Estoy de regreso

Basil estaba trabajando tranquilo en su oficina. Él era aún un hombre joven, sumamente apuesto, aunque su temperamento era dominante y frio, todos veían a Emmett como su fiel reflejo ya que el común de la gente no tenía ni idea del verdadero origen de ese muchacho.

El hombre había decidido ceder el control de la familia a su primogénito ya que él mismo se encontraba agotado y deseaba poder descansar. Había perdido a su esposa en cuanto dio a luz y sus esfuerzos fueron todos a criar a su pequeña, tanto así que dejó de lado su propia vida. Luego llegó Emmett quién le dio un motivo más para salir adelante. Si no fuera por sus hijos se habría dado por vencido hace muchos años ya.

Recostado en el sillón ejecutivo contemplaba por la ventana, que le permitía ver toda la ciudad. Meditaba en la última charla que tuvo con una joven que estaba poniendo su mundo de cabeza sin darse cuenta siquiera.

Señor Basil, debe estar tranquilo Fiorella ha evolucionado de maravilla dijo sonrojada la joven mientras mira al objeto de su secreto afecto.

Lo sé preciosa, pero han pasado tantas cosas en los últimos días que yo… hizo una pausa cuando se dio cuenta de que la había vuelto a llamar de esa manera. Se le había hecho costumbre y no sabía el por qué.

Emmett la ama, siempre lo hizo, él la va a proteger y ayudar a avanzar contestó Karla intentando disimular el rubor de sus mejillas mirando hacia otro lado.

Me siento responsable, quizá si me hubiera dado cuenta antes…

Señor Basil, ellos disimulaban muy bien, nadie se dio cuenta de los sentimientos de Fiorella, y Emmett solo lo habló conmigo, ni siquiera Denis o Álvaro estaban al tanto ella intentaba tranquilizar al apuesto hombre que se veía abatido.

Gracias por estar con mis hijos… dijo sujetando su mano con suma delicadeza.

Esta acción los dejó a los dos en silencio, mirándose a los ojos. Había un calor que los comenzaba a invadir, una calidez que inundaba sus almas.

Bueno preciosa, creo que es hora de marchar dijo apartándose un poco de su lado y soltando, aunque sin ganas, esa suave mano.

Sentado en su oficina Basil mira su mano y recuerda la suavidad de la piel de esa hermosa joven. Karla siempre le pareció una mujer espectacular, bellísima, inteligente, carismática. Cualquier hombre se sentiría feliz de tenerla a su lado. Este pensamiento le resultó molesto, él no quería que otro hombre estuviera a su lado, quería ser él mismo el dueño de sus noches y días, de sus sueños, de sus miedos y alegrías.

La revelación llegó como un rayo de luz que inundó por completo su conciencia. Ahora que sabía lo que le pasaba debía pensar de qué manera proceder, pero de algo estaba seguro, esa sensual doctora no se escaparía de sus garras.

En la Villa Moon Blue Fiorella es alimentada como un pequeño pajarito bebé por su novio. Ella abre su boquita tiernamente mientras que él acerca la cuchara con comida. Puede comer sola, no tiene problemas con eso, pero prefiere recibir los mimos de su amor. Entre bocado y bocado le daba unos dulces besitos que hacían enrojecer a la mimosa que comía todo lo que podía ya que su apetito, gracias a dios, había regresado.

Esa misma tarde llegaron como un torbellino sus dos amigas, para comprobar el estado de la joven.

Hola mañosa. Nos alegramos de que ya estes en casa le dijo risueña Bianca.

Siii, es mejor que ir al hospital reforzó la idea su hermana.

Fiorella estaba feliz, sentía que había vuelto a nacer, ya su infierno había terminado. Emmett, que no quería apartarse de su pequeña, estaba sentado en la cama, como siempre, sosteniéndola en sus brazos. Las amigas lo miraron con el ceño fruncido y un poco de molestia. Ellas querían chismear y su presencia molestaba, pero el hombre no se daba por aludido, nadie podía sacarlo de al lado de su amado colibrí ahora que por fin la tenía con él.

La conversación era amena, pero un poco incómoda ya que no podían decir lo que querían cuando de repente el teléfono de Emmett comenzó a vibrar. Este lo tomó y su rostro se ensombreció, parecía que la noticia no le había gustado del todo.

_ Hermosa\, tengo que salir un momento\, te dejo en buenas manos _le dijo mirándola a los ojos_  ¡Ustedes cuídenla! _ agregó para luego besar dulcemente sus labios y salir de la habitación.

Bueno, ahora sí dijo Lucía feliz de verse solas.

Queremos saber todo acotó Bianca, ellas siempre sabían lo que la otra pensaba.

No sé a qué se refieren respondió Fiorella con inocencia.

¡Ah no! ¡A nosotras nos dices todo! ¡Queremos todos los detalles! rugieron al unísono.

La cara de su amiga era un poema, ella realmente no sabía bien a qué se referían.

_ ¿Desde cuándo amas a Emmett? ¿Él era el hombre del que no te atrevías ni a hablar?

Mmm sí, me enamoré del hombre al que se suponía que debía ver como a un hermano dijo bajito con un poco de pena.

Por eso me fui. Yo… no quería que él se diera cuenta, que pensara que yo era una descarada agregó tranquila, pero con dolor. Recordar lo que había vivido en esos días la ponía mal. La conversación que tuvo con Sofía no la había dejado dormir por mucho tiempo.

No quería que me odiara, ni papá tampoco. Pero parece que me equivoqué, Emmett me ama como yo a él y ahora me pidió que fuera su novia dijo con una hermosa sonrisa.

Siiiii gritaron ambas amigas, ellas se sentían tan felices de que al menos una pudiera ser feliz.

Fiorella ¿Qué pasó con tu marido? la pregunta de Bianca ensombreció el rostro de la pelirroja.

No sé, no quiero saber de él. Denis ya comenzó con el divorcio y él ya firmó dijo con odio en los ojos.

Entonces el plan venganza ¿se pone en marcha? Lucía preguntó curiosa.

Por supuesto, no voy a dejar que ellos se salgan con la suya contestó con firmeza.

La verdad es que estas dulces niñas en realidad eran tres demonios. Ellas, como hijas de poderosos magnates, fueron entrenadas para ser armas letales. Sabían defenderse a la perfección, manejaban armas, peleas cuerpo a cuerpo y otras técnicas de autodefensa. La razón de esto es que durante algún tiempo los ricos y poderosos habían sufrido muchos secuestros y robos por lo que decidieron entrenar a los herederos varones. Tanto los Meyer como los Rinaldi pensaron que las mujeres también debían hacerlo, no era conveniente que fueran damiselas en peligro, aunque sí era importante que lo parecieran para no prevenir a los delincuentes.

Cuando Fiorella estuvo a merced de Camilo, ella estaba devastada y herida, lo que ocasionó que fuera vulnerable ante el hombre y las intrigas de las mujeres más viciosas que había podido conocer.

Esa tarde terminó con calma, las niñas cenaron junto a su amiga ya que Emmett, por alguna extraña razón no volvió. Fiorella estaba preocupada por su amado, él había reaccionado de una manera rara ante el mensaje que recibió pero trataba de no pensar en ello. Es solo que a veces, solo a veces, las crueles palabras de Sofía hacían eco en su aún adolorido y no recuperado del todo corazón.

Cuando Emmett salió de la habitación revisó nuevamente su teléfono, el mensaje lo había dejado helado, era necesario realizar una llamada, tenía que averiguar qué pasaba, qué era lo que esa mujer pretendía.

Álvaro, necesito que averigües todo lo que puedas sobre Sofía Spencer, parece que está de vuelta dijo sin siquiera saludar al hombre al otro lado de la línea, para luego terminar la llamada.

“Hola Emmett, estoy de regreso y me gustaría poder compartir una cena juntos, quizá recordar viejos tiempos”

Lo leía una y otra vez, su mente era un caos, trataba de entender el significado de ese mensaje. Sabía que más allá de lo obvio había algo que Sofía buscaba y él quería saber qué era.

Su teléfono comenzó a timbrar nuevamente, esta vez era su padre que necesitaba verlo para cerrar unos negocios ya que los inversionistas querían hablar con él que era quién los había contactado en primer lugar.

Esa fue la razón por la que se demoró en volver, ya que era una cena. Le había enviado un mensaje a su amada, pero al parecer su teléfono estaba apagado.

Esa noche, al volver Emmett entra con cuidado a la habitación, tratando de no despertar a la pequeña dormilona que ahora duerme en su cama.

Él llega bastante molesto, fue una noche difícil, con encuentros inesperados que lo habían sacado un poco de su eje. Era una fortuna que su padre haya estado con él en todo momento, eso evitaría cualquier malentendido con su amada, aunque el resto del mundo pensara diferente sobre lo que había ocurrido.

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