NovelToon NovelToon

GRIAR

PRIMERA PARTE "El comienzo de la aventura"

****Era un día hermoso, no podía desperdiciarlo quedándome en casa, decidí salir a disfrutar del hermoso sol que inconscientemente me rogaba salir a admirarlo.

Me escabullí ágilmente entre los muros de mi casa y saliendo por la ventana logre llegar hasta la cocina. Agradecí que mamá no se hubiera dado cuenta, por alguna extraña razón le tenía un temor incomparable a que yo saliera sin acompañante. Por ello me convertí en la única chica de 20 años que no tenía una vida social normal. Teléfono, un novio, fiestas, escuela, universidad. No conocía nada de eso, a pesar de que mi casa era tan grande a mi parecer era tan pequeña como la jaula de un ratón. Asistía a lecciones de tutoría todos los días, mis papás pagaban los mejores tutores privados, siendo hija de uno de los hombres más adinerados de París no podía esperar menos.

La gente pensaría que el hecho de tener padres con un buen sustento económico resolvería todo ¿No es así? Lamento decepcionarlos, pero no era así, ni de chiste, de hecho lo empeoraba todo. Soñaba con una vida normal, lo deseaba tanto que a veces me sentía atormentada.

No es como no lo hubiera intentado, aquel día gris de octubre sentada con mis padres en el comedor durante el desayuno; recuerdo a mamá en su lectura matutina, papá leyendo el periódico como todas las mañanas, estaba decidida a hablar con ellos, lo había planeado durante semanas, solo estaba buscando el momento perfecto para cuestionarlos el porqué no podía tener una vida normal , a mi modo de ver era la ocasión perfecta, al final no salió nada bien, fue muy estúpido de mi parte creer que ellos siquiera lo reconsiderarían, la verdad fue que solo enloquecieron de ira y su respuesta la se de memoria “Cuantas veces te lo tenemos que decir Elizabeth, allí afuera es demasiado peligroso para ti, tú lugar es aquí” no podía comprenderlo, existían peligros pero nada de eso podía justificar el tipo de vida que ellos me estaban obligando a vivir, siendo privada de tantas cosas que anhelaba más que nada.

Después de asegurarme que no estuviera a la vista de mis padres, empecé a caminar sin tener rumbo alguno, de hecho no tenía un plan o algún fin, simplemente quería salir del encierro y debía admitir que se sentía muy bien. Sin darme cuenta me encontraba al lado de un campus universitario, era bastante grande y había muchas personas, más de las que podía contar, por un momento analice el lugar fijándome en la mayoría de personas que estaban sentados en el pastizal, unos riendo, otros estudiando, también chicas secretándose unas entre otras ¿De qué hablarían? ¿Amor? En medio de eso uno de los chicos se me quedo viendo, era bastante apuesto después de unos segundos de fijar su mirada en mí, me sonrió y continuo con su actividad, ahora que lo recordaba nunca había experimentado nada parecido, no conocía a ningún hombre además de los trabajadores de la casa los cuales papá se había asegurado que fueran bastante mayores. Me sobresalte al hallarme un poco nostálgica, debía dejar de pensar en cosas tristes y empezar a disfrutar el día de libertad que tenía, sería el único, pues después de esto mamá aumentaría la seguridad para que no existiera posibilidad de que yo lograra escapar de nuevo. Sería excelente que tuviéramos una relación como la de cualquier madre e hija, ir de compras, salir a comer, hablar sobre chicos, yo amaba a mi madre pero no soportaba el hecho de que me sobreprotegiera tanto, ¡era asfixiante! Después de caminar por un rato sentí una sensación extraña, como si estuviera siendo vigilada me sobresalte al pensar que mis padres me habían encontrado, sin embargo al percatarme mejor mis padres no estaban por ningún lado, no se trataba de ellos, en cambio distinguí la imagen de un hombre, no un hombre cualquiera o uno que pudiera pasar inadvertido. Era muy alto aproximadamente un metro noventa con sus colosales y anchos hombros junto con sus rasgos indefinibles. Estaba situado en frente al campus universitario, no parecía un estudiante, ni un profesor de hecho se veía muy ajeno al ambiente, él estaba simplemente parado enfrente como si esperara a alguien o a mí. Lo cubría un aire de extrañeza, su sola mirada me invitaba a ir tras el sintiendo como era dueño de mi propio criterio, sin darme cuenta estaba acercándome lentamente aun cuando sabía que claramente no debía hacerlo “¿o sí?” una vez él se dio cuenta empezó a retirarse como si diera por enterado que iría tras él, estaba completamente extasiada con aquel hombre, su caminar era veloz pero no sin dejar de ser elegante y sutil, esquivaba a las personas con gran facilidad, yo continuaba siguiéndolo ¿Por qué? No podría responder. Ahí estaba yo, persiguiéndolo sin siquiera conocerlo o saber su nombre, por simple intriga, Finalmente se detuvo y giro hacía donde estaba, Fije mi mirada en él, su piel era muy blanca y sus ojos eran completamente indefinibles. Quede paralizada, debí correr pero en lugar de eso me quede viéndolo un largo tiempo, como si eso fuera lo único que debía hacer en ese instante ninguno dijo una palabra, despertándome por fin de mi embrujo por aquel hombre quise dar marcha atrás, pero el agarro mi mano y un frio atravesó mi cuerpo.

-Es de muy mala educación espiar – una fuerte y repentina curiosidad me invadió - ¿Cómo es su nombre?- preguntó.

-No acostumbro dar mi nombre a extraños- conteste mientras alejaba mi mano de la suya, el esbozo una sonrisa.

-No da su nombre a extraños, pero está dispuesta a seguirlos sin importar nada, Mi nombre es Ian Rowling- hubo un silencio incómodo - bien, ahora no soy un desconocido, ¿no es verdad? - Lo mire desconfiada, y finalmente dije.

- Soy Elizabeth.

- y ¿su apellido Elizabeth?- no respondí nada- Bueno, el misterio hace de todo más interesante, ¿quisiera usted señorita Elizabeth darme el honor de caminar un rato?- no pude evitar reír- ¿Qué es tan gracioso?- pregunto.

- Es solo que ya nadie se expresa de esa manera, es extraño- dije.

- Entonces… ¿Por qué no viene conmigo y averigua por qué soy tan extraño?

¿Quién era ese hombre? Sentí algo de inseguridad, lo que estaba haciendo era una locura, pero algo en él era extraño, no te cansabas de mirarlo y eso solo me incito a seguir su juego. Después de caminar un rato entramos a un café, yo pedí una tarta de chocolate con un café mocca, el en cambio solo pidió agua.

Era extranjero, había nacido en Gales y le encantaba viajar, hablaba del mundo como si fuera una excelente aventura, una que yo no podría explorar jamás. Evadí a toda costa temas sobre mi vida. Así que él no paraba de hablar y a mí no me molestaba. Se desenvolvía con facilidad, una persona muy segura de sí misma sin tapujos lleno de arte para enseñarlo al mundo. Un hombre misterioso que sin duda me tomaría todo el tiempo de conocer si tuviera la oportunidad.

No pude entender como transcurrió el tiempo, había oscurecido, Pensé mamá y en lo molesta que iba a estar por salir sin su consentimiento.

- ¡Por Dios! mira la hora, mis padres van a matarme, debo irme ya –me dispuse a irme pero la voz de él interrumpió.

- Espero que nos volvamos a encontrar en otra ocasión – poniéndose de pie y sonriéndome beso mi mano.

- Sí- tartamudee- yo también espero volver a vernos.- Corrí sin cesar, mientras mi mano ardía tras el sorpresivo beso que había llegado a ella sin explicación alguna.

Traté de buscar un taxi por entre las calles pero todos estaban ocupados. La noche ya había alcanzado su punto máximo, las nubes tapaban una hermosa y penosa luna que salía a alumbrar la ciudad. Rindiéndome empecé a correr a toda prisa, por un momento desee tener la habilidad de Ian para esquivar a cada una de las personas. Me alivie tanto cuando me di cuenta que estaba por llegar, la mansión Mounthead. Mi nombre era Elizabeth D’aramitz Arséne, vivía en parís con mis padres.

Corrí sin parar hasta llegar a mi habitación, encendí la luz, me sobresalte al ver a mi madre sentada en la cama. Gwendoline Arséne, Ella no era tan alta, más bien era de estatura promedio, rubia y sus ojos eran color pardo, cambiaban con su estado de ánimo, Jamás pude entender como algo como eso era posible, pero así era más sencillo saber cuándo estaba molesta, como en este momento.

-¿Con quién estabas? ¿Al menos tienes idea de lo que pudo llegar atravesar mis pensamientos mientras no aparecías?

- Estaba con Emilie- dije tratando de mentirle, jamás fui buena para las mentiras y mamá sabía exactamente cuando yo trataba de ocultarle algo, eso solo la molestaba más. Guardo silencio, se puso de pie y llegando hacia donde yo estaba subió el tono de la voz.

-¡Mentirosa! – Me miró fijamente, y tuve temor, nunca había estado así antes– Tampoco digas que estabas Jossete, ella paso todo el día haciendo las maletas para el viaje de tu padre el fin de semana. Dime ¿Dónde? ¿Y con quién estabas?-me quede callada mirando a la nada y recordando a Ian, no podía decirle que había estado con un hombre al que apenas conocía, si ella se enterara, seguramente estaría muerta y no lo decía en sentido figurado.

-¡HABLA!- Grito mi madre.

-¿pero cuál es el maldito problema de que salga? -¡Yo sé cuidarme sola! no necesito de nadie para estar bien, ni siquiera de ti.

-Tú no sabes nada de lo que dices, tú no sabes del mundo, no puedes distinguir lo bueno de lo malo, te crees muy madura pero no sabes nada, algo te puede…

- ¿Qué? ¿Qué me puede pasar? Estoy cansada de vivir encerrada por ti, solo por ti, tengo 20 años mamá y ni siquiera puedo ir a la universidad, no tengo más amigos que Jossete y Emilie ¡ya no soy una niña! ¡Estoy harta de papá y de ti!- antes que pudiera decir algo más mi madre me lanzo una bofetada. Los ríos llegaron a mis ojos, no sabía si tenía rabia o dolor por el hecho de que ella jamás me había golpeado, de algo estaba segura, no soportaba la vida sedentaria en la que vivía y tenía que buscar una manera de cambiar eso.

Incorporándome y mirándola fijamente a los ojos le dije.

-Esto no volverá a suceder, puedes retirarte de mi habitación, buenas noches.

- Elizabeth…

- Dije buenas noches madre.

Mi madre salió de la habitación, quedándome en completa soledad rompí en llanto, mirando al cielo me percate que las nubes por fin habían dado paso a aquella majestuosa luna que alumbraba la ciudad como si nada estuviese pasando, trasmitiendo una paz instantánea. ¿Qué había pasado? El comportamiento de mi madre había sido más extraño que de costumbre estaba aterrada.

- Elizabeth ¿estás despierta?- Reconocí la voz de Jossete, supuse enseguida que estaba con Emilie.

-Está abierto-Respondí finalmente después de meditar si dejarlas pasar o no, lo último que necesitaba era otro sermón.

Emilie y Jossete eran mis mejores amigas, eran hijas de la mujer que antiguamente se encargaba del aseo de la mansión, lamentablemente murió por razones que desconozco, éramos muy pequeñas cuando sucedió la tragedia, mis padres se hicieron cargo de ellas a raíz de mi soledad y sin darse cuenta se habían convertido en parte de la familia. Jossete era alta y esbelta, su tez era color canela, con ojos grandes y redondos de tono miel, ella tenía una belleza que capturaba atención, sin embargo ella siempre hacia caso omiso, No disfrutaba llamar la atención de nadie, más bien le gustaba pasar inadvertida, aunque por mucho que lo intentaba no lo conseguía. Emilie tenía una belleza singular, sus ojos a comparación de los de Jossete eran rasgados y claros como el cielo, su cabello largo y negro como la noche, ella no era muy alta pero eso no parecía importarle, a diferencia de su hermana, su personalidad era más osada, siempre estaba metida en sus libros investigando y descubriendo cosas nuevas.

- ¿Dónde estuviste metida? - gritó Emilie

- Estábamos muy preocupadas- siguiéndola Jossete

- Salí a caminar, el día estaba hermoso, escuchen estuve planeando esto desde hace mucho, estuve cerca, solo se me paso el tiempo - respondí

-¿Por qué no contestaste tú teléfono? - pregunto Jossete

- No tendría que mentirles, mi teléfono estaba en silencio- ambas me observaron, claramente ellas me conocían muy bien y como había dicho anteriormente no era buena mintiendo, pero lo último que necesitaba era un sermón de lo que estaba bien y lo que no, tampoco creía que fuera pertinente contarles que había estado toda la tarde con un hombre que nunca antes había visto- Estoy muy cansada ¿les importa? - Ambas me miraron una última vez.

-Sabes que si te sucede algo, estamos aquí contigo para apoyarte – dijo Emilie y al instante salió de la habitación junto a Jossete

Me recosté en mi cama, encendí mi computador haciendo el vano intento de ver algo que me obtuviera mi atención, pero mi agitado día no me había permitido concentrarme en nada más, no podía dejar de pensar en aquel hombre extraño y la extraña actitud de mi madre, a diario discutíamos sobre el hecho de salir y se enojaba, pero jamás se había exaltado tanto como hoy, divagando entre mis pensamientos finalmente me quede profundamente dormida.

Me desperté al instante sintiéndome vigilada, alguien había apagado el computador y lo había retirado de mí cama, muy seguramente había sido mamá o al menos eso pensé, ella habría querido arreglar las cosas cuando entro y me hayo dormida retiro el computador, me tranquilice, cerré los ojos, sin poder quedarme dormida después de un tiempo sentí una respiración en mi cara, rápidamente me incorpore saliendo de mí cama encendí la luz, la ventana estaba abierta, a decir verdad no recordaba muy bien si la había cerrado o no, sentí un frio atravesar mi cuerpo, mi corazón empezó a latir muy rápido, mis manos empezaron a sudar ¿Estaba imaginando cosas?

Tras revisar toda mi habitación y comprobar que ningún asesino maniaco había entrado en mi cuarto asesinarme eche llave a la puerta y a la ventana, apague la luz, finalmente me recosté cerré los ojos y quede profundamente dormida.

En el sueño, estaba en un jardín muy grande, bastante hermoso.

- Elizabeth ten cuidado- de pronto escuche una voz.

Veía borroso, tropezándome con lo parecía una roca caí al suelo sin sentir dolor y sin poder moverme.

-¿Por qué debo tenerlo?

- “Pues los sine nomine serán asesinos, persiguiendo a la humanidad; temidos serán por humanos y ángeles; rechazados por los Centinelas; malditos por la Tierra y el Cielo, los seres de las tinieblas les odiarán, sirviéndose de ellos, ajenos a todo amor y todo odio.”

-No entiendo nada.

- Te será revelado únicamente lo que debes saber; pues hay misterios capaces de hacer enloquecer y convertirte en un ser vació.

La tierra se abrió y caí despertándome al instante queriendo gritar pero luego pensé “TODO ES UN SUEÑO ELIZABETH”

Volví a dormir****.

POR LA AUTORA:

Hola querido lector, ya que llegaste hasta aquí me gustaría agradecerte por apoyar mi sueño de escribir, espero poder seguir contando con tu apoyo y opinión, este es solo el principio de la historia, cada vez se va poniendo mejor. 👋

"Amores peligrosos"

**Esa mañana me desperté muy cansada, odiaba no poder dormir bien, tome un baño y al quitarme la ropa me mire al espejo habían dos hematomas gigantes en mis dos rodillas, me sobresalte al pensar en la pesadilla de la noche anterior, quede inmóvil frente al espejo observando mi cuerpo desnudo y analizando mi rostro con unas terribles ojeras que se percibían desde una distancia lejana, sentí confusión al pensar que el sueño ¿era una especie de señal? Incorporándome en la bañera quedé pensativa un largo tiempo. Al salir de la ducha, vestí sin cuidado, tome uno de mis Jeans rotos y una camisa de los Guns n’ roses, solté mi cabello, calzándome unas botas de cuero negro que mi papá me había obsequiado sin que Mamá se diera por enterada. Jamás había sido muy glamorosa, razón por la cual mi mamá siempre me reprendía.

Escuche un carro llegar y me asome por la ventana al instante, cuando de pronto mamá y papá salieron de la casa. ¿Visitas? no había escuchado decir nada relacionado con eso. Del auto salieron 3 hombres, bueno más bien eran como gigantes, me recordaron a la presencia casi sobre humana de Ian el día anterior, vestían todos de negro y cuero, lucían algo así como guerreros nórdicos, con espaldas anchas brazos colosales y manos muy grandes, como su altura casi metro noventa. Al instante escuche las risotadas, Jossete y Emilie cruzaban el umbral de la puerta de mi habitación, su ruido fue tal que aquellos hombres fijaron la mirada en nosotras, uno de ellos clavo su mirada en mí, mamá se acercó y le extendió un abrazo, interrumpiendo nuestra repentina conexión.

-Disculpe señorita, dice su madre que hagan el favor de reunirse en el salón- una de las mucamas entro a mi habitación, accedí a la petición y ella se retiró.

-¿viste que guapos están?-Uno de ellos te echo el ojo Jossete- dijo Emilie en tono burlesco y no pude evitar reírme también.

-¡Deja de decir tonterías! Muy seguramente esos hombres representan algún tipo de negocio muy importante, bajemos antes de que alguien más suba por nosotras- ¿una especie de negocio, vistiendo como versiones de vikingos actualizados?

Cuando íbamos a salir de mi habitación, me percaté de que en mi cama reposaba un sobre blanco, acto seguido un olor Musk inundo la habitación.

- Adelántense ya las alcanzo.

- Está bien, no te demores no quiero que tu madre…

- No se preocupen, bajaré en unos minutos, recordé que tengo que hacer algo que me ordeno mamá- Interrumpí a Jossete

Cuando las vi bajar las escaleras agarre el sobre y lo abrí.

Querida Elizabeth:

Me disculpo de ante mano si cause problemas entre su mamá y usted era lo que menos deseaba, no he podido conciliar el sueño y debo confesar penosamente que usted es la única culpable, su voz y su rostro invaden mis pensamientos causando estragos en cada parte de mí. Le ruego acepte sin recelo la petición de poder verla esta noche, búsqueme en el parque monceau a las 9:00 pm.

Suyo

Ian Rowling.

No sabía cómo había llegado aquella carta ahí. Me quede en silencio un momento y me senté en mi cama ¿había sido Ian a quien había sentido anoche? pero si así fuera ¿Cómo entro a mi habitación? ¿Debía ir? ¿Qué era este sentir que llegaba de pronto? Era un hombre que apenas conocía, estaba completamente loca si creía que me gustaba… Dios mío, ¿A quién estaba engañando? Realmente me atraía ese olor musk que se hacía más intenso, me recosté en la cama sintiendo una terrible confusión, ¿mío?

Escuche que alguien venía por las escaleras, oculte la carta rápidamente, era mamá.

- Elizabeth, ¿Qué es lo que tanto haces? baja en este instante, por favor.- la mire fijamente y me limite a contestar.

-Si señora.

- Quiero que estés muy bien presentable, abajo está el Señor Dawson y sus dos hermanos, son hijos de un muy buen amigo de tu padre. Se quedaran, un tiempo, así que…

- ¿Un tiempo?- interrumpí- ¿Cuánto tiempo?

-El tiempo que sea necesario- dijo severa - bajemos ya, están esperando- Bajamos las escaleras hasta el salón principal, donde se encontraban aquellos extraños, en la compañía de papá, Jossete y Emilie.

-Miren quien por fin se dignó a bajar, ¡Elizabeth!- Exclamo mi padre. Dominique D’aramitz, le tenía un enorme afecto, siempre se había enfocado en ser el mejor papá, estaba atento a mi todo el tiempo o por lo menos el tiempo que su trabajo le permitía, al cumplir los 13 años el empezó a viajar mucho por cuestiones de trabajo y ya casi no estaba en casa, razón por la cual nuestra relación se tornaba más lejana con el tiempo, pero eso no se interponía entre el gran cariño que le tenía era mi héroe como todo papá para su hija.

- Solo se estaba poniendo bella.- rio mi madre, me quede observándola atentamente, evaluando su comportamiento con el del día anterior.

-Es algo imposible, Elizabeth es una mujer hermosa - Exclamó el hombre que había fijado la vista en mi cuando me asome a mi ventana, en aquel momento no había podido verlo bien, pero ahora de cerca podía distinguir lo apuesto que era, su altura un metro con noventa su cabello era lacio y negro como la noche, sus ojos verdes como una pradera en primavera, sus hombros eran anchos y lucían fuertes como un muro, era demasiado extraño como habiendo sido la primera vez que nos veíamos me hablara como si me conociera de siempre.

- Muchas gracias, señor- contesté algo confusa.

- Por favor, llámeme Gregory- dijo dirigiéndome una sonrisa.

-No acostumbro a tener confianza tan rápidamente.

- Pero está ves puedes hacer una excepción ¿No es así hija?- el comportamiento de mi madre hacia que me sintiera incómoda.

- No- conteste molesta, la actitud de mi madre era como una montaña rusa, ayer quería colgarme viva y hoy era tan pasiva como si nada hubiese ocurrido, ¿Quién era ese hombre?- no veo porque debo hacer una excepción– dije rígida.

- ¡Elizabeth!- esta vez fue mi padre quien hablo- mi hija aún es una niña, no sabe nada sobre respeto- sentí mi cara enrojecer de la ira.

- Mi padre tiene razón, aún soy una niña. Le ruego pues me disculpe señor Dawson, por no compartir las mismas costumbres que usted, ya que por lo visto eso se considera como una falta de madurez y respeto.

- ¡Elizabeth! Es suficiente- Gregory no dejaba de verme, y en su rostro se dibujaba una sonrisa casi burlona. Mi madre quien se encontraba al lado mío me clavaba su mirada.

- Esta bien señorita, acepto sus disculpas, solo si promete no hacerlo de nuevo.- dijo sarcástico.

- Gregory, Carlos, Federico, esta noche daremos una cena en su honor - Mi madre fue quien hablo esta vez.

¿Esta noche? Aún no había decidido si ir al encuentro de Ian o no, pero mis padres como siempre complicaban más la situación. Gregory fijo su mirada en la mía, frunciendo el ceño en tono de reproche, como si hubiera leído mis pensamientos.

-Cuente con nosotros, ahí estaremos- Dijo Gregory, refiriéndose a sus hermanos.

-Estaremos encantados ¿no es así Elizabeth?- dijo mi madre pero no respondí nada, seguía mirando a aquel personaje extraño que había irrumpido en mi hogar. - Elsa los llevará a sus habitaciones- dijo.

-Bien, hasta el anochecer- acto seguido, los tres hombres desaparecieron.

- ¡Ya quiero que sea de noche!- dijo Emilie.

Yo permanecí en silencio y me dirigí a mí habitación ignorando el comentario de Emilie quien se había quedado con Jossete y mi madre discutiendo de los tres hombres que se quedarían en la mansión, invadiendo mí espació.

Estaba muy molesta con mi padre por el comentario ¿Una niña? Y si era una niña inmadura, ¿De quién era la culpa? De cualquier manera ¿Quién se creía ese tal Gregory para hablarme de esa manera? No era más que un ser extremadamente arrogante, solo era un hombre más que buscaba la admiración de los demás ¡Qué insoportable! De pronto la presencia de mi mamá en el cuarto interrumpió mis pensamientos.

-¡Vaya belleza!- exclamo mi madre

-¿Qué cosa?- Pregunté

- Gregory te ha enviado este obsequio- ¿Un obsequio de ese hombre? Me acerque confusa, viendo que mi madre tenía en sus manos una cajita. Me la entrego y la abrí descubriendo lo que guardaba su contenido, una cadena de oro, con una cruz de plata.

-oh- exclame sorprendida- ¡Que religioso!

- Ay por Dios Elizabeth, es un regalo hermoso.

-Lo es. - le respondí sarcástica.

- Qué manera tan irrespetuosa de recibir a nuestros invitados de honor- reconocí la voz de mi padre.

-¿Nuestros invitados? – Pregunte indignada- Me parece que son solo tuyos papá, a mí nadie me aviso que 3 desconocidos se hospedarían en nuestra casa como si esto fuera un hotel, de todas maneras ¿Quiénes son esos sujetos extraños? No creo que sea por negocios papá, menos vistiendo de esa manera. ¿Qué quieren lograr con esto?

-No te pido que seas amable con el señor Dawson, te lo ordeno, si no quieres tener castigos innecesarios- dijo ignorando todas mis preguntas y eso solo me enojo más.

-¿Castigos? ¿Cómo cuales papá? ¿Vas a reducir más mi patética libertad? Ya sé, ahora ya no poder salir de mi cuarto ¿y la próxima vez? ¿Qué será? ¿Estaré encerrada en el baño? O ¿me construirán un bunker? - mi padre se quedó mirándome, en sus ojos había un montón de palabras que quería decirme, como si estuvieran cansados de ocultar tanto, pero sin decir una palabra abandono la habitación.- Mamá, si no te importa quiero estar sola.

- Elizabeth, has esto por tu padre, solo tomate el tiempo de conocer a Gregory es un hombre encantador, el solo ha venido ayudarnos, créeme cuando te digo que solo quiere ayudarnos- No respondí nada, solo vi mamá a los ojos, tratando de comprender porque se comportaban de esa manera.- Esperó que esta noche estés muy bien arreglada no quiero verte con pantalones rotos- ahí había vuelto sin duda la verdadera Gwendoline.

-Como gustes mamá- dije finalmente, Ella salió de la habitación, me recosté en mi cama y eleve el volumen de la música rogando que así me sintiera mejor, ¿Qué iba hacer? ¿Iría con Ian? ¿Desobedecería a mis padres?

Tome una larga y provechosa siesta. Cuando desperté, tenía la merienda al lado de mi cama, ¿Tan rápido había transcurrido el tiempo? Después de disfrutar la sabrosa comida, me percaté de que mamá había alistado un atuendo para la cena de esa noche, un vestido de satín color dorado y unos tacones stilettos color perla. Me quede admirando el atuendo. ¿Yo? ¿En ropas como esas?, debía ser una cena realmente importante para mis padres. Mire la hora 6:00 pm, empecé a vestirme cuando por fin termine me quede viendo largo rato en el espejo, no me consideraba la mujer más hermosa pero me agradaba mi cuerpo mis largas piernas hacían un perfecto encaje con mis caderas grandes y mi pequeña cintura. Alguien golpeo puerta y abrí, una mujer muy alta y delgada reposaba al otro lado con una sonrisa.

- Tu madre me envió para peinarte y maquillarte- dijo sonriente.

-Adelante- me senté frente a mi tocador.

-No quiero que te veas, hasta cuando estés lista. Accedí sin recelo. Tenía unas manos muy suaves, me puse mis audífonos y deje que ella hiciera su trabajo con mi cabello y mi rostro. A la habitación entraron Jossete y Emilie, Jossete tenía un vestido azul color rey, había dejado su cabello suelto y se lo había rizado, su pintalabios era de color uva y sus ojos estaban maquillados de manera perfecta. Emilie en cambio tenía un vestido color verde menta que llegaba hasta sus pies con una abertura en la pierna derecha que descubría sus hermosas piernas, su cabello estaba completamente recogido de una forma bastante estética, ambas se veían muy bellas.

-Termine- dijo la mujer, mire el reloj 7:30 pm, tuve miedo de voltear a verme, el maquillaje y yo no nos llevábamos muy bien. Cuando me vi por fin al espejo, me sorprendí de mi misma.

-Te ves hermosa Elizabeth- dijo Jossete alegre.

-Gregory morirá por ti- la siguió Emilie sarcástica.

- Que graciosa Emilie- respondí. Mi cabello había sido recogido de lado elevando la parte superior de mis cabellos con un tocado que me daba un aire atrevidamente sensual, el resto de mi cabello caía hasta mi cintura, con unos hermosos crespos. Tenía un pintalabios color rojo cereza y mis ojos estaban perfectamente delineados.

- Buen trabajo Eva puedes marcharte, te haré llegar el cheque a tu casa- Mi madre había entrado por el umbral de mi habitación, la mujer recogiendo sus cosas y haciendo reverencia se marchó- Te ves hermosa Elizabeth, pero te falta algo- de la mesa cogió la caja que contenía la cadena que Gregory me había regalado y atándolo a mi desnudo cuello se sintió felizmente realizada, salió de mi habitación no sin antes decir.

-Las espero en 5 minutos abajo.

-¿Por qué no intentas al menos a sonreír?- dijo Jossete pasándome el abrigo

-Va estar bien bajemos- dije poniéndome el abrigo

Bajando por las escaleras sentía mi corazón palpitar, ¿estaba nerviosa? ¿Y quién sensato no lo estaría? Llegando al comedor me percaté de que Gregory ya se encontraba allí. Su mirada me intimido a tal punto de resbalar en mi propio eje sintiéndome la mujer más estúpida.

-¡Elizabeth!- Exclamo Jossete- ¿Estás bien?

- Estoy bien, no hay cuidado- Gregory llego al instante y me ayudo a incorporarme.

- Soy algo torpe con los tacones- dije soltando una carcajada.

- Se ve hermosa Elizabeth.

- Muchas gracias.

-No me lo agradezca.

- No se lo agradeceré entonces- Respondí incorporándome,

- Vaya dama tan singular.

- Solo hago caso a lo que ordenan, no quiero causar discusiones- Respondí con aire sarcástico, percibiendo en Gregory una sonrisa burlona, de la cual me deje invadir.

- Elizabeth, te ves hermosa.- Reconocí a papá al instante, venía acompañado de mamá.

- Tiene unas hijas bastante hermosas- Dijo uno de los hermanos de Gregory.

-No somos sus hijas- dijo Emilie al instante.

- Es como si lo fueran querida- Mi madre se dirigió a Jossete con un tono maternal- gracias joven Federico- Jossete y Emilie sonrieron, agradecí ese gesto por parte de mi madre, ellas realmente eran mi familia. Todos nos sentamos a la mesa esperando la cena. ¡Tenía que escabullirme como fuera! La mirada de Gregory no dejaba de intimidarme como si supiera a la perfección cuales eran mis pensamientos.

- ¿Cuánto tiempo se quedaran?- pregunto Emilie a los caballeros.

- Nos acompañaran un tiempo pequeña, por mi petición- respondió mi madre.

-Viajaré por un tiempo y no quiero que se queden sin una compañía que les pueda brindar la protección adecuada- contesto mi padre sin quitarme la mirada de encima. ¿Contrato una especie de vikingos actualizados como guardaespaldas?

- Pensé que contábamos con uno de los mejores servicios de protección en todo parís.- respondí.

- Hay mucha clase de peligros en la calle que no conoces hija- contesto mi padre.

- Dudo que la compañía de tres hombres pueda cambiar en algo la situación de a lo que tú llamas “PELIGRO”, Considero que con los guardaespaldas que tenemos nos basta.

-Sin embargo, hay señoritas que prefieren salir solas a la calle sin protección alguna ignorando el peligro que acecha a la calle- esta vez fue Gregory el que hablo, sentí mi cara enrojecer, ¿mamá le había contado?

- Quizá esa clase de señoritas no necesiten de los cuidados que tanto aprecian como necesarios- respondí.

- Elizabeth por favor, no empieces- interrumpió mi madre.

Al instante trajeron la cena con platos exquisitos que disfrutamos, los caballeros hablaban de asuntos de negocios a los que apenas prestaba atención, pensando en Ian, Gregory no apartaba sus ojos de mí aun cuando hablaba con mi padre con fluidez impecable, la cena transcurrió lenta y yo empezaba a impacientarme.

- Parece que Elizabeth por fin se ha quedado callada, ¿Cuándo había ocurrido algo así?- Dijo mi madre en tono burlón.

- Puede que este enferma, ¿Te sientes bien Eli?- preguntó Jossete.

-No, realmente tengo algo de migraña-mentí. Reconociendo mi oportunidad para escapar, viendo que el reloj marcaba las 8:30 pm.

-Si te sientes muy mal puedes retirarte a descansar hija, lo que menos queremos es que te sientas enferma- dijo mi madre con ternura.

-Gracias mamá. Me retiro, perdónenme- Sin decir nada más me levante de mi lugar y percate que la mirada de Gregory me siguió hasta que abandone el comedor.

Salí de prisa hacia la puerta de salida evadiendo la seguridad, apenándome por no poder cambiarme de atuendo y de zapatos.

- ¿A dónde va con tanta prisa?- Una voz familiar me alcanzo, Gregory me había seguido, él sabía desde el principio que yo estaba mintiendo.

-Eso no-tartamudee- es de su incumbencia- Respondí.

-Pero quizá de su padre si- dijo agarrándome del brazo y poniéndome frente a él.

- Suélteme- sus ojos se encontraron con los míos.

-¿Está segura de querer eso? por un momento dude del hecho de querer abandonarlo.

-puedo cuidarme sola aunque usted no lo crea- dije reaccionando.

- Como usted diga - dijo poniéndose más cerca de mí, sintiendo su respiración en mi rostro y contemplando sus ojos verde oliva brillantes e intensos.

- Adiós- le dije sin más. Y continúe corriendo, sin embargo su aroma había quedado en mí.

Conseguir taxi fue un trabajo sencillo. Llegue al parque a las 9:05. Cinco minutos tarde. Rogué para que el ya estuviera esperándome, sin embargo al llegar cerca al lago no lo vi, me senté en una silla mirando al cielo con la esperanza de que el llegará pronto. Paso el tiempo y él no aparecía, meditaba en silencio comprendiendo que había cometido la mayor estupidez.

Nunca llego, eran las 10:40 Pm me habían dejado plantada, quería regresar a mi casa, sabía de ante mano que mis padres me matarían, sin embargo solo quería abrazar a mi madre y llorar toda la noche por ser tan ingenua.

Camine sin rumbo y creí perderme llegando a una calle que no conocía, hacía mucho frío y temblaba llegando al punto de desesperarme al no saber dónde me encontraba, llorando como una niña pequeña que solo quería encontrar su hogar. De repente en la oscuridad de la noche surgió una risa, Una risa que causaba temor, por un momento creí adentrarme en algún tipo de Film en donde la protagonista iba por el bosque y de repente la risa de una bruja se escucha entre el crepitar de los árboles. Empecé a caminar rápido rogando que solo fuera mi imaginación jugándome una broma, pero entre más caminaba sentía más cerca aquella risa, comprendiendo que no podría tratarse ni de chiste de un juego de mi imaginación, corrí en medio de sollozos tratando de buscar a alguien que me ayudara, finalmente me detuve sintiéndome desfallecer, llenándome de valor me atreví a mirar hacia atrás no había nada y como por arte de magia la risa había desaparecido, suspire tratando de tranquilizarme, voltee para seguir mi camino encontrándome con una anciana tapada con una túnica. - ¡Válgame Dios! que susto que me ha pegado señora.

- Oh muchachita perdóneme usted, es que tengo mucha hambre y no he comido nada ¿Podría ayudarme?- Me pregunto.

- Pobre mujer, al parecer nos encontramos en la misma situación, solas y perdidas- me apresure a sacar unas cuantas monedas que tenía, pero al querer entregárselas desapareció, me quede un momento allí tratando de entender qué había sucediendo. Siguiendo mi camino confuso y temeroso nuevamente apareció la risa pero esta vez voltee a ver rápidamente y allí estaba la anciana, quitándose la túnica pego un salto descubriendo su verdadera identidad una mujer de piel blanca y cabello rojizo con unos ojos negros que expresaban odio y soledad, intente correr pero alguien más me agarro por atrás elevándome y después tirándome con suma fuerza al suelo. Era otra mujer, sus largas uñas la delataban. Grite con todas mis fuerzas esperando que alguien me socorriera, pero nadie apareció.

- ¡Elizabeth hija De Diana! - dijo la mujer de cabello rojo acercándose a mí.

- Shannon- grito la otra mujer, blanca con ojos muy verdes y cabello negro- ¡No la puedes tocar! Abaddón te mataría.

Me puse de pie sintiendo que me quemaba hasta el último nervio tratando de correr para salvarme, pero fue en vano, volvieron agarrarme y me tiraron nuevamente sintiendo como mi pierna se desgarraba sangrando desaforadamente, ¿iba a morir?

Shannon se abalanzo sobre mí y abrió su boca, su cara se deformo y sus ojos se tornaron rojos, de su boca salieron dos largos colmillos, No podía creer lo que estaba viendo, yendo hacia mi cuello pego un chillido de dolor.

- Am să te omor. - exclamo

Apenas reconocía sus siluetas. Mi cabeza daba vueltas y yo sujetaba con fuerza la herida de mi pierna para parar la sangre, mi cuerpo no respondía. Pensé en mi madre y en mi padre rogando al cielo que pudiera verlos de nuevo.

Otra persona llego al momento, un hombre, cogiendo a las dos mujeres las tiro a un lado.

- Singurul care va muri va fi tu. – de aquel hombre surgió una voz completamente ronca y espeluznante.

- al naibii hibrid. mă să te … Volveremos hija de Diana, ya en ninguna parte estarás segura.

Acto seguido las mujeres desaparecieron, fui recogida por aquella bestia que había salvado mi vida.

- No me mates, te lo suplico.- dije con mi último aliento.

- Ahora estas a salvo.- fue lo último que escuche antes de caer inconsciente**.

"Replica perfecta "

**Vi a Gregory sentado justo al lado de la cama donde me encontraba recostada. Trate de pararme y pegue un chillido de dolor. El abrió sus ojos y rápidamente llego a mi lado.

-¿Qué me paso?- pregunte confusa.

- no creo que sea buen momento para hablar, debes descansar.

- Anoche-dije reflexionando-Querían matarme.

- Elizabeth…

-¿Dónde estoy? -dije tratando de incorporándome.

- Han ocurrido muchas cosas, no sé por dónde empezar, pero… Yo estoy a cargo de ti y de tus hermanas por ahora.

- ¿Qué estás diciendo? Yo no…

- Hay una carta donde tus padres te explican todo- su voz era suave y calmada, no parecía una persona que bromeara, para nada. Lucía muy serio y decidido, pero no era lo único que su mirada reflejaba, aunque tratará de ocultarlo algo de preocupación emanaba de él también.

- ¿Una carta?- pregunte.

- Antes de irse…

- ¿Irse? ¿A dónde? ¿De qué estás hablando?- ¿Esto era una broma?

-No puedo decírtelo- dijo al instante, su voz seguía sin alterarse ni un poco.

-¿Cómo qué no puedes decírmelo?

-No es seguro que lo sepas.

- Espera, la verdad no entiendo de que va todo este tema de la confidencialidad pero…¿Qué no es seguro? ¡Ellos son mis papas! Nadie me ha hecho sentir más segura en toda mi vida que ellos- lógicamente no podía ser cierto, mis padres, nunca me dejarían sola, no a mí, no a la niña que cuidaban más que a su vida.

- Lamento decirte que ellos no pueden cuidarte sin poner su vida al igual que la tuya en peligro, por esa razón deben permanecer ocultos, por ti y por ellos.

- No… no, no entiendo de que estás hablando, por favor déjate de bromas y diles que vengan a verme- finalmente mis palabras parecían suplicas desesperadas.

- Lo siento Elizabeth, no es posible. Desde este momento estas a mi cuidado, es lo mejor para ti- dijo tranquilamente.

- Yo… no entiendo, no sé de qué estás hablando-el me sostuvo mirándome fijamente a los ojos y finalmente me dijo.

- Todo estará bien- Quisiera creerlo pensé, y lo cierto es que los ojos de Gregory eran más sinceros que nunca.

- ¿Podrías dejarme un momento a solas un momento?- le pedí

Gregory salió de mi habitación dejándome en completa soledad y con una incertidumbre que no tenía explicación. ¿Por qué mis padres se irían sin mí? ¿Por qué me dejarían a mi suerte con alguien que ni siquiera conocía? ¿Quién era Gregory Dawson? ¿Por qué le estaban confiando mi vida?

Llena de rabia saque mi teléfono celular del bolso y llame al teléfono de mi mamá “EL NUMERO AL QUE ESTA MARCANDO NO EXISTE” insistí una y otra vez sin hallar respuesta. Desesperada rompí en llanto y fui a buscar la carta que mi mamá había dejado, al destaparla el olor de mi madre impregno la habitación llore en silencio sin hallar consuelo. ¡Quería a mi mamá!, quería que me abrazara y me dijera que todo estaría bien aun cuando no fuera así, quería que mi padre me estrujara fuerte haciéndome sentir que yo jamás estaría sola y que siempre sería su pequeña, quería creer lo que siempre me decía que iba defenderme de todo aquel que quisiera hacerme daño.

Querida Elizabeth:

Hija… Antes de que pienses cualquier cosa, quiero que sepas que tu padre y yo te amamos, te amamos como a nadie en esta vida y aunque te cueste entenderlo estamos haciendo esto para protegerte no es seguro que continuemos a tu lado, ¡Tu vida corre peligro! Gregory es una persona de confianza el sacrificaría su vida por la tuya, no hay mejor compañía que él. No te preocupes por nosotros, estaremos bien, nunca pierdas la fe mi pequeña, aun cuando todo este perdido y no veas la luz, pues no es necesario que la veas ya que tú misma eres luz. Nunca dejes que nadie borre esa sonrisa de tu rostro Elizabeth, Jamás. Te prometo que esto será solo por un tiempo, perdóname por no quedarme a tú lado cuidándote, perdónanos por no ser sinceros contigo, pero estas segura donde estas. Tienes dinero suficiente en tu cuenta para subsistir. Todo estará bien pequeña, mamá y papá siempre estarán a tu lado aun cuando no nos veas. Después de leer esta carta, Quémala.

Te Amamos hoy y siempre

Mamá y Papá.

Tome la carta y la puse en mi pecho y rompí en llanto pensando en mis padres y cuanto anhelaba tenerlos cerca, rompí la carta en pedazos quedando aun el aroma de mi madre en el aire, esfumándose poco a poco. Finalmente la eche en el fuego, mientras sentía que mi madre se quemaba con aquella muestra de amor que había dejado, no entendía que pasaba, no sabía si lo que me había sucedido era un sueño o era real. El dolor de mi cuerpo era evidencia de la verdad que había tenido que pasar la noche anterior, ¿Vampiros? ¿Volando por los aires y queriendo morder mi cuello? no sonaba muy lógico ahora que lo analizaba, nada de esto parecía ser algo lógico, sin embargo, no sabía cómo reaccionar ante una situación tan extrema como esta. Sencillamente no podía ser cierto, quizás era una broma de mal gusto organizada por mis padres por haber desobedecido, muy seguramente mañana todo volvería a la normalidad. Guardaba la esperanza de volver a ver a mi madre para decirle lo mucho que la amaba y pedirle perdón por todo. Me recosté cubierta de lágrimas hasta quedarme profundamente dormida.

Estaba en una plaza repleta de gente, caminaba por calles tratando de descifrar donde me encontraba. Las vestiduras de la gente daban a entender que me encontraba en otra época quizá en el siglo XIX las mujeres vestían de una manera excesivamente incomoda, los hombres con pantalones bota tubo y chaquetas elegantes, su andar con aire de grandeza carruajes que circulaban por las calles, A lo lejos visualice una imagen conocida. Gregory Dawson se encontraba charlando con una señorita que apenas distinguía de espalda.

- Así que por fin descifro el acertijo de su nombre, Señorita Alice Kyteler,- Lo escuche decir.

- Señor Dawson, no debió tomarse la molestia de buscarme -a lo lejos escuche lo que la mujer decía, me acerque a ellos para reconocer la apariencia de la mujer, cuando estuve frente a ellos descubrí algo que me sobresalto, esa mujer era igual a mí, una réplica.

- ¿vive cerca de aquí? ¿Podría acompañarla?- pregunto él.

Una mujer se aproximaba para interrumpir la conversación.

- Alice, tenemos que irnos- Alice sin decir nada se retiró ofreciendo una reverencia a Gregory y este sin contestarle le pregunto.

- ¿La volveré a ver?

- Espero que sí- contesto ella mientras dejaba escapar una fugaz sonrisa mientras desaparecía de su vista. Seguí sigilosamente a mí ‘Replica’.

- ¿Te has vuelto loca? ¿Acaso quieres exponernos? A penas has logrado escapar, aún te siguen buscando y no descansarán hasta verte arder en una hoguera- dijo la mujer mayor.

- Solo charlábamos, además no puedes negar que es bastante apuesto y con los bolsillos repletos de capital que muy seguramente necesitamos- Respondió Alice.

- No hay un nosotras en esto, yo te salve el culo tú debes obedecerme ese fue el trato, así que déjate de estupideces y no te ganes problemas estúpidos- Alice asintió de mala gana, pero sus ojos reflejaban un odio indescriptible, casi podía ver fuego en ellos.

El resto del camino continuó en silencio, Alice cabizbaja y la mujer tomando la delantera del camino se detuvieron frente a una casa que se veía literalmente a punto de caer. La mujer de un salto entro a la casa por la ventana y Alice la siguió, me sorprendió de sobremanera la agilidad de las dos mujeres. Ya estando dentro bajaron al sótano un hedor a muerte llego hasta mí, quede perpleja al ver que el lugar estaba lleno de cadáveres de niños, no pude moverme de donde estaba, maldije a esas dos mujeres por un acto tan vil. Justo en la mitad del sótano en una silla, había una pequeña niña amarrada se le veía poseída, sus ojos hundidos abiertos completamente blancos, una sonrisa diabólica se dibujaba en su rostro, la mujer se dejó ver por fin, era deforme, sus facciones lucían podridas, era algo que no había visto antes ni en las peores películas de terror, ¿Qué podría haber hecho esa mujer para terminar de esa manera? Eso sin mencionar que el lugar en su totalidad parecía sacado de alguna versión completamente actualizada de “CAMINO HACIA EL TERROR” era realmente asqueroso. En ese instante Alice pronuncio unas palabras mirando fijamente a la niña, la pequeña chillaba de dolor mientras se secaba como una pasa. La mujer se embellecía, sus facciones podridas habían desaparecido, su cambio era impresionante.

- Quémalos a todos no dejes rastro y Alice, recuerda lo que te dije, no quiero volver a saber de Híbridos o Vampiros ¿Entiendes? lo último que necesito son más problemas, contigo es suficiente.

- Espera Renata, ¿estás diciendo que Gregory Dawson es un hibrido?- pregunto Alice extrañada.

- No puede ser que no te hayas dado cuenta antes, sí que eres lenta niña, no pensarías que él o Ian Rowling podrían ser tus próximas victimas ¿o sí?- Rio Renata- Ya supéralo Alice, no correrás con esa suerte de nuevo, solo sigue mis órdenes- diciendo esto la mujer desapareció

¿Vampiros? ¿Híbridos? ¿Brujas? No estaba entendiendo ni una sola palabra, un sueño bastante extraño, pero la verdad era que nunca antes había sentido algo tan real.

-Mi querido Abaddón cuanto anhelo verte de nuevo, aceptare sin recelo el nombre que me has dado Alice hija de Diana, restableceré Aradía. Heredero de las tinieblas hazme tuya y lo seré para siempre. Dame tu sabiduría y reinare junto a ti. Despierta mi poder y te daré la llave que tanto anhelas.

Todo se tornó oscuro y de un momento a otro me encontraba en el mismo lugar donde había empezado mi travesía, viendo en los alrededores gente con antorchas, en el centro de la plaza se encontraba Alice amarrada a un árbol.

-Bruja - Decía la multitud enloquecida

- “Hemos oído al Creador maldecir a quienes buscan su propio final; pero aquí, yo les revelo: bienaventurados los que buscan su propio final. Más los humanos de la luz, si buscan su propia muerte, borrarán su memoria; pues no hay libro de luz como lo hay de Oscuridad. Bienaventurados los soberbios, pues ellos serán los Herederos de la oscuridad. Más los humanos de la luz, al ejercer soberbia, se precipitan en su vació abismo de luz”

- Cállate bruja - Pronuncio una anciana

-Mátenla Ahora mismo- pronuncio otro hombre

- ¡Alto! -Gregory apareció en medio de la multitud. De pronto reconocí la silueta de Ian, venía llegando a la revuelta.

- Bienaventuradas son las Criaturas de la Noche que practican la lujuria, como malditos son los humanos que practican el amor- Dijo sin más Alice, mientras ardía en las llamas que habían encendido. Sin dejar escapar algún grito de dolor.

-Vete al infierno y Dios quiera que jamás vuelvas- fue lo último que escuche antes de despertar**.

Download MangaToon APP on App Store and Google Play

novel PDF download
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play