Doce años después.

Stavros Kyriakos observó a la multitud reunida en la villa y se permitió esbozar una sonrisa de satisfacción. La fiesta estaba resultando perfecta. Tal y como la había planeado. Hacía una noche magnífica para una celebración. El terciopelo negro del cielo del Egeo estaba plagado de estrellas y corría una suave brisa que atenuaba el calor. Los murmullos y las risas de los invitados se alzaban por encima de la música. Las cajas de botellas de champán se vaciaban tan pronto como llegaban. Stavros enseguida localizó la silla de ruedas de su padre estaba conversando con su viejo amigo Vasilios Denakis. El hombre sonreía, algo poco habitual en él. Incluso de lejos podía percibirse su renovado vigor. Sí. Había sido un acierto decidir hacer el compromiso con la nieta de Vasilios. Vio sin la menor emoción cómo Isadora bajaba las escaleras, atrayendo todas las miradas, incluso las de toda aquella gente guapa y rica. Era una mujer increíblemente elegante que llevaba con total normalidad el collar de diamantes que él le había regalado. Movía las caderas muy ligeramente, como haciendo una especie de sensual promesa. Para el hombre señalado. Era la novia perfecta. Se unió a un grupo de invitados que no eran ni familiares ni amigos. Eran futuros clientes de negocios. Isadora no comprendía la importancia que tenían aquellos nuevos clientes en la expansión comercial de los Denakis Kyriakos. No eran indispensables para Stavros; nadie lo era. Pero sí eran útiles, por lo que merecía la pena dedicarles un poco de tiempo y esfuerzo. Ella ya había conseguido deleitar al grupo con su belleza y su atención. Isadora tenía una mezcla perfecta de inteligencia y atractivo físico, de sensualidad e ingenio, de carácter y obediencia a los deseos de Stavros. Sería la esposa perfecta para el futuro director general de Internacional Denakis Kyriakos. Tras su matrimonio con Isadora las empresas se fusionarían y él se convertiría en el director general de esa fusión. Mejor el primer hijo de ellos se convertiría en el heredero universal de toda esa fortuna.

Isadora miró a su futuro esposo Stavros era increíblemente guapo y ella lo amaba profundamente.

Al acercarse a él, Stavros Kyriakos la tomó por la cintura apoyo su mano sobre su mentón y la besó con delicadeza.

Isadora miró a su abuelo, Vasilios levantó su copa y le sonrió a su nieta.

Hacía doce años que su nieta Isadora había llegado a su vida, el primer tiempo había sido difícil, pero con su cariño y cuidados, Isadora había salido adelante olvidando esos viejos traumas.

Para sorpresa de todos y preocupación de su tío Xandro que miraba a los flamantes novios la ahora Isadora Denakis, ya que su abuelo había insistido en que solo usará el apellido de su madre nunca había abandonado la casa de Vasilios.

Él había insistido en criar a la niña como si fuera su propia hija y eso era la ahora heredera del imperio Denakis.

Con ese matrimonio Vasilios Denakis cumplía el sueño de su vida, el que Leonor le había negado la unión de las dos familias más poderosas de Grecia.

— ¡Voy con mi abuelo!, exclamó Isadora.

— En seguida te alcanzo respondió Stavros viendo que su amigo se acercaba a ellos.

— Felicidades, Isadora estás bellísima, Isadora sonrió encantada. Dorian se acercó a su amigo. ¿Te trae de cabeza?. Yo también me hubiera casado comento Dorian con un poco de cinismo.

— Por supuesto que no, es un buen negocio además de que tiene otros alicientes como una cara preciosa y un cuerpo hecho para el pecado respondió con cinismo Stavros.

— ¿Estás perdido?, ¡te enamoraste!, exclamó Dorian.

—Tú ya sabes la respuesta a esa pregunta, repuso con aire de superioridad. Quiero una criada que mantenga limpia mi casa, una esclava que me dé masajes y una mujer de la que pueda presumir. Además, quiero tener sexo... sexo ilimitado, siempre que lo desee. Solo el matrimonio podría proporcionarme todos esos elementos esenciales Isadora me proporcionará todo eso entre otras cosas como una absoluta y ciega obediencia respondió Stavros viendo a su futura esposa.

— Creo que si tu padre pudiera ponerse de pie te la robaría comento Dorian.

Stavros Kyriakos sonrió su padre estaba encantado con la dulce Isadora.

Saber que la adorada nieta de Vasilios sería su futura nuera, era motivo de orgullo y alegría para el pobre viejo.

La fiesta terminó y los invitados comenzaron a marcharse.

— ¡Te veré mañana en el altar!, le dijo Stavros

— Ansío que llegue ese momento respondió ella con una enorme y cálida sonrisa.

Ya en su habitación Isadora sonrió al ver su vestido de novia puesto sobre el maniquí.

Amaba a Stavros profundamente llevaban juntos un año, él era atento, un caballero con ella.

Stavros Kyriakos bebió un sorbo de su vaso mientras pensaba en lo que ocurriría al día siguiente.

Ellos se habían conocido el verano anterior Stavros había dado una fiesta de caridad para la fundación que apadrinaban los Kyriakos.

Isadora había ido acompañada por su abuelo.

Al escuchar el sonido de la voz de su padre, que había interrumpió la conversación que estaba manteniendo con el embajador griego en Francia y se giró hacia él.

—¿A quién has encontrado?, el hecho de que su padre hubiera hecho el esfuerzo de acudir aquella noche allí era una buena señal. Unos meses atrás era un hombre roto, reacio a salir de su aislada villa tras quedar en silla de ruedas

—A la mujer perfecta para ti dijo su padre sacudió la cabeza con incredulidad, pero se le formaron unas arruguitas alrededor de los ojos cuando sonrió. A veces me pregunto si de verdad eres mi hijo. Este lugar está lleno de mujeres hermosas, y ¿a qué te dedicas tú? A hablar con hombres aburridos vestidos de traje. ¿Qué hice mal contigo? Al ver la sorpresa reflejada en los ojos del embajador, Stavros se disculpó educadamente y se llevó a su padre a un lado apartado.

—Para mí, esta noche es un asunto de negocios. Celebro este baile todos los años. Su propósito es hacer que los ricos y famosos se desprendan de parte de su dinero.

—Negocios, negocios, negocios exclamó visiblemente exasperados, su padre alzó las manos al cielo. ¿Los negocios te dan calor por la noche? ¿Te hacen la cena? ¿Criaran a tus hijos? Tú siempre estás con los negocios, ¡y ya eres millonario! ¡Tienes dinero de sobra! No necesitas más. ¡Lo que necesitas es una buena mujer!. Varias cabezas se giraron hacia ellos, pero Stavros se limitó a reírse.

—Esta noche no estoy ganando dinero, lo estoy repartiendo. Y estás asustando a la gente. Compórtate. Además, no necesito que me busques una mujer.

—¿Por qué? ¿Ya has encontrado una por ti mismo? No, claro que no. Al menos, no la adecuada. Pierdes el tiempo con mujeres que no serían buenas esposas.

—Por eso las elijo murmuró Stavros, pero su padre frunció el ceño con desaprobación.

—¡Ya sé a quién escoges! Lo sabe todo el mundo, Stavros, porque sale en todas las revistas. Una semana es Savannah, la siguiente una tal Gisella... Ninguna te dura más de unas semanas, y siempre están muy, muy delgadas con su fuerte acento griego marcando las palabras, Bastian Kyriakos emitió un sonido de desesperación. ¿Cómo vas a ser feliz con una mujer que no disfruta comiendo? Una mujer así, ¿cocinaría para ti? No. ¿Disfrutaría de la vida? No, por supuesto que no. Las mujeres que escoges tienen piernas y pelo y son como atletas en la cama, pero ¿se ocuparán de tus hijos?.

—Cuando necesite una sirvienta me casaré dijo con cinismo Stavros, por ahora estoy bien con mi personal. Es que tu último matrimonio no te ha enseñado nada sobre las mujeres?

—Sí. Me han enseñado que no te puedes fiar de las delgadas, Bastian recuperó algo de ánimo. Pasan demasiada hambre como para llevar la vida de una mujer normal. La próxima vez me casaré con una de tamaño adecuado.

—Después de todo lo que ha pasado en los últimos seis años, ¿todavía crees que el amor existe? El rostro de su padre se descompuso.

—Estuve enamorado de tu madre durante cuarenta años. Por supuesto que creo que el amor existe. Maldiciéndose por su falta de tacto, Stavros le puso a su padre una mano en el hombro.

—No tienes que preocuparte por mí. Estoy viendo a una mujer, no era una relación como la que su padre esperaba, pero eso no hacía falta que se lo dijera.

—¿Tiene la talla adecuada?, pregunto su padre torciendo el gesto.

—Tiene la talla perfecta respondió Stavros pensando en la actriz de Hollywood con la que había pasado dos noches extremadamente excitantes en la cama la semana anterior. ¿Volvería a verla? Probablemente. Tenía el cabello y las piernas que tenía que tener y desde luego, era una atleta en la cama. ¿Estaba interesado en casarse con ella? En absoluto. Se aburrirían el uno al otro en menos de un mes, por no hablar de la vida entera. Pero los ojos de su padre reflejaban auténtica esperanza.

—¿Y cuándo voy a conocerla? Nunca me presentas a tus novias.

—Cuando una mujer sea importante para mí, la conocerás aseguró Stavros con dulzura. Y ahora quiero presentarte a Susan. Es mi directora de Relaciones Públicas en París, y le encanta comer. Sé que tendréis muchas cosas de que hablar. Guió a su padre hacia la fiel Susan, hizo las presentaciones necesarias y se giró de nuevo hacia la sala de baile. Entonces se quedó paralizado con la atención concentrada en la mujer que estaba justo delante de él. Caminaba como si fuera la dueña del lugar, con un suave balanceo de caderas y una sonrisa apenas esbozada en los labios ligeramente pintados. Llevaba su negro cabello recogido en lo alto y su vestido rojo brillante era como un océano de color deslumbrante en medio de tanto negro predecible y aburrido. Parecía un pájaro exótico volando entre una bandada de cuervos. Olvidándose al instante de la actriz de Hollywood, Stavros observó durante un momento y luego sonrió él también lentamente. Su padre estaría satisfecho por partida doble, pensó mientras avanzaba decidido hacia aquella misteriosa mujer.

Isadora Denakis sonreía mientras avanzaba entre esos cuervos descarados que la miraban con total descaro mientras ella avanzaba inclusos algunos teniendo a su esposa colgada del brazo.

El salón de baile era increíble. Tenía los techos muy altos y estaba lleno de resplandecientes candelabros. Tenía que hacer un esfuerzo para no golpear a alguno de esos cuervos libidinosos y adoptar una expresión de natural indiferencia.

—¿Champán?, oyó la pregunta a su espalda, y se giró rápidamente con los ojos muy abiertos para encontrarse con un hombre tan espantosamente guapo que todas las mujeres de la sala lo estaban mirando con deseo. Le temblaron las piernas. La primera palabra que le vino a la mente fue «arrogante». La segunda, «arrollador». Sus ojos oscuros brillaban con fuerza mientras la observaba con perturbador interés y le tendía una copa. ¿Qué tenían las chaquetas de los trajes de noche, pensó, que convertían a los hombres en dioses? Aunque aquel hombre no necesitaba la ayuda de ropa buena para destacar. Habría tenido buen aspecto con cualquier cosa, o con nada. Una súbita explosión de calor sensual se apoderó de su cuerpo, deslizándose desde la pelvis a los muslos. Él no la había tocado. Ni siquiera le había estrechado la mano. Y, sin embargo... «Peligroso» fue la palabra que finalmente la llevó a dar un paso hacia atrás.

—Creí que conocía a todos los invitados de la lista, pero está claro que me equivoqué el hombre hablaba con una confianza en sí mismo que era la herencia natural de los ricos y poderosos. Tenía la voz seductora y suave, y alzó una de sus oscuras cejas en espera de que ella se presentara. Isadora estaba todavía tratando de comprender la reacción de su cuerpo, e ignoró la pregunta que le hacían sus ojos. No estaba por la labor de presentarse. Lo observó durante un instante, examinando la perfección de su estructura ósea

—Sin duda eres un hombre al que le gusta tener el control de su hábitat.

—¿Lo soy?, respondió él

—Si esperas conocer a todos los invitados de la lista, entonces sí. Eso sugiere una necesidad de ejercer el control, ¿no crees?.

—O tal vez solamente sea selectivo respecto a la gente con la que quiero pasar mi tiempo.

—Lo que significa que prefieres lo predecible a lo posible. Conocer a todo el mundo limita las posibilidades de sorprenderse. Los ojos oscuros de Stavros brillaron apreciando lo que veía y escuchaba.

—No soy fácil de sorprender. Según mi experiencia, lo posible se convierte casi siempre en lo probable. La gente es predecible hasta el aburrimiento, su boca formaba una curva sensual, Isadora supo, sencillamente, lo supo, que aquel hombre sabría todo lo que había que saber sobre cómo besar a una mujer, no como los tontos que la habían cortejado en el instituto.

— Tal vez no esté en la lista de invitados y eso explique por qué todos nos están mirando dijo Isadora

— Podría ser que seas una especie de ladrona que intenta apoderarse de mi cartera dijo el sonriendo tenía una sonrisa insoportablemente sexy, Isadora estaba cautivada por el inesperado toque de humor que brillaba bajo su sofisticado exterior. De hecho, estaba disfrutando tanto de aquella conversación que no veía el momento de ponerle fin, aunque sabía que debía hacerlo su abuelo la estaba esperando y si viera el espectáculo seguramente la reprenderia . Hablar con él era interesante y la hacía sentirse bella, y la atracción que había entre ellos era algo que no había experimentado nunca antes.

—Entonces supongo que es por eso por lo que nos mira todo el mundo dijo a la ligera. Se están preguntando cuándo voy a echarte la mano al bolsillo para robarte. Sin previo aviso, él alzó la mano y se la pasó lentamente por la curva de la mandíbula con expresión pensativa.

—Los hombres te miran porque eres la mujer más hermosa de toda la sala. Aquel inesperado cumplido la dejó sin respiración.

—¿De veras? Isadora hizo un esfuerzo por mantener un tono ligero. Entonces, ¿por qué no están haciendo cola para sacarme a bailar?, pregunto ella.

—Porque estás conmigo lo dijo con naturalidad, pero su tono encerraba una nota de acero que dejaba fuera cualquier intento de competición. «Posesivo», pensó para sus adentros tratando desesperadamente de no pensar en lo que eso la hacía sentir.

—Eso no explica por qué me miran las mujeres. El brillo de los ojos del desconocido sugería que aquella observación le resultaba ridículamente ingenua.

—Las mujeres te miran porque temen por sus hombres. Eres una seria competidora. Y están intentando averiguar qué diseñador es el responsable de tu maravilloso vestido.

—Este vestido es único, diseñado especialmente para mí, aseguró sin mentir. Y tengo la sensación de que las mujeres me miran porque estoy hablando contigo. Y no podía culparlas por ello. Aquel hombre incitaría a los celos donde quiera que fuese. Cortaba la respiración de lo guapo que era, Isadora se preguntó porque aquel hombre estaba con ella. Sí, estaban rodeados de mujeres delgadas como palos y modelos impresionantes. Pero era a ella a quien sonreía. Isadora no se esforzó siquiera en disimular el pequeño destello de triunfo que acompañó a aquella certeza. Tal vez sí había valido la pena ir, después de todo, aunque solo fuera para vivir aquel momento perfecto. En una sala abarrotada con la flor y nata de la sociedad, la había escogido a ella.

—No me están mirando a mí, el hombre dejó caer la mano a un lado. En sus ojos se reflejaba un brillo cínico. Y si me están mirando, no es a mí a quien ven. Están comprobando el tamaño de mi cartera. Isadora se rio, y se contuvo para no señalar que aunque no hubiera tenido un céntimo, las mujeres seguirían mirándolo. —Si eres tan rico que las mujeres no pueden ver más allá de tu cartera, entonces hay una solución clara ,con los ojos brillantes, Isadora se puso de puntillas para susurrarle al oído. Regala todo tu dinero. Él giró levemente la cabeza, de modo que sus labios casi le rozaron la mejilla.

—¿Crees que debería hacerlo? Olía de maravilla, pensó Isadora mareada colocando una mano en su hombro para estabilizarse.

—Eso haría que las mujeres dejaran de encasillarte como un hombre rico y disponible.

—¿Cómo sabes que estoy disponible?, pregunto él.

Sintiéndose completamente perdida, Isadora dio un paso atrás mientras decidía con pesar que ya había llegado el momento de terminar con aquella conversación y con aquel hombre.

—Porque si no lo fueras, alguna mujer celosa me habría clavado ya un cuchillo en la espalda. Stavros deslizó la mirada hacia su boca.

—Entonces, ¿me aconsejas que me desprenda de mi dinero?

—Absolutamente. Solo así podrás estar seguro de las motivaciones de una mujer que se acerca a ti.

La banda comenzó a tocar. El ritmo le resultaba tan familiar que su cuerpo se movió instintivamente, y un instante después alguien le quitó la copa de la mano y sintió que su misterioso compañero le deslizaba una mano por la espalda y la atraía hacia sí. Tanto que si el baile no hubiera sido un vals, habrían llamado la atención.

— ¿Qué haces?, preguntó abriendo mucho los ojos.

—Bailar contigo respondió Stavros con gesto posesivo.

—No me lo has pedido respondió ella.

—Nunca hago una pregunta cuando ya conozco la respuesta. Es una pérdida de tiempo.

—Arrógante, murmuró ella, y Stavros sonrió lentamente.

—Seguro de mí mismo.

—Demasiado confiado riéndose, Isadora ladeó la cabeza y lo miró. Podría haberte dicho que no, sentía el calor de su mano en la piel desnuda de la base de la columna vertebral, y aquel contacto le produjo espirales de calor por todo el cuerpo.

—No me habrías dicho que no. Y tenía toda la razón. No habría sido capaz de decirle que no a aquel hombre. Aquella música estremecedora y sensual los rodeó isadora fue consciente del poder y la fuerza de su cuerpo apretado contra el suyo. Stavros entrelazó la mano con la suya y la atrajo todavía más hacia sí.

La música se había detenido, pero él no había sido capaz de soltarla.

Stavros se distrajo al sentir una mano sobre su hombro.

Al girar un segundo fue tiempo suficiente para que Isadora escaparas.

— Bonito espectáculo, dijo Dorian ¿de dónde has sacado semejante manjar?.

— Creo que es una ladrona de carteras ten cuidado comento Stavros mezclándose entre la gente buscando a la escurridiza ladrona.

Se sentía frustrado cuando la vio de espaldas hablando con su padre y Vasilios Denakis. Seguramente esos dos viejos estarían muy a gusto con la atención de semejante mujer.

— Espero no interrumpir, Vasilios que bueno verte.

— No interrumpes, llegas justo a tiempo para sacar a esta encantadora dama a bailar lo haría yo, pero estoy imposibilitado comento Bastian. Isadora lo miró.

— Mucho gusto soy Stavros Kyriakos dijo él estirando su mano, ella le dio la mano y él se la llevó a los labios.

— Un gusto en conocerlo Isadora Denakis dijo mientras sonreía. Stavros Kyriakos miró a Vasilios.

— Es mi nieta, hija de mi difunta hija Leonor comento Vasilios Denakis orgulloso.

— Es un placer, conozco a tus primas, pero nunca te había visto antes dijo él.

— Isadora trabaja con los niños de la fundación que apadrinamos, no suele frecuentar estas reuniones comento Bastian.

— Si me disculpan un momento dijo Vasilios poniéndose de pie, Isadora se acercó a su abuelo y lo ayudó a ponerse de pie. Stavros Kyriakos se quedó paralizado observando como se iban.

— No te dije yo que había visto a la mujer ideal para ti dijo Bastian.

— ¿Cuántos años tiene?, pregunto Stavros.

— Dieciocho años respondió su padre.

— Es una adolescente y no salgo con adolescentes respondió Stavros fastidiado

— Es una mujer y muy bella mira como la observan respondió Bastian Kyriakos.

Lo que si te lo advierto si le haces daño Vasilios te comerá vivo y yo miraré encantado...

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1 Denakis.
2 Doce años después.
3 Sueños
4 Recuerdos
5 ¡Recuerdame!
6 Heredera
7 Dulce amor
8 Odio
9 El gran jefe
10 Agapi mou ( amor mio)
11 Acecho
12 Revelaciones
13 Traición.
14 Seguridad
15 Terror
16 Capricho
17 Recuerdos de un acecho
18 Curiosidad
19 Legado
20 Escondidas.
21 Melancolía
22 Nuevo inicio
23 Encuentro
24 Adrenalina
25 Angustia
26 Misteriosa mujer
27 Ideas
28 Celos.
29 Adicciones
30 Un golpe de realidad
31 Isadora Kyriakos
32 ¿ Quién es el traidor?
33 Peligro
34 Desesperación
35 Viejos fantasmas.
36 Complices
37 El pasado.
38 Revelación
39 Grieta
40 ¿ Emboscada?
41 Misterio
42 Sorpresas
43 Despejar
44 ¿ Juegos?
45 Danika
46 El extrañó italiano.
47 ¡ Vendida al italiano!
48 Indefensa
49 Negocios
50 ¿ Qué ves?
51 El enigmático señor De Luca
52 Propuesta
53 Objetivo Vincent De Luca.
54 Oscuridad.
55 Ataque
56 Sacrificio
57 Sospechoso
58 En las sombras
59 Planes
60 Seducción
61 ¿Traición ?
62 Decisiones peligrosas
63 Vitto Saracino en acción
64 Los planes de Isadora.
65 Reencuentro.
66 Fiesta
67 Confusión
68 Descubrimiento
69 Dudas
70 Buscado
71 ¡ Culpable!
72 Estrategia
73 Búsqueda contra reloj
74 Acecho
75 Venganza
76 Salvador
77 Elecciones.
78 Recuerdos imborrables
79 Oficial Caido
80 Miedos
81 Juegos
82 Emboscada
83 Tension
84 Teorias
85 ¿ Porque?
86 Dudas
87 Horas de oscuridad
88 Contrarreloj
89 Garras
90 Cacería
91 Consecuencias
92 Excepciónes.
93 Despedida
94 Perdida
95 Emociones
96 Nuevo comienzo
97 justicia
98 Borrador
99 Claridad.
100 Lealtad
101 Tensión
102 Regalo de navidad
103 Sombras
104 Colisión
105 Decisiones
106 Enigma
107 Misterio
108 Dudas
109 Horas decisivas.
110 Cartas sobre la mesa.
111 Final
112 Epílogo
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¿ Emboscada?
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