Capítulo 10

"Gavin, llévame a casa, por favor...", rogó Yaya con cara de súplica. Habían terminado de hacer los deberes del grupo.

Yasmin y Clara se habían ido hacía rato, sólo quedaban Yaya y Bintang. Bintang solía ir a casa de Gavin, ese chico solía irse a medianoche cuando estaban concentrados jugando. ¿Pero Yaya? No quería irse con Yasmin y Clara. Dijo que se pelearían en el camino, así que se iría después de que las dos chicas se fueran.

Yaya llevaba un rato intentando que Gavin la llevara a casa, pero éste se había negado repetidamente. Gavin optó por estar absorto en su teléfono.

"Gavin, ¿me puedes llevar?", volvió a preguntar Yaya, insistiendo.

"No", respondió Gavin con firmeza. Sus ojos estaban fijos en su teléfono. A veces le molestaba que la mano de Yaya no dejara de moverse sobre su hombro.

"Pero..."

"Ya te llevo yo", se ofreció Bintang por fin. Estaba cansado de ver a Gavin y a Yaya, cuya discusión no había terminado desde hacía un rato. Si seguía así, podrían acabar aquí hasta la mañana.

"Pero quiero que me lleve Gavin", respondió Yaya, dejando a Bintang boquiabierto, mientras que Gavin se mostraba indiferente. Esta vez se entretuvo con un libro que acababa de coger de la mesa del sofá.

"Tú sí que tienes que hacer que te lleve Gavin, ¿eh?", Bintang empezaba a molestarse.

Yaya asintió con la cabeza. Gavin, a su lado, se mostró indiferente.

"Pero Gavin no quiere, ¿y qué? Llevas más de una hora obligándole y no ha servido de nada", añadió Bintang como recordatorio.

Yaya miró a Gavin por un momento, la chica suspiró. Bintang tenía razón. Este Gavin era realmente como una roca. Por suerte, el chico no se enfadó ni le gritó. Ya está bien, ¿qué más da? Tenía que aceptar que Bintang la llevara a casa.

"Está bien", dijo Yaya finalmente. Su tono no era entusiasta. Bintang entrecerró los ojos al mirar a la chica.

"¿Quieres decir que estás de acuerdo en que te lleve?", preguntó para asegurarse.

Yaya asintió con la cabeza, aunque con el corazón encogido. Su mirada se dirigió a Gavin, que seguía absorto en sí mismo.

"Me voy a casa, Gav", se despidió del chico.

"Hm", respondió Gavin brevemente sin mirarla en absoluto.

Yaya se levantó del sofá y empezó a seguir los pasos de Bintang, que ya había caminado hacia la puerta principal. No se dio cuenta de que Gavin se giró para mirar cómo se iba cuando ella se dio la vuelta para irse.

Gavin dejó de leer cuando Bintang y Yaya dejaron de verse en su casa.

El chico dejó escapar un largo suspiro. Era la primera vez en su vida que tenía problemas para tratar con una chica. Seguía preguntándose qué hacía que Yaya no se cansara nunca de ir tras él cuando él había sido frío con ella todo el tiempo. Admitía que a veces sentía lástima al ver el esfuerzo de la chica, pero no quería darle falsas esperanzas siendo amable con ella. Realmente no estaba interesado en tener novia en ese momento. El chico quería centrarse en perseguir su futuro primero.

Su mente volvió a unas horas antes, cuando Yaya miraba con rostro serio el cuadro que colgaba de la pared de la habitación. Tenía curiosidad por saber en qué pensaba la chica cuando veía el cuadro que había pintado. A veces Gavin sentía que Yaya era muy misteriosa. Como si ocultara algo.

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"¿Ésta es tu casa?", preguntó Bintang a Yaya, que respondió con una lenta inclinación de cabeza. Habían llegado a la casa de la chica. En realidad no era su casa, sino la de la tía Mira, su antigua niñera, a la que habían despedido las dos viejas arpías de su casa. Yaya se enfadaba cada vez que recordaba el despido de la tía Mira. Aun así, la tía Mira seguía recibiéndola cuando iba de visita, e incluso consideraba la casa de la tía Mira como la suya propia porque se sentía más como una familia.