Capítulo 3

-En serio de verdad me decepcionan jóvenes – decía la profesora mientras entregaba las calificaciones de Inglés – ¿de verdad les importa tan poco? Es su último año y no se están esforzando en absoluto, está bien que esta prueba no contaba, pero aun así, deberían poner atención y hacerlo bien– se detuvo en un examen, después vio a sus alumnos.

-Adrián Robles, ponte de pie y ven por tu examen –

El chico hizo lo que le dijo, cuando llego frente a la profesora esta negó con la cabeza decepcionada, y él agradeció en silencio que no hubiera dicho su calificación en voz alta, pues el Inglés nunca fue su fuerte.

-¿Quién es Raúl Fernández? – pregunto la mujer ajustándose la gafas y recorriendo a sus alumnos con la mirada.

Raúl se puso de pie – soy yo – dijo un tanto tímido y camino hacia el frente del salón, al pasar a un lado de Luis, este le puso el pie y lo hizo tropezar, estuvo a punto de caer, pero se detuvo de la mesa de enfrente. Sus compañeros comenzaron a reír. 

-silencio – la profesora le dio un golpe a la mesa y todos dejaron de reírse – debería darles vergüenza, su compañero apenas tiene unas semanas en esta escuela, pero su calificación en esta prueba fue la mejor, solo tuvo dos errores menores –

Raúl tomó su examen y regreso a su lugar, se sentó tratando de desaparecer, pero sus 1.80, se lo impedían.

-déjame ver – le dijo Miranda quitándole el examen – vaya tienes que ayudarme a estudiar – la joven volteo a ver su amigo, el cual se veía tan incómodo – solo ignóralos – le dijo dándole palmaditas en la espalda.

......................

El resto de la clase, fue únicamente repaso de lo que había salido mal en la prueba, Raúl se dedicó a mirar por la ventana, pero la profesora no le dijo nada.

-muy bien chicos, es todo por hoy, Raúl y Adrián, esperen un momento, quiero hablar con ustedes – 

El resto de los estudiantes fueron saliendo, no sin antes darles una mirada a ambos.

-iré a la cafetería y compraré por ambos – le dijo Miranda a su amigo dándole ánimos 

-vengan aquí – ambos se pusieron de pie y se acercaron a la profesora 

-Adrián -comenzó esta -me imagino que ya sabes por qué te pedí que te quedaras –

Este solo asintió 

-me decepcionas, sé que como capitán tienes responsabilidades, pero el próximo año iras a la universidad, y aunque busques una beca deportiva, necesitas mejorar –

-lo siento, pero el Inglés nunca ha sido mi fuerte –

-por esa razón le pedí a tu compañero que se quedara –

-¿yo? – Raúl estaba empezando a sospechar que era lo que quería la profesora 

-sí, tú, ¿crees que puedas darle tutorías? – la profesora parecía emocionada con la idea

-pero yo tengo los entrenamientos – 

-bueno pues ustedes pónganse de acuerdo- la profesora termino de guardar sus cosas y salió del salón

Raúl no dijo nada y se dispuso a irse también 

-espera, ¿serás mi tutor? – pregunto el chico

-creí que tenías tus entrenamientos –

-y los tengo, pero puedo por las tardes después de terminar –

-¿y a qué hora seria eso? –

-como a las cuatro de la tarde – respondió él 

-lo siento, pero yo no puedo quedarme aquí por las tardes a esperarte, debo cuidar a mi hermanita – Raúl dio por terminada la conversación y se dirigió a la salida; Adrián lo tomo del brazo y lo detuvo (otra vez) 

-en serio de verdad te necesito, si no mejoro mis calificaciones, podría dejar de ser capitán, no puedo permitirme eso si quiero ir a la universidad con una beca –

-lo siento, pero eso no asunto mío, no puedo dejar sola a mi hermanita – Raúl se zafó de su agarre, pero Adrián bloqueo la puerta.

-¿y si yo voy hasta tu casa, después de mi entrenamiento, lo harías? –

-podría, pero yo no gano nada con eso, ahora si me lo permites me voy a almorzar –

-te enseño a nadar – le soltó Adrián en un impulso 

-Quién dice que yo quiero aprender a nadar –

-por favor – 

Raúl suspiró, pero tomo una de las hojas para notas que estaban sobre el escritorio de los profesores y escribió algo, después lo despego y se lo pego al otro chico en la frente – haz lo que quieras, me voy a almorzar – y salió del salón 

Adrián se quitó el papel y lo leyó, era una dirección y un número de teléfono, sonrió y se lo guardo en el bolsillo, del pantalón.

...****************...

Por la tarde en cuanto termino el entrenamiento se dirigió a la casa de Raúl, tuvo que tomar un autobús, y después caminar un poco, era zona bastante linda con edificios bastante nuevos, entro al edificio y saludo a una señora que iba de salida, y de paso le pregunto por el ascensor, eran únicamente tres pisos, pero estaba cansado y no quería subir las escaleras, una vez fuera de este saco la nota de nuevo para ver el número, una vez que estuvo seguro toco el timbre, pero no hubo respuesta, toco tres veces, cuando estaba a punto irse la puerta se abrió.

Raúl estaba parado en la entrada, descalzo y con el pelo revuelto, usaba unos shorts y una camiseta sin mangas, también tenía cara de pocos amigos, era obvio que no lo esperaba. Una niña pequeña como de seis años, se asomó de detrás de él tímidamente.

-¿tú quien eres? – le pregunto la niña

-me llamo Adrián ¿y tú? – le pregunto poniéndose a su altura 

-yo me llamo Mariel – 

-hola Mariel – le respondió con una sonrisa 

-hola, Adrián – le respondió la niña 

-solo entra- dijo Raúl de mala gana 

Adrián, entro, pero fue detenido – quítate los Zapatos, a mi madre no le gusta que las personas utilicen zapatos en su casa, puedes ponerte esas sandalias – el joven hizo lo que le decían, la casa era bastante ordenada, no parecía que un adolescente y una niña de seis años, estuvieran ahí solos sin supervisión.

-¿eres amigo de mi hermano? – pregunto Mariel

Él solo asintió, no sabía qué responder 

-¿terminaste de recoger tus juguetes? – le pregunto Raúl a su hermana 

Esta asintió con la cabeza - ¿puedo tener una paleta helada ahora? – 

-está bien, pero después harás tu tarea –

La niña asintió de nuevo, y se fue a la cocina feliz, Adrián nada más miraba la escena.

-¿Qué, también quieres una paleta helada? – le pregunto Raúl 

-no estaría mal, ¿me la darás si trabajo bien? – pregunto, para aligerar la tención entre ambos 

Raúl lo miro, un momento, pero después se rio – tal vez lo haga si te portas bien, “pequeñín” – lo dijo enfatizando lo último, para después darla la espalda e irse a la cocina.

Contrario a lo que parecía Raúl, era bueno explicando y tenía bastante paciencia, pero tal vez eso se debía a que pasaba el día con su hermana pequeña.

Raúl pasó la siguiente hora sentado en medio de Adrián y su hermana, pues también debía ayudarle a esta con su tarea.

-termine ahora puedo ver televisión – dijo la pequeña niña, encendiendo el televisor.

-creo que nosotros también podemos dar esto por terminado hoy – Raúl se puso de pie - ¿quieres algo de tomar? Tengo té helado –

-eso me vendría bien – 

Raúl se fue a la cocina, el otro chico se puso de pie y fue tras él. El primero abrió una de las puertas de alacena y saco dos vasos, pero la dejo abierta, saco el té helado y lo dejo en la encimera de la cocina.

-puedes servirte cuanto gustes – dicho esto se dio la vuelta y se agacho a buscar una cacerola, debía poner un poco de agua a hervir y lo había olvidado, al levantarse se golpeó la cabeza con la puerta de la alacena, que había dejado abierta.

Adrián dejo su vaso y fue hacia él - ¿estás bien? – le pregunto cerrando la puerta 

-si estoy bien, olvide que la deje abierta, me pasa a menudo –respondió Raúl, se sentía tan apenado, que se cubrió la cara con las manos.

-pues deberías tener cuidado grandulón, eres inteligente, pero tanto golpe te va a dejar tonto – Adrián levanto la mano y le acaricio la cabeza 

Ese gesto fue suficiente para que el corazón de Raúl se acelerara. Tal vez no había sido buena idea ser su tutor después de todo. 

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