Capitulo Dos.

Despertó de golpe debido al sonido de la puerta al golpear contra la pared, todo su cuerpo gritó de dolor cuando se sentó pero hizo un esfuerzo sobrehumano para no demostrar su sufrimiento mientras un joven y desgarbado soldado se apresuraba hacia él. Con un rostro pálido y ojos saltones debido a la ansiedad, el soldado resbaló con sus botas deteniéndose junto a la cama de Nikos.

—¡Te hemos estado buscando por todas partes! —su voz chillona delataba su falta de madurez—. Estas siendo llamado a una audiencia.

Si, había esperado eso. Sentándose en la cama, ignoró la ansiedad del joven mensajero y tomó un respiro. El descanso había logrado que todo su cuerpo doliese aun más, se sentía como si alguien hubiese entrado mientras dormía y le hubiese propinado una nueva paliza solo por el placer de hacerlo.

Miró al soldado—. ¿Debo ir al campo de entrenamiento o directamente al de castigos?

El chico pareció confundido antes de agitar la cabeza—. Te están esperando en el salón del trono.

—¿El salón del trono?

—Si —su cabeza rebotó de arriba abajo como si tuviese un resorte—. La reina en persona esta solicitando tu presencia.

—... —ni siquiera sabía que decir a eso.

¿Por qué demonios la reina quería verlo? Apenas y podía catalogarse como un prospecto a soldado, no tenía ningún rango y ni siquiera podía mantenerse en una pelea en la arena, no era nadie. ¿Por qué la reina se molestaría en castigarlo personalmente cuando ni siquiera figuraba dentro del ejercito real aun?

Extraño.

Cuando se puso de pie, dispuesto a seguirlo, el soldado frente a él chasqueó sus labios con desaprobación—. No puedes presentarte frente a la reina luciendo así —señaló—. Al menos cámbiate la camisa, esta manchada de lodo.

Bajando la mirada a donde era señalado, Nikos rodó los ojos al ver la marca de pequeños dedos de lodo al frente de su camisa, justo donde Xandé había estado aferrándose en el camino al palacio. Rebuscando entre sus pocas pertenencias, encontró una camisa negra que estaba limpia y se cambió, recordando pasar sus manos a través de su cabello para aparentar una pizca de modales.

Girándose, miró al soldado—. ¿Contento?

—Mm —hizo una mueca—. Puedes lavar tu rostro en la fuente de camino allí, ahora vámonos antes de que la reina se enfurezca porque la has hecho esperar tanto.

Gruñó ante eso, pero no pudo hacer más que obedecer cuando el joven cumplió su palabra y se detuvo frente a la fuente, esperando que Nikos lavase su rostro. No tenía idea de cuanto tiempo había dormido, pero el sol comenzaba a salir por el horizonte en el momento en que se detuvieron frente a las puertas del salón del trono.

Nikos miró con duda a los guardias apostados a los lados de las enormes y ornamentadas puertas, después de todo, este era uno de los pocos lugares donde nunca había estado antes. Un pequeño soldado en entrenamiento como él, solo podía imaginarse como sería la parte interior del palacio, más nunca daría un paso dentro.

El joven soldado se adelantó y entregó un papel a uno de los guardias, luego de una breve lectura, las puertas fueron abiertas y Nikos siguió obedientemente detrás de su guía. El suelo cambió de color del pasillo a la sala, tuvieron que pasar por otro grupo de guardias antes de poder entrar formalmente. Suelos de mármol grises con alfombras turquesas, detalles en oro en cada columna así como varias diferentes estatuas pálidas en hermosas poses. Sobre un grupo de escaleras, dos hermosos tronos dorados brillaban bajo la iluminación proveniente de las enormes ventanas del piso al techo ubicadas detrás.

Sentada en uno de esos asientos, una hermosa mujer soplaba el contenido de una taza de porcelana con delicadeza. Sus ojos azules miraban aburridos el alrededor, y aunque su cabello y maquillaje eran perfectos, la parte inferior de su falda arrugada delataba que su día no había sido tan tranquilo como aparentaba.

Cuando el joven soldado frente a él se inclinó en una reverencia, Nikos rápidamente copió sus movimientos con temor a ofender a alguien sin percatarse.

Una resonante voz no tardó en anunciar:— El soldado Nikos presentándose a petición de su alteza.

Bajando la taza, la reina dirigió sus inteligentes ojos hacia Nikos y los examinó con cuidado, logrando que este último se retorciera en su lugar hincado sobre una de sus rodillas. Podía no tener mucho respeto por todo lo que conllevaba a la realeza, pero no era tan estúpido como para estar tranquilo sabiendo que uno de ellos estaba enojado con él.

Solo esperaba que todos esos rumores de la reina siendo amable fueran ciertos o su vida terminaría antes de comenzar.

El suave tintineo de la porcelana se escuchó solo un momento antes de que el dobladillo bordado de un hermoso vestido rojo apareciese justo frente a los ojos de Nikos—. Levántate, Nikos, déjame verte.

Con un segundo de vacilación, Nikos obedeció, aun manteniendo su mirada baja. Dedos suaves bajo su barbilla pusieron fin a eso cuando la reina lo hizo subir la mirada y encontrarse directamente con sus curiosos ojos.

—Tan joven —murmuró al observarlo por un tiempo—. ¿Qué edad tienes, Nikos?

Apenas resistió el impulso de sacudirse de su toque mientras respondía—. Tengo once, su majestad.

—Once años —lo liberó, su mirada se tornó cariñosa—. Tienes la misma edad que mi tercer hija, la princesa Rose.

Nikos asintió quedadamente, sabía eso, después de todo el festejo de cumpleaños de la princesa era solo un mes antes que el suyo. Aunque obviamente, dichos festejos distaban mucho el uno del otro en cuanto a grandeza.

—El pequeño príncipe habló mucho sobre ti al llegar aquí.

Eso logró que Nikos la observara sorprendido antes de recordar sus propios modales y apartar la mirada.

Ella rio suavemente—. Parece que le agradas. —dijo—. Y te aseguro, no muchas personas realmente le agradan. Ocupa gran parte de su tiempo ocultándose de sus niñeras y cuidadores, estoy segura de que si hubiese tenido la oportunidad, ya hubiese huido lejos.

Nikos no respondió, prefiriendo apretar sus labios juntos al recordar la forma en que el pequeño había aceptado huir con él con total facilidad. Obviamente, el pequeño príncipe hacia lo que quería sin ningún tipo de freno y por lo que veía nadie estaba dispuesto a ponerle un alto a ese comportamiento.

—Pero tu... —agitó su mano hacia él distraídamente—. Tu realmente le gustas.

—Creo que el pequeño príncipe, solo quiere tener un amigo, su majestad —respondió en un tono bajo y respetuoso.

Al contrario del comportamiento correcto de una reina, ella simplemente bufó—. Obviamente, no conoces a mi pequeño hijo —dijo—. ¿Crees que no he intentado conseguir un amigo para él? Duques, barones, vizcondes y marqueses, todos han intentado enviara sus hijos aquí con la esperanza de que entablen amistad con el príncipe más joven. Y ninguno ha sido de su agrado.

Se detuvo y lo miró.

—Hasta ti.

Nikos la miró, intentando averiguar hacia donde estaba dirigiéndose el tema, pero su rostro no revelaba nada mientras lo miraba. Para su sorpresa, ella agitó su mano y envió fuera a todos los presentes que aun quedaban antes de tomar asiento a mitad de las escaleras hacia el trono y simplemente mirarlo.

—Xandé me dijo todo lo que sucedió esta noche —dijo después de un buen rato—. Incluyendo la razón por la que estabas en el bosque a esa hora de la noche.

Por un instante, pensó que se había salvado de eso.

Dejándose caer nuevamente en una rodilla, inclinó su cabeza—. Este inferior lamenta sus errores. Aceptaré cualquier castigo que su majestad deseé otorgarme.

—Levántate, Nikos, no pretendo castigarte por eso —ella dijo.

La miró confundido—. Pero...

—Cuando dije que Xandé me contó toda la historia, me refiero a absolutamente toda. Mi pequeño no tiene mucho filtro aun, así que no se salteó nada al hablar conmigo —dijo—. Sé que querías huir, Nikos, como también sé que eres huérfano y que no tienes un hogar al que volver. Eso logró que Nikos inclinara su cabeza, ocultando su mueca de dolor.

—Teniendo en cuenta tu joven edad, voy a deducir que fuiste tomado por el ejercito cuando te quedaste solo —ella siguió—. Es normal que no te guste estar aquí, no querías estarlo desde el principio.

No tenía nada que agregar a eso, después de todo, no podía simplemente negar la verdad.

—Y es por eso que quiero proponerte un trato, Nikos.

—¿Un trato? —repitió sorprendido.

—No te preocupes, es algo fácil —dijo con una sonrisa—. Quiero que te conviertas en el mejor amigo de Xandé, solo debes pasar algo de tiempo con él, y a cambio rebajaré tus tiempos de entrenamiento y te permitiré descansar más. Si haces un buen trabajo, en el momento indicado, te daré un titulo adecuado y podrás salir de aquí como un hombre libre y sin ataduras, ¿Qué te parece?

Nikos la miró con duda, intentando discernir cual era la falla en un trato tan perfecto—. ¿Por qué haría algo así?

—Porque Xandé necesita amigos y creo que tu puedes ser uno genial.

—Puede que sea un amigo horrible y una muy mala persona, ¿realmente me quiere cerca del pequeño príncipe, su majestad?

Ella rio—. Si fueses una mala persona, jamás habrías cargado a Xandé nuevamente al palacio cuando viste que estaba herido. Podrías haberlo dejado allí, Nikos, y seguramente habrías salido de aquí sin que nadie te detuviese. Hubieses obtenido la libertad que tanto anhelas —señaló—. Pero no lo hiciste, dejaste esa libertad de lado para ayudar a Xandé, y esa simple acción te hace una increíble persona.

—Entonces, solo por una buena acción, ¿soy una buena persona y merezco la oportunidad que me esta dando?

—Algo así. —ella dijo. Agregando cuando Nikos solo la miró con desconfianza—. Y porque no quiero que intentes huir nuevamente. Este no es un buen lugar para estar en tu posición, Nikos, pero fuera de las paredes de palacio no tendrás un buen final. No quiero que termines muerto por obtener un plato de comida, si te quedas aquí puedo hacer tu vida más fácil y no correrás ningún riesgo. Todos ganamos.

Nikos la observó por un largo tiempo, intentando encontrar el engaño en su mirada. Pero al igual que su hijo pequeño, solo había total confianza y sinceridad, sin engaños. Las palabras de su madre rebotaron en su mente, ella no estaría de acuerdo con tal trato... pero ella ya no estaba. Y Nikos si, y aunque le doliese admitirlo, la reina tenía razón, su destino allá afuera no sería mucho mejor. Pero si ella le hacia las cosas más fáciles dentro del palacio podría soportar algunos años antes de volver a intentar escapar.

Eso podría funcionar. Si aceptaba y la reina no cumplía con sus palabras, huir siempre era un plan B.

Genial, podía con eso.

Antes de que pudiese responder, ella agregó—. Te daré unos días para pensarlo, Nikos —dijo—. Por ahora, puedes regresar a descansar. Te estoy otorgando algunos días libres de entrenamientos como recompensa. Después de todo, Xandé le contó a todo el mundo acerca del increíble héroe que eres al haberlo salvado y traído de nuevo, si no te doy al menos una mínima recompensa por eso, seré tildada de ser una horrible reina.

Nikos se inclinó suavemente—. Muchas gracias, su majestad.

—Retírate ahora, regresa a descansar —lo despidió con simplicidad—. Y recuerda pensar en mi propuesta.

Nikos se detuvo, dispuesto a darle una respuesta en ese instante, pero al último momento se arrepintió y decidió usar ese tiempo para pensar con detenimiento. Murmurando un nuevo agradecimiento, se volteó y alejó, traspasando las puertas para salir del salón y dirigirse nuevamente a las barracas.

En el salón del trono, un atractivo hombre surgió desde las sombras de las columnas cercanas y miró a la joven reina con curiosidad—. ¿Vas a decirme a mi la razón real por la que quieres facilitar la vida de ese jovencito?

Ella le sonrió—. ¿Quién dijo que esas no son las verdaderas razones?

—Hemos estado casados por los últimos diecisiete años —le recordó, sentándose a su lado y dedicándole una dulce sonrisa—. Te conozco mejor de lo que me conozco a mi mismo, sé cuando no dices toda la verdad.

—Mm, quizás si, quizás no.

Acercándose, besó su mejilla—. Mi amada reina, dime el secreto que guardas y juro decirte todos los míos.

—Tu no tienes ningún secreto conmigo, cariño —sonrió, observándolo con amor desbordando de sus ojos claros—. Intento facilitar su vida porque no quiero que odie el reino, tampoco quiero que quiera huir de aquí nuevamente.

—¿Por qué?

—¿Por qué? —ella repitió burlonamente, alejándose de él cuando quiso robar un beso y bajando las escaleras—. Porque ese niño, será nuestro futuro yerno.

—¿Uh? —el rey parpadeó tontamente, mirando de las puertas que Nikos había traspasado a su amada esposa—. ¿Vas a comprometer a alguna de nuestras hijas con él?

—¿Hijas? No —rio—. Hijo.

—Sé más clara, querida, no estoy entendiendo nada.

Sus ojos estaban llenos de risa cuando lo miraron—. Xandé me ha dicho que se casará con él al crecer. —dijo—. Así que estoy tomando cuidado de nuestro yerno desde ahora para asegurar dicha boda.

El rey abrió y cerró la boca como un pez fuera del agua antes de decir:— ¡Solo tiene cinco años!

Encogiéndose de hombros, la reina arregló su ropa y se dirigió a la puerta que daba al pasillo interior del palacio—. Tenía solo un par de años más cuando prometí casarme contigo.

—¡No es lo mismo!

El rey corrió detrás de ella, dispuesto a discutir las razones por las cuales era una mala idea, pero sin importar lo que dijo, la reina no escuchó nada. Si su pequeño bebé lo quería, entonces sería de esa manera. Solo tenía que encontrar la forma de lograr que Nikos estuviese de acuerdo con ellos.

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Comments

Marisol

Marisol

Que moderna la reina ni estos tiempos que fuera

2024-02-24

6

Lety Díaz

Lety Díaz

vaya que reina tan liberal
jajaja
Un respiro para Nikos, pobre ha sufrido mucho

2024-02-11

7

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