Destino..

Gabriela:

 Después de una larga tarde de trabajo, por fin es hora de volver a casa. Luego de tomar un taxi solo es cuestión de minutos para llegar a mi apartamento, bueno, si se le puede llamar casa.

Entro para después darme cuenta que estoy completamente sola. Extraño tanto a mis padres; no logro entender cómo es posible que me dejaran sola tan pronto. No comprendo cómo pueden funcionar las cosas de esta manera, no hice nada malo y me han sido arrebatados a temprana edad de mi vida —se habla así misma entre lágrimas sin parar ni un segundo hasta lograr concebir el sueño.

Marcello:

— ¿Que tienes hombre? Te noto pensativo.

Adriel:

— Estoy pensando que es hora de sentar cabeza y buscar alguien a quien soportar todos los días, además de ti.

Marcello:

— ¿Que a caso te estás volviendo loco? apenas hace un momento estuvimos hablando de negocios, cargamento y también de Zero casamientos. Y ahora me estás diciendo que quieres casarte solo por qué quedaste cautivado con un maldito trasero bien echo. - contesta Marcello muy sorprendido quedando boca abierta.

Adriel:

—¿Desde cuándo tu cuestionas lo que yo decido? Sabes perfectamente que lo que yo digo no se cuestiona. - Habla molesto con voz ronca e imponente.

Marcello:

— Mira, toma las cosas con calma.

mañana hablaremos cuando estés más tranquilo; investigaré lo que me pediste para que te des cuenta que estás demasiado fuera del camino. - Le contesta tranquilo.

Marcello se retira rápidamente sin si quiera decir una sola palabra más.

La noche se vuelva eterna para el joven Adriel, observa detenidamente la luna junto a las estrellas sin siquiera parpadear.

— ¿No entiendo que me está pasando? Me dejaré de tonteras, una mujer no puede hacerme cambiar de rumbo sin razón alguna, mucho menos con una sola mirada vacía sin rumbo. - Se habla así mismo el joven dentro de sus pensamientos.

Las horas pasan, el joven Adriel no logra concebir el sueño ni un solo segundo.

¡toc, toc! — niño Adriel, ya está el desayuno servido. - Habla con mucho cariño la nana de la mansión.

Adriel:

— Bajaré enseguida.

Cómo es posible que ya allan pasado tantas horas, no logré pegar el ojo durante toda la noche.

Después de recordar se da una ducha para estar más despierto. Luego de un rato baja rápidamente haciendo una llamada.

Adriel:

— Necesito que alistes el avión, llegaré en 20 minutos.

En la otra línea contesta el joven Marcello, la mano derecha del joven Adriel.

Marcello:

— ¿A dónde iremos ahora? Te escuchas con mucha prisa.

Adriel:

— De todos los lugares de la lista que tenemos, el que esté en el número 13 es el lugar al que iremos.

Marcello:

— ¿Estás seguro que quieres ir ahí?

Adriel:

— No comprendo en qué momento te autorizaste el permiso para estarme cuestionando a cada rato. Es la segunda vez en 24 horas que lo haces, solo has lo que te digo sin hacer preguntas.

Marcello:

— Disculpe jefe, estará todo listo para cuándo llegué. - Contesta de forma respetuosa y voz imponente.

Adriel:

— Te aviso que será indefinido el regreso. Así que te encargo que los que se van a quedar trabajando, realicen bien su trabajo. También quiero que se me esté informando cualquier cosa sin saltarse nada.

Marcello:

— No se preocupe señor, usted estará al tanto de todo lo que pase aquí.

También quiero preguntarle... ¿Qué es lo que va a pasar con la joven, de la que me pidió información apenas ayer?

Adriel:

—Sobre eso te voy a pedir que por favor no me lo recuerdes. No se que me pasó, creo que fue una estupidez precipitarme tan rápido.

Marcello:

—Que bueno que se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Lo espero acá.

APARTAMENTO DE GABRIELA..

—Tengo un horrible dolor de cabeza, otra vez me quedé dormida llorando. Le hablaré a esta Antonia.

A como puedo tomo mi celular. —Hola Antonia, buenos días. ¿Crees que podamos vernos en 15mns en el parque? otra vez me siento mal.

Antonia:

—Buenos días amiga, Claro que sí. Aya nos vemos.

Me doy una ducha rápida, luego me empiezo a cambiar lo más rápido que puedo.

Me pongo unos jeans entubados, los cuales marcan muy bien mis caderas y resaltan mi trasero. Despues me pongo un top con una blusa de cuadros encima, la cuál deja mi abdomen al descubierto dejando ver mi pequeño ombligo; como llevo prisa agarro un ensamble y salgo del apartamento.

—Buenos días señorita.

- Me habla la señora de la renta, que se llama Martha.

Gabriela:

— Buenos días señora Martha, ¿Se le ofrece algo?. - Le contesto con desesperación.

Señora Martha:

—Solo para avisarle que para esta mensualidad no vendré personalmente a cobrar, por lo tanto, les mandaré mi número de cuenta para que me lo depositen.

Gabriela:

—No se preocupe señora, lo tendrá sin falta o al menos el mío.

Señora Marta:

—Sé que sí, que tenga un buen día.

Gabriela:

—Igualmente.

Dejo de hablar con la señora Marta para darme prisa y llegar con Antonia. Llegando a la carretera me detengo justo en el medio al sentirme mareada y sin aliento; de pronto volteo a la derecha viendo a lo corto un auto negro que se detiene a unos cuantos centímetros de mí.

Adriel:

—¿Me puedes decir a dónde me llevas?, dudo que sea a mi vuelo. Al parecer tomaste el peor de los caminos, ve nada más, casi atropellas a esta tonta.

Arturo (chófer):

—Quise tomar un atajo, pero está mujer se me atravesó.

Arturo sale rápidamente del auto para ver qué la joven este bien. —Dígame señorita, ¿está bien? ¿Quiere que la lleve al hospital?

Gabriela:

—Perdóname, no era mi intención estropearlo en su camino. - Le contesto toda aturdida.

Arturo:

—No se preocupe señorita, lo importante es que este bien...

Adriel:

—No tengo tu tiempo, apresurado que voy a llegar tarde al vuelo. – Le hablo en tono molesto.

Gabriela:

Esa voz me parece conocida. Volteo rápidamente hacia el cristal para ver si logro ver a través de él; pero todo se ve completamente oscuro.

Arturo:

—No se preocupe señor, ya está todo bien.

Nos vemos señorita.

Adriel:

Luego de que Arturo habla con la joven, ella voltea hacia el cristal. Es ahí donde me doy cuenta que es la joven del restaurante. La observo detenidamente, su cuerpo se ve muy bien con ese atuendo. También me doy el tiempo de ver qué tiene un bello rostro, es obvio que dios no pudo ser más generoso con su belleza.

Se sube Arturo al auto y empieza a seguir por el camino.

Gabriela:

Luego de confirmarle al señor que me encuentro bien, se sube al auto y se aleja por la carretera; no dejo de observarlos hasta que los pierdo con la mirada.

Adriel:

Pasaron los minutos y por fin llegamos al punto de despegue. Luego de llegar, solo fue cuestión de segundos para estar en el cielo; aún me es inexplicable lo que me sucedió con esta bella mujer, de tanto pensar en ella me hizo bastante corto el vuelo. El destino se está empeñando en ponerla en mi camino.

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