Punto de vista de Albania:
Habían pasado dos días desde mi enfrentamiento con Roxana. Las cosas habían estado más tranquilas en la casa de la manada desde entonces. Hoy me encontraba en el patio trasero de la casa junto a las chicas de la manada hablando sobre mi boda. Ellas estaban tan emocionadas que parecían niñas pequeñas. Era divertido verlas proponer sus ideas para la ceremonia. "Luna Albania, estoy segura de que serás la novia más hermosa", dijo una de las chicas emocionada. Creo que su nombre era Stella.
"Por favor chicas, pueden seguir llamándome Albania. Aún no me he convertido en luna", les contesté mientras tomaba un poco de té. Se sentía muy bien poder hablar con chicas de mi edad en mi manada. Nunca tuve ese privilegio porque la mayoría de las chicas de mi edad me temían. "¡Oh no señora! El Alpha Frederick nos ordenó que la tratáramos con respeto", escuchar eso me hizo sonreír. Al parecer, mi querido suegro se estaba esforzando por hacerme sentir bienvenida. "El Alpha no está aquí en este momento, así que pueden llamarme por mi nombre". Ellas asintieron y continuaron hablando sobre la boda mientras veían las revistas de vestidos de novia. La ceremonia sería dentro de un mes, debíamos apurarnos con todos los preparativos. "¡Wow, este vestido es hermoso! ¿No lo crees, luna?", me enseñó la revista esperando mi aprobación. Tenía que reconocer que tenía buen gusto, realmente era un vestido hermoso. "Está muy lindo", contesté revisando otra revista de una empresa de catering. "¡Sí que lo es! Siempre he soñado con tener uno igual cuando me toque mi ceremonia de apareamiento", dijo emocionada abrazando la revista contra su pecho con una mirada soñadora. Su actitud me sacó una pequeña sonrisa.
"¿Qué hay de ti, luna? ¿Cómo sería tu vestido soñado?", preguntó una de las chicas dejándome pensativa. Realmente nunca pensé en cómo me vería el día de mi ceremonia, pero sí cómo me vería cuando me sentara en el trono de la luna suprema. "Nunca había pensado en eso, pero me gustaría escuchar ¿cómo sería tu ceremonia soñada?", tomé uno de los pastelitos que estaban en la mesa. Nunca fui muy amante del dulce, pero ese se veía muy rico.
"A mí me encantaría casarme frente al lago bajo la luz de la luna", dijo una de ellas muy emocionada. "Eso sería muy romántico", comenté dándole un mordisco al pastelito. Estaba realmente delicioso. Las chicas se quedaron pensando un momento y luego volvieron a cotorrear.
"¡Oh, a mí también me encantaría! Pero con un hermoso altar y un sendero de flores blancas iluminados por pequeños faroles". Me quedé pensando en lo que esa chica había dicho. No era una mala idea. Sería muy lindo una boda de ese estilo.
"¿A mí me encantaría que fuera en un yate en medio del mar como lo hacen los humanos?", dije atrayendo la atención de todas. Ellas me miraron como si me acabaran de salir dos cabezas. "¿Qué? Cuando era niña me gustaba ver películas románticas", dije encogiéndome de hombros y comiendo otro pastelito. "Luna Albania, no se enoje, pero es que... creo... que ha comido demasiado pastelito", dijo una de ellas señalando la mesa. Fue entonces que me di cuenta de que tenían razón. Me había comido casi todos los pastelitos de la mesa. "Lo lamento... es que eran muy ricos", dije avergonzado. Nunca había comido tanto en mi vida. "No se preocupe. Mía es muy buena con los dulces", dijo la chica con una sonrisa en sus labios. "Rosa, me estás avergonzando", dijo una chica bajando la cabeza. Supuse que era la dichosa Mía. "Ella tiene razón. Estos pastelitos son muy ricos", la alabé haciendo que la chica se sonrojara un poco. Realmente era muy linda. "¿De verdad? Para mí sería todo un honor".
La conversación iba entre risas, pero el buen momento fue interrumpido por Jeremy que acababa de llegar. "Chicas, lamento interrumpir, pero su luna tiene algo que hacer". Todas las chicas en la mesa miraban a mi hermano hipnotizadas. Era de esperar. Jeremy era un Alpha y las lobas siempre se sienten atraídas por los machos más fuertes. Tenía que admitir que, a pesar de ser un tonto, las chicas lo encontraban guapo por alguna razón. "Tengo que irme. Ustedes continúen sin mí". Me levanté de mi silla y seguí a mi hermano en dirección a la casa de la manada. "¿Qué es eso tan importante que tengo que hacer?", pregunté inmediatamente me alejé de las chicas. "Cierra los ojos. Es una sorpresa". Lo miré con fastidio y me adelanté caminando delante de él. No tenía tiempo para sus payasadas, así que iría yo misma a ver qué sucedía.
Abrí la puerta de la casa y me encontré con la cosa más hermosa que tenía este mundo. "¡Alba!", mi hermanito Samuel se encontraba de pie en medio de la sala con un ramo de rosas rojas en la mano. Cuando me vio entrar, corrió hacia mí muy emocionado. "¡Sami!", me agaché un poco y extendí mi mano lista para alzarlo y darle vuelta como siempre lo hacía. "¡No lo cargues!", la voz de Marshall llegó desde la parte de arriba de la escalera. No me había dado cuenta de su presencia hasta ese momento. "Ese niño es demasiado pesado. Podría ser peligro", dijo recostándose en el barandal. "Oh, cierto. Lo había olvidado", dije agachándome y abrazando a mi hermanito. "Te extrañé mucho, pequeñito", dije dándole un beso en la frente. "Yo también te extrañé mucho", Samuel se separó de mí y me extendió el ramo de rosas. "Mira, las traje para ti. Son tus favoritas". "¡Son muy lindas! ¡Gracias!", volví a abrazarlo con mucha fuerza. Realmente, mi hermanito era un verdadero encanto de niño.
"Mimas demasiado a ese niño", esta vez quien interrumpió fue Jeremy. Me había olvidado completamente de su presencia. "Es mi hermano. Tengo todo el derecho de mimarlo como me plazca", le respondí volviendo a ponerme de pie. "¿Dónde está mamá y Lucas?", le pregunté a Samuel. "Ellos están todos reunidos con mi padre", contestó Marshall bajando las escaleras hacia donde estábamos. "Iré a verlos", dije sosteniendo la mano de mi hermanito y caminando en dirección al despacho. "Me siento ignorado", escuché decir a Marshall a mis espaldas. "Acostúmbrate. Ese niño siempre tendrá el primer lugar en el corazón de Albania", escuché decir a Jeremy. En eso tenía razón. Mi hermano era una de las personas más importantes para mí.
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