DESTILANDO AMOR Y ODIO
–La noche está por caer, el cielo se siente triste. Lo cual no es muy común en estas fechas tan ardientes, la temperatura está muy alta; yo simplemente observo desde la terraza de mi casa.
_Se dice a si mismo en su mente el joven apuesto Adriel Bustamante Esquerra.
Adriel, es un joven empresario de 28 años de edad, a su corta edad a logrado formar un imperio; siendo parte crucial el tener en su camino armas, dinero, muerte y traición.
Su personalidad es un tanto incomprensible, ya que es un hombre de pocas emociones. Muchas personas han tenido la satisfacción de sentir el toque de su daga mortal en el centro del corazón, siendo el la última persona que ven los ojos de sus víctimas al marcharse al otro mundo de las almas perdidas.
Adriel:
— Últimamente me siento incompleto, estas prostitutas no me satisfacen para nada Marcello. (Habla Adriel a su amigo, confidente y mano derecha).
Marcello:
—Tal vez nos hace falta conocer otros lugares, sin dejar de lado nuevos cuerpos. Solo no la pasamos al pendiente de los negocios y nos estamos olvidando de la buena vida que nos espera allá afuera.
Adriel:
—puede que tengas razón, pero tú no te la pasas muy aburrido que digamos. Crees que no he visto como te revuelcas con Sandra la de limpieza, sabes perfectamente que hay cámaras por doquier.
Marcello:
—¿ Que a caso tus padres no te enseñaron a no espiar a las personas?
- ¡Hahaha!, se rien en voz alta los dos hombres imponentes.
Marcello:
—Te quiero invitar a un restaurante que abrieron a unas calles de aquí ¿Vamos o que?.
Adriel:
— Me parece bien, tengo hambre y se me antoja algo diferente.
Salen los dos hombres a prisa a tener un desayuno tranquilo, pero será ahí donde Adriel se llevara una grata sorpresa.
Restaurante
Gabriela:
—La mañana está muy tranquila, el día soleado me agrada. Aun no entran muchas personas y las que entran son puras refinadas. -Habla la joven gabriela a su compañera mesera.
Antonia:
— Prefiero soportar a estos individuos, que andar por las calles como las que me topo en cada esquina. Y sinceramente es agradable el lugar con muy buen sueldo.
Gabriela:
—Eso no lo puedo negar.
*Se ríen entre los dientes para que no las escuchen los comensales ni el gerente.*
Antonia:
—Pero mira nada más, ve esos hermosos hombres. Valla que los hicieron con amor. -Nos quedamos boca abierta al ver tanta belleza en estos hombres. Se acerca a paso firme el señor gerente.
—Antonia encárgate de estos hombres, quiero que queden realmente satisfechos con el restaurante.
Antonia:
—Nose preocupe señor, yo me encargo de todo. -Le contesta sonriente.
Marcello:
—Te dije que el lugar te gustaría, está tranquilo. Muy pocas personas vienen y las personas que vienen son de nuestro glamour.
Adriel:
—Necesito que me digas algo ¿cómo están saliendo las nuevas alianzas con las nuevas plazas?
Marcello:
—Hay un detalle, el señor Martín fortalecerá nuestras exportaciones y nos dará muy buenas rutas, ciempre cuando su hija se case con el magnate del negocio.
Adriel:
—¿Que?¿Cómo puedes considerar eso? y encima ¿Vienes a decírmelo en mi propia cara?
Marcello:
—Guarda calma, hay viene la mesera.
Antonia:
—Muy buenos días señores, les entregaré la carta del menú. En cuanto estén listos vendré a tomar la orden. - Habla ella muy atenta y cordial.
Adriel:
—Quiero un café cargado sin azúcar, y cualquier desayuno, tu escoje el que quieras o que más me recomiendes. Otra cosa, no quiero postre. - Contesta muy formal, pero con voz fría sin ofrecer una sola sonrisa de agradecimiento a la joven.
Antonia:
Usted señor ¿Va pedir algo?.
- Vuelve a preguntar de manera amable al señor Marcello.
Marcello:
—Lo mismo que el señor aquí presente. -Contesta con amabilidad a la joven Antonia.
*Se retira la joven rápidamente a paso firme para hacer llegar la orden al chef*
Antonia:
—Señor no me vuelva a mandar a esa mesa, me dio hasta escalofríos con esos hombres.
Gerente:
—A mi también me ponen de punta. - Contesta nervioso el gerente. No es muy usual verlo así con los clientes.
Gabriela:
— ¿A caso los conoce?. - pregunta algo interesada Gabriela.
Gerente:
— Deja de preguntar cosas que no te incumben, ponte a trabajar.
- Le contesta de manera grosera.
Se quedan todos boca abierta con la contestación del gerente, ya que nunca había contestado de está manera.
Chef:
—La orden está lista, pueden llevarla a la mesa.
Antonia:
Que pronto, ¿Están seguros que no es recalentado?. - Contesta de forma burlesca.
Chef:
—Me ofendes niña, ve a entregar las órdenes.
Antonia:
—Claro que no, que valla Gabriela.
Gabriela:
—¿Que acaso te paso un carro por encima? yo no pienso atender a estos hombres. Capaz que por ellos me corren, y no, gracias.
Gerente:
—Es una orden Gabriela.
Abre los ojos a sobremanera y toma aire dando un suspiro de nervios. Toma la orden enseguida y camina a paso firme a la mesa de los jóvenes.
Marcello:
—Lo mejor es que vallas preparando el mejor ajuar que tengas, por qué nos vamos a casar.
- Habla de forma burlesca.
Adriel:
—Claro que no lo haré, tiene que aver otras opciones. Por ejemplo ya optaste por el lado malo.
Marcello:
—Dejate de estupideces, no es la persona indicada para tener conflictos, lo sabes perfectamente...
Los interrumpe la joven Gabriela.
—Permiso, aqui está su desayuno y también su café. Espero sea de su agrado para ambos.
Mi mente, mi voz, inclusive mi aliento se paralizó al ver esta hermosa mujer. Su cabellera negra, ojos grandes; negros tan profundos como el abismo del espacio. Sus gruesos y naturales labios, sin dejar de lado su bello cuerpo, su hermosa voz musica para mis oídos.
Me he quedado aturdido por su impactante paisaje de mujer. La joven se empieza a retirar con una preciosa sonrisa en su rostro.
Marcello:
—¿Te sientes bien amigo?, ¿Vas a decir que te cautivo la mesera?
Adriel:
—Es fascinante su personalidad, te deja sin palabras.
Marcello:
—Solo a ti te pasan esas cosas amigo, he pasado por muchas piernas y ninguna me amarra como esta te amarró con la pura mirada; deberías de ver tu cara en el momento que viste a esta mujer. - Le habla de forma burlesca.
Adriel:
—Cambiemos de plática, quiero que nos reunamos con el señor mencionado para llevar a cabo el tratado para nuevas rutas. No quiero errores en ninguno de mis pasos, otra cosa, quiero que investigues todo de esta joven sin saltarte nada. - Contesta de manera fría, sin expresión alguna en su cara, simplemente frío y serio; para seguir desayunando callados.
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