IV. Conversaciones (in)necesarias

24 de Agosto, 2014

No recuerdo cómo fue que sucedió o cuando: en mi familia comenzamos la tradición en la que una vez al año hacemos lo que llamamos una "purificación de tecnología" su nombre lo dice. Y bueno en resumidas cuentas consiste en tomarnos un respiro en algún lugar fuera de la ciudad tres días sin internet, sin teléfonos, sin televisión, nada de tecnología, nada que nos distraiga de la convivencia familiar. Funciona de verdad para acercarte a las personas que quieres incluso para que tu cerebro tome un descanso.

La primera vez que lo hicimos pensé que sería algo incómodo. Que equivocada estaba. En mi familia somos tantos y hay un rango de edades tan amplios que uno pensaría que es incómodo. Sin embargo, de manera extraña funcionamos. Estar sin teléfono a mí no me molesta en lo absoluto, en ese entonces ya estaba acostumbrada a dejarlo para concentrarme en otras cosas y de hecho era cómodo desentenderse de la escuela, de cualquier preocupación y todos los chismes.

Cada año es lo mismo y es en fin de semana en la que mi diario se arta de mí de tanto que escribo sobre todo lo que me acontece. Las palabras solo fluyen como si hablara con alguien y entre más rápido van más ganas me dan de escribir.

Todo funcionaba para mí cada fin de semana de desintoxicación hasta este fin de semana. Ugh. Todo ha pasado genial con mi familia, no hay quejas al respecto o al menos no que involucren a mi familia.

Tengo queja de lo que sucedió en mis redes sociales mientras yo estaba desaparecida. El día de ayer mientras escribía con detalle sobre Aza, Agnes y mis tres chicos, la vida real golpeaba mi ventana o mejor dicho, mi teléfono. A todos nos han enviado mensajes que no contestamos y viceversa, hemos sido ambos extremos. Intentaré ser más específica:

Un simple "hola" de un desconocido para mí apareció en mis notificaciones cuando el internet entró en contacto con mi teléfono de este domingo por la noche. Este mensaje lleva dos días en la bandeja de entrada del Messenger y me parece de lo más extraño porque yo no soy especialmente parlanchina por mensajes con personas que no conozco. De hecho, soy algo selectiva con las personas que agrego a mis amigos, su amistad probablemente era un error de dedo y que yo recuerde no había dejado ninguna conversación a medias (excepto las de mis cinco amigos).

Como cualquier persona de mi edad decido entrar al perfil para saber más sobre él desconocido que tengo esperando una respuesta. Bajo varias publicaciones y en definitivo su cara no me suena de ningún lado. Hago una mueca al abrir su foto de perfil; es guapo. Me siento un poco tentada a querer responder. Que superficial estoy sonando, pero es la realidad.

De acuerdo con este perfil el chico y yo estudiamos en la misma escuela, no sé de donde lo pueda conocer. Al menos en mi grupo no está, y tampoco recuerdo que estuviéramos en el mismo grupo el año pasado, él no dijo nada mas después del hola, así que decido no contestar. Me parece que es lo más correcto. Solo abro el mensaje para que la notificación desaparezca de la aplicación y lo dejo ahí en el olvido. No se lo menciono a nadie y prácticamente lo olvido así como sucede, para mí es solo un evento aislado, algo de una vez que no se repetirá. ¿Cierto?

🌿☀️🌿

28 de Agosto, 2014

Jueves por la mañana. Mi teléfono vibra dos veces seguidas. Estúpida vibración del teléfono. Mi espíritu desea levantarse para revisar la notificación, mi cuerpo quiere permanecer en la cama al menos la media hora más que sé que podría quedarme ahí antes de iniciar mi rutina diaria. Es tan temprano que si me levanto ahora podría alcanzar el entrenamiento de voleibol y pedir que me regresen mi lugar. Lo extraño bastante.

Decido hacerlo, tomo mi teléfono y es como revivir lo que había sucedido días antes. El mismo mensaje del mismo chico extraño, a menos que sea de aquellas personas que quieren meterme a su pirámide de negocios no veo porque querría hablar conmigo.

Es muy temprano para pensar, pero podría ser alguien con quien había jugado en las canchas de la preparatoria y a quien le había dicho que me escribiera por Facebook. Es algo que hago con las personas que conozco ahí, pero estoy segura que no es el caso, las canchas no me han visto por varios días. No desde que entramos a clases.

Entro de nuevo a su perfil y miro todas sus fotos. Reviso cada foto de perfil y hago zoom a su cara, primero porque quiero asegurarme de que no lo conozco y segundo porque es guapo y dejo que su atractivo me conquiste un poco. Estoy por rendirme, checo la hora y decido ser feliz y me levanto para recuperar mi lugar en el equipo de voleibol.

Le escribo a Alex para que me espere después de su entrenamiento y salgo corriendo de mi casa para llegar a tiempo.

En el camino algo me acecha y es el saludo de aquel chico. Todo el camino me dedico a revisar a fondo su perfil. Entonces lo veo en una foto grupal usando un uniforme muy familiar para mí. Hago zoom en todas las caras hasta dar con la de Alex. Sonrío por inercia al ver su sonrisa y sigo buscando rostros familiares. Encuentro a Lucas Parra en muchas fotos, incluso de mucho antes de la prepa. Parece que son muy buenos amigos, los mejores podría decir. Eso no me dice mucho, noto también que entre sus amistades está: Aaron Baeza.

Sucumbo. Es 95% probable que alguna vez lo hubiese saludado por estar con mi amigo o con Aaron quien me cae increíble. Por mi cabeza se me cruza preguntarle a Alex si tenía alguna idea o si él le había pedido que me escribiera, sin embargo, no estoy convencida por primera vez de quererle contar algo. Un nudo en el estómago se me instala y descarto la idea, prefiero guardarme esto por ahora.

Entro a la prepa casi como zombie, camino al gimnasio y sin siquiera mencionar nada la entrenadora me avienta una cuerda.

—Anzures, pensé que no volverías. Cámbiate, dale 20 vueltas a la duela y haz cien saltos. Después hablaremos sobre tu castigo.

Okey. Ya recordé porque dejé el equipo.

—Pero yo... sí entrenadora.

Camino al vestidor lleno de todas las chicas del equipo, parecen aliviadas de que aparezca por aquí. Seguro la entrenadora estaba volviéndose un monstruo desquiciado y se desquitaba con ellas por mi ausencia. Es el tipo de persona que no permite renuncias, mucho menos sin avisar. Me quedo en el vestidor arriesgándome a un castigo el triple de fuerte, pero queriendo finalizar el análisis del perfil del chico.

El universo me sonríe porque también veo a Aza entre nuestros amigos en común. En este punto pienso que solo debía contestar para saber que quiere y dejarme de tanta paranoia a lo mejor y solo quiere ser amigable. Acudo a Aza aliviada de tener a alguien a quien contarle esto. Su chat está sin responder desde anoche, me toma unos segundos actualizar la conversación y continuar con lo que me había despertado esta mañana.

Tecleo con rapidez en la ventana de su conversación enviándole varias notificaciones haciendo que entre rápido a la conversación, ¿Quién dijo que los zumbidos estaban muertos?

Le explico muy rápido la situación omitiendo el nombre que era obvio lo más importante, pero ella en su modo detective se mantiene en calma y me llena de preguntas.

"¿Cómo se llama? ¿Es de nuestra generación? ¿Está en la mañana o en la tarde? ¿Como descubriste quién era? ¿Y por qué tardaste tanto en contarme?"

"Es un tal Inhar Saldaña. ¿Y de verdad te importa lo demás?"

Eso es todo lo que necesita saber. En menos de lo que canta un gallo su llamada entra en mi teléfono. Cuando respondo ella no me saluda, no me pregunta nada más, Aza solo está chillando en mi oreja.

—¡Tienes que contestarle! ¡Tienes que contestarle! ¿Sabes quién es? ¿Tienes una pequeña idea de quién es? —Debería ser obvio que yo no sé quién rayos es o no nos hubiésemos metido en esa conversación.

No creo que ella haya respirado desde que escuchó el nombre. Su tono de voz chillón es el tono que pone cuando habla de algún chico guapo. Y ahora mismo estoy de acuerdo con ella.

—No, ni siquiera sé porque me está hablando. ¿Quién es?

Ella chilla una vez más, completamente indignada. Me aturde un poco y puedo apostar que de estar en persona le haría una señal para que le baje a su emoción. También puedo apostar que todas las cicas que están a mí al rededor escuchan. Astrid levanta una ceja mirándome por el espejo y ríe. Que me trague la tierra. Como no puedo hacerlo ella toma mi pregunta como una señal para hacer todo lo contrario. Hasta pienso por un momento que tengo el altavoz activado.

—¡Leilani por Dios! Es el capitán del equipo de básquet. —Giro esperando que nadie escuche eso.

Olvido el propósito de mi llamada cuando me dice Leilani. Es como si me hubiera regañado. ¿Cuándo dejé de ser Leilei para ella? Mi cabeza divaga un poco en aquello del sobrenombre y un chillido de mi amiga me regresa al momento. ¿Podría dejar de chillar en mi oreja? No estoy pidiendo demasiado.

No entiendo que tiene de importante ser el capitán del equipo de básquet. No es la gran cosa para mí, creo que se debe a que para mí el mas importante es Alex, los demás no me importan. Él es el equipo y la única razón por la que yo asisto a los partidos y nunca me he preocupado por ponerle atención a alguien más. O al partido en general, los libros que he leído en el gimnasio podrían hablar por mí. Eso es obvio o no estaría en esta situación.

Tampoco entiendo porque a mi amiga parece emocionarle tanto. Dejo que chille un poco más para que saque su emoción mientras me estoy cambiando esperando que al final me conteste más tranquila. Incluso he terminado de ponerme mis tenis cuando se detiene y yo me siento libre y segura de regresar el teléfono a mi oreja.

—¿Eso que significa? —Frunzo el ceño aun cuando sé que ella no me ve. —No sé quién es ¿debería contarle a Alex?

De pronto algo se aferra a mi cabeza haciéndome pensar que era al que debí contarle primero. Una culpa extraña me revuelve el estómago, entonces Aza gime con decepción y prácticamente la veo frente a mí rodando los ojos y echando la cabeza para atrás. Está a punto de querer golpearme, lo sé.

—Ni si quin is. Dibiria contirli a Alix. —Me imita con molestia. —Uuuugh. Creo que solo quieres hacerme enojar. No es normal que algún hombre con ese cuello tan espectacular te hable y lo primero en lo que pienses es en tu amigo. Estás loca.

¿Acaso habló del cuello de Inhar? Que extraño.

—Lo siento, es que Alex...

—Noooo. —Interrumpe mi oración. —¿Quieres olvidar a Navarro por un minuto? Te lo juro que no puedo dejar de pensar que están enamorados el uno del otro ¿Estás segura de que no te gusta ni un poco? Se honesta.

Hago una pausa sintiendo el golpe de las palabras de mi amiga.

—Estás tardando mucho en esa respuesta. —Dice con voz cantarina.

Comprendo que todos piensen eso, comprendo que Aza quiera que responda ahora, pero no puedo. No solo es algo que pueda decidir así, no es algo que me haya planteado antes. Siempre hemos sido amigos, sería extraño.

—Estoy segura. No somos pareja.

—Esa no fue mi pregunta, esa nunca ha sido mi pregunta y siempre es tu respuesta. —Suelta una risa que me desconcierta. —¿Te he dicho ya que Matías y yo formaremos un club de fans de su relación?

—¿Una inexistente para nosotros, pero que ustedes crearon en su cabeza? —Digo con un tono burlón. —No sé cuantas veces te lo he dicho Aza, entre Alex y yo no hay nada.

—Por que no se han dado cuenta de que se aman. Duh. El problema es que siempre niegan la relación, pero no sus sentimientos.

—Sí claro. —Suelto con sarcasmo.

Por dentro una bomba acaba de estallar en mi estómago. Todo lo que ha dicho Aza es cierto no y apenas me vengo a dar cuenta.

No le gusto a Alex, no le gusto. Dejo que eso se repita en mi mente como un mantra.

—Ugh olvídalo, ya no es relevante, por el momento. —Sus palabras alejan cualquier pensamiento nublado que haya llegado a mi cabeza. —Por supuesto que sabe quién es tonta, están en el mismo equipo, pero no te pongas en esa situación incómoda ahora ¿de acuerdo? Ya veremos que hacer después. En fin, mira en cuanto cuelgue le vas a contestar a Inhar y vas a actuar normal.

—De acuerdo.

—No actúes tan normal, para que no se asuste.

Mis ojos viran una vez más. Esta chica me va a dejar bizca.

Aza cuelga sin despedirse. Mi sonrisa se planta en mi rostro. Aza me hace sentir segura cada vez que declara que me ayudará con mis futuros problemas, es como compartir mi carga. De pronto me siento tan conmovida que mi garganta hace un sonido involuntario como ronroneando.

Antes de responderle a Inhar medito cinco segundos que tal vez ella tiene razón y yo no puedo dejar de relacionar cualquier tema con mi amigo. Hasta puede ser vergonzoso. Quiero marcarle a Alex. Es más, quiero contarle esto y que él me pida que no le responda a Inhar. Reprimo mis sentimientos y entro una vez más al chat de capitán.

Confío en Aza de manera ciega, sin pensarlo mucho respondo al chico pelinegro con quien sostengo una conversación de lo más básica que se prolonga por más tiempo del que pensé. Es fácil de conversar y muy entretenido, aunque no sé qué quiere o sus razones de iniciar la conversación paso el resto del día respondiéndole y riéndome de sus mensajes.

Sin ser muy profundos o entrando en detalles hablando del clima y cualquier cosa que veamos en el momento que respondemos. Es divertido hablar con alguien que no es de mi circulo cercano. En el día evito a toda costa que mis amigos noten que hablo con alguien más.

No mencionarle el tema a Alex me hace sentir extraña y como si estuviera cometiendo una traición de lo peor. Hasta evito mirarlo a los ojos y eso parece desconcertarlo bastante.

Capítulos
1 Las probabilidades de conocer a alguien (Prólogo)
2 I. Un ensamble perfecto
3 II. ¿Es instinto o terquedad?
4 III. Debes estar bromeando
5 IV. Conversaciones (in)necesarias
6 V. Hey ¿eso fue un empujón?
7 VI. Auch ¿eso fue un rechazo?
8 VII. Okey ¿eso fue una excusa?
9 VIII. Inhar, el rey de los bastardos
10 IX. ¿Es Bieber atractivo?
11 X. Diferente día, mismo problema
12 XI. Momo, no te burles de mí
13 XII. Jabel, el rey de la manicura
14 XIII. Beatus Paulo Moments
15 XIV. Lo pasado pisado
16 XV. Matías, el rey de los niñeros
17 XVI. Molaridad y normalidad
18 XVII. Perfectum Momentum
19 XVIII. Corazón confundido
20 XIX. Las señales están ahí
21 XX. Media vuelta (parte 1)
22 XXI. Vuelta y media (parte 2)
23 XXII. Lo único constante en la vida es que todo cambia
24 XXIII. Amor en el aire
25 XXIV. El día que Antheia apareció (parte I)
26 XXV. El día que Eros apareció (parte 2)
27 XXVI. Girasoles, galletas y sorpresas
28 XXVII. Es mejor pensar (parte 1)
29 XXVIII. Es mejor hablar (parte 2)
30 XXIX. Es mejor actuar (parte 3)
31 XXX. Agnes, la reina de la inexpresividad
32 XXXI. El Sol es una estrella ¿correcto?
33 XXXII. Azahara, la reina del “no pasa nada”
34 XXXIII. Cuando lo ves, cierras los ojos
35 XXXIV. Inhalo, pero no exhalo
36 XXXV. Base, escolta y alero
37 XXXVI. Casus belli
38 XXXVII. Parvus valuable moments
39 XXXVIII. Afrodita está contra todos (parte 1)
40 XXXIX. Afrodita está con todos (parte 2)
41 XL. Los futbolistas incondicionales
42 XLI. ¿A eso llamas una disculpa?
43 LXII. El coloso de Santa Úrsula
44 XLIII. Ápate, Dolos y Hermes
45 XLIV. La práctica hace al maestro
46 XLV. Llegamos a donde pertenecemos
47 XLVI. Un millón de palabras
48 XLVII. Alex, el rey de mi corazón (Final)
Capítulos

Updated 48 Episodes

1
Las probabilidades de conocer a alguien (Prólogo)
2
I. Un ensamble perfecto
3
II. ¿Es instinto o terquedad?
4
III. Debes estar bromeando
5
IV. Conversaciones (in)necesarias
6
V. Hey ¿eso fue un empujón?
7
VI. Auch ¿eso fue un rechazo?
8
VII. Okey ¿eso fue una excusa?
9
VIII. Inhar, el rey de los bastardos
10
IX. ¿Es Bieber atractivo?
11
X. Diferente día, mismo problema
12
XI. Momo, no te burles de mí
13
XII. Jabel, el rey de la manicura
14
XIII. Beatus Paulo Moments
15
XIV. Lo pasado pisado
16
XV. Matías, el rey de los niñeros
17
XVI. Molaridad y normalidad
18
XVII. Perfectum Momentum
19
XVIII. Corazón confundido
20
XIX. Las señales están ahí
21
XX. Media vuelta (parte 1)
22
XXI. Vuelta y media (parte 2)
23
XXII. Lo único constante en la vida es que todo cambia
24
XXIII. Amor en el aire
25
XXIV. El día que Antheia apareció (parte I)
26
XXV. El día que Eros apareció (parte 2)
27
XXVI. Girasoles, galletas y sorpresas
28
XXVII. Es mejor pensar (parte 1)
29
XXVIII. Es mejor hablar (parte 2)
30
XXIX. Es mejor actuar (parte 3)
31
XXX. Agnes, la reina de la inexpresividad
32
XXXI. El Sol es una estrella ¿correcto?
33
XXXII. Azahara, la reina del “no pasa nada”
34
XXXIII. Cuando lo ves, cierras los ojos
35
XXXIV. Inhalo, pero no exhalo
36
XXXV. Base, escolta y alero
37
XXXVI. Casus belli
38
XXXVII. Parvus valuable moments
39
XXXVIII. Afrodita está contra todos (parte 1)
40
XXXIX. Afrodita está con todos (parte 2)
41
XL. Los futbolistas incondicionales
42
XLI. ¿A eso llamas una disculpa?
43
LXII. El coloso de Santa Úrsula
44
XLIII. Ápate, Dolos y Hermes
45
XLIV. La práctica hace al maestro
46
XLV. Llegamos a donde pertenecemos
47
XLVI. Un millón de palabras
48
XLVII. Alex, el rey de mi corazón (Final)

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