Punto de vista de Albania:
"¡Albania! ¡Albania, detente!", podía escuchar la voz de Marshall a mi espalda, llamándome con desesperación mientras continuaba caminando con prisa. Estaba furiosa después de verlo en su habitación besándose con esa mujer. Tenía ganas de agarrarla por el cabello y sacarla arrastrando de la habitación, pero me contuve de hacerlo. No quería hacer un escándalo como ese, o mi padre terminaría llevándome a la fuerza de vuelta a mi manada. Eso arruinaría mi plan, y ya había sacrificado mucho.
"¡Albania, espera!", Marshall me agarró por el brazo, haciendo que detuviera mis pasos. No sé en qué momento habíamos llegado al patio, pero allí estábamos los dos completamente solos.
"¿Qué quieres, Alpha?", pregunté, zafándome de su agarre y mirándolo con enojo. No sabía por qué me molestaba tanto verlo con esa mujer. Yo no estaba enamorada, solo lo estaba utilizando para convertirme en luna suprema.
"Hablemos", me dijo casi con un tono de súplica. Decidí controlar mi enojo y escucharlo. Me casaría con él en un mes, lo mejor era tener una buena relación entre nosotros.
"Está bien, habla", le dije mirándolo directamente a los ojos. Él se veía un poco incómodo, parecía no encontrar las palabras correctas para hablar.
"No pasó nada entre Roxana y yo, te juro que ella fue quien me besó y...", di un paso más acercándome a él. Sabía que no estaba mintiendo, podía darme cuenta por los latidos de su corazón. Sabía que tampoco se acostó con ella, su olor lo habría delatado. ¿Entonces por qué estaba tan enojada? Quizás era porque escuché su conversación antes de entrar a la habitación.
"¿En serio? ¿Entonces por qué estaba desnuda en tu habitación?", pregunté mirándolo con seriedad. Estaba realmente enojada y estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para no abofetearlo. No tenía derecho a reclamarle nada. Él no era mi pareja, y era yo quien prácticamente lo estaba obligando a casarse conmigo.
"No lo sé, ella entró de repente y no tuve tiempo de reaccionar".
Marshall intentó excusarse conmigo, pero yo estaba en un dilema. No estaba enamorada de Marshall y me importaba un comino lo que hiciera con su vida, pero jamás dejaría que me faltaran el respeto, y era algo que él debía aprender en ese instante.
- Marshall, sé que no soy tu mate, sé que piensas que es un error, pero nos prometimos que lo enfrentaríamos juntos. Así que lo mínimo que espero de tu parte es un poco de respeto. Si tienes algo con esa mujer, dímelo ahora mismo para saber qué hacer - dije con mucha seriedad. Yo escuché su conversación. Ella le rogaba a Marshall que se quedara con ella, cosa que me puso en alerta. Él aún no me había marcado como su pareja, así que el vínculo con ella seguía existiendo. Podría abandonarme en cualquier momento.
- No hay nada entre nosotros y nunca lo hubo - contestó acercándose a mí y dándome un beso en la frente. Las palabras de Marshall lograron hacer que me tranquilizara. Sin embargo, mi calma no duró mucho. Recordé lo que ella le había dicho entre líneas: que yo debía hacerme un aborto porque mi hijo era un error. Estaba loca si pensaba que haría algo así. Me costó mucho esfuerzo y dinero conseguir esa fórmula para que Marshall entrara en celo. Planifiqué la llegada de ese niño cuidadosamente. No lo abortaría por nada del mundo. Él era mi boleto dorado para convertirme en luna.
Marshall había rechazado tajantemente esa idea, pero si él hubiese aceptado que me hiciera un aborto, iría inmediatamente con el Alpha Frederick y haría un escándalo. Por ahora, no era necesario.
- No tienes por qué estar molesta. Te prometo que nunca te faltaré el respeto - me dijo envolviéndome en un abrazo. Mi estado de ánimo comenzó a relajarse una vez más. Su olor parecía tener una magia única para controlarme. Eso no era bueno para mí ni para mis planes.
- Alpha - la voz de Luis no sacó a ambos de nuestro momento y nos trajo a la realidad. Me separé de Marshall y vi al hombre que seguía mirándome con la misma expresión de odio de siempre.
¿Qué sucede, Luis? -preguntó Marshall con impaciencia, al parecer su presencia lo había enojado un poco.
-Lamento interrumpirlos, su padre lo está esperando en su oficina -interrumpió alguien.
Marshall me miró y yo le asentí con un pequeño movimiento de cabeza para que fuera con Luis. Él se despidió de mí dándome un beso en la mejilla. Me quedé un momento mirando su espalda alejarse. Es un chico muy tierno, lástima que no sea mi pareja. Sacudí mi cabeza y aparté ese pensamiento. No podía distraerme con tonterías. Roxana seguía siendo una amenaza y lo mejor era deshacerme de ella de una buena vez.
Decidida, entré a grandes pasos a la casa de la manada y subí nuevamente la escalera en dirección a la habitación de Marshall. Algo dentro de mí me decía que ella seguía ahí dentro y no me equivoqué. Ella seguía en ese lugar, aún estaba sentada en el piso desnudo y llorando a mares.
-Levántate -le ordené con mi voz de Alpha. Esta vez no sería tan blanda como para tenerle compasión. Roxanne me obedeció levantándose del piso y colocando una manta sobre su cuerpo.
-Tú y yo tendremos una conversación bastante larga y desagradable -le dije sentándome en el sofá y cruzando las piernas. Esta vez no sentí ni un gramo de compasión ante sus lágrimas. Todo lo contrario, cada vez que lloraba me hacía enojar más.
-No sé qué pasó entre Marshall y tú en el pasado, pero te advierto que te mantengas alejada -le dije.
Ella levantó la mirada hacia mí. Sus ojos estaban rojos por el llanto y su labio temblaba ligeramente.
-No lo haré -me respondió ella mirando de forma desafiante.
Levanté una ceja al ver su osadía de enfrentarme. Al parecer, esta niña me había subestimado. Era una lástima. Por cosas menos importantes, me tenían miedo en mi manada.
-¿Disculpa? -pregunté con voz amenazante.
Ella tembló de miedo, pero aun así se mantuvo firme en su decisión.
-Dije que no lo haré.
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