Capítulo Tercero:

La bestia arremetió en contra de la niña, que a nada de ser impactada logro reaccionar a tiempo echándose hacia atrás y cayendo de espaldas, rodando por sobre la tierra cuando el animal regresaba enfurecido, intentando golpearla; la joven se puso en pie nuevamente y con agilidad recupero el equilibrio, tomando la posición de defensa con la lanza entre ambas manos, en espera de un nuevo ataque del animal.

Como esperaba, el jabalí embistió de nuevo hacia ella, por lo que espero hasta tenerlo cerca y se movió a la izquierda, clavando la lanza profundamente en el costado de la bestia, que chillo de dolor y se estrelló contra el suelo.

El animal yacía inmóvil contra el suelo, por lo que la chica se relajó y se acercó para recuperar su lanza, más un chillido lastimero detrás de ella la alertó, girando a tiempo para ver a otro jabalí cayendo a escasos centímetros de ella, con una lanza igual a la suya incrustada en el lomo. Sus ojos viajaron en busca de su salvador y no tardó en recaer en el joven de ojos castaños que se acercaba a ella, con una sonrisa de suficiencia pintada en el rostro.

–Creo que padre nos ha dejado muy en claro el que debemos permanecer siempre atentos a nuestro entorno –dijo él, tomando el extremo de la lanza que sobresalía del cadáver y tirando de ella hasta sacarla del interior del mismo.

–Ares –soltó ella, sonando más como un reclamo que como un saludo, imitando a su vez la acción del joven y recuperando su propia lanza del jabalí que había cazado.–¿Qué haces aquí? Creí que estarías entrenado con los demás chicos.

–Hoy no pudimos reunirnos; pero vamos Roxana, no debes estar celosa y creo que más bien deberías sentirte agradecida de que llegara a tiempo para evitar que ese jabalí te golpeará.

–No estoy celosa, no necesito entrenar con esos tontos cuando tengo la guía del Comandante Bastian, y podrías haber ayudado mejor si hubieras venido conmigo desde el principio.

Ella se dio la vuelta y comenzó a andar en dirección a su hogar.

–¿Piensas dejar al jabalí aquí? Será un desperdicio.

Dijo él, a lo que Roxana se sonrojó de vergüenza tras ser evidenciada en su punto débil, por lo que giro a mirarlo con los ojos encendidos de furia e indignación.

–No puedo cargarlo sola, iré a la ciudad y guiaré al comandante para que venga a ayudarme.

–Yo puedo ayudarte, padre estará ocupado y tendrás que esperar hasta el atardecer, para ese entonces, tu presa podría ser ya comida de lobos.

Entonces Ares se encaminó a dónde el animal se encontraba y lo tomo por las patas traseras, comenzando a andar con el animal a rastras. Roxana se avergonzó aún más de que –aun siendo entrenados juntos –el joven pudiera llevar a la bestia por su cuenta mientras ella no podía; ocultando su orgullo herido, comenzó a andar a la par del joven.

–¿Dejarás entonces a tu jabalí solo para llevar el mío?

–Solo lo dejaré un momento, volveré por él enseguida y lo llevaré a casa –respondió él, sin signos de agotamiento aparentes.

–¿Crees que podrás regresar hasta acá y arrastrar otro de estos de regreso a casa? Yo más bien pienso que te sobre estimas.

El joven se rio al comentario de su amiga, pero no sé molestó nada por las implicaciones del mismo, tomándoselo más bien con calma.

–No es que me sobreestimé, Roxana, es solo que soy completamente consciente de mis capacidades.

Ella se cruzó de brazos al escucharlo, sabiendo que el chico no mentía ni exageraba las cosas, no pudiendo evitar el sentirse inferior a él.

–No es justo; tú puedes llevar jabalíes sin problemas y yo no puedo ni siquiera moverlos un poco –renegó la joven.

–Es porque eres más chica que yo, verás que pronto podrás hacerlo sin problemas –consoló él, con una dulce sonrisa pintada en el rostro.

–¡Solo eres mayor que yo por un año! –grito indignada, fulminando a su compañero con la mirada y consiguiendo que el comenzará a reír con ganas de la diversión que el asunto le producía.

–Un año es un año, Rox.

Ambos continuaron su camino hasta llegar al hogar de Roxana, dónde Gabriel los recibió con gusto y elogio a ambos jóvenes por sus hazañas.

Justo como había dicho, Ares regreso por el jabalí que el había cazado, y Roxana lo acompaño, pues aunque no pudiera ayudarle llevando al animal, tampoco planeaba abandonar al chico; cuando volvieron a casa de Roxana, los padres de Ares ya se encontraban ahí, disponiendo todo para cenar juntos, como una familia.

Casi todas las noches eran así, con las dos familias compartiendo la mesa en armonía, como si de una sola se tratara y tal vez lo eran, puesto que la unión que tenían era tan fuerte que ya podían considerarse cómo miembros de una misma familia.

Así pasaron tres inviernos más, con Bastian preparando a ambos jóvenes como verdaderos guerreros espartanos, y con las caserías de bestias y los jugueteos en sus tiempos libres.

Lidya comentaba con Gabriel cada tanto lo próxima que se encontraba Roxana para ser considerada por los jóvenes como candidata a esposa, más ambas mujeres estaban seguras de que esos chicos se la verían difícil al intentar acaparar la atención de la guerrera con su mejor amigo constantemente pegado a ella; siendo Ares el mejor guerrero de su generación en Amiclas, los demás hombres se la pensarían un poco para hacer algún movimiento con la joven.

De todas maneras, eso no podía preocuparles menos, dado que ambas están seguras de que sus hijos terminarían por casarse entre sí, y quizá, los mismos jóvenes involucrados ya eran consientes de eso, dejándose evidenciar en situaciones como las que se vivían ese día.

Roxana pensaba a orillas del río, era de mañana y estaba completamente sola en el lugar, hasta que pasos en su dirección la atrajeron, dirigiendo su mirada al lugar de donde provenía el sonido.

Quien se acercaba a ella era Tale, un joven espartano de su edad que ahora la saludaba con la mano alzada y se detenía muy cerca de donde ella estaba a orillas del río, con los pies metidos en el agua.

–Roxana; escuché que estabas aquí y vine a verte –explico él.

–Tale, es extraño que vengas a verme; que yo recuerde, nunca lo habías hecho antes –reclamo ella, más a juego que en verdadero reclamo.

Tale sonrió ante el comentario, dándole una vista agradable a Roxana; el era un chico alto y bien proporcionado, con una bella apariencia de ojos oscuros y cabello cenizo, siendo un excelente guerrero además, posicionándolo entre los favoritos de las jóvenes como candidato a compañero de vida, quedando en el segundo lugar después de Ares, claro. Y Roxana, que no era tonta, sabía ver al igual que las otras el magnífico candidato que tenía delante, no siendo nada ajena al atractivo físico y esencial del espartano.

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Comments

Reyna Obregón

Reyna Obregón

esta historia se me parece a Hércules

2023-10-13

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