–No soportaba verlo, por eso lo he hecho, me parecía tan frágil y horrendo que no tolere la idea de que fuera hijo nuestro si ni siquiera podía distinguirlo a los mortales. Sobre como lo hice, es simple, baje al reino mortal del que parecía haber provenido y lo arroje al mar Egeo, en el que fue tragado por sus oscuras profundidades.
Zeus permaneció en silencio, extrañado en primera instancia por el relato de su mujer, más no podría permanecer sorprendido dado que, conociendo a Hera como la conocía, sabía que ella sería capaz de hacer lo que ahora relataba y más.
–Lo hiciste sin consultarme nada. Ese niño era hijo mío también, así que tenía el derecho de saber lo que planeabas hacer con él.
–Era tan horrendo, tan indigno, que lo que menos deseaba era que pudieras verlo otra vez. Zeus, me siento tan deshonrada, tan desdichada, tan avergonzada.
Ella se abrazó con más fuerza, luciendo hermosamente entristecida a los ojos del dios, que no pudo contener el impulso de acercarse aún más a ella y estrecharla entre sus brazos, dispuesto ya a dejar de lado el tema de su hijo, pero aún dispuesto a castigar de alguna manera a Hera dado que todo le parecía un poco raro. De cualquier manera, la muerte de ese hijo no le afectaba demasiado; tenía demasiados ya y tendría aún más, por lo que uno menos no representaba gran problema, y el hecho de que las moiras no hubieran podido decirle el destino aún indefinido del bebé, solo le ayudaba a preocuparse menos por el deseo del mismo.
Seguramente, el hecho de que Hera lo arrojará al mar era el motivo por el que las moiras no habían podido predecir su destino.
Esparta, Amiclas, Grecia, 450 a.c.
En una pequeña casa en territorio espartano, el llanto de un bebé asolaba el lugar, siendo seguido por el incesante intento de una voz femenina por intentar consolarlo.
Una pareja un tanto mayor vivía en esa casa, y acababan de recibir un regalo de los dioses a sus plegarias en forma de un bebé que fue abandonado a la entrada de su hogar. Ellos habían sido muy desdichados al, luego de varios años intentando en vano, conseguir por fin tener un hijo, pero que resultó ser muy frágil y poco apto para los requisitos espartanos, por lo que terminó por ser arrojado desde un acantilado, como les sucedía a todo infante en sus mismas condiciones.
Y ahora, dos años después de ese suceso, los dioses se apiadaban de ellos, brindándoles la dicha de ser padres con ese pequeño que había sido encontrado en su puerta a escasos momentos antes de que la tormenta huracanada azotará Esparta.
El niño parecía sano y fuerte para ser apto en sus tierras, digno de algún día convertirse en un guerrero que lucharía en nombre de su nación y a las órdenes de sus dos gobernantes.
Lidya, la mujer que mecía al niño intentando consolarlo, tomo asiento en la cama de su alcoba y comenzó a alimentarlo, logrando que por fin este dejase de llorar. Si marido, Bastian, se acercó a ellos, recostándose silenciosamente junto a su mujer, sin despegar su mirada maravillada de la pequeña criatura que yacía entre sus brazos.
–Mira como se alimenta– dijo él soltando una carcajada silenciosa–, apenas y se permite respirar; debe haber estado muy hambriento.
–Sin duda; me parece inusual que una criatura así de pequeña terminará abandonada ante nuestra casa a instantes de una tormenta– dijo ella, absorbiendo con su mirada cada detalle del pequeño.
–Los dioses así lo dispusieron mujer, y en nosotros está seguir su voluntad sin cuestionarlos.
–Tienes razón, estoy muy agradecida con ellos por habernos dado este regalo. Bastian, tal vez los dioses tomaron el espíritu de nuestro hijo y lo trajeron de vuelta a nosotros en un cuerpo resistente y sano.
–Puede ser mujer.
Ambos guardaron silencio, contemplando embelesados al pequeño que había satisfecho su hambre y ahora dormía con tranquilidad.
En la habitación, solo el sonido del crepitar del fuego en la chimenea era audible, más fue acompañado de improvisto por la voz de Bastian.
–Es un chico fuerte, además de ser traído por los dioses; necesita un nombre digno.
–Ares– respondió ella, así de inmediato.
–¿Ares? ¿Por qué ese nombre?
–No sé por qué, y te parecerá extraño, pero vino de pronto a mi cabeza y ahora no puedo sacarlo.
Entonces ambos lo analizaron por un segundo antes de que él volviera a hablar.
–Ares... Me gusta, es fuerte y digno de alguien enviado por los dioses.
Ella se giró a mirarlo y sonrió.
–Entonces está decidido; Ares será.
Él le devolvió la sonrisa y la abrazo, volviendo a sumirse en silencio.
Un año más tarde, el pequeño Ares no fue el único bebé de los alrededores, pues los vecinos de Lidya y Bastian –Damianos y Gabriel– tuvieron a una pequeña fuerte y ruidosa a la que nombraron Roxana, que se convertiría en la cómplice y mejor amiga del pequeño Ares.
Por desgracia –y como era común que ocurriese – Damianos murió en una batalla cuando su hija apenas cumplía cuatro años, dejándola a ella como a su madre solas.
Bastian fue un consuelo para Gabriel, pues este se encargó de tomar a Roxana como su pupila y la entrenaba en combate al tiempo que entrenaba a su hijo, brindándole también los consejos y los momentos que solo un padre puede darle a sus hijos.
De ese modo fue que ambas familias se volvieron muy unidas, y Ares y Roxana más que ninguno.
Amiclas Esparta, 462 a.c.
El jabalí olfateaba el pasto, produciendo constantes sonidos en su acción; aún no era consciente de sus alrededores, ni de la criatura que lo acechaba desde las hierbas altas, moviéndose con sigilo en la espera del momento adecuado para actuar.
Una niña que apenas había recorrido once primaveras en el mundo, se ocultaba de la vista del salvaje animal, siendo lo más silenciosa posible, conteniendo la respiración mientras aferraba aún más el agarré en su lanza.
Contó hasta tres y se abalanzó de golpe hacia la bestia segura de poder tomarla con la guardia baja, pero el animal se giró en un movimiento veloz y lanzo un chillido cuando fue consciente de la amenaza ante él,
moviéndose con brusquedad logrando esquivar la lanza que su agresora había empujado en su dirección.
La niña tropezó y casi cae debido a la fuerza infringida en su ataque fallido; el jabalí se posicionó al lado opuesto, listo para atacar sin huir –como era propio de su especie–.
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Updated 23 Episodes
Comments
Madelein 😍
ser egoísta
2023-09-14
1