El Villano Sólo Quiere Ser Amado

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Capítulo i. Sweet kisses

"Sweet kisses" o "Besos dulces" era una novela romántica publicada en una página web que se había hecho viral varios años después de ser terminada. Por allá por el 2015, Evan fue testigo de cómo se convirtió en un fenómeno internacional, sino mundial.

Había sido sensación. Se la había llamado "El nuevo Crepúsculo" después de la primera fila de fanáticos acampando para comprar el libro. Niñas vistiéndose como los personajes principales, Alice y Keith, el libro publicado en físico y su autor, anónimo, siendo perseguido incansablemente para que se desvelara su identidad.

El estallido podía deberse a la misteriosa acción del algoritmo, o a los internautas revolucionados que buscaban algo nuevo para probar. Lo cierto era que se trataba de un misterio: sin un porqué válido, de un día para el otro, "Sweet kisses", con su portada de unos labios chupando una paleta, había enloquecido a la gente. Evan, independientemente de lo que dijera, no había sido la excepción.

Con los libros apilados debajo de la cama, Evan leía todos los días antes de dormir. En el retiro en el que vivía nadie tenía mucho, pero había ahorrado las propinas y su pequeña suma de sueldo durante un tiempo considerable para permitirse pagar la saga completa. En un viaje al pueblo más cercano, comprando provisiones, aprovechó para colarse en una librería y conseguir los libros. Ya en el retiro, los escondió.

El retiro espiritual era un negocio cuestionable. Por su acción como una ONG, recibían una donación estatal, además de algunas contribuciones de personas amables. Los enfermeros, sin embargo, cobraban menos que una miseria por su trabajo. Evan, reclutado hacía años, sabía que el dinero lo disfrutaba el fundador, y que los enfermeros eran llamados y manipulados con base en discursos tontos sobre vocación y ayudar al prójimo. Trabajaban por comida y un techo, cuidando ancianos sin hogar ni familia.

La única alegría que tenía Evan en esos años era la lectura. Se entregaba a ello en los pocos tiempos que tenía de descanso, y usualmente leía clásicos, pero la locura alrededor de "Sweet kisses" lo había llevado a aventurarse.

Grave error.

La historia se centraba en Alice Burdow, una adolescente pelirroja, muy inteligente, de los suburbios. Sus padres eran trabajadores y ellos, si bien no eran pobres, eran de clase media. La chica era una 'genio' de la oratoria, y después de participar en un concurso de debate, ganó un premio monetario importante. El director de una institución se impresionó con ella y le ofreció una beca completa para su educación, a lo que Alice aceptó, sin ser consciente de a dónde estaba accediendo ir.

La novela empezaba justo ahí, con ella llegando al Instituto Saint Julien, el más caro y más prestigioso de su país, con una maleta remendada y una mochila harapienta, únicamente comprometida con aprender.

Claramente, no era fiel a sus promesas. El inicio del libro había tenido a Evan enganchado a muerte, enamorado de las palabras imponentes y la elegancia de la protagonista, jurando que su carácter era increíble. Aún así, tras llegar al colegio, se convertía en una niña llorona cualquiera, deshaciendo cualquier promesa sobre defenderse del maltrato de los niños ricos.

En su lugar, lloraba en las esquinas y se escondía de los demás. El declive de la novela había irritado a Evan tanto que había arrojado el libro al otro lado de la pequeña habitación, enojado por haber gastado su dinero en tonterías.

—Evan —el portero, habiendo escuchado el ruido, se asomó a través del umbral de la puerta, su ceño fruncido y su voz agresiva—, ¿Qué haces despierto? ¿Y qué es todo ese ruido? ¡Duérmete ya!

Por supuesto que Evan no había dormido. En su lugar, había fingido dormir hasta que los pasos del portero se alejaron. Entonces, se lanzó por el libro y siguió leyendo.

Alice, entonces, conocía a Keith Racord, niño rico, pedante, intimidante y abusivo. Todo lo que ella despreciaba. Pero era guapo. Y adivina, ¿Qué hacía Alice entonces?

Ella podría haberse alejado. Podría haber elegido irse y correr lejos del chico, y volver a su escuela normal, donde todo el mundo la quería, o al menos todos la respetaban. Pero no, por supuesto que no podía hacer eso, ella se enamoraba y ellos, después de unos dos tomos eternos, tenían su final feliz, abrazados, amándose.

Wow, Evan había vuelto a desperdiciar su dinero.

Ahora bien, tenía que ser honesto, no toda la historia era mala. Algunas partes se podían salvar. Una subtrama sobre un amigo de Alice enamorándose de otro chico, o algo del desarrollo de Keith, eran destacables. La historia de fondo de Alice, su familia humilde y como reaccionaban ellos a la nueva vida de su hija, eso también llamaba la atención. Sin embargo, había una cosa que capturaba la atención de Evan con mucha facilidad: la historia de la familia de Keith.

Era... Aterradoramente similar a su historia. Como, espeluznantemente similar. Incluso se había descubierto llorando en algunas partes, atolondrado por los recuerdos dolorosos, el fantasma de un abrazo de su madrastra cubriendo sus hombros.

Bastaba con decir que el hermanastro de Keith se llamaba Evan para entender a dónde iba el tema.

Evan, el de la novela, era un antagonista menor en la historia. El hermanastro tonto de Keith, odiado por su padre por "haber causado la muerte de su madre" en un parto difícil. Él se enamoraba de Alice, y, tontamente, la intimidaba, porque no sabía cómo acercarse a ella. Cuando Keith se enteraba de que la niña que le gustaba estaba siendo molestada por el chico, a quien ya despreciaba, se encargaba de hacerle la vida imposible. Lo inculpaba por bromas, le robaba las tareas, lo empujaba y humillaba frente a sus compañeros.

Luego de culparlo por encerrar a Alice en un laboratorio durante una competencia de Matemáticas, presuntamente para saborearla, Keith lograba que lo expulsaran del colegio y que su padre lo enviara a un instituto militar. La trama del libro, no contenta con el destino cruel, le regalaba una oración más, capítulos más tarde, como un mero comentario.

"—¿Hablas de Evan? Escuché que escapó del Campamento Militar. Lo estaban buscando, pero su padre no tiene paciencia con estas cosas.

—¿Cómo así? ¿Va a dejar que se pierda?

—Bueno, dijo que si no lo encuentran en dos días, dejará de buscarlo y permitirá que se las arregle por su cuenta. De todos modos, no importa, mi amor, él ya no es tu problema. Yo te protegí.”

Evan tenía arcadas.

Recordaba su propio tiempo en el campamento militar, el maltrato y las condiciones deplorables. Se suponía que era un programa de reinserción, pero los niños vivían como animales: criminales pequeños y chicos sin amor de su familia se transformaban en completos recluidos por pasar meses, incluso años, en esas condiciones.

Evan había visto su futuro. Prefirió huir.

Terminó capacitándose como enfermero en el retiro. No tenía título, así que cobraba menos que los otros enfermeros, era personal de maestranza. Su padre nunca lo había buscado. Su hermanastro y su madrastra se habían olvidado de él. Era algo que evitaba recordar la mayoría de los días, el ardor de la traición todavía chispeante en su alma.

Evan era rencoroso. No lo negaría nunca. Le guardaba rencor a toda su dizque familia, a todos los que lo habían abandonado. La vida del retiro no era la mejor vida, pero era mejor que tolerar ese daño.

Días después de terminar la saga completa, aún asqueado por los libros, le habían pedido que saliera a pasear al señor Cisneros. El hombre era un veterano, y si bien tenía hijos y esposa, su familia lo había dejado en el retiro cuando su estrés postraumático se había vuelto demasiado para manejar. Era uno de los pacientes favoritos de Evan, aunque fuera tosco y grosero a veces: había sido traicionado cómo el propio Evan, y solo entre ellos se podían entender.

—Muchacho —el hombre habló tras un carraspeo—. Chico, tienes que irte de este paradero. Estás atrapado, esto es el medio de la nada. Huye a la ciudad, búscate un empleo digno, encuentra a una joven respetable. Vive, muchacho, no dejes que tu pasado te niegue un futuro.

Evan sonrió con melancolía, apoyando los brazos en la silla de ruedas con la que transportaba al hombre:—Ay, señor Cisneros, si tan solo fuera tan fácil. ¿A dónde voy a ir? ¿De qué voy a trabajar? Yo no puedo irme, don. Esto es todo lo que conozco.

Evitó decir que no podía encontrar una joven porque las mujeres no eran de su agrado. En su lugar, sonrió y señaló los montes verdes y el cielo azul, despejado, de un verano hermoso.

—El retiro no es tan malo —siguió, ignorando a propósito la mirada de desdén en los ojos del anciano—. El paisaje es hermoso, y me dan comida, techo y algo de dinero. Debo ser agradecido, señor.

—¡Al diablo con las gracias! —masculló el anciano, y escupió un poco mientras lo hacía. Evan se fijó disimuladamente si se le había caído algún diente.— Al diablo con decir gracias y con vengarse. Vive, muchacho. Vive mientras puedas.

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Comments

🍫~1☆ONU-Alastoriana☆9~🍫

🍫~1☆ONU-Alastoriana☆9~🍫

Esa seria yo /Grin/

2025-01-05

2

...

...

dientes están ahí?

2024-04-18

2

🤗Finita💖💫🇲🇽

🤗Finita💖💫🇲🇽

Si, vive, vive y se feliz.

2024-03-23

0

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