Capítulo 8: La mejor sorpresa

Íbamos en el auto por una pista tranquila hacia el mirador, no hay nada más por este rumbo, seguro allí me estaba llevando, no conocía nada más.

Pero en eso que yo iba absorta en mis pensamientos, sentí que se desviaba por un caminito de tierra y piedras, le pregunté a donde íbamos pero no me quería decir, me pidió que cierre los ojos, que era una sorpresa.

Bueno para no malograr este momento hice lo que me pedía, en unos 10 minutos más sentí que paro el auto y me pidió que siguiera con los ojos cerrados.

Bajó del auto y me abrió la puerta siendo muy cuidadoso para ayudarme a salir, di unos cuantos pasos y me pidió que me sentará lentamente.

Sentí bajo mis manos una manta mullida con almohaditas alrededor, me acomodé sentada como buda a la espera de que me diga que hacer, mi corazoncito se salía de mi pecho de emoción.

Puso sus manos alrededor de mi rostro y me dio un beso tan dulce que me dejo flotando en mis pensamientos y con una sensación de necesidad dentro mío, se separo y me pidió que abra los ojos.

Wow, que sorpresa tan hermosa que me llevé al ver el cielo estrellado por encima nuestro, parecía una alfombra oscura llena de diamantes de diferentes tamaños y se veían algunas luces de la ciudad a lo lejos.

Mauri se sentó detrás mío y puso sus brazos alrededor de mi cintura apoyando su rostro en mi hombro, me dió un escalofrío que el malinterpreto pensando que tenía frío.

- Tengo una manta más en el auto, déjame traerla- me dijo y yo de nervios no podía decirle que no era frío sino emoción de tenerlo tan cerca.

Lo ví levantarse para ir al auto y pude apreciar lo bien formado que tenia su cuerpo, se tensaron todos sus músculos para levantarse y aprecié esos brazos fuertes y la espalda ancha llena de músculos marcados bajo su playera, su cadera angosta con los jeans que le quedaban perfectos, .poniendo a la vista su trasero redondeado y dando inicio a esas piernas bien formadas que ajustaban esos jeans que aunque era suelto mostraba lo bien cuidado que estaba su físico, lo había estado viendo con tanto detenimiento que no me di cuenta que ya estaba en frente mío de nuevo, volvió a acomodarse detrás de mí pero ahora nos cubrió con la manta que traía con el.

Apoyé en su amplio pecho mi espalda y suspirando me dejé llevar por esa sensación de seguridad que me daba su abrazo.

Podía sentir los latidos de mi corazón y su respiración sobre mi cabeza, no sentía nada más, era un silencio y paz tan emocionante que no había que decir mucho.

- Debimos estar así hace mucho tiempo, no crees?- me dijo despues de un rato de silencio.

- Creo que para sentir lo que siento ahora, era necesario que pase todo lo que pasó, valoro más todo lo que estoy sintiendo. - le dije.

- Y que sientes? -me preguntó mientras rozaba mi oreja con sus labios y su aliento tibio.

- No puedo describirlo con palabras, pero puedo decirte que si tiemblo es de emoción - le dije mientras sonreía nerviosa y me iba poniendo colorada.

Me dió la vuelta hasta ponerme frente a él y suavemente empezó a besarme con mas insistencia, no sabía bien lo que hacía pero intenté seguir su ritmo, hasta que sentí que nos quedamos sin aire, nos fuimos separando para encontrar que nuestras miradas estaban llenas de ilusión, tan jóvenes y con tantas emociones dentro.

-Mi ángel no sabes cuánto espere por estar así contigo - y siguió besándome lento pero insistente al mismo tiempo.

Me contó que siempre estaba detrás mío cuidando que nadie se pase conmigo en el cole, que había muchos chicos que querian algo conmigo pero él los mantenía a raya a todos.

Que se moría de ganas de ir a verme al café pero que siempre se arrepentía a medio camino.

No sabía que hubiera estado siempre allí, con tanto que hacer no tenia tiempo de ver todo lo que pasaba a mi alrededor.

También me dijo que Elena se encargaba de decirle quienes andaban detrás mío y que según ella yo siempre les hacía caso, víbora nunca dejó de hablar mal de mi.

Hasta le dijo que salía con el tío de unos niños que cuidaba y que de seguro también me metía con los papás de los niños.

Monté en cólera, ya sabía por donde había empezado ese rumor que me costó uno de mis trabajos, esa estaba loca, si yo nunca le hice nada. Pensaba que éramos amigas pero al parecer sólo yo le tenía cariño, ella por alguna razón me odia a muerte.

Mauricio volvió a besarme y me hizo olvidar de que renegaba, con esos besos no podía pensar con claridad, me sentía cada vez mas adormecida, llena de necesidad y a la espera de que es lo que puede pasar ahora.

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