25 de octubre
No confío en la privacidad de este diario, por eso me he limitado a escribir muy poco y hoy no será la excepción. Solo diré que el juego ha comenzado y he comprendido que nada saco con preguntarle a mis padres sobre mis amigas. Sé que me esconden algo y hoy descubriré qué es.
Ya no me trago el cuento de que no puedo usar mi laptop y mi celular porque me haría daño ver las fotos que hay en ellos y las que me puede proporcionar Facebook.
En la siguiente hoja encontró las fechas 6 y 7 de octubre. Eso le pareció extraño, pues eran bastante inferiores al 25, y, como era lógico, el número de días no disminuía al correr las semanas de cada mes.
Pero luego de leer esos dos días, y con lo que estaba escrito el día “20 de Octubre” se dio cuenta de que su mente le estaba fallando y lo más probable era que, por esos días, ni siquiera supiera con exactitud qué fecha era exactamente.
Leer esto le confirmó que las imágenes que acababa de ver eran ciertas respecto a que sus padres no eran de fiar, ya que, al parecer, no les agradaba su relación con Luis.
Continuó leyendo la siguiente hoja, la cual tenía por fecha: 21 de Octubre y trataba de que un nuevo psiquiatra llamado Alejandro Ramírez la había atendido, en reemplazo de su psiquiatra de cabecera, él le había dado la impresión de ser mucho más confiable y le recordaba mucho a Luis. Además en esa cesión se enteró de que sus medicamentos oficiales eran solamente dos y la tercera pastilla que le daban, “en ciertos casos especiales” era la que le causaba esa profunda somnolencia, y tal vez también le producía los lapsus de olvido.
—¿Dónde habré dejado esa pastilla? —susurró para sí, al terminar de leer y voltear la página sin encontrar más de su caligrafía—. No hay más, eso quiere decir que este fue el último día que estuve lucida.
Escuchó pisadas en el pasillo, como acto reflejo, saltó sobre la cama, se encaramó en el ropero y ubicó rápidamente ambos diarios en el compartimento más alto del mueble adosado a la pared.
la manija comenzó a moverse, entonces ella se dejó caer sobre el colchón justo cuando abrían la puerta.
—Hija —pronunció su madre entrando sin anunciarse—.¡Ya despertaste!
—¿Y pusiste música? —Su padre estaba algo sorprendido, entrando tras Verónica—. Desde que regresaste no la habías prendido.
—¿Volví? —repitió ella—.¿Qué día es hoy?
—Martes.
—¿Martes cuánto?
Sus padres compartieron una mirada de preocupación.
—Martes once de noviembre —respondió al fin, su padre.
—¿De qué año?
—¿En qué año crees que estamos?
—¿2013? —respondió en tono inseguro, Mariana—. Mejor díganme ustedes en qué año estamos.
—2014 —indicó su madre—.Estamos a once de noviembre de 2014.
—Mañana es mi cumpleaños —recordó Mariana.
—Por eso nos iremos a celebrarlo a un lindo lugar —informó Verónica—. Te encantará.
—¿Y Luis?
—Otra vez lo olvidaste.
—¿Qué olvidé?
—Luis...
—Espera —lo detuvo Verónica, sacando unas pastillas de un frasco—.Tu medicina, querida.
—No tengo agua —dijo recibiendo las tres pastillas que le entregó su madre.
—Casualmente. —Sacó una pequeña botella plástica—. Traigo agua conmigo, bebe un poco.
Mariana fingió echarse las tres pastillas juntas a la boca y mientras se empinaba la botella con agua, las escondió en uno de los bolsillos de su pantalón.
—¿Por qué está toda tu ropa tirada?
—Es que buscaba mi polera de lentejuelas —mintió—. La conoces, mi polera preferida, ¿sabes dónde está?
—Esa polera ya no existe —le informó su padre—, tuvimos que desecharla.
—¿Por qué?
—Tuviste un accidente en auto junto a Luis y esa polera quedó manchada con sangre.
—Un accidente... —Se mordió el labio inferior—.¿En qué fecha ocurrió eso?
—El diecisiete de agosto de este año.
Mariana se sentó en la cama. Sus padres la observaron expectantes, ya que creían que sucumbiría emocionalmente ante esta información y para eso estaban preparados. Verónica siempre portaba en los bolsillos de su delantal los medicamentos que la calmarían, esa era su misión, estar siempre lista. Jaime se lo había dejado muy claro.
Pero en lugar de alterarse, su hija respiró profundamente y al abrir sus ojos mostró calma y resignación.
—¿A dónde iremos? —preguntó, cambiando de tema drásticamente.
—Es una sorpresa —indicó su madre sentándose a su lado—. Partimos esta tarde. Te gustará el lugar.
—Hija, ¿nos acompañas a tomar una taza de té? —le preguntó su padre— ¿o prefieres jugo?
—¿Por qué?
—Es solo para que compartamos un rato, ¿no te parece?
—Está bien —accedió levantándose.
Junto a su madre salió del cuarto, mientras Jaime se quedó en él y cerró la puerta cuando las vio bajar la escalera.
Verónica la llevó hasta la cocina, en donde ambas se vieron en la tarea de exprimir naranjas, ya que a Mariana le apetecía este sabor. Su padre apareció minutos después, cuando vertían jugo en una jarra de vidrio.
—Hijita, ¿te parece si escoges una película para que la veamos todos?
—¿Propones una tarde de películas?
—Así es —confirmó—. Yo haré las cabritas.
—Voy enseguida —accedió esbozando una gran sonrisa y salió a toda prisa de la cocina.
—¿La tienes lista?
—Sí —respondió sacando un pequeño frasco, del bolsillo de su delantal, que contenía un polvo blanco—. ¿Con una cucharada basta?
—Sí.
El hombre vertió jugo en un vaso y su mujer lo mezcló con una cucharada sopera de aquel polvo.
—Llévaselo tú.
—Claro.
Mariana había estado observando y escuchando toda la conversación detrás de la puerta. En cuanto vio a su madre aproximarse a la salida emprendió la maratón a la sala de estar y desesperada buscó el control remoto sin éxito.
—Hijita, ¿qué buscas?
—El control remoto, ¿sabes dónde está?
—No, pero no te preocupes —dijo entregándole su jugo—. Yo lo busco mientras te sientas a disfrutar tu jugo.
La chica accedió, dejándose caer en un sofá individual ubicado cerca de la entrada al salón y lejos de su madre. De este modo tenía una amplia perspectiva del lugar. Mientras observaba a su madre buscando el artefacto perdido vertía el jugo en la planta que tenía a su derecha. Cuando Jaime volvió con las cabritas ella disimuló somnolencia para evitar ser descubierta y poder regresar a su habitación para seguir leyendo sus diarios de vida.
Al cerrar sus ojos Jaime la levantó inmediatamente entre sus brazos y subió, dejándola bajo las mantas de la cama.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 39 Episodes
Comments