CAP 10 Hagamos una apuesta

Después de que Tony me dio la orden de mi jefe de llevarle un café, vi las expresiones de mis compañeras de trabajo y entendí que él no pedía café. Así que empecé a hacer su café, no lo hice en la cafetera sino de la forma antigua, como mi madre lo hacía. Así que le serví el café, suspiré, agarré valor para verlo a la cara y, gracias a la señora Rita que me cambió el uniforme, subí las escaleras para llegar a su oficina sin antes pedir indicaciones de cómo llegar a ella. Toqué la puerta y escuché su voz detrás de la puerta:

—¿Qué pasará?— Al entrar, puse el café en la mesa y vi su mirada.

—Señor su café—, le dije.

Lo puse en la mesa y vi su mirada al tomar el café. Pude leer sus intenciones. Así que le dije:

—Me retiro, señor—. Di la vuelta.

—¿Quién le dijo que se podía retirar?—, dijo él. Yo volví.

—Señor, ¿qué más desea?—

—Quiero que cambies el café, está...—no lo dejé terminar.

—Muy dulce o amargo, no creo. Se lo dejé término medio. Si dice que está muy caliente, no se lo dejé tanto—, le dije. Me quedó viendo con una leve sonrisa ladina. Yo me acerqué más a su escritorio.

—Me imagino que quiere probar mi paciencia o quiere darme una lección que debo seguir sus órdenes, ya que hace rato le di en su ego—dije.

—¿Qué le hace pensar eso?— preguntó él.

Yo sonreí un poco y le dije:

—Diga la verdad, ¿me quería molestar o simplemente le gusta ver a esta gordita? Porque sé que no toma café. Pero ya que estamos en esto, quiero pedirle un favor, señor. Solo quiero que deje esos intentos de juego conmigo. Yo solo quiero trabajar y en lo personal, no quiero que haya malos entendidos entre nosotros. La única relación que quiero tener con usted es empleador a empleada, nada más—, dije.

Él dio un sorbo al café y se levantó. Caminó y quedó alfrente a mí.

Mira mi cuerpo, siento que recorre todo mi cuerpo hasta detenerse en mis labios.

—¿Qué tal si le digo que quiero tenerla en mi cama?— me preguntó, sonriendo.

—¿Dígame cuánto quiere?—sonreí.

—Sabe que usted es el prototipo de hombre que odio, ese que solo ve a la mujer como un objeto sexual, que cree que porque se ve como un Dios todos deben rendirse ante él. Pero le voy a dejar esto claro, yo no me vendo, ¿sabe por qué? Porque yo sé cuándo valgo y ni su dinero ni lo material que usted me pueda brindar alcanza para comprarme—, le dije, mirando fríamente.

Me acerqué a ella. No sé qué tiene esta mujer que me está volviendo loco desde que la vi. La deseo. Me paré y me acerqué hacia ella. Pude sentir frialdad de su mirada, pero eso me hace desearla aún más. Estoy tentado de estampar mis labios y sentir esos labios provocativos y esa lengua afilada, pero me controlo, sin dejar de ver esos ojos que me hipnotizan.

—Te ofrezco un trato muy tentador, ya que no puedo comprarte y odias todo lo que represento—, acaricié sus labios. —Hagamos una apuesta—.

Ella me miró un poco desconcertada.

—¿Una apuesta?—, dijo ella sin dejar de verme.

—Sí, una apuesta. Si usted logra que yo me enamore de usted, yo le daré lo que usted desee. Pero si usted se enamora de mí, que es difícil, ya que me odia por lo que soy, tendrá que hacer todo lo que yo le diga sin ninguna objeción, incluso hacerla mía donde quiera y cómo quiera—, dije.

¿O no se cree capaz de enamorar a un hombre como yo?, agregué.

—A qué clase de juego quiere jugar?—, preguntó ella.

Me acerqué a ella y le dije:

—Piénsalo, luego me dices—. La vi cerca de mí y pude sentir su olor, pero tomé la taza de café y tomé un sorbo sin dejar de verla. Luego, me fui.

Yo solo quedé allí procesando todo lo que acaba de pasar. Mi vida no puede complicarse más, primero la mafia me sigue, ahora este hombre con sus juegos macabros. Yo no quiero prestarme para sus juegos, pero ese hombre no me va a dejar en paz. Siento que mi corazón está acelerado, no sé qué hacer. Tomé la taza de café, no traté de pensar en lo que acaba de pasar.

Llegué a la cocina, lavé la taza y miré por la ventana. Vi al niño sentado con un balón solito. Así que decidí acercarme a él.

Caminé hasta llegar al jardín. Me acerqué al niño que está sentado bajo un árbol. Es un niño muy lindo, su cabello es castaño claro y sus ojos son verdes. —Hola—, le dije. Él no me respondió ni me miró, solo sigue girando el balón en la hierba con su dedo.

—Hola, soy Talía. ¿Quieres que juegue contigo?—, le pregunté.

—Jugarías conmigo—, dijo él.

—Sí, pero solo somos los dos—, dije, señalando a Liam y a mí.

En ese instante, pasó Tony. Lo llamé y él vino al escuchar mi llamado.

—Tony, ¿estás ocupado?— Él me miró sin entender mi pregunta. —¿Te gustaría jugar con nosotros, tú contra nosotros?—, le pregunté, señalando a Liam y a mí.

Él me quedó viendo. —No me digas que te da miedo que un niño y una mujer te ganen—, sonreí.

Él se quitó su chaqueta y empezamos a jugar. El niño empezó a reírse y a pasarme la pelota. Se reía de todo hasta que casi se cae con la pelota, pero en una de esas, le iba a quitar la pelota a Tony. Hice que se tropezara y él cayendo sobre mí. Por un instante, nuestros labios se tocaron. Nos quedamos viendo y reinó un poco la incomodidad. Enseguida, no nos separamos. Me miraba mientras Liam se reía. Yo solo miraba al niño que estaba sudado y cansado por correr. Me di cuenta de que Liam solo necesita más atención y con quién jugar, ya que él se siente muy solito.

Tony tuvo que irse a atender una llamada, así que yo me quedé hablando y jugando con el niño. Me di cuenta de que es un niño muy lindo, solo es muy solitario y un poco lleno de traumas por la muerte de sus padres. Pero por más que trato, no dejo de pensar en él, en ese hombre y sus juegos. No sé lo que quiere en verdad de mí y qué debo hacer...

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Comments

Lisa 1997

Lisa 1997

mami coma se a ese hombre, oportunidades como estas no se encuentran dos veces en la vida.

2024-10-13

0

Joscelyn Galvez

Joscelyn Galvez

está difícil para ella tomar una decisión así una que le puede cambiar la vida

2023-10-07

7

stefi.

stefi.

falta la foto de talia

2023-06-16

5

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