Mi calvario

Ya todo estaba listo. Me había casado con Camilo Lanster. No hubo recepción, ni nada que se le pareciera. Él me tomó del brazo y me subió a su auto. No sabía bien qué era lo que estaba ocurriendo ¿Dónde se encontraba el hombre amable, y atento que había conocido en los últimos seis meses? Ahora parecía más un monstruo, un ser enfurecido, que quería acabar con su enemigo, al parecer ese enemigo era yo.

_ Camilo, mi niño... _gritaba la abuela tratando de llamar su atención.

_ Tranquila abuela, todo está bien, me llevo a Fiore para instalarnos de una ve en nuestra casa, estoy un poco emocionado _ sus palabras denotaban picardía, pero yo sabía que su intención no era esa por la manera en que apretaba mi brazo, pero no sabía aún cuál era.

_ Yo... Camilo, no entiendo qué es lo que pasa, yo creí... _ fue lo que alcancé a decir con un nudo en la garganta y las lágrimas cayendo por mi rostro, una vez que llegamos a la Villa en la que al parecer viviríamos.

_ Creíste qué, ¿Qué te amaba?, no me hagas reír, eres insignificante para mi. Yo jamás podría amar a una mujer como tu _ esas palabras eran puñales que se clavaban en mi alma. Parece que yo no era digna de recibir el amor de ningún hombre, Camilo no me amaba y él tampoco. Siempre su sombra me perseguía. Ese día me propuse conquistarlo, demostrarle que estaba equivocado, todos lo estaban, yo lo iba a conquistar. Decidí callar y aguantar los maltratos, las humillaciones y los desprecios.

Unas horas después alguien llamó a la puerta.

_ Fiorella, abre, en esta casa no hay personal, tendrás que ocuparte de todo sola, como una buena y sumisa esposa. Ahora abre la puerta _ Su voz era dura, impartía un gran temor en mi corazón. Corrí a obedecer su orden, sentía terror de contradecirlo. Desde que llegamos no me había hablado ni dejado hablar, se había encerrado en su despacho. Yo solo esperaba paciente a que saliera para arreglar todo de una buena vez.

Al abrir la puerta me encontré con una joven muy bella, que se veía dulce y amable, pero había un brillo extraño en sus ojos. Se mordía los labios como teniendo miedo de lo que iba a decir.

_ Mmm, yo... buscaba a Camilo _ aunque se veía tímida algo me decía que no debía de confiarme.

_ ¿Crista? Pasa, no te quedes ahí, tranquila no le hagas caso a Fiorella, ella no es nadie _ me fulminó con la mirada y de un empujón me hizo a un lado para que esa mujer pudiera entrar. Comenzaba a tener una leve sospecha de quién podía ser por la actitud de él. Jamás me miró de la manera en que la mira a ella.

_ Camilo, yo no le dije nada, y no le impedí el paso _ trataba de justificar no se qué, porque no sabía qué error había cometido.

_ No te enojes con ella, es mi culpa Cami, no debí de presentarme en tu casa a esta hora, más aún que ya estás casado _ decía ella bajando la mirada y tomándose las manos con timidez y temor _ solo quería verte una última vez _ culminó por decir con una mirada lastimera, y hasta una lágrima rodando por su mejilla. Yo me sentía muy apenada por la situación, hasta que él la abrazó, y ella se refugió en su pecho, pero por un segundo, tan solo un segundo ella me miró y sonrió con maldad. Ahí comprendí, era una actuación y yo me encontraba más perdida de lo que pensaba.

_ No mi preciosa, no tienes la culpa de nada. Fiorella, prepara la habitación junto a la mía. Crista se quedará en esta casa _ yo lo miré sorprendida. No podía creerlo, ¿de verdad iba a vivir bajo el mismo techo? _ ¿Qué estas esperando? luego prepara la cena, estoy seguro de que Crista tiene hambre.

_ Si, ahora lo hago _dije con un hilo de voz _ yo ... quisiera saber dónde dormiré _ para mi la respuesta al principio era obvia, pero dadas las circunstancias debía preguntar. Era evidente que yo no era más que la mugre de su zapato, por lo que no creía que fuera a dormir junto a él.

_ ¿Dónde más? En el lugar que te corresponde _ por un momento me sentí feliz, y pude ver como esa mujer bajaba la cara con penas, pero fue solo un momento _ en las habitaciones de la servidumbre, no te mereces otro lugar. No eres digna ni de pisar el mismo suelo que nosotros.

Así comenzó mi calvario. Crista se quedó a vivir ahí, como la novia de mi marido. Nadie sabía realmente que estábamos casados. Yo no podía decir ni hacer nada. Me prohibió estudiar, dijo que cuidar de todo en la casa era mi deber. Menos la cocina, ya que lo hacía muy mal. Contrató una cocinera y trajo a su nana como ama de llaves. El resto del personal eran el jardinero y los choferes, para él y Crista, yo tenía prohibido salir.

Abandoné los estudios, no hablé más con papá ni con Emet, los extrañaba tanto. Pero seguía insistiendo en enamorarlo. Casi todos los días venían su madre y hermana solo a insultarme y humillarme. Mi suegra llegó incluso a golpearme porque yo no le di su té a tiempo. Decir que vivía un infierno era poco.

Luego de eso, un día muy gris para mi, me ordenaron trasladar las cosas de Crista a la habitación principal, la que debería ocupar yo junto a mi marido. Un marido que ni volteaba a verme.

Si mi autoestima estaba mal cuando llegué a ciudad A, ahora se encontraba destruida. Sentía que ese era mi destino, yo no era digna de recibir amor de parte de ningún hombre. Solo papá podía amarme. Aguantaba sin quejas cada cosa que ocurría.

_ Camilo, cariño, no te enojes con Fiore, ella no tiene la culpa. Todos es mi responsabilidad, yo no debí volver. No se por qué la abuela me odia tanto, lo mejor es que me marche... _ esas eran siempre las palabras que desataban la tortura. Si ella amenazaba con irse él explotaba. Esa última vez estuve una semana encerrada sin poder comer. Todo se produjo porque la abuela se enteró de lo que estaba pasando y lo amenazó con dejarlo sin nada sino sacaba a Crista de la casa y me daba a mi el lugar que me correspondía.

Estaba cada vez más delgada, mis ropas me quedaban muy grandes, y ya se habían convertido en harapos. Las amenazas de la abuela lo único que lograron fue empeorar mi situación frente al indolente de Camilo. Nunca creí que este hombre fuera tan cruel.

_ ¿Por qué me haces esto? ¿Yo qué fue lo que te hice? _ le pregunté llorando cuando me tomó con fuerza del brazo para encerrarme en la habitación después de la visita de la abuela.

_ Por que te odio, simple. Odio todo de ti, que te hayas hecho la digna para poder acercarte a la abuela, ella no sabe en realidad la clase de mujer que eres, pero yo sí. Por un momento dude, pero ahora se la verdad ¿Con cuántos hombres te has acostado para poder conseguir favores? No eres más que una zorra que busca posición y estatus y utiliza cualquier medio para conseguirlo ¿Te divertiste burlándote de mi y de mi abuela? Pensé que eras una buena niña, pura y sincera, pero no eres más que una trepadora y una cualquiera, que se acuesta con cualquiera que le de algún beneficio _ dijo con furia en las palabras y en el rostro. Yo me sentía tan triste y sola.

_ Eso no es verdad, yo no soy así. No me interesa ni el dinero ni el estatus, yo no lo necesito, ni tampoco de hombres para que me brinden nada ya que yo... _ iba a revelar la verdad, una verdad que mi padre me prohibió mencionar, pero lo iba a hacer con tal de sacarlo de su error y que por fin pudiéramos ser un matrimonio real.

_ No quiero escucharte, no quiero oír nada que salga de tu sucia boca. Cada palabra que pronuncias me da asco. Lo único que ruego es que llegue el momento en que pueda deshacerme de ti, mientras tanto aceptaras todo lo que te ordene ¿No querías ser mi esposa, la joven Dama Lanster, bueno, disfruta _ terminó por decir mientras cerraba la puerta en mi cara dejándome en esa habitación sola, herida en lo más profundo de mi ser y deseando solo la muerte. Si tan solo tuviera el valor de terminar con todo sería más fácil.

No entendía nada, no sabía por qué él decía esas cosas de mi. Yo nunca estuve con ningún hombre, aún soy pura. Además de que no necesito el dinero de nadie, después de todo soy una de las herederos de papá, y la fortuna y el poder de papá supera en mucho a la de los Lanster. Meyer Inc. es la industria más importante de toda la región, y su poder sigue creciendo de la mano de Emet. Nadie se atrevería a meterse con ellos, ya que todos saben que no se juega con la familia Meyer.

Mi destino parece ya estar marcado, no tengo fuerzas para luchar, me estoy dejando vencer. Ya me he cansado de intentar que me escuche, que me entienda. Él solo tiene ojos y oídos para Crista, su único amor. Ella era la novia de Camilo, pero por razones que desconozco se fue de Ciudad A, no se a que lugar, pero su partida dejó a Camilo con el corazón destrozado. Supongo que esa es la razón de que no la llevara a dormir derecho a su habitación en cuanto volvió. Aún estaba dolido por su abandono, pero luego todo cambió y ya comenzaron a dormir juntos y a comportarse como una pareja de enamorados.

La nana de Camilo me ve con cierto recelo y un poco de odio, pero Marta, la cocinera me tiene cariño, ella me cuida, lo poco que puede pobre. Yo sigo siendo la empleada, me encargo de todos los quehaceres domésticos, incluida la habitación de la feliz pareja. Sigo pensando que quizá si logro que él me escuche pueda ablandar su corazón, pero cada intento es infructuoso.

Esa tarde estaba acomodando la habitación. No lo había hecho antes porque la señora no se quería levantar de la cama. Me tocó atenderla y llevarle sus alimentos ahí.

_ Estoy embarazada _ soltó sin más, con evidente burla en sus palabras _ ya es hora de que te marches de esta casa, no entiendo por qué no lo has hecho. Tanto te gusta ser maltratada y humillada a diario _ hablaba con los ojos cerrados, no me miraba, yo no era digna de ser mirada por ella.

_ Yo..._ no sé que fue lo que pasó, pero no aguanté y contesté_ yo soy la esposa, y a pesar de todo tu no eres más que una vulgar amante que se conforma con eso _ estaba cabreada, ya no quería seguir aguantando sus maltratos_ nunca tendrás el reconocimiento de la abuela, y no podrás entrar a la familia Lanster, en cambio yo ya soy parte de ella _ terminé de decir con la frente en alto, levantando arrogante la barbilla, ya no quería seguir siendo su tapete. Tiré todos los implemento de limpieza y caminé fuera de la habitación. En cuanto llegué a las escaleras sentí el sonido de la puerta al abrirse, ambas sabíamos de quién se trataba.

_ Haaaaayyyy.. _ sentí un grito a mis espaldas y vi a Crista tendida en el suelo, no entendía bien que ocurría hasta que sentí los pasos apresurados que subían por la escalera. Era uno más de sus trucos. La función final de parte de esta intrigante mujer, y como siempre yo era su víctima preferida.

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