CAPÍTULO X

PERDIDA O GANANCIA

Las horas pasaban rápido casi ni he tenido tiempo para la abuela y la tía que ya están aquí;  los recibí en el aeropuerto almorcé con ellos y no los  he vuelto a ver. Esta noche voy a cenar con ellos. Invito a Marcus. Esta en una junta con los Anderson.¡ Oh no!. Eso es por la vacuna. Dios quiera los indios me tengan varios kilos de semillas. Ojalá les guste el nuevo dispensario que les vamos a donar. Ojalá el Chaman esté allí. Lo quiero ver. Lo he extrañado tanto.

Comienzo los preparativos del viaje. Acompañada por  Mariela y Angela, dos secretarias de Presidencia, nos animamos a hacer las compras. Les explico la situación y nos vamos a la  plaza  mercado en busca de ropa para mi. Una plaza grande  de las que hay en todos los barrios de nuestras ciudades. Allí se consigue de todo y todo se comercializa. Piensa en algo, eso las plazas de mercados lo tienen. Legal o no allí se consigue. No es tan fea la ropa, de mala calidad, 3 pantalones, 3 camisas y botas de tacón bajo, shores, franelas y hasta medias. Estábamos pasándola muy bien. Y teníamos permiso para toda la mañana, compramos de todo para ellas y para mi. En un café de pasada, descubrí unas mochilas tejidas, en la parte alta de un exhibidos. Iba a necesitar una para sustituir mis maletas y estas parecían morrales, espaciosos y bellamente decorados.  La propietaria estaba ocupada y me dijo que podía revisarlas. Me trepe por la escalera para alcanzarla y erguida al máximo las atrape.

Sentí las miradas lasciva manchar mi cuerpo y palabras babosas mi oído. Pero también sentí la presencia protectora de otro ser. Y fui bajando poco a poco de la escalera.

-Señorita Zuluaga. -La voz fuerte y varonil del profesor Bustamante -Me permite ayudarla?

Extendía su gesto caballero y atrapo mi mano en la suya me sentí un conejito de india bajo el escrutinio de su mirada.

-perdona, se acercó a mi oido (me miro severo) pero cargas mucha piel descubierta y además en un lugar inadecuado. Ponte por favor tu chaqueta y las escolto fuera de este lugar-

Las muchachas se congelaron pensando que del cielo escapaban los dioses y sin remilgo se lo comían con los ojos. Yo no, estaba avergonzada. Obedecí. Allí quedaron las mochilas cuando casi a rastra lo acompañaba con mis amigas.

-¿Donde están tus guardaespaldas? y ¿donde esta tu chófer?- en realidad no era para tanto, pero supe el porque de su reacción. No le di la cara, que creyera que me había intimidado era mejor así.

-Perdón profesor andamos las tres a pie, de compra. - me acerque a su oido-  a dos cuadras esta la droguería. Estamos disfrutando la tregua. Ya no estamos en guerra.

Ni se inmutó su semblante se volvió más severo y nos siguió arrastrando hasta la entrada de la droguería. Se despidió de las tres con una señal y disculpándome le agradecí su compañía. desapareció ante la mirada atónita de las muchachas que estaban extasiados. Y lo defendieron.

-Quien el sea tiene razón. Estamos locas. Como permitimos que te expusiera así. Dios. Suerte que conseguimos ese Señor. Y nosotros somos más adultas no volvemos a permitir que nos convenza a seguirte en tus andanzas. A veces se nos olvida quien eres y por todo lo que has pasado. ¡Ay Mía! No tienes miedo. Bien merecido la reprimenda de tu familiar. Tienes suerte que no entro a meter el chisme y ahí si estábamos en problema las tres.

-No bobas el tío exagero. Y quien me puede regañar. Y a Uds. Creen que voy a permitir que les hagan algo. Me voy de viaje y cuando vuelva cuento con Uds. Para echarme a perder. Puedo.- las tranquilice.

- Ni lo sueñes -replico Angela la hermosa pelirroja de 27 años que tiene babeando a los ejecutivos de la droguería.- -Te llega a pasar algo y no nos lo vamos a perdonar. Y chiquita, no es bueno que te relaciones tanto con nosotras porque si saben que te importamos nos pueden usar para dañarte.

-Si tienes razón y hasta les pueden hacer daño por mi –  les replique- y Uds. están siempre expuesta son presas fáciles. Las entiendo, pero al menos podemos tomarnos un cafecito juntas algún día.

Las locas me abrazaron cuando vieron la amenaza de las lágrimas. Y también lloraron.

Arregle mi viaje, cuatro guardaespaldas Marcos y Yo. Tres días de viaje como mínimo. Mucho que hacer y las distancias eran largas y por caminos sinuosos.

El viernes cuando me acicalaba para unirme al grupo, entró la llamada. El vuelo del Chaman hace escala, a las 10pm en mi territorio,  mi comitiva será recibida en el anden 5. Y eran las 8pm.

Alerte a los guardaespaldas y levante a las 81/2 mi equipaje que viajaba seguro en la mochila de mi madre y aún conservaba su olor. Nos fuimos en el carro de Raúl, uno de los guardaespaldas, parecíamos turistas disfrutando de los misterios de la naturaleza .

 Marcus no respondía y decidimos ir al club. Los minutos pasaban y el aeropuerto quedaba lejos. Decidida baje por Marcus, entre al salón Vip del grupo, se oía una bella algarabía, casi me tenta a quedar, pero sigilosamente entró por la puerta de atrás, la secreta , la que sólo se usa en emergencia , se entra por   el baño del  cuarto principal y todos los miembros sabemos donde conseguir la llave.

Sigilosa como si estuviera robando. Pongo mi celular mudo para que nada me delate, al abrir  estando  la luz prendida, oigo la voz de Marcus, esta con  Elisa. Ella parada sin blusa con el cierre del pantalón abierto Estampada en la pared. Quede fría, pero inmediatamente grabe, grabe cuando Marcus frente a ella desplazaba su lengua desde los labios hasta sus senos. No quise oír sus quejidos y olvidé apagar el video. Aturdida salí de allí, como si me hubieran pillado robando o matando. Dejé la puerta abierta olvide la llave pegada. Traté de bloquear todo. Pero choque con un cuerpo duro,  grande que evito mi caída

.-Mia -se asombro el profesor. Sta. Zuluaga- ¿que le pasa?

Avergonzada no encontré como escapar. Me sujetaba de los brazos y preocupado escrudiñaba mi actitud.

-Mia, ¿que te hicieron? -insistía el profesor.

No se si tenia lagrimas pero,  si mucha tristeza y talvez dolor, no lo podía definir, la sorpresa ganó todo el terreno. Y sabía que tendría que tranquilizarlo.

.-No  me paso nada. Solo voy apurada.

No lo pude engañar, de forma fraternal me envolvió en sus brazos, radie con los míos su cuello y me deje consolar, me sentí en casa, su pecho ancho y tibio, el  aroma del perfume mezclado con licor y tabaco anestesiaron mi dolor y muy lejos por allá sentí mi que cuerpo dejaba de temblar a medida que soltaba el abrazo

Le dije que me iba de viaje , me acompaño hasta la salida, donde los chicos me apuraba, me despedí y le agradecí con un beso en la mejilla. Los guardaespaldas lo saludan respetuosamente

-y ¿Marcus? -pregunta el guardaespaldas mientras  abre la puerta-

- El no viene-respondí – mire al profesor, le dedique una ultima sonrisa. Y nos marchamos. Al voltearse aún pude ver la solitaria figura en la acera arropado con  aquella noche bella, cuajada de estrellas y de una fresca brisa  que saca maravillosos acordes cuando feliz se escabulle entre las plantas y las obliga a derramar sus preciadas aromas y ni el fuerte roble ni la tierna rosa se hacen rogar se integran a un todo, danzando en el canto de paz.

Lo que no pude ver fue al profesor que deshizo el camino andado entró por la puerta abierta, vio lo que yo vi y sigiloso volvió a salir. Cerró la puerta, puso la llave bajo el matero y pensativo se alejo.

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