GRIAR
****Era un día hermoso, no podía desperdiciarlo quedándome en casa, decidí salir a disfrutar del hermoso sol que inconscientemente me rogaba salir a admirarlo.
Me escabullí ágilmente entre los muros de mi casa y saliendo por la ventana logre llegar hasta la cocina. Agradecí que mamá no se hubiera dado cuenta, por alguna extraña razón le tenía un temor incomparable a que yo saliera sin acompañante. Por ello me convertí en la única chica de 20 años que no tenía una vida social normal. Teléfono, un novio, fiestas, escuela, universidad. No conocía nada de eso, a pesar de que mi casa era tan grande a mi parecer era tan pequeña como la jaula de un ratón. Asistía a lecciones de tutoría todos los días, mis papás pagaban los mejores tutores privados, siendo hija de uno de los hombres más adinerados de París no podía esperar menos.
La gente pensaría que el hecho de tener padres con un buen sustento económico resolvería todo ¿No es así? Lamento decepcionarlos, pero no era así, ni de chiste, de hecho lo empeoraba todo. Soñaba con una vida normal, lo deseaba tanto que a veces me sentía atormentada.
No es como no lo hubiera intentado, aquel día gris de octubre sentada con mis padres en el comedor durante el desayuno; recuerdo a mamá en su lectura matutina, papá leyendo el periódico como todas las mañanas, estaba decidida a hablar con ellos, lo había planeado durante semanas, solo estaba buscando el momento perfecto para cuestionarlos el porqué no podía tener una vida normal , a mi modo de ver era la ocasión perfecta, al final no salió nada bien, fue muy estúpido de mi parte creer que ellos siquiera lo reconsiderarían, la verdad fue que solo enloquecieron de ira y su respuesta la se de memoria “Cuantas veces te lo tenemos que decir Elizabeth, allí afuera es demasiado peligroso para ti, tú lugar es aquí” no podía comprenderlo, existían peligros pero nada de eso podía justificar el tipo de vida que ellos me estaban obligando a vivir, siendo privada de tantas cosas que anhelaba más que nada.
Después de asegurarme que no estuviera a la vista de mis padres, empecé a caminar sin tener rumbo alguno, de hecho no tenía un plan o algún fin, simplemente quería salir del encierro y debía admitir que se sentía muy bien. Sin darme cuenta me encontraba al lado de un campus universitario, era bastante grande y había muchas personas, más de las que podía contar, por un momento analice el lugar fijándome en la mayoría de personas que estaban sentados en el pastizal, unos riendo, otros estudiando, también chicas secretándose unas entre otras ¿De qué hablarían? ¿Amor? En medio de eso uno de los chicos se me quedo viendo, era bastante apuesto después de unos segundos de fijar su mirada en mí, me sonrió y continuo con su actividad, ahora que lo recordaba nunca había experimentado nada parecido, no conocía a ningún hombre además de los trabajadores de la casa los cuales papá se había asegurado que fueran bastante mayores. Me sobresalte al hallarme un poco nostálgica, debía dejar de pensar en cosas tristes y empezar a disfrutar el día de libertad que tenía, sería el único, pues después de esto mamá aumentaría la seguridad para que no existiera posibilidad de que yo lograra escapar de nuevo. Sería excelente que tuviéramos una relación como la de cualquier madre e hija, ir de compras, salir a comer, hablar sobre chicos, yo amaba a mi madre pero no soportaba el hecho de que me sobreprotegiera tanto, ¡era asfixiante! Después de caminar por un rato sentí una sensación extraña, como si estuviera siendo vigilada me sobresalte al pensar que mis padres me habían encontrado, sin embargo al percatarme mejor mis padres no estaban por ningún lado, no se trataba de ellos, en cambio distinguí la imagen de un hombre, no un hombre cualquiera o uno que pudiera pasar inadvertido. Era muy alto aproximadamente un metro noventa con sus colosales y anchos hombros junto con sus rasgos indefinibles. Estaba situado en frente al campus universitario, no parecía un estudiante, ni un profesor de hecho se veía muy ajeno al ambiente, él estaba simplemente parado enfrente como si esperara a alguien o a mí. Lo cubría un aire de extrañeza, su sola mirada me invitaba a ir tras el sintiendo como era dueño de mi propio criterio, sin darme cuenta estaba acercándome lentamente aun cuando sabía que claramente no debía hacerlo “¿o sí?” una vez él se dio cuenta empezó a retirarse como si diera por enterado que iría tras él, estaba completamente extasiada con aquel hombre, su caminar era veloz pero no sin dejar de ser elegante y sutil, esquivaba a las personas con gran facilidad, yo continuaba siguiéndolo ¿Por qué? No podría responder. Ahí estaba yo, persiguiéndolo sin siquiera conocerlo o saber su nombre, por simple intriga, Finalmente se detuvo y giro hacía donde estaba, Fije mi mirada en él, su piel era muy blanca y sus ojos eran completamente indefinibles. Quede paralizada, debí correr pero en lugar de eso me quede viéndolo un largo tiempo, como si eso fuera lo único que debía hacer en ese instante ninguno dijo una palabra, despertándome por fin de mi embrujo por aquel hombre quise dar marcha atrás, pero el agarro mi mano y un frio atravesó mi cuerpo.
-Es de muy mala educación espiar – una fuerte y repentina curiosidad me invadió - ¿Cómo es su nombre?- preguntó.
-No acostumbro dar mi nombre a extraños- conteste mientras alejaba mi mano de la suya, el esbozo una sonrisa.
-No da su nombre a extraños, pero está dispuesta a seguirlos sin importar nada, Mi nombre es Ian Rowling- hubo un silencio incómodo - bien, ahora no soy un desconocido, ¿no es verdad? - Lo mire desconfiada, y finalmente dije.
- Soy Elizabeth.
- y ¿su apellido Elizabeth?- no respondí nada- Bueno, el misterio hace de todo más interesante, ¿quisiera usted señorita Elizabeth darme el honor de caminar un rato?- no pude evitar reír- ¿Qué es tan gracioso?- pregunto.
- Es solo que ya nadie se expresa de esa manera, es extraño- dije.
- Entonces… ¿Por qué no viene conmigo y averigua por qué soy tan extraño?
¿Quién era ese hombre? Sentí algo de inseguridad, lo que estaba haciendo era una locura, pero algo en él era extraño, no te cansabas de mirarlo y eso solo me incito a seguir su juego. Después de caminar un rato entramos a un café, yo pedí una tarta de chocolate con un café mocca, el en cambio solo pidió agua.
Era extranjero, había nacido en Gales y le encantaba viajar, hablaba del mundo como si fuera una excelente aventura, una que yo no podría explorar jamás. Evadí a toda costa temas sobre mi vida. Así que él no paraba de hablar y a mí no me molestaba. Se desenvolvía con facilidad, una persona muy segura de sí misma sin tapujos lleno de arte para enseñarlo al mundo. Un hombre misterioso que sin duda me tomaría todo el tiempo de conocer si tuviera la oportunidad.
No pude entender como transcurrió el tiempo, había oscurecido, Pensé mamá y en lo molesta que iba a estar por salir sin su consentimiento.
- ¡Por Dios! mira la hora, mis padres van a matarme, debo irme ya –me dispuse a irme pero la voz de él interrumpió.
- Espero que nos volvamos a encontrar en otra ocasión – poniéndose de pie y sonriéndome beso mi mano.
- Sí- tartamudee- yo también espero volver a vernos.- Corrí sin cesar, mientras mi mano ardía tras el sorpresivo beso que había llegado a ella sin explicación alguna.
Traté de buscar un taxi por entre las calles pero todos estaban ocupados. La noche ya había alcanzado su punto máximo, las nubes tapaban una hermosa y penosa luna que salía a alumbrar la ciudad. Rindiéndome empecé a correr a toda prisa, por un momento desee tener la habilidad de Ian para esquivar a cada una de las personas. Me alivie tanto cuando me di cuenta que estaba por llegar, la mansión Mounthead. Mi nombre era Elizabeth D’aramitz Arséne, vivía en parís con mis padres.
Corrí sin parar hasta llegar a mi habitación, encendí la luz, me sobresalte al ver a mi madre sentada en la cama. Gwendoline Arséne, Ella no era tan alta, más bien era de estatura promedio, rubia y sus ojos eran color pardo, cambiaban con su estado de ánimo, Jamás pude entender como algo como eso era posible, pero así era más sencillo saber cuándo estaba molesta, como en este momento.
-¿Con quién estabas? ¿Al menos tienes idea de lo que pudo llegar atravesar mis pensamientos mientras no aparecías?
- Estaba con Emilie- dije tratando de mentirle, jamás fui buena para las mentiras y mamá sabía exactamente cuando yo trataba de ocultarle algo, eso solo la molestaba más. Guardo silencio, se puso de pie y llegando hacia donde yo estaba subió el tono de la voz.
-¡Mentirosa! – Me miró fijamente, y tuve temor, nunca había estado así antes– Tampoco digas que estabas Jossete, ella paso todo el día haciendo las maletas para el viaje de tu padre el fin de semana. Dime ¿Dónde? ¿Y con quién estabas?-me quede callada mirando a la nada y recordando a Ian, no podía decirle que había estado con un hombre al que apenas conocía, si ella se enterara, seguramente estaría muerta y no lo decía en sentido figurado.
-¡HABLA!- Grito mi madre.
-¿pero cuál es el maldito problema de que salga? -¡Yo sé cuidarme sola! no necesito de nadie para estar bien, ni siquiera de ti.
-Tú no sabes nada de lo que dices, tú no sabes del mundo, no puedes distinguir lo bueno de lo malo, te crees muy madura pero no sabes nada, algo te puede…
- ¿Qué? ¿Qué me puede pasar? Estoy cansada de vivir encerrada por ti, solo por ti, tengo 20 años mamá y ni siquiera puedo ir a la universidad, no tengo más amigos que Jossete y Emilie ¡ya no soy una niña! ¡Estoy harta de papá y de ti!- antes que pudiera decir algo más mi madre me lanzo una bofetada. Los ríos llegaron a mis ojos, no sabía si tenía rabia o dolor por el hecho de que ella jamás me había golpeado, de algo estaba segura, no soportaba la vida sedentaria en la que vivía y tenía que buscar una manera de cambiar eso.
Incorporándome y mirándola fijamente a los ojos le dije.
-Esto no volverá a suceder, puedes retirarte de mi habitación, buenas noches.
- Elizabeth…
- Dije buenas noches madre.
Mi madre salió de la habitación, quedándome en completa soledad rompí en llanto, mirando al cielo me percate que las nubes por fin habían dado paso a aquella majestuosa luna que alumbraba la ciudad como si nada estuviese pasando, trasmitiendo una paz instantánea. ¿Qué había pasado? El comportamiento de mi madre había sido más extraño que de costumbre estaba aterrada.
- Elizabeth ¿estás despierta?- Reconocí la voz de Jossete, supuse enseguida que estaba con Emilie.
-Está abierto-Respondí finalmente después de meditar si dejarlas pasar o no, lo último que necesitaba era otro sermón.
Emilie y Jossete eran mis mejores amigas, eran hijas de la mujer que antiguamente se encargaba del aseo de la mansión, lamentablemente murió por razones que desconozco, éramos muy pequeñas cuando sucedió la tragedia, mis padres se hicieron cargo de ellas a raíz de mi soledad y sin darse cuenta se habían convertido en parte de la familia. Jossete era alta y esbelta, su tez era color canela, con ojos grandes y redondos de tono miel, ella tenía una belleza que capturaba atención, sin embargo ella siempre hacia caso omiso, No disfrutaba llamar la atención de nadie, más bien le gustaba pasar inadvertida, aunque por mucho que lo intentaba no lo conseguía. Emilie tenía una belleza singular, sus ojos a comparación de los de Jossete eran rasgados y claros como el cielo, su cabello largo y negro como la noche, ella no era muy alta pero eso no parecía importarle, a diferencia de su hermana, su personalidad era más osada, siempre estaba metida en sus libros investigando y descubriendo cosas nuevas.
- ¿Dónde estuviste metida? - gritó Emilie
- Estábamos muy preocupadas- siguiéndola Jossete
- Salí a caminar, el día estaba hermoso, escuchen estuve planeando esto desde hace mucho, estuve cerca, solo se me paso el tiempo - respondí
-¿Por qué no contestaste tú teléfono? - pregunto Jossete
- No tendría que mentirles, mi teléfono estaba en silencio- ambas me observaron, claramente ellas me conocían muy bien y como había dicho anteriormente no era buena mintiendo, pero lo último que necesitaba era un sermón de lo que estaba bien y lo que no, tampoco creía que fuera pertinente contarles que había estado toda la tarde con un hombre que nunca antes había visto- Estoy muy cansada ¿les importa? - Ambas me miraron una última vez.
-Sabes que si te sucede algo, estamos aquí contigo para apoyarte – dijo Emilie y al instante salió de la habitación junto a Jossete
Me recosté en mi cama, encendí mi computador haciendo el vano intento de ver algo que me obtuviera mi atención, pero mi agitado día no me había permitido concentrarme en nada más, no podía dejar de pensar en aquel hombre extraño y la extraña actitud de mi madre, a diario discutíamos sobre el hecho de salir y se enojaba, pero jamás se había exaltado tanto como hoy, divagando entre mis pensamientos finalmente me quede profundamente dormida.
Me desperté al instante sintiéndome vigilada, alguien había apagado el computador y lo había retirado de mí cama, muy seguramente había sido mamá o al menos eso pensé, ella habría querido arreglar las cosas cuando entro y me hayo dormida retiro el computador, me tranquilice, cerré los ojos, sin poder quedarme dormida después de un tiempo sentí una respiración en mi cara, rápidamente me incorpore saliendo de mí cama encendí la luz, la ventana estaba abierta, a decir verdad no recordaba muy bien si la había cerrado o no, sentí un frio atravesar mi cuerpo, mi corazón empezó a latir muy rápido, mis manos empezaron a sudar ¿Estaba imaginando cosas?
Tras revisar toda mi habitación y comprobar que ningún asesino maniaco había entrado en mi cuarto asesinarme eche llave a la puerta y a la ventana, apague la luz, finalmente me recosté cerré los ojos y quede profundamente dormida.
En el sueño, estaba en un jardín muy grande, bastante hermoso.
- Elizabeth ten cuidado- de pronto escuche una voz.
Veía borroso, tropezándome con lo parecía una roca caí al suelo sin sentir dolor y sin poder moverme.
-¿Por qué debo tenerlo?
- “Pues los sine nomine serán asesinos, persiguiendo a la humanidad; temidos serán por humanos y ángeles; rechazados por los Centinelas; malditos por la Tierra y el Cielo, los seres de las tinieblas les odiarán, sirviéndose de ellos, ajenos a todo amor y todo odio.”
-No entiendo nada.
- Te será revelado únicamente lo que debes saber; pues hay misterios capaces de hacer enloquecer y convertirte en un ser vació.
La tierra se abrió y caí despertándome al instante queriendo gritar pero luego pensé “TODO ES UN SUEÑO ELIZABETH”
Volví a dormir****.
POR LA AUTORA:
Hola querido lector, ya que llegaste hasta aquí me gustaría agradecerte por apoyar mi sueño de escribir, espero poder seguir contando con tu apoyo y opinión, este es solo el principio de la historia, cada vez se va poniendo mejor. 👋
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Updated 70 Episodes
Comments
Yarelys Martinez
me gusta 😊
2024-03-17
1
Vicky Coria
se está tornando misteriosa la historia. me gusta. 🤩
2021-10-11
0
Gomar Galindo
escribes muy bien tu forma de expresar el trama magnifico
2021-10-05
0