Pequeña sabandija

Emmett Meyer

Tragué grueso, mi padre me estaba preguntando justamente eso que tanto temor tenía de decir ¿Cómo confesar mi más oscuro secreto? Mi padre seguramente me odiaría en cuanto diga mi verdad, solo espero que pueda entenderme. Nunca quise que esto pasara, luche contra mis sentimientos y contra mi mismo, pero de todos modos no logré apartar este amor que me consume y me quema.

Yo tenía diez años, me encontraba en la calle "trabajando", así le decía el hombre que me controlaba. Nunca había tenido un verdadero hogar. Me crie solo, mi madre era una adicta que se gastaba lo poco que conseguía en las porquerías que consumía. El último hombre que llevó a casa me dijo que ya tenía edad suficiente de comenzar con el oficio familiar ¿Cuál era ese oficio? Robar, me enseñó a arrebatar lo que fuera de valor a las personas incautas en la calle. Si no traía cosas a casa recibía una terrible golpiza, lo mejor era obedecer.

Dos años después yo estaba buscando una presa cuando vi a un hombre alto, muy imponente, con un traje que destilaba dinero, todo él gritaba soy cochinamente rico. Esa era una buena presa, si lograba sacarle algo a aquel caballero seguro sería muy costoso y mi padrastro estaría satisfecho.

Me acerqué sigilosamente, era muy hábil en realidad. Lo tenía enfrente, un maletín colgaba de su mano, seguro que allí tenía algo de valor. Me acerqué jugando con una piedrita, fingía ser un niño normal. Yo jamás jugaba, nunca lo había hecho. No había lugar en mi vida para esas cosas de niños. Estaba a solo unos pasos de mi objetivo, era sencillo, entrar y salir.

Bueno, no fue nada sencillo. Ese hombre era una pared, que tenía los reflejos de un animal salvaje. No pude ni tocar a mi objetivo cuando él me tomo del brazo.

Mmmm Parece que me acabo de encontrar con una pequeña sabandija ¿Ves a esta pequeña sabandija Sergio? dijo ese hombre con burla en sus ojos y en sus palabras.

Si señor, la veo perfectamente, parece que pretendía robarle, es mejor llevarlo a las autoridades para que se encarguen de él contestó el sujeto que estaba parado junto al otro. Ambos se veían estirados y eran arrogantes, pero ¿Qué podía hacer yo, en realidad era solo un mocoso que necesitaba robar para no ser molido a golpes todos los días. Las lágrimas comenzaban a arremolinarse en mis ojos. No quería flaquear, no podía permitirme llorar frente a esos estirados.

Si Sergio, creo que es lo mejor, o quizá debamos decirle a sus padres que este mocoso es un delincuente contestó el hombre y ahora sí ya no podía contenerme y comencé a llorar. Si mi padrastro se enteraba de que me habían atrapado me iría muy mal.

No por favor... con ese hombre no me lleven, yo... yo hago lo que me pidan, no dejen que el me atrape concluí entre lágrimas. Creía que todo era mejor a lo que podía esperarme si él me golpeaba otra vez. Con la última paliza pasé tres días inconsciente, ahora seguro me mataba.

¡Carlos! llamó a otro hombre, estaba lleno de estirados el lugar, por tonto no me había dado cuenta.

Averigua todo lo que puedas sobre el niño ordenó para luego mirarme ¿Cómo te llamas? mi nombre... parecía fácil, pero era una respuesta tan difícil de dar.

Yo...no lo sé en realidad, mi madre nunca me puso uno solo me dice basura, error y los vecinos me llaman demonio dije bajando la mirada. Yo no era tímido, ni siquiera era bueno, me decían que era un demonio porque en realidad lo era, pero por alguna razón con ese hombre no podía comportarme altanero, ni frío ni como un demonio. Él inspiraba en mi algo que nunca sentía antes por nadie, respeto.

Mmmm.... parecía que estaba molesto porque tenía una expresión osca y oscura con su seño fruncido _ ¿Dónde vives? Y es mejor no mentir.

Le dije mi dirección, no necesitaba mentir. No podía volver a ese lugar porque de hacerlo seguro me mataban. Todos los conocidos habían visto la situación. "Trabajábamos" en el mismo sector.

Yo la verdad es que no entendía que hacían personas tan refinadas en ese sector. No era el más pobre, era obvio que no podría robarle a personas que tienen menos que yo, pero tampoco era el de los ricos. Allí era imposible acercarse para personas como nosotros.

Vamos ordenó dirigiéndose hacia su auto, conmigo a rastras. Sus hombres miraban con cara pálida, no alcanzaban a entender que ocurría y yo tampoco.

Señor ¿Qué haremos con el mocoso? pregunto el que se llama Sergio.

Viene con nosotros, parece que necesita un baño y comida

Así comenzó mi aventura con Basil Meyer.

Unas horas después el tal Carlos le trajo un informe que no sé que decía ya que yo no leía mucho. La verdad es que no me importaba, estaba comiendo la rica comida que me daban, y me había bañado en una hermosa tina, con agua caliente. Tenía puesto ropa un poco grande, ya que aún no compraban de mi talle.  Si bien era un niño más grande de lo normal, todos esos hombres también lo eran.

Interesante, comunícate con el Primer Ministro, arregla todo para que podamos salir del país mi hijo Emmett Meyer y yo sin ningún contratiempo la cara de asombro de todos en el lugar era realmente muy graciosa, yo no sabía que ocurría, aunque me parecía curioso como todos actuaban. Ese Emmett de verdad era un suertudo. Ya quería verlo.

Más tarde trajeron ropa hermosa de mi talla, cenamos y por primera vez pude dormir en una cama cómoda y blanda, con sábanas limpias y perfumadas. Calentito, todo era maravilloso y me lamentaba de que pronto tendría que volver a las calles. No tenía ni idea de lo que ese hombre estaba preparando.

Al día siguiente llegó Carlos con unos papeles.

Ya está todo listo Señor Basil, usted y su hijo pueden irse no se por qué me miraban de una manera extraña, había una complicidad en sus palabras y miradas que no podía comprender.

Bueno, ahora eres mi hijo, mi Emmett Meyer, bienvenido a mi familia dijo el señor Meyer mirándome a los ojos, con una sonrisa de lado. Yo me quedé con la boca abierta, no entendía nada ¿Yo era Emmett? ¿Desde cuando?.

Tranquilo mi niño, que arreglado todo para la adopción, nada es ilegal ni extraño. No te asustes, sé que parece extraño, pero en cuanto te vi acercarte sigiloso a mi supe que eras un niño especial y ahora quiero que seas mi hijo me dijo, tenía una expresión extraña, había como un dejo de dolor en su cara, algo me decía que ese hombre guardaba una profunda tristeza.

Gracias señor, yo... haré lo mejor que pueda para no defraudarlo esas simples palabras calaron hondo en mi corazón. Toda mi vida después de eso fue una batalla por no defraudar al hombre que confió en mi y me amó de manera incondicional. Aún después de la manera en que me conoció, se convirtió en mi padre de inmediato.

Ahora vamos a casa, mi Fiore nos espera, ya muero por verla la extraño demasiado informó. No se quién es esa Fiore, quizá mi nueva mamá, espero que ella también me quiera. Haré todo lo que esté en mis manos para que esa Fiorella me ame, estoy seguro de que lo lograré.

Nunca imaginé lo que pasaría con mi vida a partir de ahí. La promesa que me hice de no defraudar a mi padre hoy me pesa más que nunca. No lo he logrado, estoy seguro de que se sentirá terriblemente decepcionado de mi en cuanto sepa la verdad, mi verdad.

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