Cap 3

Después de recuperarnos con éxito, mis abuelos nos llevaron al invernadero que tenían, yo ni sabía que ellos tenían uno, y mucho menos sabía lo que era.

Se puede decir que lo primero que pensé al escuchar la palabra invernadero fue en ropa de invierno, de hecho, cuando mis abuelos dijeron que tenían uno detrás de la casa, casi salto de alegría al pensar en probarme ropa nueva, aunque fuera de invierno en pleno verano.

Fue mi hermana sabelotodo la que arruinó mi ilusión.

“Elena un invernadero no es una tienda de ropa de invierno”

“¿A no? ¿Y qué es?” pregunté decepcionada.

Ella lo pensó un rato antes de responderme.

“Es un lugar en donde puedes plantar lo que quieras, un invernadero puede proteger a las plantas cultivadas del frio del invierno para que no se marchiten… no tengo una mejor definición que ofrecerte” me dijo encogiéndose de hombros.

“… ¿entonces no me probare ropa?”

“No”

“¡Ya llegamos! ¿Qué les parece?”

Nosotros “…”

“¿Qué esperan? entren” nos animó Román.

Yo tenía los ojos abiertos como platos en una expresión de horror. Tyler , a quien le encanta jugar con los insectos y la tierra, también quedó atónito, y Roxán… se desmayó.

Al verla en el suelo, mis abuelos se preocuparon y decidieron llevarla a la casa y darle un té de hierbas que es bueno para la salud.

“Diviértanse niños, usen las herramientas del cobertizo azul, para cosechar estos vegetales para el almuerzo” nos dijo Luz pasándonos una lista antes de irse.

¡¿QUÉÉÉÉ?! ¿Acaso ella quiere que yo, Elena Hernández Arias entre en ese invernadero?

El dichoso invernadero es simplemente un asco, tenía telarañas por todos lados, era oscuro, las macetas colgantes eran inestables y la mayoría de las plantas estaban marchitas y con hormigas, la tierra estaba reseca y probablemente infértil.

Solo había un pequeño espacio con plantas vivas y sanas, y era el que la abuela nos mandó a cosechar.

Si Roxán se libró de esto desmayándose, pues no se puede considerar mala idea intentarlo.

“Mejor empezamos ¿no?” dijo dubitativo Tyler .

“Si, empecemos” respiré hondo para armarme de valor y me dirigí al cobertizo rojo.

Entré buscando lo que necesitaría para la tarea.

“Qué raro, me pareció escuchar a la abuela decir que el cobertizo era azul ¿estarán ya demasiado viejos?” murmuró en voz baja el menor a la vez que tomaba una regadera y un sobre con semillas.

“Si tal vez, ¿Qué haces con esas semillas?” pregunté al verlo.

“Pues considerando que no tendremos mucho que hacer en este verano, y que nos quedaremos por un tiempo, me parece bien plantar mis propias plantas y cuidar de ellas yo mismo” dijo casualmente.

“Si, me parece una buena idea, ¿Qué plantarás?”

“No lo sé, ¿tú qué opinas?”

“Creo que lo mejor sería algo que nos sirva en un futuro y que nos guste” comenté, y vimos las semillas en nuestras manos, había de tomate, parchita, auyama, sandía, y plántulas de ajo.

“¿Qué te parece ajo y auyama?” pregunté.

“No, auyama no, nuestra hermana nos mataría si se enterara que plantamos auyama por voluntad propia” se quejó Tyler .

“Jajajaja cierto” me reí al recordarlo.

“¿Recuerdas como vomitó en la escuela solo por tomar sopa de auyama?” le pregunté aun riéndome.

“Claro que lo recuerdo, fue épico” se carcajeó el menor.

“Entonces ajo y sandía” decidí.

“La sandía demora mucho en crecer, y recuerda que no nos quedaremos aquí por siempre” se negó de nuevo mi hermano.

“¿Ajo y parchita?”

“También tarda mucho”

“… ¿Ajo y tomate?” esta vez le pregunté fulminándolo con la mirada.

“No me gusta el tomate…” dijo Tyler pero guardó silencio al notar mi mirada “… pero no es mala idea, si, plantemos tomate” terminó diciendo nervioso.

“Perfecto” sonreí satisfecha.

… Por otro lado.

“¡Puaj! Abuela ese té sabe peor de lo que huele” se quejó Roxán queriendo llorar sin lágrimas.

“Nada, de ustedes tres, tú eres la más débil físicamente, esto le ayudara a tu cuerpo a ganar vitalidad y salud” dijo firme Luz.

Mientras que Román se burlaba a carcajadas de la desgracia de su nieta y tomaba un sorbo de agua.

“Éste té no tiene nada del otro mundo, y como prueba, tu abuelo lo tomará primero” se decidió la señora.

Román al escuchar esto empalideció y se ahogó con un vaso de agua, tosiendo fuertemente.

“Mejor le doy el té ahora mismo, ya ves que lo necesita con urgencia” se apresuró Luz al verlo toser y le acercó el té al pobre viejo…

En el invernadero…

“Bien, comencemos” dije.

Al momento, Tyler y yo comenzamos a cosechar lo de la lista.

3 cebolla

5 papas

4 tomates

2 ajíes

1 repollo

5 ramitas de cilantro

Pero había algo raro, no sé cómo decirlo, cada vez que cosechábamos un vegetal sentía un inexplicable escalofrío, y las pequeñas palas en nuestras manos se volvían cada vez más pesadas.

“Elena ya no puedo más, la pala pesa mucho” se quejó el menor.

“Si ya sé, mejor vamos a sembrar las semillas y después recogemos los tomates” traté de animarlo.

“Si vamos” se entusiasmó.

Fuimos a una de las macetas que estaban vacíos y allí echamos un poco de tierra con abono, después plantamos las semillas.

“Bien, ya terminamos de plantar el ajo y el tomate ahora solo falta regarlas” le indiqué a mi hermano.

Tyler llegó a mi lado con una regadera, aprovechamos y regamos todas las plantas que necesitaran agua, pero la regadera se volvía cada vez más pesada y el agua contenía un raro destello verde.

“Oye, ¿de dónde sacaste el agua?” le pregunté a Tyler .

“De ningún lado, ya la regadera estaba llena” contestó.

Antes de que pudiera responderle el suelo bajo nosotros empezó a temblar.

“¿Q-Que está pasando?” pregunté asustada.

“Pues está temblando el suelo ¿No es obvio?” contestó con brusquedad Tyler ganándose una mirada venenosa de mi parte.

En eso, todas las plantas que regamos comenzaron a crecer repentinamente hasta el punto de apoderarse de todo el invernadero.

“…Oh oh” ¿Y ahora qué hago?

En la salida…

“Bueno cariño, vamos a salir para hablar con unos amigos, cuida bien de tus hermanos” se despidió Luz.

“Pórtense bien” dijo Román.

“Si adiós abuelos” dijo Roxán cerrando la puerta.

La chica estaba pálida cuando fue corriendo al baño a vomitar el té, pasó un rato muy largo vomitando, luego sintió un fuerte temblor, pero estaba tan mareada que no lo notó e internamente se burlaba de Román que seguramente no lo pasaba mejor que ella.

Y tenía razón, en el pueblo…

“Román ¿Qué tienes? ¿Te sientes mal?” preguntó Ema.

“Se ve muy pálido ¿verdad?” mencionó Jazmín.

“Bueno, no me extrañaría si se desmaya en cualquier momento” le dijo Flores a Luz.

“Mejor siéntate y trata de calmarte” dijo Ema mientras tejía una manta.

“¿Cómo siguen sus nietos?” preguntó Jazmín mientras Román se sentaba junto a Luz en el pequeño pero hermoso patio.

“Muy bien, ya se mejoraron en su mayoría” contestó Luz. Un instante después, todos los presentes sintieron un fuerte temblor.

“… algo me dice que esto tiene que ver con su casa” le dijo Flores a Román.

“Si, probablemente” contestó Luz.

“¿Crees que deberíamos ir a ver cómo están los niños?” le preguntó el viejo aún mareado y con ganas de vomitar, a su esposa.

“Obviamente, no quiero que salgan lastimados” contestó Luz.

En el invernadero…

“¡AHHHH!” grité mientras las plantas seguían creciendo.

Las plantas comenzaron a atacarnos con sus raíces y a lanzarnos tomates y ajo.

Los tomates se estampaban en nuestras ropas, manchando todo. Y las raíces tenían un aspecto aterrador.

“¡Elena!, ¡CORRE!” gritó Tyler mientras huía de una raíz que lo perseguía.

Solo al escucharle me di cuenta de que una raíz con espinas se abalanzaba hacia mí.

Esquivé por poco su ataque agachándome, y pude ver como la raíz cortaba con facilidad un mechón de mi cabello.

“Tyler , ten cuidado, las raíces son peligrosas, ¡Muy Peligrosas!”

“Fíjate que si no me dices no lo noto” dijo sarcásticamente el menor, provocándome dolor de cabeza.

La raíz que acababa de esquivar se volvió de nuevo hacia mí… Oh oh…

En eso, las plantas me lanzan tomate y ajos, y la raíz se acercaba amenazante a mí, así que en un momento de desesperación, atrapé uno de los tomates en el aire y se lo lancé a la raíz.

“¿Eh?” observé confundida el desarrollo de la situación.

Al recibir el ataque, el tomate se estampó en la raíz y ésta comenzó a marchitarse, entonces me di cuenta de que los tomates y los ajos solo ensucian nuestra ropa, pero para las raíces es como veneno, las raíces nos atacaban pero esquivaban con fervor los vegetales. En otras palabras, los tomates y los ajos no nos estaban atacando… nos ayudaban.

“¡Tyler !, ¡Usa los tomates y los ajos para deshacerte de las raíces!” le grité con fuerza.

“Al fin dices algo útil” dijo el menor… espera… ¿Qué fue lo que dijo?

Indignada y ofendida, le lancé un tomate a su cara, lo que hizo que me mirara con un puchero en sus labios, luciendo ‘herido e inocente’.

Luchamos con las raíces, pero cada vez que eliminábamos una, tres más crecían para reemplazarla, eran demasiadas para nosotros dos, se notaba que Tyler se le acababan las energías y yo ya tenía varios raspones, la única manera de deshacerse por completo de las raíces era llegar a la maceta junto a la entrada y cortarlas… ¿pero cómo lo lograríamos?

Poco a poco nos iban rodeando hasta el punto en el que no teníamos salida, y cuando pensé que ya estábamos acabados…

“Chicos, les traje mucho té, no es justo que yo me viera obligada a tomármelo y ustedes no” dijo Roxán molesta mientras entraba en el invernadero.

“¡Hermana cuidado!” le dije antes de que Roxán tropezara con una raíz y cayera de cara al suelo.

“¡AY! Mi cara, mi hermosa cara” dijo llorando a mares la mayor haciendo uno de sus típicos dramas.

Todas las raíces comenzaron a marchitarse al mismo tiempo hasta que no quedó ninguna viva.

Mi hermano y yo nos miramos sorprendidos, sin entender lo que estaba pasando.

“Que mal, todo el té se volcó en esa maceta” dijo la mayor viendo lastimosamente la maceta de la que provenían anteriormente las raíces.

Nosotros “…”

Sin duda ese té era peligroso…

“No importa, en la cocina queda más, así que no se salvan de tomarlo” dijo con orgullo la mayor, sin haber notado aún el desastre en el que estábamos, con raíces marchitas por todos lados, y nosotros sucios de pies a cabeza.

Mi hermana solo agarró la canasta con los vegetales de la lista, y al notar que faltaban los tomates, solo tomó algunos que quedaron intactos en el suelo y se fue tranquilamente…

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