No sería lo más loco que le pasaba en las últimas horas, pero todavía estaba cerca. El labio inferior de Evan goteó un poco de sangre sobre la hoja antes de que se diera cuenta, se había mordido con demasiada fuerza.
Volvió a la página de la historia. Revisó los capítulos y las vistas. Era prácticamente desconocida, estaba vacía de actividad. Uno o dos me gustas nada más. Menos de cincuenta vistas y solo dos capítulos. El autor era un tal “Tiff_2109", y solo tenía esa historia publicada. Ninguna biografía, ni descripción, únicamente una nota al final del primer capítulo.
“Actualizaré todos los martes”
El primer capítulo había sido publicado el 15 de enero. Cinco días después, se había dado exactamente la misma secuencia que el libro contaba. Alice incluso había dicho las mismas frases, le habían contestado de la misma manera. No había tanto que un libro normal podía predecir.
Se rio un poco de histeria cuando leyó la frase de vuelta. Lágrimas formándose en sus ojos que limpió con una sola mano, fingiendo que no sucedía nada.
Si se calmaba y lo pensaba seriamente, podía creer que toda la historia de su vida estaba siendo escrita y publicada. De vuelta, no era lo más raro que le pasaba en las últimas horas. Debería centrarse en lo importante, como que, en el libro, la historia de Keith con Evan era la misma que en su vida.
Escribió, su mano doliendo por el agarre fuerte en la lapicera.
“Reglas para sobrevivir:
No cambiar la trama significativamente. Si la teoría del libro es cierta, (altamente probable), Keith es una persona muy peligrosa. Solo Alice lo aplaca. Debo ayudar a que Keith y Alice se conozcan e interactúen, de manera que Keith cambié para bien y se vuelva una persona decente.
Mantenerme lejos de Keith y Alice. Ellos son los personajes principales. Yo soy un antagonista. Antes, no tengo recuerdo de molestar a Alice de ninguna manera. Me mantuve alejado de ella y no me involucré. Sin embargo, hablé un par de veces, pues compartíamos la clase de deportes, y la trama del libro se apresuró a echarme la culpa de su acoso y sus dificultades. Tengo que alejarme de ella y evitarla, lo mismo que a Keith.”
Evitar a Keith, viviendo en la misma casa que él, sería complejo. Pero todavía era posible. Tendría que encontrar una excusa para alejarse de la residencia, conseguir un trabajo podría funcionar. Su padre no haría preguntas, a Keith no le interesaba. Pero mientras más tiempo pasara lejos suyo, menos probable era que lo odiara a muerte.
También podía asegurarse terminar en una clase distinta que Keith. Podía intentar la admisión en alguno de los tres cursos especializados, los primeros cincuenta del examen de selección podían optar por esa opción: ir a un curso de excelencia especializado en Ciencias Exactas, Ciencias Sociales y Económicas o Humanidades y Artes. Evan no había tenido esa oportunidad en su anterior vida, pero ahora, estaba atravesando la secundaria una segunda vez. Tenía una ventaja primordial. Quería aprovecharla, eso y su nuevo privilegio: el conocimiento.
Alejarse de Keith también incluía alejarse de su padre. Era justo y necesario. Mientras seguía garabateando, pensó en las palabras de Cisneros.
Respiró hondo antes de escribir.
“3. Vivir.”
...****************...
Evan leyó el segundo capítulo con avidez. Se llamaba "Un encuentro inusual", y era sobre como el viaje de Alice a comprar suministros a la ciudad terminaba en ella conociendo al director de Saint Julien y conversando tranquilamente con él sobre literatura antigua. Ahí, le ofrecían la beca completa al colegio. El 12 de febrero, la vida de Alice cambiaría brutalmente.
Evan tenía un calendario sobre su escritorio. Tenía el día del examen de selección circulado con rojo. Exploró su habitación con la mirada como si fuera de una persona completamente diferente. Hasta cierto punto, lo era.
Cuando tenía quince años, le gustaba el fútbol y las matemáticas. Odiaba leer y escribir, la historia y la geografía eran sus peores materias, soñaba con ser ingeniero y despreciaba las ocupaciones que se basaban en el servicio social. Médicos, psicólogos, enfermeros, asistentes sociales, todas esas cosas le parecían tonterías inútiles. Su cuarto era un reflejo de su mente: pósteres de sus jugadores favoritos y la calculadora afuera, junto al libro de matemáticas. Cosas de historia y geografía fuera de su vista.
Con el tiempo se había alejado de la influencia de su padre. Él, que lo admiraba, quería encajar en sus estándares, y había creído que lo suyo era la ciencia cuando solo estaba haciendo lo que él decía que debería hacer "un hombre de bien".
Se había arrepentido tanto, mientras crecía solo, por no haber aprovechado las oportunidades de su infancia: el Instituto Saint Julien no era nada más que un nombre cuando no tenía la capacidad o la motivación para exprimirlo. Las oportunidades, los docentes, la biblioteca y los clubes.
Podría haber vivido tantas experiencias si tan solo se hubiera alejado de las expectativas inalcanzables de Armando. Principalmente, porque sabía que no sería aceptado nunca. Pero en vez de ser él mismo se había forzado a encajar en un molde que no le pertenecía.
Empezó a pensar en los personajes del libro. ¿Quiénes podrían acompañarlo a cambiar su vida? No había tenido muchos amigos en la escuela secundaria. En realidad, no había tenido amigos en lo absoluto.
El sonido de la puerta, escaleras abajo, lo despabiló de su ensueño. Miró el reloj del teléfono y se encontró con la hora tardía.
00:18. Pasada la madrugada. Seguramente habían salido a comer y habían paseado por la playa. Por el libro, Evan sabía que a Keith le gustaba visitarla de noche. Incluso si lo negaba, el mar oscurecido, como boca de lobo, era tranquilizante. Tenía un lugar en su corazón.
Evan escuchó las risas de su padre y un dolor en su estómago lo golpeó con fuerza. Inevitables celos lo persiguieron. Su padre nunca se había reído así con él. Él jamás lo llevaba a comer o le daba consejos, mucho menos lo llevaba a la playa. Le dolía un poco el pecho cuando recordaba como el hombre, una vez que Evan se había ido al Colegio Militar, le decía a Keith que era el hijo que nunca había tenido.
Aunque le hubiera causado problemas, ¿Cómo podría despreciarlo así?
Esperó en su cuarto hasta que escuchó que se acallaban los ruidos. Se despidieron y los pasos se dirigieron a sus cuartos. Puertas cerradas, seguros puestos, Evan esperó cinco minutos más, juntando coraje y pensando en un plan de acción para bajar y no pasar más tiempo del necesario abajo.
Pasaría por la cocina por un vaso con agua, buscaría el cargador de su celular en la sala de estar e iría al baño a lavarse los dientes, la cara y prepararse para dormir. No tenía por qué tardar más de cinco minutos haciendo las dos primeras, la tercera era adentro de un cuarto, así que no había peligro. Seguramente estaría en paz.
Bajó las escaleras justo a tiempo para encontrarse a su padre sacándose la corbata sobre una silla, en la cocina. El dolor de la vista fue brutal.
Era joven. Mucho más joven de lo que Evan podía distinguir en las noticias años después. Tenía todo el pelo rubio cenizas, los ojos verdes mirándolo de reojo y analizándolo. Se movían de arriba a abajo sobre su figura desgarbada, y Evan, que seguía en su pijama y que no había comprobado que no tuviera manchas de vómito, se sintió pequeño.
La manera en que Armando frunció la nariz lo hizo sentirse ínfimo.
—Padre —habló primero porque siempre lo hacía. Era su vieja costumbre. Cuando encontraba a su padre, él no solía querer hablar, no quería ni siquiera mirarlo. Lo ignoraba completamente. Si no lo hacía, se vería raro —. Buenas noches. ¿Cómo les fue? ¿Cómo están? Espero que se hayan divertido.
Armando miró al joven de piel trigueña unos segundos más de los que acostumbraba. Esos ojos negros, tan diferentes a los de todos en su familia, lo miraban de una manera extraña esa noche. Evan se veía como un desastre. Ojeras debajo de sus ojos, manchas de sudor y alguna sustancia indefinible en su camiseta. Respiraba agitadamente, como si hubiera corrido una maratón, o despertado de una pesadilla.
No podía distinguir qué era, pero tampoco estaba interesado en hacerlo.
Devolvió la mirada a su corbata y gruñó unas palabras:—Es tarde. Vete a dormir, Hillman.
Ouch. Evan había olvidado que su padre no le hablaba por su nombre. El hombre caminó hacia el pie de las escaleras, esperando que el pelirrojo se corriera. Para cuando pudo reaccionar, Evan soltó un revoltijo de palabras mientras se apresuraba a bajar.
—Claro, lo siento, perdón, en realidad estaba dormido, solo me desperté ahora porque venía a tomar agua e ir al baño, lo siento mucho, prometo no hacer ruido, ya me voy.
Fue inútil hablar. Antes de que Evan terminara de formular las primeras palabras, Armando ya estaba escaleras arriba. Y al final, cerró la puerta de su habitación con un portazo.
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Comments
Yoha D' Boliivarr
si ya sabe como es porque insiste simplemente debe ignorarlo y seguir su camino jumm.
2025-01-13
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