitieran que los ojos de su pequeño niño se ensuciaran con imágenes como esa, pero el problema era que su niño era demasiado travieso y terco como para tener en cuenta la consideración de sus amorosos padres al mantener su mente limpia.

Cuando las espadas entraron al campo, fue obvio que se trataba de una pelea sin reglas. La sangre voló, la ropa se desprendió tras cada corte como si estuviesen cortando un trozo de pan. Uno de los contrincantes perdió su espada, retrocedió apresuradamente con su mano en alto pero su atacante no pareció tomar en cuenta su posición de rendición cuando levantó la espada y-

Una mano áspera cubrió los ojos de Xandé, impidiéndole ver como la mano se desprendía del brazo del pobre soldado perdedor. Un grito ensordecedor rodeó la arena, haciendo doler los oídos de Xandé hasta el punto que tuvo que subir sus manos para cubrirse.

—No deberías ver eso —Nikos aleccionó, arrastrándolo lejos de la multitud—. Te dará pesadillas.

Xandé apretó sus ojos con fuerza y lloriqueó—. No quiero ver, no quiero ver, ¡no quiero ver! ¡Nikos!

Cargándolo en sus brazos, Nikos se apresuró a alejarse del campo de batalla donde la multitud seguía coreando sin sentido. Caminó por un buen rato, escuchando al pequeño murmurar una y otra vez lo mismo, antes de detenerse y suspirar.

—Todo esta bien ahora, Xandé —murmuró—. Vamos, deja de esconderte, no hay nada que pueda asustarte aquí.

—No estaba asustado.

—Por supuesto que no —rio—. Un pequeño y valiente príncipe como tu, jamás se asustaría de algo así.

Lloriqueó suavemente aun cubriendo su rostro—. Eso fue horrible.

—Lo fue, por eso debes mantenerte alejado de los campos de batalla y no ahuyentar a tus niñeras, ellas no dejarían que vieras algo como eso jamás.

—Las niñeras son molestas —dejó de cubrir sus ojos con sus manos y miró a Nikos—. Me tratan como si fuese un bebé.

Nikos se tragó la replica donde señalaba que lo trataban de esa manera porque Xandé se comportaba como un bebé y decidió cambiar de tema. Bajando al niño hasta que estuvo nuevamente sobre sus pies, miró alrededor.

—¿Cuál crees que sea el mejor lugar para comer nuestro almuerzo? —preguntó.

Xandé aun parecía algo distraído y temeroso, pero aun así respondió—. El jardín interior —dijo—. Allí hay sillas y una mesa, podemos comer ahí.

—No puedo entrar al palacio sin permiso previo, Xandé, tendrás que buscar otro lugar.

—Tienes mi permiso para entrar, eso es todo lo que necesitas —aseguró, tomando su mano y guiándolo—. Vamos, todo estará bien, ya verás.

Extrañamente, los soldados que custodiaban las entradas, solo hicieron una reverencia hacia Xandé y les permitieron a ambos entrar como si nada. Guiado hasta el jardín interior, Nikos estuvo realmente sorprendido de lo hermoso que era el mismo. Parecía que todas las flores más hermosas y coloridas habían sido agrupadas allí. El perfume fragante inundaba cada pequeño rincón, y el suave calor del sol de la media mañana golpeaba sus rostros a través de los cristales que decoraban el techo.

—¿Ves? Te dije que este era el mejor lugar —Xandé dijo, guiándolo a la mesa antes de soltar su mano para desprender la bolsa que colgaba de su muñeca—. Traje cosas realmente deliciosas, las robé de la cocina real mientras el cocinero no miraba.

Nikos observó divertido mientras el menor sacaba dulces uno tras otro de su bolsa y los apilaba sobre la mesa. Parecía había asaltado una dulcería y no les había dejado ni siquiera el azúcar en la bandeja. Acostumbrado a la comida estándar que les daban a los soldados, Nikos estaba bastante complacido con las cosas, pero hasta él sabía que un niño tan pequeño como Xandé no debería comer tantos dulces.

Antes de que pudiese decir nada, dos sirvientes entraron y se llevaron la mitad del botín de Xandé, colocando en su lugar alimentos mucho más saludables y adecuados para un niño en crecimiento. Con un gran ceño fruncido, el pequeño príncipe gritó su descontento, pero a nadie pareció importarle demasiado su pequeño berrinche.

Más interesado en cómo supieron lo que hacían, Nikos repasó el jardín con la mirada, enfocándose en la brillante tela de un vestido violeta en un balcón cercano. Moviendo su mano en saludo, la princesa mayor le dedicó una pequeña sonrisa antes de desaparecer en los pasillos junto a su grupo de doncellas. Parecía que el príncipe menor estaba mucho más vigilado de lo que él mismo se percataba.

—Se llevaron la mitad de mis cosas, con lo mucho que me costó robarlas —Xandé se lamentó, trepando a una silla cercana antes de soltar un suspiro resignado—. Siéntate y comamos antes de que vengan a llevarse lo demás.

Echando un último vistazo alrededor, Nikos tomó nota de los soldados vigilándolos antes de finalmente sentarse y aceptar el plato que Xandé estaba tendiéndole.

—Se acerca mi cumpleaños —el pequeño soltó repentinamente.

—¿Enserio? —sonrió—. ¿Cuántos años cumples?

—Seis años —parecía orgulloso de ello—. ¿Cuándo es tu cumpleaños, Nikos?

—Mi cumpleaños fue hace dos meses.

—Oww —murmuró decepcionado—. Pensé que podríamos festejarlo aquí también.

Nikos sonrió un poco ante eso, después de todo ni siquiera había tenido un pastel para su cumpleaños, había pasado desapercibido como cualquier otro día. Si el ejercito se pusiese a festejar los cumpleaños de cada soldado, harían fiestas todos los días del año.

—Siempre hay un próximo año —Xandé se consoló a si mismo—. De todas maneras, debes venir a mi fiesta de cumpleaños.

Nikos hizo una pequeña mueca—. No creo que esa sea una buena idea.

—¿Por qué no? Eres mi único amigo, si tu no vas, entonces, pasaré mi cumpleaños solo.

Si era realista, Nikos sabía perfectamente que era imposible que no hiciesen una gran fiesta e invitasen un montón de personas para festejar el cumpleaños del menor de los príncipes. Pero esa expresión triste... Nikos se había equivocado, si Xandé tuviese que sobrevivir en las calles, con seguridad podría obtener miles de monedas si ponía esa expresión.

—Yo... —dudó—. Estoy seguro de que vendrán muchos otros niños a jugar contigo.

—Ellos no me agradan —se quejó—. Se creen mucho por ser hijos de gente importante, son un grupo de tontos.

—No deberías hablar así de ellos, quizás, si los conoces mejor, descubrirás que en realidad te agradan.

—Ya los conocí —aseguró—. Y no me agradan, la única razón por la que querían jugar conmigo es porque soy un príncipe.

—Xandé-

—¿Sabías que, además de mi familia, eres el único que me llama por mi nombre? —su sonrisa era enorme—. Todos los demás me llaman "pequeño príncipe" o "cuarto príncipe", nadie dice mi nombre, solo tu.

Nikos se detuvo. Ni siquiera se había percatado de eso, Xandé ni siquiera parecía un príncipe en realidad, si ignorabas su ropa fina, era difícil ponerle un titulo tan pesado a un niño tan pequeño. Además de que se negaba rotundamente a usar la corona que lo identificaba como tal asegurando que era molesta y poniendo ojos de cachorro cuando intentaban obligarlo a usarla.

Xandé era solo el niño molesto que lo había seguido a través del bosque y se había ofrecido sin dudar a acompañarlo en su huida. Era realmente difícil identificarlo con el estatus que le pertenecía.

—Yo...

—¡Debes venir a mi cumpleaños! —Xandé ordenó con ese tonito que ponía cuando sacaba a relucir su lado mandón. Pero luego de un momento, la inseguridad apareció en su mirada y su voz bajó a un ruego—. Debes venir a mi fiesta, por favor, promete que vas a venir.

Ojos enormes, tan oscuros como una noche estrellada, lo observaron con ruego desde el otro lado de la mesa. Era difícil decirle que no cuando te observaba como si fueses la única fuente de su alegría.

—Por favor. —pidió suavemente.

Con un suspiro, Nikos se rindió—. Haré lo que pueda, ¿si?

—¡Genial! —la sonrisa de Xandé era enorme mientras bajaba de su silla y corría a abrazarlo.

Pasando su mano por el suave cabello del menor, Nikos suspiró interiormente. ¿En que se había metido ahora?

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Comments

MARIADELALUZ VAZQUEZPONCE

MARIADELALUZ VAZQUEZPONCE

hermosa me encanta

2024-11-19

0

Guada

Guada

es la mejor historia que e visto. asta ahora

2024-04-03

4

Gelen Burgos

Gelen Burgos

JAJAJA estimo ha este pequeño gran principe!!

2024-04-01

1

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