–Desafortunadamente, tienes razón –afirmo él, colocando su mano derecha por sobre sus ojos para mirar al cielo–. El trabajo de Helios ha avanzado demasiado.
Tale se movió para intentar salir del río, pero el pisar una piedra floja le jugó en contra, ocasionado que perdiera el equilibrio y tropezara hacia adelante, dónde Roxana estaba parada; ella reaccionó a tiempo para sostenerlo, logrando mantenerse en pie dado su arduo entrenamiento.
Habían quedado pecho contra pecho en una pose que hacía parecer que ella lo abrazaba a él mientras él se aferraba a ella; ninguno decía nada y solo se miraban sintiéndose avergonzados. Tale sabía que tenía que decir algo. Y había pensado salvar un poco su orgullo con una frase galante tipo: "No era como esperaba acercarme a ti, pero cualquier oportunidad es válida", pero al final lo que salió de sus labios nada tenía que ver con sus deseos.
–Ah... Lo siento, resbale con una roca y..., Perdón.
Se sintió como un verdadero tonto, seguro de que si alguno de los demás chicos lo hubieran visto en esa situación no dejarían de molestarlo y consciente de que incluso el mismo se burlaría de estar en sus lugares, por no mencionar la molestia y decepción que le produciría a sus padres. Para su suerte, nadie más que ellos dos estaba ahí y Roxana no parecía dispuesta a humillarlo.
–No te preocupes, fue un accidente. –y ayudándolo a retomar el equilibrio, se distanció de él saliendo del río– Seguro que nos esperan, hay que volver a nuestros hogares antes de que Helios continúe su recorrido.
–Claro– estuvo de acuerdo él saliendo del río –. Tú has pescado más que yo, te ayudaré a llevarlo a tu casa.
–No hace falta, yo la ayudaré con eso.
Ambos se giraron en dirección a la voz, cayendo en cuenta del joven de cabello negro y ojos —que en ese momento parecían ser de un color más parecido a la sangre— que les miraba con bastante seriedad, parado a unos pasos de ellos.
–Ares.
–Tale.
Ambos continuaron viéndose a los ojos, no dispuestos a ceder ante el otro, pero al final, viéndose en una situación sin sentido; Tale aparto la mirada y mirando a Roxana, le regaló una linda sonrisa como las anteriores y se despidió de ella.
–Entonces, supongo que nos vemos pronto, ¿no?
–Tenlo por seguro– aseguro ella.
–Bien, te veo luego. –mira al otro y solo agrego un seco reconocimiento –Ares.
Y tomando sus cosas desapareció del lugar, dejando a ambos jóvenes amigos solos. Ares tomo un par de las cestas llenas de pescados de Roxana y espero a que ella hiciera lo mismo para continuar a andar; la joven lo imitó sin decir palabras, pero al cabo de un tramo de camino no pudo contenerse más y rompió el silencio.
–¿A qué has venido?
–Supe que estarías pescando y vine a ayudarte.
–No necesitaba tu ayuda.
Él bufó, como si se estuviera burlando de sus palabras.
–Sí, es claro que no, después de todo estabas muy bien acompañada.
–Estaría muy bien, incluso sin Tale ahí, pero ¿sabes qué?, Tienes razón en algo: estaba muy bien acompañada antes de que tú llegarás.
Él le dirigió una mirada molesta, apretando la mandíbula antes de retomar la palabra con ironía.
–Siento haberme apurado en mis deberes por venir a verte entonces.
–De cualquier manera –dijo ella, viendo la oportunidad ahora de sacar el tema –, ahora que mencionaste tus deberes, ¿no debería estar con Zofera y su séquito?
Estoy segura de que tú también estuviste muy bien acompañado, entonces no encuentro el motivo de venir hasta aquí.
–Sí, estaba con ellas, pero escuche que tú estarías en el río y me apure con eso para venir hasta aquí, más cuando supe que Tale también había venido.
–¿Qué problema tienes con Tale? –pregunto irritada.
–No tengo ningún problema con él, solo debo ser precavido con todos si se acercan a ti.
–¿Dices qué tú puedes estar con quién sea, pero yo necesito de tu supervisión para estar con un chico?
Eso era injusto e ilógico.
–Sabes que mi intención es protegerte, Rox.
–No, sé que exageras y estás siendo un idiota.
Para ese momento ambos ya se encontraban a la entrada de la casa de Roxana, por lo que ella abrió la puerta e ingreso al lugar, cerrando tras de sí con un portazo que dejaba en claro su molestia. Ares suspiro en su lugar, mirando ahora hacia abajo, en dirección a las canastas llenas de pescados que la chica había olvidado –o simplemente no había querido –recoger antes de desaparecer en el interior de su hogar.
–No necesito un protector y él no tiene por qué ser un impedimento para que las demás personas me hablen. –respondió, dejando en evidencia su molestia ante la mención de su amigo.
Tale se guardó el comentario acerca de solo ser los hombres los que no podían acercarse a ella y asintió.
–Como digas, Rox. ¿Y dónde está él, por cierto?
–Lo último que supe es que estaría ayudando a Zefora y su séquito en la cacería que organizaron para hoy.
—Entonces, supongo que no hay inconvenientes en que te ayude aquí.
–Supones bien, tu ayuda siempre es bienvenida Tale.
Ambos se sonrieron, consientes del ambiente que se estaba formando entre ambos, Tale metió sus pies al río como la chica y se dispuso a ayudarla a pescar, compartiendo un momento agradable entre ambos y sin que fueran conscientes del hecho, de pronto el sol estuvo muy a lo alto en el cielo, indicando que había pasado demasiado tiempo los dos en el río.
–Creo que es momento de regresar –comento ella, siendo la primera en percatarse del hecho.
No es que Tale le temiera a Ares, era simple cuestión de estrategia; no sería bueno para él ni para nadie un posible disgusto entre los dos mejores guerreros de su generación en Amiclas, tomando en cuenta que serían excelentes aliados en su servicio para Esparta.
–Tengo justificación, es difícil acercarse con tu protector detrás de ti a cada instante –por desgracia, él también era consiente de las capacidades de Ares–, es por eso que vine ahora que escuche que estabas sola.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 23 Episodes
Comments