“… Impresionante” dijo Luz viendo con asombro el invernadero, el cual quedó echo un desastre. “Aunque tengo que admitir que quedó hasta mejor de lo que ya estaba” terminó de decir la abuela.
Y tenía razón, ya no había telarañas, creo que fueron removidas por las raíces, la tierra antes seca e infértil se volvió en una nueva, suave y húmeda, eso fue producto de haber regado todas las macetas con esa regadera rara, las plantas resecas fueron reemplazadas por plantas de tomate y ajo. Y por último, el invernadero ya no era oscuro, porque ya no tenía techo…
“¿Y el abuelo?” pregunté curiosa.
“Se sintió mal de repente y fue al baño de huéspedes a vomitar, después le llevaré un poco de té para que se recupere” habló casualmente Luz.
Juro que desde lejos podía escuchar la risa escandalosa de Roxán, yo solo podía rezar en mi corazón por el pobre viejo.
En el pueblo…
“Que amable fue Luz, al darme ésta loción para matar las hierbas malas de mis flores” dijo feliz Ema, rociando el té que Luz le había dado en las hierbas malas de su jardín, las cuales se marchitaban enseguida, contentando aún más a la Sra. Ema.
De regresó a la casa…
“Pero ¿Cómo terminó pasando esto?” preguntó la vieja.
“Es que usamos unas semillas, regadera y palas del cobertizo rojo y después…” comencé a explicar yo.
“¿Cobertizo rojo, cual cobertizo rojo?” confundida, Luz vio a su alrededor.
Y nos dimos cuenta, de que el cobertizo rojo desapareció, en cambio, apareció un cobertizo viejo de color azul del otro lado del invernadero.
“Pero, pero” Tylerintentó encontrar una explicación lógica, pero no pudo.
“Mejor se van a bañar, huelen a ajo” dijo con una mueca la abuela.
Olfateé un poco mi ropa y casi me desmayó de lo mal que huele, por lo que de inmediato nos fuimos a bañar.
Al rato, le contamos a Roxán lo sucedido en el invernadero, ella al principio no nos creyó, pero le mostramos como quedó el dichoso invernadero y no le quedó de otra que creernos.
“Es increíble que lucharan con esas raíces ustedes solos, pero ¿Cómo se deshicieron de ellas?” preguntó confundida la mayor.
Nosotros “…” no le pudimos contestar correctamente, por lo que solo nos encogimos de hombros.
Mi hermana no siguió preguntando, en cambio, mostró una mirada tranquila pero seria, algo que en cierto sentido nos inquietó, ya que es raro que ella esté seria en algo.
“Hermana, ¿Qué piensas?” preguntó con un poco de inquietud el menor.
“Este lugar es extraño, ya han pasado dos ocasiones en las que cosas raras suceden, y dudo mucho que mis abuelos no sepan nada cuando han vivido aquí por décadas, pero aun así no nos han dicho nada al respecto” habló mi hermana.
“¿Qué quieres decir exactamente Roxán?” me tensé al escuchar las sospechas de la mayor.
“Que ellos nos ocultan algo” dijo en voz baja la nombrada.
“¿Y dónde conseguiríamos respuestas?” dijo el niño.
Roxán iba a decir algo cuando fue interrumpida por la abuela.
“Niños, ¿me ayudan a preparar el almuerzo?” dijo Luz.
“Claro, ya vamos” dijo con voz alegre Roxán, ocultando muy bien su expresión seria… ella da miedo.
Tylery yo nos miramos y le seguimos la corriente a la mayor.
Entramos a la cocina, y la abuela nos dio algunas instrucciones, a Tylerle dio la tarea de lavar los vegetales, a Roxán le dijo que hiciera el jugo y el arroz, a mí, por otra parte me puso junto a ella a preparar el postre.
Luz me dio a elegir entre las muchas recetas pasteleras una que me gustara, de todas las opciones solo una me llamó la atención.
“Torta de Maracuyá y Galleta” leyó en voz alta la abuela. Mis hermanos hicieron una mueca rara al escucharla.
“Quise probar algo nuevo” les dije a mis hermanos que tenían cara de querer desmayarse.
“Muy bien Elena, entonces empecemos” me indicó la vieja.
Seguimos la receta al pie de la letra, nos divertimos mucho, pero como siempre dicen, lo bueno dura poco…
“Bueno Elena, te dejo al pendiente para que no se queme, mientras voy a ver cómo sigue tu abuelo y le llevo un poco de té” al oír lo dicho por Luz, Roxán tuvo que hacer un gran esfuerzo por no reírse, al irse la abuela, la mayor ya se pudo reír tanto como quiso.
En la habitación de los abuelos…
“Uf, gracias a Dios que ya pasó, no quiero volver a tomar ese té” suspiró Román sintiéndose ya mejor de los mareos y los vómitos.
Pero por alguna razón tenía un mal presentimiento, como si algo terrible fuera a pasar.
“Román te traje más té para que te recuperes” dijo entrando al cuarto la vieja.
“¡NO! Estoy mejor, enserio, no es necesario” dijo Román con pánico.
“De igual manera es mejor que te lo tomes” dijo firmemente Luz.
Entonces Román pudo escuchar claramente una risa burlona de alguna parte, que parecía estar burlándose de él, una risa que conocía perfectamente.
“…Roxán” dijo Román en voz baja sintiéndose indignado.
“Deben estar divirtiéndose cocinando” dijo con voz dulce Luz.
“Si claro, cocinando” dijo con sarcasmo el viejo.
“Ten, tómate de una vez el té”
Román, al verse obligado a tomar té, no pudo evitar murmurar en su corazón ‘Recuerda mi querida nieta, que quien ríe de último ríe mejor’
En la cocina…
“¿De qué te ríes hermana?” preguntó Tyler.
“De nada, solo recordé algo” dijo la mayor, ‘Disfruta del té abuelo’, pensó por último la nombrada.
“¿Oye que tiene ese tomate?” pregunté al ver que el tomate para la ensalada comenzaba a brillar.
“No lo sé” contestó el menor retrocediendo unos pasos.
“¿Ese no es uno de los tomates del cobertizo?” preguntó la mayor.
“Si lo es” dijo Tyler.
“Bueno, no creo que pase nada” dije.
Entonces la ensalada comenzó a… ¿flotar?
Por otro lado…
“Algo raro está pasando” murmuró Luz.
“¿De qué hablas?” preguntó curioso el viejo.
“Es que… la magia de este hogar, de esta casa, nunca había sido tan fuerte y poderosa” dijo pensativa Luz.
“Tienes razón, ¿crees que los niños puedan soportarlo?” preguntó Román.
“No lo sé, pero siento que la casa está siento un poco dura y hostil con ellos” se preocupó la vieja.
“Cierto, pero tenemos que confiar en la magia que nos rodea, han protegido a nuestra familia por generaciones, no creo que les haga daño, y recuerda que nos tienen a nosotros en caso de necesitarnos” dijo con voz dulce Román.
Luz soltó una risa suavemente antes de abrazarlo.
“Tienes razón… pero no te salvas de tomar el té” dijo Luz con diversión.
“¡¿QUE?!” se horrorizó de nuevo el viejo.
En la cocina…
“¡Atrápala!” le grité a Tyler.
“¡Estoy en esa!” me gritó de vuelta el menor.
Resultó, que los ingredientes de la ensalada comenzaron a flotar, y en el mesón de la cocina apareció una hoja con la receta de la ensalada, pero no podíamos tocar dicha nota, como si fuera una ilusión.
1 Tomate
2 Cebollas
3 Papas
1 Limón
Mayonesa
Sal
Casualmente, los ingredientes en la receta, eran los mismos que flotaban, así que tuve la idea de seguir la receta, pero primero teníamos que atrapar dichos ingredientes.
Cada vez que atrapábamos uno, se iba tachando automáticamente de la receta.
El problema era, que además de flotar alto y ser rápidas, se resistían ferozmente.
Ya me imagino con moretones de nuevo.
“Elena, atrápala” dijo la mayor lanzándome una papa antes de ser agredida por un limón.
La atrapé y fui a buscar un tazón con tapa para poner los vegetales y que no se escapen.
“¡NO ME VOY A DEJAR VENCER POR UNOS VEGETALES!” gritó furioso Tylermientras peleaba con una cebolla.
En eso, me fijo en la receta, y noto que también menciona la sal y la mayonesa, pero solo hay vegetales flotando.
Entonces suena un ‘Pack’ y se me nubla la vista.
Me comenzaron a arder los ojos.
“¡AHHHHH!” los gritos de mis hermanos me indicaron que no soy la única.
Abrí un poco los ojos y vi una tormenta de arena blanca por todos lados.
“Es sal, ¡ES SAL!” gritó la mayor.
“¿Qué hacemo…?” antes de terminar de hablar, mi boca y mi cara se vieron atacadas por algo pastoso y un poquito pegajoso.
“Mayonesa…” murmuré al reconocer el sabor en mi boca.
“Este es el plan, Elena ocúpate de la mayonesa, Tyler atrapa a los vegetales restantes, yo me encargo de la sal” gritó con fuerza la mayor.
“¿Cómo hacemos eso?” pregunté.
“Mira” me señaló el menor a un pote de Mayonesa flotando y escupiendo mayonesa a lo loco, y a una bolsa vacía de sal flotando en el centro de la tormenta.
“¡Vamos!” nos indicó Roxán.
Yo salí corriendo en dirección a la mayonesa, poco a poco se me iba dificultando moverme gracias a los constantes ataques de la dichosa mayonesa.
Al final pude atrapar al pote, y todo se detuvo.
Tyler estaba con el tazón de los vegetales con cansancio, y Roxán estaba tirada en el suelo con la bolsa de sal, que de un momento a otro se llenó como si fuera nueva… Terminé siendo yo la que menos agotada estaba.
Por órdenes de una malhumorada hermana seguí las instrucciones de la receta e hice la ensalada, al terminar, la ensalada comenzó a brillar y toda la cocina volvió a la normalidad, como si no hubiera pasado nada…
“¿Terminaron de cocinar?” preguntó Luz acercándose y probando la ensalada.
“Mmmm, está delicioso, tienes talento para esto, Chef Elena” dijo alegremente la abuela saliendo de la cocina.
Nosotros agotados “…”
Entonces recordé la torta en el horno.
Preocupada revisé la torta y al ver que no se había quemado, suspiré aliviada.
“Más te vale que ese postre valga la pena” refunfuñó la mayor.
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Comments
Raquel Reyes
La adoro... Es una especie de "encantada", pero distinta 😎
2023-03-06
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